Lo mismo

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Todas las cosas son lo mismo. El Mediterrรกneo y el Pacรญfico, el mercado de Melbourne y el de Oaxaca, los senos de una mulata y los de Helena de Troya. Todo guarda en sรญ la clave de la universalidad.

Este texto es igual a lo que ya escribรญ, a lo que escribirรฉ y a lo que ya escribieron otros. Las mismas conclusiones, el mismo estilo, las mismas palabras, letras, puntos, lรญneas argumentativas, juegos lรญricos, ritmo. Lo mismo: todo.

El futbol soccer -invenciรณn inglesa-, el americano, el rugby, el juego de pelota indรญgena. El mismo se juega en el Maracanรก y en el Mundial y en el que piedras marcan las porterรญas, en รfrica, y en una transitada calle de Tepito. El futbol y el basquetbol y el beisbol, todos son el mismo juego, la misma pelota, los mismos fans, las palomitas, el refresco, los pleitos y las celebraciones y la necesidad de ganar para creer por un momento que somos รบnicos, distintos. Todo: lo mismo.

La pipa china de ocho mil aรฑos de antigรผedad y la pipa azteca y la pipa romana y la hindรบ, la cerรกmica asiรกtica y la americana y la europea, las pirรกmides de Egipto y la de El Cerrito, las ruinas de Angkor Wat y las de Chichรฉn Itzรก, la piedra que cabe en mi mano, con la que hago rebotes en el lago quieto โ€“el lago quieto y el mar quieto, el agua del vaso y la lรกgrima inmรณvil, cuajada en el rostroโ€“, la piedra de Uluru nadando en la noche, la peรฑa de Bernal tambiรฉn en la noche y la luna, en la noche siempre (la piedra que hace rebotes, Uluru, Bernal y la luna: la misma Piedra; las tres noches: la Noche). La lluvia y la catarata y la regadera y lo mismo, lo mismo todo.

La muerte. La de Nietzsche, la de Cortรฉs, la de tu padre y mi padre, la nuestra, la de nuestros hijos, por sobredosis, por frรญo, por hambre, por SIDA, por cรกncer, en un coche, en un hospital, en la cama tomando la siesta. La del teporocho, la del intelectual, la de Heidi Klum. El mismo momento, los mismos miedos, iguales dudas, crispaciones, nervios. Todo encaminado al descanso eterno, a la nulificaciรณn existencial. A la nada. A lo negro.

Tambiรฉn los peregrinos, los caminantes, los viajeros, los turistas, sin importar durante quรฉ aรฑo, asรญ sea en diez aรฑos o antes de la cristiandad, ni con quรฉ ojos ni con quรฉ afanes ni sueรฑos ni bagajes, tanto el peregrino apรณstata y burguรฉs como el misionero, como Ulises, como el gringo en Vallarta, como el cavernรญcola africano, con solo mirar al cielo, durante la noche negra, la inmensa noche nerudiana, todos siempre verรกn la misma luna (el mismo cielo, las mismas nubes, estrellas, dioses, truenos, soles, รกngeles, avernos).

Todos los fuego: el fuego; los mercados, el Mercado; los amores, el Amor, los hombres, el Hombre, las muertes, las ambiciones, las luces, las suegras, los estertores del bajo vientre, las infancias, las diversiones, las razones para seguir en la vida, para abandonarla, las culturas, las religiones, las existencias, las dudas, los mitos de creaciรณn, las cenas, los cielos, las piernas, pensamientos, plรกticas, sentimientos, molรฉculas, temblores. Todas las cosas: la misma.

– Jorge Degetau Sada

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es escritor. Colabora habitualmente en la revista Este Paรญs y en el diario El Nuevo Mexicano. Su cuento โ€œNombres propiosโ€ ganรณ el XV Concurso de Cuento de Humor Negro.


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