Jaume Vallcorba tuvo una enorme influencia sobre mí. No le conocí más allá de un apretón de manos y algunos correos electrónicos, pero los libros que publicó en Quaderns Crema y en Acantilado contribuyeron enormemente a convertirme -pido disculpas por la solemnidad- en un demócrata europeo. Si miro atrás y pienso en las lecturas que hicieron que me diera cuenta de que lo que había pasado en Europa en el siglo XX -y por supuesto muchísimo antes- me concernía y era en cierta medida mi historia, veo que muchas de ellas las publicó Vallcorba. La tragedia del nazismo y la Segunda Guerra Mundial -en los libros de Zweig, Sala Rose, Speer, Kertesz-, los desastres del comunismo y sus consecuencias en la Europa del Este -Andrujovich, Zagajewski, Michnik-, los catalanes que vieron de primera mano esas tragedias -Xammar, Pla- y también, claro, lo maravilloso y terrible que sucedió antes, de la gran política con Mazarino a la gran filosofía con Montaigne, de las grandes biografías como la de Samuel Johnson al gran pensamiento sobre cultura y política de Fumaroli. Y tantas cosas más. Es probable que todo eso lo hubiera acabado descubriendo tarde o temprano, si no en castellano o en catalán, en ingles o en francés. Pero en casi todos los casos lo conocí gracias a Jaume Vallcorba.
Hoy es habitual que gente de mi generación y más joven desdeñe la Transición y los más de treinta años de democracia españolas. Me parece bien, aunque yo tienda a ser más optimista con sus resultados. Pero sea como sea, es asombrosa la tarea que en estos años hicieron Vallcorba y un puñado de sus colegas para sacarnos del tradicional aislacionismo político y cultural español y meternos en la modernidad europea y democrática (y también, muchas veces, felizmente frívola). Hoy Herralde, De Moura, Barral, Tusquets, Pradera, Jaime Salinas y el propio Vallcorba pueden parecernos puro establishment, pijos con cadera. Pero han sido mucho, mucho más que eso. Al menos por lo que respecta a los libros, han sido quienes permitieron que gente como yo -de clase media, con padres lectores pero no intelectuales, sin tutores ni maestros que pudieran guiarnos mucho más allá de lo evidente- creciéramos como europeos y estuviéramos invitados al banquete de la gran cultura internacional.
Mi agradecimiento con ellos es enorme. Y especialmente con Vallcorba. Descanse en paz.
(Barcelona, 1977) es editor de Letras Libres España.