Más allá de los pobres argumentos de Fidel Castro que aluden al omnipresente complot contra Cuba, secundados por Hugo Chávez, sólo después de la lamentable eliminación de Venezuela frente a Corea, antes no, debemos aceptar que el dictador cubano fue el primero en pronosticar la final asiática. Chávez no, él pensaba, fiel al complot, que Estados Unidos ganaría (¿complot? contra México, mira que jugar contra Japón, Corea y Cuba en el mismo grupo). Pero no, y es que, con un beisbol al que no estamos acostumbrados (los robos de base impresionan al receptor y no al lanzador), Corea y Japón sin duda fueron no sólo los dos equipos que más seriamente enfrentaron el torneo, sino los que mejor jugaron.
Porque, fuera de los partidos entre ellos, las escuadras orientales barrieron a las demás. Basados en 3 principios básicos, picheo, defensa sin errores y bateo veloz y oportuno (el swing de sus bateadores parece manual de bateo), Japón y Corea abofetearon a todos los que creíamos que el mejor beisbol se jugaba de este lado del mundo. Ya es hora de empezarlo a creer, Japón es bicampeón mundial y Corea, campeón olímpico.
Los poderosos dominicanos, escandalosamente eliminados por Holanda, culparon a los equipos de grandes ligas por no ceder a sus grandes jugadores (sobre todo Pujols y Beltré) para que jugaran este torneo; Puerto Rico barrió a Estados Unidos en el primer juego y cuando estuvo a punto de ganar el segundo, brotó el destino trágico latinoamericano y con tres carreras en la novena entrada, los dejaron tendidos en el campo; México pensó que había que jugar al revés, sin pitchers (10.31 de carreras limpias admitidas), y dispararon jonrones a destajo, cifra sólo superada por los jonrones que recibieron (¡ay, Oliver! Ojalá que algún día aprendas a bajar esa recta por el centro); Davey Johnson, el veterano manager de Estados Unidos, en una pataleta melodramática y hollywoodense, dijo que si se seguían lesionando sus jugadores iban a renunciar al torneo (pobres de los demás), pero no, su acto heroico no les alcanzó para parar la velocidad japonesa ni el bateo venezolano; Venezuela se desplomó en el partido clave y con 4 errores lamentables en las 3 primeras entradas frente a Corea, favorecieron la idea de complot del señor Chávez; finalmente, los cubanos tuvieron la desgracia, como bien apunta Castro, de toparse muy pronto con los asiáticos y adelantaron su eliminación que hubiera sido en las semifinales.
Ya es hora de empezarlo a creer, ahora ellos son mejores, toman en serio el torneo y no se les oye vociferar por el mundo que son el ejemplo del patriotismo, el orgullo nacional y de la lucha por el deporte sano y educativo. Para evitar culpar a las grandes ligas, la mayoría de sus jugadores, como los cubanos, juegan en las ligas locales; para evadir el imponderable complot americano, simplemente le ganan a Estados Unidos (y a los demás).
Finalmente y pesar de ser un torneo que todavía debe perfeccionarse mucho, pudimos ver beisbol diverso y verdadero y la certeza de que si se quiere vencer a los asiáticos, se deben preparar muy en serio.
– Carlos Azar
Como escritor, maestro, editor, siempre he sido un gran defensa central. Fanático de la memoria, ama el cine, la música y la cocina de Puebla, el último reducto español en manos de los árabes.