Una jovencita virginal y un hombre acostumbrado a dar azotes para satisfacer sus deseos lúbricos son los protagonistas de Cincuenta sombras de Grey, Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas, de la escritora inglesa E. L. James. A pesar de que el ideal voluptuoso de una pareja heterosexual convencional parecería muy lejano de las “peculiares prácticas eróticas” que prometen los anuncios publicitarios de la trilogía, se ha traducido a cuarenta y seis idiomas y ha vendido más de cuarenta millones de ejemplares del primer tomo. Inmediatamente, los ejecutivos de ventas supusieron que la demanda incesante provenía de las descargas para tablets hechas por miles de aburridas madres de familia ávidas de disfrutar los placeres de Eros, aunque fuera de forma vicaria. Por eso, con cierto desprecio, se clasificó la novela como mummy porn (porno para mamis). Pero los hechos han desmentido tal suposición.
Cuando Random House firmó un contrato millonario con la autora para lanzar al mercado la versión impresa del libro, la evidencia fue concluyente: con hijos o sin hijos, mujeres de todas las edades se mostraron entusiasmadas con las descripciones minuciosas de sexo explícito mezcladas con la historia de amor de un atractivo billonario, avezado en las técnicas amatorias, y una joven dispuesta a recibir latigazos en vez de caricias. Gracias a la polémica que se desató en los medios entre las celebridades de la farándula, escritores, psicólogos, sexólogos y feministas, principalmente ingleses y estadounidenses, en torno a la fascinación de las mujeres por un personaje masculino controlador y con vocación de verdugo, Cincuenta sombras de Grey adquirió prestigio social. De ese modo, los juegos de D/s (dominación/sumisión) salieron de los sótanos clandestinos para penetrar en los hogares burgueses.
Todas las lectoras de Cincuenta sombras de Grey quieren probar el dominio de un hombre en la alcoba: algunas como antídoto de una vida sexual rutinaria, otras con la intención de diversificar los goces de la carne. Los miembros de los chats de BDSM (bondage, dominación, masoquismo, sadismo, sumisión y disciplina) no se dan abasto para satisfacer la curiosidad de las aprendices de la legendaria O. En los salones de belleza, en los gimnasios, en los desayunos de amigas o en cualquier espacio donde están reunidas más de dos mujeres que han leído la novela, las charlas tienen que ver con ataduras sobre el cuerpo y con la flagelación. Sin pudor alguno, las damas hacen intercambio de direcciones de sex shops para comprar lazos de satín que aten sus manos en las batallas de amor, se recomiendan esposas de diferentes grosores para que las encadenen a la cama y enumeran constantemente los placeres insospechados que proporcionan las bolas de geisha. Debido a este boom, las tiendas de juguetes eróticos han incrementado sus ventas en un cien por cien tanto en Londres como en la ciudad de México. También la lencería cachonda se vende como pan caliente, después de que Salvatore Ferragamo y Versace incluyeran bodys de látex y botas altas en sus colecciones, inspiradas en la ropa usada por la heroína de la novela.
Los personajes de Cincuenta sombras de Grey son tan entrañables para sus lectoras que en las redes sociales se han formado comunidades que discuten acerca del posible reparto de la próxima película; sobre todo, se hacen apuestas sobre quién encarnará a Christian Grey, el nuevo príncipe azul con látigo que ha desplazado al amante tradicional que no toca a su amada ni con el pétalo de una rosa. Con constancia inusitada, las fans suben diariamente nuevos videos a YouTube sobre cómo conquistar millonarios atormentados, tutoriales de técnicas para maquillarse a la Grey, y se promocionan productos de todo tipo. Entre las mercancías ofrecidas hay desde pulseras con dijes alusivos a la trama de la novela, el álbum con la música que escuchan los protagonistas, lujosos hoteles en Seattle donde se visitan los escenarios que enmarcan el amor de los personajes principales por solo dos mil quinientos dólares por tres noches y camisolas para bebé con la leyenda “9 months ago my mommy read Fifty shades of Grey”.
¿Acaso este libro despertó la fantasía de sumisión relegada en el inconsciente femenino?, se preguntan algunos de los poquísimos caballeros que han leído la novela y que se la obsequian esperanzados a sus novias o esposas. Me temo que no es así. Simplemente, las damas están manifestando sus ganas por revelar una sexualidad que siempre se ha calificado como pasiva.
Apenas unos meses atrás, E. L. James fue incluida en la lista de las cien personas más influyentes de la revista Time. Se entiende el porqué. Utilizando todos los estereotipos que hacen mella en el alma femenina (el hombre que cambia por amor, los amantes que se atreven a luchar contra sus miedos alcanzan la felicidad eterna, el hombre da seguridad y estabilidad, etcétera), Cincuenta sombras de Grey ha conseguido que las damas reconozcan que no solo no son indiferentes a las narraciones voluptuosas, sino que además quieren probar todo el repertorio erótico. ~
(ciudad de México, 1962) es autora del libro Juegos de alcoba. Usos y costumbres eróticos (Ediciones B, 2012).