Entrevista con Nancy Miller

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Es una de las figuras mรกs respetadas de la universidad norteamericana, en el campo de la crรญtica literaria. Pero Nancy Miller, nacida en 1941, profesora de literatura comparada en la City University of New York y especialista en literatura francesa del XVIII, va mรกs allรก de eso: es una intelectual โ€“judรญa y neoyorquina para mรกs seรฑasโ€“ cuya mirada crรญtica abarca desde los trauma studies hasta los cรณmics de Marjane Satrapi y desde la prรกctica de la autobiografรญa hasta el anรกlisis de por quรฉ un determinado periรณdico publica โ€“en pleno debate sobre la eutanasia en torno al โ€œcaso Schiavoโ€โ€“ una foto de Terri Schiavo en coma, mientras que otro elige una imagen de ella cuando era joven y en buena saludโ€ฆ Impresionada tras escucharla hablar en un congreso del que fue la estrella (en la Universidad inglesa de Bath, en la primavera de 2005), tuve y grabรฉ con ella una primera conversaciรณn, que completamos unos meses mรกs tarde en Nueva York.

 

Una de las lรญneas en las que usted trabaja desde hace varios aรฑos es la muy debatida cuestiรณn del canon. Usted opina que debe revisarse para incluir en รฉl obras de mujeres y otras minorรญas. ยฟNo cree que eso es dar prioridad a criterios polรญticos sobre la calidad literaria?

Una de las cosas que hemos aprendido en los รบltimos 35 aรฑos (yo doy clase desde 1970, cuando se empezaba a ser consciente de estas cosas) es que la calidad no es algo obvio y transparente. Todos hemos sido entrenados โ€“en la escuela, en los museosโ€ฆโ€“ para apreciar determinadas cosas y no otras. Y mucha gente nunca cuestiona lo que ha aprendido. No se dan cuenta de que lo supuestamente universal se basa en una serie de exclusiones, de que el canon deriva de ideas previas sobre cuรกles, de entre las experiencias humanas, son significativas, importantes, y cuรกles no. Yo he hecho una experiencia interesante que es dar a leer a mis alumnos dos novelas epistolares de la misma รฉpoca, una de Richardson (Pamela) y otra de Fanny Burney, sin decirles cuรกl se supone que es mejor; y les gusta mรกs la segunda. Lo que ocurre es que quienes reciben una educaciรณn tradicional no pueden elegir, porque no tienen la oportunidad de leer otra cosa que lo que figura en el canon. Yo misma hice mi tesis sobre novelistas franceses e ingleses del siglo XVIII y no incluรญ ni a una sola mujer. Sencillamente nunca habรญa oรญdo hablar de ellas. Sรณlo despuรฉs, por influencia del feminismo, empecรฉ a descubrir obras como las Cartas peruanas de Franรงoise de Graffigny, que son esplรฉndidas, a mi modo de ver tan buenas como las Cartas persas de Montesquieu.

 

ยฟSerรญa necesario entonces redefinir quรฉ entendemos por calidad?

No exactamente, pero sรญ hay que revisar ciertas ideas preconcebidas. Las categorรญas con las que se juzga, supuestamente neutras, en realidad estรกn cargadas de ideologรญa. Siguiendo con el ejemplo del siglo XVIII, si alguna vez se mencionan las novelas de mujeres, se les llama โ€œsentimentalesโ€, dando a este tรฉrmino una connotaciรณn peyorativa. Se considera que las novelas buenas, representativas, del XVIII, son las โ€œlibertinasโ€ como Les liaisons dangereuses. Y no creo que el problema se estรฉ resolviendo, porque ademรกs muchas veces las mujeres mismas contribuyen a รฉl. Por ejemplo cuando se niegan a figurar en una antologรญa exclusivamente femenina. No quieren ser vistas como mujeres escritoras porque dan por supuesto โ€“y lo aceptanโ€“ que eso es ser de segunda clase.

 

ยฟPor quรฉ en un determinado momento, entre finales de los 80 y los primeros 90, usted empezรณ a mezclar la crรญtica literaria con la autobiografรญa, como en su libro Getting Personal (Asuntos personales, 1991)?

Tenรญa la impresiรณn de que habรญa alcanzado cierto lรญmite en mi pensamiento. Era la รฉpoca en que empezรณ la crรญtica poscolonial, en que las mujeres de color empezaron a criticar a las feministas blancasโ€ฆ Me resultaba cada vez mรกs difรญcil hablar como si mi experiencia fuera universal. Escribir autobiografรญa era eludir esa responsabilidad, reconocer que no puedo hablar mรกs que en nombre propio. Desde entonces, por otra parte, me he enamorado de la autobiografรญa como gรฉnero y tambiรฉn como forma de intervenciรณn polรญtica.

 

Es un gรฉnero que estรก en auge, tambiรฉn en Europa. Usted lo ha estudiado en But Enough About Me: Why We Read Other Peopleโ€™s Lives (Basta de hablar de mรญ: por quรฉ leemos las vidas de otros, 2002) ยฟA quรฉ atribuye el interรฉs que despierta?

Estoy convencida de que tiene que ver, al menos en parte, con lo que podrรญamos llamar el fracaso de la posmodernidad, en el sentido de que la narrativa posmoderna, experimental, no satisface la necesidad de que nos cuenten historias. Ademรกs, en Amรฉrica hay otros motivos. La autobiografรญa es un gรฉnero democrรกtico y por eso se da tanto aquรญ. Es una manera que tiene la gente de la calle de acceder a la escritura; de hecho las primeras autobiografรญas americanas son las de los esclavos, y muchos otros escritores de minorรญas รฉtnicas han utilizado tambiรฉn el gรฉnero. Pero a la vez hay una paradoja, porque la cultura estadounidense, tan narcisista por una parte, por otra tiene esa especie de modestia protestante: hablar de uno mismo estรก mal visto. Entonces, una tendencia muy en boga ahora es leer historias de vida sal estilo de Lolita en Teherรกn o El librero de Kabul. Quienes por esa actitud puritana que decรญamos consideran la literatura un lujo, un privilegio โ€“y eso les pone incรณmodosโ€“, se sienten en cambio virtuosos leyendo ese tipo de libros: libros que proporcionan informaciรณn, que son una ventana abierta al mundo; que no son โ€œliterariosโ€ en el sentido de gratuitos y de ser una forma de evasiรณn de la realidad.

 

No sรณlo en literatura sino en el terreno polรญtico, las minorรญas รฉtnicas tienen un gran protagonismo en Estados Unidos, ยฟno es asรญ?

Sรญ, es un fenรณmeno que surgiรณ en los aรฑos 80-90: un enorme hincapiรฉ en las distintas identidades รฉtnicas. Pero al final, tanto las minorรญas como las mujeres se vuelven una especie de mercancรญa. Bush ha nombrado para puestos muy importantes a mujeres que no son ni remotamente feministas, y tambiรฉn se las ha arreglado para encontrar a hispanos de lo mรกs conservador. Los hombres blancos que estรกn en el poder necesitan coleccionar representantes de las minorรญas oprimidas รบnicamente por su valor simbรณlico, sin contenido. Es mero marketing para conseguir los votos de los chino-americanos o de las mujeres o de los inmigrantes polacos o lo que sea.

 

Ha escrito usted sobre la muerte de sus padres en Bequest and Betrayal: Memoirs of a Parentโ€™s Death (Herencia y traiciรณn: memorias de la muerte de los padres, 1996). Lo mismo han hecho numerosos autores de su generaciรณn. ยฟEs sรณlo por una cuestiรณn de edad: porque los mismos que de jรณvenes escribรญan sobre sexo se estรกn haciendo mayores y ahora nos relatan la vejez de sus padres, como Philip Roth?

Lo que ocurre es que ahora la gente vive mucho mรกs, y aparece la vejez como fenรณmeno nuevo. Las historias que ha producido nuestra cultura son bรกsicamente de amor y protagonizadas por gente de menos de 40 aรฑos. Ahora vivimos fรกcilmente hasta los 90. Y toda esa parte de la vida es terra incognita: no tenemos historias que nos guรญen.

 

Uno de sus รบltimos trabajos ha sido coordinar el libro colectivo Extremities: Trauma, Testimony and Community (Experiencias extremas: trauma, testimonio y comunidad, 2002). ยฟCรณmo empezรณ a interesarse por los llamados trauma studies?

Por el Holocausto, que tanto ha marcado la imaginaciรณn de nuestra รฉpoca. Eso me llevรณ a estudiar tambiรฉn los efectos de Vietnam โ€“las primeras definiciones del โ€œestrรฉs postraumรกticoโ€ se hicieron a partir de los supervivientes de esa guerraโ€“, lo cual me ha llevado a su vez a trabajar sobre el 11 de septiembre. Analicรฉ esas fotos y mini-biografรญas de todas las vรญctimas que publicรณ The New York Times. Eran retratos simpรกticos, llenos de anรฉcdotas divertidasโ€ฆ Eso es la cultura americana, el sueรฑo americano: todo se vuelve asรฉptico, se hace hincapiรฉ en la curaciรณn, el optimismo, el salir adelante, todo se recicla para convertirlo en positivo, no se acepta el fracaso. Al mismo tiempo el trauma pone al descubierto nuevos territorios de la experiencia humana con un significado polรญtico.

 

Algunos se quejan de lo que consideran un victimismo abusivo en la sociedad estadounidense contemporรกnea. Me refiero por ejemplo a ese debate sobre si los descendientes de esclavos deben recibir una compensaciรณn.

Hay que ser muy cuidadosos. Hay que partir de los derechos civiles, hay que empezar reconociendo que es cierto que hay vรญctimas, y que hay una desigualdad inaceptable, como se descubriรณ a raรญz del huracรกn Katrina: entonces todo el paรญs pudo ver en quรฉ condiciones vivรญan muchos afroamericanos pobres; fue un shock a escala nacional. La pregunta, ahora, es si los demรณcratas serรกn capaces de hacerse cargo de estos temas y proponer soluciones, porque estรกn tan desorientadosโ€ฆ no estรกn ofreciendo una alternativa. Pero no hablemos de polรญtica, que nos pondrรญamos de mal humor. ~

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