Hay una alarmante situación humanitaria aquí. Independientemente de las opiniones que uno tenga sobre Israel o Hamás, eso hay que solucionarlo. Ni siquiera las provisiones de primera necesidad están entrando en Gaza. Además de las más de mil muertes, un cuarto de las cuales son mujeres y niños y muchos más civiles, incluidos policías, los hospitales están funcionando con electricidad de emergencia, la canalización del agua y las aguas residuales se está viniendo abajo y las necesidades básicas no están disponibles.
En este sentido, Gaza no es el sur del Líbano: no hay una tierra por la cual la población pueda escapar. Las fronteras de Gaza con Egipto e Israel están totalmente bloqueadas y eso deja sólo el mar, donde hay un bloqueo naval israelí.
El bloqueo sobre Gaza no es nada nuevo y esto es crucial para entender también la situación política. Desde la retirada de Israel en 2005, e incluso durante los seis meses de alto al fuego, se impuso un bloqueo sobre Gaza (a veces más duro, a veces menos). El castigo colectivo nunca es bueno desde un punto de vista moral, y tampoco tiene sentido político: no se crearon los incentivos necesarios entre los palestinos para apoyar un alto al fuego continuo. Por el contrario, después de seis meses en los que no hubo ninguna víctima mortal y la vida empezó a volver a la normalidad en las comunidades del sur, hoy hay fuego de cohetes que llegan más lejos que nunca e incluso las escuelas están cerradas.
Un último pensamiento. Todo esto es terrible para Israel: la ira que se está generando entre los palestinos y que alcanzará a las generaciones futuras; la inmoralidad de esta crisis humanitaria; el posible desastre de quedarnos atascados en Gaza y la posibilidad de que esto no traiga ni paz ni seguridad para un país que yo he adoptado como mi casa y que me encantaría de veras ver en días mejores, mucho mejores. ~
Traducción de Ramón González Férriz