Sergรฉi Dovlรกtov
Si el รฉxito literario es un juego de serpientes y escaleras, a Sergรฉi Dovlรกtov le tocรณ jugarlo con los dados marcados: prohibido en su paรญs natal, pasรณ del samizdat a las pequeรฑas editoriales rusas en el exilio sin pena ni gloria y, salvo por el aval de su compaรฑero de generaciรณn (y juergas) Joseph Brodsky, que logrรณ que publicara algรบn cuento en el New Yorker de los ochenta, su vida literaria fue una trepidante carrera hacia el anonimato. Su repentina muerte, tras un coma etรญlico, antes de cumplir cuarenta y nueve aรฑos, tampoco ayudรณ mucho. Y en esas sigue, vegetando en el sueรฑo de los justos. Telegrama urgente a los editores: โpublicar Dovlatov, ojo traducciรณn, orden cronolรณgicoโ.
Lo descubrรญ por Alberto Barrera, alto pana donde los haya, quien me dijo que tenรญa que leer a un autor ruso desconocido: โbebรญa vodka a toneles, escupรญa sarcasmo por la boca y odiaba a los bolcheviquesโ. Mรบsica para mis oรญdos. โEso sรญ โme dijoโ, sรณlo estรก publicado en Espaรฑaโ. Anotรฉ en un papelito su nombre, lo metรญ en la cartera y me olvidรฉ del tema. En julio del aรฑo pasado lo busquรฉ distraรญdamente por las librerรญas espaรฑolas, sin รฉxito. El caudal de novedades obliga a una renovaciรณn de tรญtulos cada tres meses. Lo que no se mueve se regresa al editor. Y como รฉste no puede tener sus bodegas llenas, prefiere destruir que almacenar. Fin de Dovlรกtov.
Esta semana santa, paseando por la Zona Rosa (รบnicos dรญas en que ese horror urbano se humaniza al vaciarse, valga la paradoja), me topรฉ con una sucursal del Pรฉndulo que no sabรญa que existรญa. Al pagar la cuenta se me cayรณ el papelito con un nombre deslavado: โS. Do la ovโ. ยฟSi do la? ยฟSรกbado domingo lunes a-o viernes? Rumbo a la salida un relรกmpago verde surcรณ mi mente: Sergรฉi Dovlรกtov. Por vencer un mantra personal sobre la inutilidad decidรญ preguntar por รฉl. El encargado, diligente y pedagรณgico, me llevรณ al librero de autores extranjeros donde vegetaban, en la โdโ, tres de sus cuatro tรญtulos en espaรฑol: La maleta, Los nuestros y El compromiso. Su lectura ha sido todo un descubrimiento, pese a que la decepciรณn suele acompaรฑar las largas esperas y las altas expectativas. รgil, directo e irรณnico, Dovlรกtov sirve por oposiciรณn para denunciar la enfermedad literaria de nuestro tiempo: la pastosa verborrea intrascendente de la comodidad (frase que padece lo que denuncia). Un autor trascendente en una era inane.
La materia prima de la literatura de Dovlรกtov es su propia experiencia. Pero, a diferencia del testimonio descarnado de un Shalamov o de la recreaciรณn en clave metafรญsica de un Kafka, Dovlรกtov lo resuelve todo a travรฉs de un humor รกcido revelador del teatro del absurdo que fue la vida en la Uniรณn Soviรฉtica. Por ejemplo, en Los nuestros, suerte de biografรญa colectiva de su familia, consigue el milagro narrativo de contar el fusilamiento sin juicio de su abuelo paterno por el delito de haber recibido un paquete del extranjero (que le enviaba su hijo mayor, exiliado en Bรฉlgica), la prisiรณn de su primo hermano al que tuvo que vigilar como parte de sus tareas del servicio militar, y su propio encarcelamiento, con tortura incluida, desde una mirada neutra, que no califica lo que describe, pero que ridiculiza con el poder de la ironรญa.
A caballo entre el relato breve y la crรณnica, El compromiso es un libro extraordinario y de nuevo una eficaz denuncia del universo totalitario. Dovlรกtov fue por un tiempo corresponsal de un periรณdico en la Estonia soviรฉtica. En este libro pone en cursivas, al inicio de cada capรญtulo, cรณmo se publicรณ la noticia que tuvo que cubrir, y luego, cuenta la verdadera historia detrรกs de esa noticia. El resultado es hilarante. Por ejemplo, narra cรณmo las autoridades querรญan celebrar el Dรญa de la Liberaciรณn con el nacimiento del habitante cuatrocientos mil de Tallin. La noticia que se publica incluye una cita de Goethe, un poema celebratorio por una gloria local, y la certeza que ese niรฑo, de padres trabajadores soviรฉticos, estรก โcondenado a la felicidadโ. Y tras esto, la verdadera historia: todo es un plan publicitario de burรณcratas que quieren congraciarse con Moscรบ, no hay estadรญsticas confiables, la cita de Goethe es apรณcrifa, el nombre del niรฑo fue escogido por las autoridades contra el deseo de los padres, para que fuera el de un hรฉroe soviรฉtico, y el niรฑo no fue el primero seleccionado: otros reciรฉn nacidos fueron rechazados por ser poco ortodoxos, incluido un bebรฉ judรญo y un mulato hijo de un โinternacionalistaโ de Etiopรญa y una Estonia. Y asรญ por once compromisos mรกs. Un friso de la vida en los setenta en la URSS y una prueba mรกs del escaso valor que la verdad fรกctica tenรญa en esos regรญmenes.
Por รบltimo, el mรกs entraรฑable de estos tres tรญtulos, La maleta, es un libro construido como una novela de cuentos que funcionan tambiรฉn de manera independiente, a la manera de Winesburg, Ohio de Sherwood Anderson. La maleta es la historia real de su exilio, cuando descubre que las autoridades sรณlo permiten salir con tres maletas a los que han sido aceptados para emigrar. Despuรฉs de regalar sus escasos y deteriorados muebles, Dovlรกtov comprueba con pasmo que todas sus pertenencias caben en una sola maleta. Cada capรญtulo es la historia de los objetos que componen esa maleta y, en su conjunto, dibujan el itinerario vital del autor: los amores, la vida fuera de la ley, la cรกrcel, el nacimiento de su hija, etcรฉtera. Y todo salpicado de mucho vodka.
***
Hace aรฑos, en La Jornada Semanal Jorge Bustamente se ocupรณ de Dovlรกtov. Creo que fue el primero en hacerlo en espaรฑol, y presentรณ una selecciรณn de textos sueltos tomados de sus Cuadernos de apuntes. He aquรญ una brevรญsima selecciรณn de esa selecciรณn:
โUn punto de vista liberal: โLa patria es la libertadโ. Hay una variante: โLa patria es aquella donde el hombre se encuentra a sรญ mismoโ.
A uno de mis conocidos lo despidieron algunos amigos cuando se fue al extranjero. Alguien le dijo:
โยกRecuerda, viejo. Donde hay vodka, allรก estรก la patria!โ
โEl talento es como la lujuria. Es difรญcil de ocultar. Y todavรญa es mรกs difรญcil de simularโ.
โRecuerdo que una vez adquirรญ un libro de Brodsky de 1964. Paguรฉ una cantidad considerable, como si fuera una rareza bibliogrรกfica. Si no me equivoco, cincuenta dรณlares. Luego, le comentรฉ a Joseph lo sucedido. Me dijo:
โY yo no tengo ese libro.
โSi quiere se lo regalo โle expresรฉ.
Joseph se sorprendiรณ:
โยฟY quรฉ voy a hacer con รฉl? ยฟLeerlo?โ
– Ricardo Cayuela Gally
(ciudad de Mรฉxico, 1969) ensayista.