E.M. (Fragmento)

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“San Sirolรฉ fue el fruto pocho del amor entre una joven gitana y un tesinillas que huyรณ de la ciudad cuando su desliz tuvo nombre. El niรฑo Sirolรฉ era un simple: no hablaba nunca y sonreรญa siempre, el belfo flojo, regando de babas la falda de su madre”
ย ย ย ย ย Moradillo rebosa el entero asiento trasero del utilitario que conduce Usmail, impecable en su uniforme de doble botonadura dorada. Extraรฑo humor el de este mulato con tres doctorados que gusta aparentar que es un sirviente de opereta
ย ย ย ย ย “Estรก usted imponente, Usmail”
ย ย ย ย ย “Gracias, amigo mรญo”
ย ย ย ย ย Al recogerme, el gordales me ha prendido en la solapa un pequeรฑo alfiler de estaรฑo de motivo indefinible, ยฟun tupรฉ rockabilly? ร‰l luce otro igual, de oro. Cruzamos Capitolia hacia el norte evitando las vรญas principales, ya cerradas al trรกfico: dentro de unas horas las atestarรกn miles de ciudadanos, trocada su condiciรณn por la de espectadores embotados que trastabillan entre carrozas con glamurosas seรฑoritas lastradas con un quintal de pluma y chapa y abalorio, titiriteros y tragafuegos y cabezudos โ€”incluido el burgomaestre Ponzano, de funesta sonrisa. Folclรณricas rondallas llenarรกn de mรบsica las calles ahรญtas de borrachos, el espectador lleva toda la noche calentando motores. ยกEs la fiesta tetranual de San Sirolรฉ, veintinueve de febrero!
ย ย ย ย ย Moradillo hace juego con nuestro chรณfer en su rebuscada elegancia de patrรณn de ingenio azucarero: tufo engominado, uรฑas lacadas, panamรก nuevo reposando en los muslos. Su bolsillo escupe un paรฑuelito a juego con la corbata, huele tal que un incensario en aรฑo de jubileo. Se adelanta
ย ย ย ย ย “ยฟAprueba mi disfraz de maduro pisaverde?”
ย ย ย ย ย “Logradรญsimo. Le falta el lรกtigo”
ย ย ย ย ย “Por su parte tampoco estรก mal. Tiene un lamparรณn en el brazo de mar”
ย ย ย ย ย Se cala unas gafas de sol de seรฑora de derechas, genial, parece un premionobel
ย ย ย ย ย “Madre e hijo vivรญan de la caridad. La bonรญsima mujer se ocupaba con tierno amor del pequeรฑo cretino, que agotaba las horas contemplando el mar desde una roca, ya insensible al sol abrasador, ya maestre de galernas. Inmรณvil, sentado en la misma cornisa sobre los escollos โ€”ยฟrecuerda el bar La Cornisa? ยกJusto ahรญ!โ€”, miraba a un punto fijo del horizonte y royendo un cachopรกn mezclaba su baba con la espuma de las olas rotas. Era un tonto muy popular, al que la vecindad atendรญa hasta la caรญda de la tarde. Su madre lo recogรญa despuรฉs de mendigar la ciudad, รฉl seguรญa sus pasos manso manso, echando vistazos por encima del hombro al oleaje que se resistรญa a abandonar. La gitana lo arrullaba como el mar que lo desvelaba, le susurraba al oรญdo que cruzarรญa como capitรกn el mar que lo desvelaba.
ย ย ย ย ย “Fue entonces que azotรณ Capitolia el peor temporal que registran sus crรณnicas. Dรญa y noche gemรญa un viento demente, las olas alcanzaban una altura jamรกs vista. Ningรบn barco podรญa salir de puerto, ningรบn barco lograba acogerse a รฉl: interrumpidos los suministros por vรญa marรญtima, no tardรณ en cebarse la muerte con los mรกs miserables de la poblaciรณn y la hambruna con el resto. El desastre culminรณ cuando cuatro naves cargadas de vino, tras heroica brega contra el naufragio, se hundieron a la vista de la ciudad entre salvas de auxilio. No se salvรณ un marinero. Peor aรบn, tampoco un barril”
ย ย ย ย ย Hoy lleva la petaca de tres cuartos de litro. Me tiende un tapรณn tamaรฑo chato
ย ย ย ย ย “Los capitolinos se encerraron en sus casas con la certeza de que ese cortometraje preludiaba la pelรญcula del Juicio Final. Eran tiempos supersticiosos, se veรญa mucho cine. Sรณlo el tonto seguรญa escapรกndose de la chabola adosada para treparse sobre unas manazas de agua de sรบbito remisas a arrebatarlo al acuario del kraken, olas piadosas que se abrรญan ante รฉl golpeando como un mazo en rededor sin apenas salpicarlo. La figurilla oblicua de la madre desafiaba el ventarrรณn para recogerlo, lo arrastraba de la mano, lo encerraba โ€”pero era inรบtil: el chaval siempre hallaba el modo de burlar los cerrojos y corrรญa a encaramarse a la cornisa.
ย ย ย ย ย Se ignora el origen cierto del bulo que supuso su fin. Dรญcese que la esposa del burgomaestre, de arrebatadora lorza, se habรญa encaprichado del tesinillas: dama tan principal no tolerรณ verse desdeรฑada por mor de una gitana limpia pero gitana. La postergada venganza fue a cumplirse en el diminuto maniaco que braceaba contra el cielo bravรญo. Deslizando insidias en los hirsutos soplillos de su marido โ€”que es conocido como el Mal Burgomaestre por oposiciรณn al Bueno, Gran Urbicultor de Capitoliaโ€” y unos fajos en el talego de una docena de lenguaraces esbirros diestros en difundirlas, no tardรณ el inconsciente colectivo en asociar la temeraria diversiรณn del infeliz con el azote que padecรญa el inconsciente colectivo. Tentados todos los remedios en boga โ€”procesiones de penitentes, maceraciones colectivas de la carne, exorcismos marรญtimos, psicoanรกlisis lajkanianoโ€”, ni siquiera un tonto podรญa reรญrse ya de lo que estaba pasando.”
ย ย ย ย ย “Vaya”
ย ย ย ย ย “Que sรญ. Un veintinueve de febrero, al atardecer โ€”el llamado Lubricรกn de San Sirolรฉโ€” el burgomaestre, su guardia personal y una turba de gaรฑanes se llegaron, no sin gran esfuerzo y algรบn descalabro, al repechรณn en donde el infeliz se lo pasaba teta”
ย ย ย ย ย Vuelve a correr el jeriรฑac, tambiรฉn Usmail se propina un trago generoso. Sanciona la versiรณn de Moradillo asintiendo con energรญa mientras discurren los suburbios que flanquean la salida a Burga
ย ย ย ย ย “ยกยกMatad al demontre marino!!” chilla el tรญo de pronto con tan denodado รญmpetu que mi castigado crรกneo percute contra el techo jjjoodeer, el cochecito amaga medio trompo
ย ย ย ย ย “ยกBravo, Usmail! Siempre le gusta ambientar esta parte. Eso, eso es lo que clamaba ese enjambre pusilรกnime, de sรบbito amedrentado y silencioso y expectante, detenido en seco al disponerse ante รฉl los actores del drama entre esputos de ola: el burgomaestre de afollado ceรฑo, la soldadesca que domina el pรกnico arrastrada por la disciplina y ยกun niรฑo, un simple! ยฟNo envuelve de pronto una colcha de alipori a esta jaurรญa? Hemos de imaginar a la madre sumรกndose a la multitud en una calleja cualquiera, aterrada por lo que escucha y presiente, su cuerpo leve abriรฉndose paso a patadas y empellones hasta la primera fila de butacas a tiempo de ver cรณmo el burgomaestre se adelanta con paso de sรบbito vacilante โ€”consciente quizรก de a quรฉ punto es grotesca su fechorรญaโ€” hasta el bendito, que lo recibe sin sombra de temor y ยกle seรฑala entre carcajadas los pavorosos muros de agua que alzรกndose de la nada hacia lo alto se desintegran a sus pies sin daรฑo!”
ย ย ย ย ย Los tres nos descojonamos con ganas. Venga otro jeriรฑac
ย ย ย ย ย “El energรบmeno lo aferra por el tobillo y lo iza a su altura como a una alimaรฑa por el rabo: el tonto lanza un fa sobreagudo que resquebraja las gafas de los invidentes mรกs cercanos y es la primera y รบltima vez que se oye su voz blanca. La mendiga rompe el cerco de guardias y se abalanza sobre el velludo criminal que โ€”sin soltar la presaโ€” desenvaina su espadรญn de gala y de un mandoblazo al cuello le abre una herida incisocontusa que la deja seca. De la muchedumbre se eleva un murmullo de espanto, se suceden las lipotimias, se atropellan las voces de indignaciรณn: nada hay que hacer, el burgomaestre estรก crecido. Empuja con el pie el hermoso cuerpo de la desdichada, que rebota en los salientes del acantilado antes de precipitarse, muรฑeco dislocado, al mar hirviente. El sargento de la guardia, en un rapto de honor y horror, intenta detener el brazo homicida, mas el infame blande al niรฑo a modo de cachiporra y asesta tal testarazo a la boina con chuzo del sargento que รฉste atraviesa el tierno crรกneo de Sirolรฉ dejรกndosela prendida โ€”ยกatroz, ridรญcula peineta! ยกY aprovechando la inercia voltea una, dos, tres veces su cuerpo exรกnime en un tiovivo de sangre y sesos antes de arrojarlo en pos de su pobre madre!”
ย ย ย ย ย Lรกgrimas de dibujo animado revientan en los botones de latรณn de Usmail, bandeamos de un arcรฉn a otro entre sorbetones. Supongo que no debo preocuparme mientras prosiga la voz teatralmente quebrada de Moradillo
ย ย ย ย ย “El suboficial, vรญctima de su noble arrebato, se arrastra entre esos espasmos que hemos convenido en llamar agรณnicos. El requetesaรฑudo y muy hรญspido burgomaestre quiebra la hoja del espadรญn contra una roca exhalando un ronco alarido que rasga el telรณn de nubes y ocho tรญmpanos desprevenidos. La naturaleza parece congelarse durante un minuto interminable: apenas un instante despuรฉs de que el crรญo desaparezca entre las mandรญbulas de las rocas se amansan las olas y un ocaso casi olvidado rompe la bruma iluminando el escenario de la carnicerรญa con un rayo verde esmeralda, color complementario del bermellรณn que salpica al pรบblico. Se posa un silencio conventual, ya las piadosas rodillas besan la tierra, ya la congregaciรณn improvisa sobre la marcha mil cรกnticos almibarados โ€”dirรญase que el espantoso sacrificio ha conjurado la diabรณlica maldiciรณn”
ย ย ย ย ย “Ja” acota Usmail. Apenas iniciada la carretera de Burga tomamos una desviaciรณn hacia la costa. Nos hemos cruzado con varios grupos de capitolinos vociferantes, pero ahora nos aproximamos a una multitud apenas contenida por un cordรณn de policรญas que โ€”a pesar del muy liberal y cualificado ejercicio de la eufemรญsticamente denominada esgrima defensivaโ€” no logran impedir que tres o cuatro puรฑos batan airados en la carrocerรญa de nuestro cochecito. Las pancartas rezan basta de privilegios y dessudorante para todos. ยฟA quรฉ o a quiรฉn carajo se refieren? ยฟA nosotros? Moradillo permanece impasible mientras abrimos brecha con lentitud
ย ย ย ย ย “Ya se precipitan los mรกs fervientes admiradores de la faena para alzar al burgomaestre en hombros y sacarlo por la puerta grande cuando el calmo mar se retrae y vacรญa, muestra el mondongo y pare a continuaciรณn tan formidable farallรณn de agua y espuma que eclipsa en nocturno estupor a los inmundos contribuyentes, pรฉtreo picacho coronado de nieve en cuya ladera se esculpe con gigantescos caracteres

ยกay de capitolia!

escrito en latรญn, que es la lengua que emplea el Plasmador cuando quiere hacer una Putada a sus criaturas: la masa de agua o piedra se abate sobre el burgomaestre, la tropa, la muchedumbre, arrasa el puerto y las seis primeras filas de casas costeras y deja tras de sรญ una matanza sรณlo comparable a la del asedio de 1750”
ย ย ย ย ย “Y desde entonces no llueve” remata Usmail.
ย ย ย ย ย “ยกLa Maldiciรณn MeTeolรณgica!” exclamo herido por un rayo de sรบbita comprensiรณn sรบbita
ย ย ย ย ย “Ha dado en el chuzo”
ย ย ย ย ย Nos abren un gran portรณn de hierro, rodamos por una avenida de grava bordeada de acacias. Sus hojas motean la piel de mรกrmol de unos colosos perceptiblemente macrocรฉfalos
ย ย ย ย ย “Cuando por fin se pudo llorar a los muertos y emprender la reconstrucciรณn se hallรณ entre los escombros una gran lรกpida con la inscripciรณn

ยกAy de Capitolia
ย ย ย ย ย  si llama la ola a tu puerta
ย ย ย ย ย  y halla la puerta cerrada!

que el mรญstico arzobispo Crisipo interpretรณ como sigue: La Ola volverรก en el aniversario tetranual de San Sirolรฉ โ€”ya la voluntad popular, que no la jerarquรญa eclesiรกstica, habรญa canonizado al pobrecillo mediante el procedimiento expeditivo de imprimir calendarios con el dรญa de su inmolaciรณn en rojo a cuatro aรฑos vistaโ€” para exigir un tributo por su muerte y las de Beata la Gitana y el Sargento Bizarret. El lugar en que golpearรก serรก el palacete del despiadado burgomaestre, que habrรก de recibirla con la entrada franca a riesgo de que se repita el desastre. ยกY hacia allรญ nos encaminamos, amigo Garraiz! Me ha costado lo mรญo conseguirle un Pin de Neรณfito pero confรญo en que disfrute con este singular fenรณmeno…, ยกpor no hablar de sus efectos colaterales! ยกEn ningรบn otro lugar se sienten los beneficios de la penitencia como en la Casa, rodeado de la Cofradรญa de los Principales โ€”entre quienes me cuento como miembro de nรบmero, lo admito sin sonrojo! Entretenga el resto del trayecto con este pรญo trรญptico que he recogido en San Turce, tiene su gracia”
ย ย ย ย ย “Pero seguirรก sin llover” reduce Usmail
ย ย ย ย ย “ยกEs cuestiรณn de tiempo y del tiempo! ยกTiempo de expiaciรณn hasta que cambie el tiempo!”
ย ย ย ย ย “ยกLa Maldiciรณn MeTeolรณgica!” me repito para mรญ.
ย ย ย ย ย Veamooos…, el folleto estรก ilustrado con toscas xilografรญas de manifiesto hieratismo medieval aunque los personajes vayan armados con fusiles de cerrojo o luzcan terno y pajarita. La variaciรณn mรกs notable con respecto a la versiรณn de Moradillo es: la esposa del burgomaestre perece, mientras toma su diario baรฑo de esmegma, degollada por un alambre invisible y justiciero en el mismรญsimo instante en que el peludo funcionario estoquea de contrafilo a la gitana. Sirolรฉ estrena orfandad increpรกndolo ferozmente
ย ย ย ย ย Crudelรญsimo y saรฑudo burgomaestre y alcalde, has asesinado y mandado o enviado a dormir y sornar con sus padres, mis abuelos, a una buena jrisztiana y papiszta chipรฉn pretendiendo quizรก o tal vez disponiรฉndote a repetir tu acciรณn y hacer lo mismo conmigo y mi persona
ย ย ย ย ย Se estupefacta el fulano, vรญctima de un doble ataque de caspa y alopecia que simultรกneamente le diezma las vedijas y le escarcha la puntera de los botines
ย ย ย ย ย Burgoalcalde o alcamaestre, tu necedad y estupidez me producen y causan asombro y maravilla. Oyes y escuchas que hablo y peroro no obstante y a pesar de mi condiciรณn y/o fama de simple o/y tonto por la que era conocido y seรฑalado. Y lo รบnico y principal que se te ocurre y viene a la minerva es preguntarme, si no interrogarme, por quiรฉn me ha enseรฑado las cosas que te digo e instruido en los asuntos que someto a tu consideraciรณn. ยฟAcaso o quizรก no te das cuenta ni te apercibes de que la labia y boquilla que te admiran y pasman son de origen y raรญz divinos y celestiales? Acepta y asume que tรบ, tu ego y la ciudad o villa que me condena y sentencia a muerte no saldrรฉis ni escaparรฉis con provecho o beneficio
ย ย ย ย ย El burgomaestre responde al discurso con un doble sopapo que al parecer lo desenhebra un tanto porque Sirolรฉ chilla
ย ย ย ย ย ยกSoy y estoy un buen jrisztiano y papiszta chipรฉn! ยกSoy y estoy un buen jrisztiano y papiszta chipรฉn!
ย ย ย ย ย y ahora se juega la chuzochapela el Magnรญfico Sargento, etcรฉtera. Ese hombre era un malvado, quรฉ duda cabe. Pero no sรฉ quรฉ habrรญa sido de mรญ en su lugar, con una fusta a mano, cuando rompe a parlotear el jodรญo niรฑo.
ย ย ย ย ย Ya nuestro utilitario hace cola entre otros. No es sรณlo la infatigable modestia y el desdรฉn por las apariencias con que Moradillo adorna a sus paisanos los rasgos que los llevan a usar estos vehรญculos tirando a econรณmicos. Es tambiรฉn el miedo soterrado a ser objetivo de los cacarras, a que el dedo del terror seรฑale su relevancia social o su cuenta corriente. Tiene su punto de absurdo porque los coches siempre son negros y blindados y a menudo exhiben paragolpes, llantas y embellecedores de oro bajo โ€”por no mencionar la chabacana generosidad de alerones, faldones, tubos de escape, iniciales pespunteadas con diamantes rutilando las portezuelas y lunas de espejo ocultando al pasaje. Una familia numerosa empalma una caravana de tres o cuatro de estos cupรฉs de feria cada vez que sale de fiesta, a todos les abren la puerta generalitos bananeros cortados por el sastre de Usmail: serรญa mรกs discreto avรญo un Hispano Belga malva conducido por un chรณfer en pelota con madreรฑas. Los escoltas abarrotan potentes berlinas de representaciรณn enteramente abolladas.
ย ย ย ย ย Rodeamos el edificio, una bombonera neomedieval, un castillito sรณrdido y pretencioso como el chalet de un indiano con sรญndrome de lugosi. La factura parece tan reciente que me obliga a preguntar a Moradillo si se trata de una reconstrucciรณn del original
ย ย ย ย ย “ยฟCรณmo? ยฟReconstrucciรณn? De ninguna manera. Lo รบnico que se hizo fue agrandar la luz del arco principal y despejar de tabiques el salรณn bajo”
ย ย ย ย ย “Pero, ยฟen quรฉ siglo tuvieron lugar los hechos?”
ย ย ย ย ย “ยฟSiglo? Hombre…, ยกgracias, amigo mรญo! ยกSepa que yo era un bebรฉ gordezuelo al que su nodriza inglesa susurraba garlic garlic cuando el niรฑo Sirolรฉ saltรณ su รบltimo mortal carpado!”
ย ย ย ย ย En tiempos del cine, no bromeaba.
ย ย ย ย ย La fachada encara la llanura rรญgida de un mar que no encrespa un solo borrego: quรฉ hastรญo de mar estepario. Pasamos la barrera de control y penetramos en una vastรญsima estancia sin vestรญbulo sobrevolada por una galerรญa a la que ya asoman acodados los notables de la regiรณn y sus herederos, espumoso de sus viรฑas en mano. Noto un golpe de frรญo. ยกFrรญo, frรญo al fin! ยกLa tรฉcnica al servicio del capitoste capitolino! No me sorprende hallar gruesos troncos de roble ardiendo en los hogares de la gran biblioteca del piso superior, que abigarran fraques con banda, sotanas, escotes perfumados, uniformes. Moradillo se pierde en una cadena de apretones y besamanos. Saludo al Dostรณ, avisto de lejos al arquitecto Hastiazgo, una cruz de esparadrapo en la coronilla, charlando con un sujeto escayolado. Piri continรบa atenazado por su lumbalgia, no se ha atrevido a asistir ni en camilla para hรบmedo disgusto de Hadlatter. No conozco a nadie mรกs salvo de vista, la mayorรญa es el relleno habitual de los periรณdicos locales โ€”ยกoh, por ahรญ tintinea la risita inquisitorial del infecto Ponzano! Puedo mariposear sin rumbo.
ย ย ย ย ย La conversaciรณn, en los amplios y desdibujados semicรญrculos que rodean las dos chimeneas, es pausada. Abundan el retruรฉcano ingenioso y la triple alusiรณn, pasatiempos en que las damas descuellan sin esfuerzo. Una gracia indolente traspasa las palabras, las posturas. Se bebe con indisimulada ansia, al estilo del paรญs: fuego y alcohol maquillan con un espejismo de salud la piel de los ancianos, espejean sus mejillas como rojas bolas de billar โ€”ยกel contraicono de sus pelotas!โ€”, un rubor de aurora homรฉrica hermosea unos rostros que desconocen la contrariedad o la tristeza โ€”o que las han pospuesto: porque este es sin duda un dรญa raro y feliz y flota en los gestos una ansiedad apenas contenida, pura espera y vistazo furtivo a los relojes. Me asomo a uno de los ventanales.
ย ย ย ย ย El Catafalco de San Sirolรฉ, murmura alguien con un respingo de emociรณn: a medio horizonte el mar se eleva en una informe joroba, un tรบmulo gelatinoso que se abomba y bambolea acopiando agua en una aproximaciรณn imparable. Al punto, corre por la estancia un grito mesurado

la ola

voz que presta se multiplica y se desvanece en la sombra de un eco mientras nos atropellamos โ€”muy, muy cortรฉsmenteโ€” hacia la galerรญa: ya estamos asomados al gran salรณn que hisopa con profusiรณn de latinajos el nutrido gremio de la capa pluvial. Dos criados con librea abren de par en par las puertas y aseguran las hojas a la pared con recios fiadores. Remontan con flema las escaleras, encajan los omรณplatos entre los estucos.
ย ย ย ย ย Un carraspeo senil, la curiosidad interrupta de un crรญo rompen apenas el silencio masticable del que acaban de dar cuenta: y sin que tampoco sonido ni rumor alguno lo preceda, un colosal golpe de mar penetra por el vano de hangar y se estrella contra la pared del fondo empapando a la finรญsima concurrencia. El edificio se estremece, nos aferramos con firmeza a la baranda, brotan gritos aislados โ€”pero ya la resaca ha arrebatado la ola con el mismo รญmpetu, reduciendo la riada a un brevรญsimo instante que abandona tras de sรญ una irreal atmรณsfera saturada de humedad y sal.
ย ย ย ย ย Todo ha durado nada. Nada efรญmera y brutal. Pura belleza indomeรฑable.
ย ย ย ย ย Un instante de general apnea y atrona una salva de aplausos: ya estoy enterrado en el regazo chorreante de Moradillo. La gente se besa y se abraza y se da la mano, la bendiciรณn, la enhorabuena con las crenchas pegadas al rostro y las diademas torcidas โ€”no creo que el Tributo de Peluquerรญa, caso de darse, baje de los dos millones de pelfas. Las mujeres ofrecen un muy estimulante panorama de umbras transparencias pรบbicas y tirantes caรญdos y pezones en erecciรณn y maquillaje corrido. Mรกs excitante si cabe es el aura de pureza sacramental que parece envolverlas, vรญrgenes sumergidas en los remolinos del Jordรกn. Tan beatitas que entran ganas de morderles las nalgas del alma.
ย ย ย ย ย Estamos reconciliados. Estamos limpios. Hasta yo estoy limpio. Y reconciliado.
ย ย ย ย ย Camino del banquete en el parque de palacio observo que un civil engualdrapado de medallas al que la gente tiende la mano con respeto es objeto indistinto de pรฉsames y plรกcemes
ย ย ย ย ย “Es Frรญas Angulo, un constructor del Opus Gay รญntimo de Su Personalidad el Alcalde Ponzano. La Ola le ha arrebatado a su joven esposa. Es un honor โ€”y un dolor, pero no creo que รฉl lo lamente mucho”
ย ย ย ย ย ยกHonor y horror! ยกHonor y dolor! ยกQuรฉ paรญs!
ย ย ย ย ย Acompaรฑo en silencio a mi grupo hacia las jaimas que sombrean las largas mesas inmaculadas
ย ย ย ย ย “Acaban de hacer inventario: tambiรฉn se ha llevado El Paleto de Siรณn, de Filemรณn Ibรกรฑez”
ย ย ย ย ย “Otra adquisiciรณn para la Pinacoteca del Gran Coleccionista”
ย ย ย ย ย “Que por cierto ha mostrado su preferencia por el Maestro Filemรณn: es el tercero que se lleva en los รบltimos veinte aรฑos”
ย ย ย ย ย “Lo cierto es que la seรฑora de Frรญas estaba de diosz”
ย ย ย ย ย […] –

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