Hoagy “Skinny” Carmichael

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Explorando Google aparece de repente una foto que es de nuestras magdalenas sopeadas en té (según, ya saben ustedes, el metodo lírico-mnemotécnico de Proust). ¿Y qué trae la foto? ¿Un piano-player que, cuando allá fuera del bar o del cabaret ya crece la luz de filo de cuchillo del alba, teclea un improvisado blues, tocando para sí mismo y quizá, sin saberlo, también para el negro barrendero del local que se ha detenido un momento con la escoba entre las manos a escuchar esa melodía, ese ritmo, y que los tararea sonríendo melancólicamente? El pianista es Hoagy… No un mero piano-player, sino un gran pianista del jazz blanco… El gran Hoagy Carmichael, en mangas de camisa, con el eterno palillo entre los labios y concentrado en el teclado con el que supo magníficamente dialogar… “Skinny” Hoagy, el creador de canciones entrañables como “Star Dust”, “Georgia in my mind”, “Ballad in blue”, y tantas otras que flotaron en aquellos años cuarenta y cincuenta en los que que uno descubría el jazz a través del blues y el swing y el bebop ligeros… El jazz, el inmarcesible jazz…

As times goes by!, la nostalgia tiene balanceo de blues, leve fulgor de pantalla de cine, y la foto debe ser de la película To have and to have not, de Howard Hawks (1943), o quiza de The best years of our lives, de William Wyler (1946), o tal vez de Young Man with a horn, de Michael Curtiz (1950), tres inolvidables películas en blanco y negro (y gris) en las que Carmichael fue personaje marginal pero destinado a quedar in our minds con su canturreo, su ritmo, su melodía y su rostro afilado, irónico y/o tierno.

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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