El rompecabezas más grande del mundo
Contrariamente a lo que podría pensarse, el rompecabezas más grande del mundo no es ni el rompecabezas “Vida”, que cuenta con 24 mil piezas, ni siquiera el rompecabezas de rompecabezas de Ravensburg, que consta de 4 088 rompecabezas individuales, mismos que, unidos, dan un total de 1 141 800 piezas y llegan a cubrir una superficie de 600 metros cuadrados. No, el rompecabezas más abundoso del planeta tiene un total aproximado de 9 mil millones de piezas, las cuales se encuentran hacinadas dentro de 16 mil sacos de basura y son, para decirlo de una vez, los trozos de las 360 mil hojas de actas secretas que los agentes del aparato represivo-policíaco de la ex Alemania Democrática, la Stasi, intentaron destruir durante los días posteriores a la caída del Muro. Tras evitar en el último minuto que fueran transportadas a la planta de incineración, las actas rasgadas en pedazos permanecieron empolvándose durante algunos años, hasta que, en 1995, 24 empleados de la Oficina Federal de Actas de la Stasi fueron destinados a la minuciosa labor de reconstruirlas. En 2008 ya habían completado completado el 2.5% y, según estimaciones oficiales y optimistas, se calcula que, a ese ritmo, el rompecabezas de la Stasi se terminará de armar en el año 2410. A no ser, por supuesto, que el gobierno alemán se decida este año a invertir un número aún no determinado de decenas de millones de euros en el proyecto de reconstrucción virtual, en el cual sería un programa de computadora el encargado de reordenar las piezas, y con una efectividad probada tal que en 5 años concluiría su trabajo. De ese modo, se podría identificar todavía en vida a muchos de los 200 mil colaboradores de la Stasi que siguen refugiados en el anonimato, especialmente a los colaboradores secretos, los cuales, vigilando incógnitamente a colegas, amigos e incluso familiares y cónyuges, proporcionaron informaciones que redundaron en el descrédito, la destitución, el encarcelamiento, cuando no la ejecución, de cientos de disidentes, y muchos de los cuales ocupan hoy puestos importantes en la industria y el gobierno [1].
El rompecabezas ínfimo
Existe, de acuerdo a Platón, un rompecabezas que consta exclusivamente de dos piezas; tales son: el hombre y la mujer. Si recordamos el mito expuesto en El banquete, en las palabras grotescas de Aristófanes, exisitía, en el pricipio de los tiempos, una raza de adróginos seres esféricos y completos, los cuales, por motivos de política celestial, fueron rebanados por Zeus cuán largos eran (o anchos, que para el caso daba lo mismo) y que, desde ese momento, se vieron arrebatados por el anhelo de recobrar la integridad perdida. El mundo humano, desde esa perspectiva, no sería otra cosa que un conglomerado de binarios rompecabezas, la abrumadora mayoría de los cuales estaría destinada a permanecer sin armar. Calcule el lector, si no, la probabilidad de encontrar la semiesfera del sexo contrario que embone perfectamente con la suya entre los casi 3 500 millones (millones más, millones menos, de acuerdo al sexo) de esferas truncas disponibles actualmente.
El rompecabezas indecidible
El psicoanálisis plantea que el aparato psíquico está atiborrado de incontables piezas de un rompecabezas mnémico que, una vez armado, nos mostrará la historia verdadera del sujeto. El problema radica no tanto en que muchas de esas piezas (se acostumbra llamarlas recuerdos) sean inconsientes y, por lo tanto, sólo de acceso restringido. No, la dificultad cabal la constituye el hecho de que existan, mezclados con los auténticos, numerosos recuerdos espurios, piezas falsas, indistinguibles de las otras, las cuales, pérfidamente, embonan a la perfección con las verdaderas (“Los recuerdos”, definía Freud, “contienen un grano de verdad, un grano de ficción y un grano de venganza”). De ese modo, aun al cabo de años de terapia psicoanálitica dedicados al armado de ese rompecabezas, y teniéndolo por vez primera completo frente a nuestros ojos –vacío de huecos, rebosante de sentido, mayestático y elemental– nunca podremos estar seguros de que no sea falso.
–Salomón Derreza
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[1] Aunque hay quienes aseguran que existe un rompecabezas todavía más descomunal: el universo mismo, cuyos innúmeros cuerpos celestes constituyen las piezas de un puzzle que únicamente una mano vastísima estaría en condiciones de armar. La imagen resultante sólo podría ser percibida por un ojo mayúsculo.
Las actas de la Stasi
Escritor mexicano. Es traductor y docente universitario en Alemania. Acaba de publicar “Los fragmentos infinitos”, su primera novela.