Ya se sabe, todos los músicos del Titanic, obedientes al capitán Smith pero sobre todo al amor al arte, murieron por tocar hasta el final con la ilusión de calmar a los aterrados viajeros, y se fueron con el buque y tantos hombres y mujeres al fondo y el silencio y el anonimato del mar, todos menos el virtuoso del contrabajo, que aferrado a su flotante instrumento fue derivando hacia el Polo, y eso fue lo último que se supo de él hasta que muchos años después su esposa y sus hijos recibieron una foto con saludos de su letra y puño, en la cual se le veía, sonriente, abrazando a una gruesa y linda foca llamada Dorothy.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.