(A R Cuervo:)
Gracias por leerme. Y anoto respecto a la última línea de su comentario:
No puede decirse tajantemente que no existió Jesús de Nazareth. Entre los testimonios acerca de su posible existencia histórica (no mítica) existen dos páginas de Flavio Josefo (judío romanizado y no cristiano, 37 d.C. – hacia 100.) en Antigüedades de los judíos (versión en griego):
a) “Vivió por esa época Jesús, un hombre sabio, si es que se le puede llamar hombre. Porque fue hacedor de hechos portentosos, maestro de hombres que aceptan con gusto la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. Era el Mesías. Cuando Pilato, tras escuchar la acusación que contra él formularon los principales de entre nosotros lo condenó a ser crucificado, aquellos que lo habían amado al principio no dejaron de hacerlo. Porque al tercer día se les manifestó vivo de nuevo, habiendo profetizado los divinos profetas éstas y otras maravillas acerca de él. Y hasta el día de hoy no ha desaparecido la tribu de los cristianos” (Antigüedades, XVIII, 63-64).
b) “El joven Anano… pertenecía a la escuela de los saduceos que son, como ya he explicado, ciertamente los más desprovistos de piedad de entre los judíos a la hora de aplicar justicia. Poseído de un carácter así, Anano consideró que tenía una oportunidad favorable porque Festo había muerto y Albino se encontraba aún de camino. De manera que convenció a los jueces del Sanhedrín y condujo ante ellos a uno llamado Santiago, hermano de Jesús el llamado Mesías y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la Ley y ordenó que fueran lapidados. Los habitantes de la ciudad que eran considerados de mayor moderación y que eran estrictos en la observancia de la Ley se ofendieron por aquello. Por lo tanto enviaron un mensaje secreto al rey Agripa, dado que Anano no se había comportado correctamente en su primera actuación, instándole a que le ordenara desistir de similares acciones ulteriores. Algunos de ellos incluso fueron a ver a Albino, que venía de Alejandría, y le informaron de que Anano no tenía autoridad para convocar el Sanhedrín sin su consentimiento. Convencido por estas palabras, Albino, lleno de ira, escribió a Anano amenazándolo con vengarse de él. El rey Agripa, a causa de la acción de Anano, lo depuso del Sumo sacerdocio que había ostentado durante tres meses y lo reemplazó por Jesús, el hijo de Damneo”. (Antigüedades XX, 200-3).
Y si hay algunos historiadores que dudan de la autenticidad de esos dos pasajes de las Antigüedades de Flavio Josefo relativos a Jesús de Nazareth, hay otros, no pocos, que aceptan como auténticos bien el párrafo a), bien el párrafo b).
(Por otra parte, Flavio Josefo habla, en textos fuera de duda de su libro “Las guerras de los judíos”, de varios predicadores o agitadores llamados Jesús que había en Jerusalén en los tiempos en que los judíos estaban sojuzgados por el Imperio Romano.)
Un saludo cordial.
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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.