En un comunicado hecho público hoy, y tras reunirse de manera extraordinaria el día de ayer, la asociación del Premio FIL ha decido respetar el fallo del jurado y usar la facultad de la asociación para resolver situaciones no previstas (cláusula décima), que podría haber invocado para revocarlo, para facilitarle la vida al premiado. Es el triunfo de la impunidad y la hipocresía sobre los argumentos literarios. Así, como si a Bryce lo fuera a recibir un grupo de rompehuelgas y no sus colegas ofendidos por los plagios, le ahorran el disgusto de aguantar preguntas incómodas (y quizá algún tímido abucheo) y le llevan el premio a casa. Quien espere un gesto de grandeza de Bryce a partir de este reconocimiento vergonzante, pierde su tiempo. Con esta decisión, la FIL demuestra que lo que le importa cuidar es el espectáculo de la literatura, no la literatura. Triste epitafio para un triste caso.
(ciudad de México, 1969) ensayista.