Desgarramientos
“Escribo porque no soy feliz, escribo porque es una manera de luchar contra la infelicidadโ, ha declarado a lo largo del tiempo Mario Vargas Llosa (Diรกlogo con Vargas Llosa, Kosmos, 1989). El principal indicio sobre el origen รญntimo de esa desdicha es la apariciรณn, en el paraรญso familiar de su infancia, a sus diez aรฑos de edad, del padre idealizado al que creรญa muerto. Reapariciรณn terrible, cuya sombra ominosa determinarรญa gran parte de su vida. Un amigo muy cercano, el gran pintor peruano Fernando de Szyszlo, recordaba que en enero de 1979, al llegar al sitio donde velaban a su padre, Mario apenas se detuvo unos segundos delante del hombre tendido en su ataรบd, y sin decir palabra apresurรณ su salida. La literatura ha sido el medio a travรฉs del cual Vargas Llosa ha podido enfrentar esa herida temprana, vinculada en mรกs de un sentido a la herida original de su paรญs.
โยฟCuรกndo se jodiรณ el Perรบ?โ El creador de Conversaciรณn en La Catedral respondiรณ a su propia pregunta 36 aรฑos mรกs tarde: โEl Perรบ es el paรญs que se jode cada dรญaโ (โPayasada con sangreโ, El Paรญs, 23 de enero de 2005). Si hubiese inquirido el โpor quรฉโ, la respuesta remitirรญa seguramente a la Conquista, que transcurriรณ y concluyรณ, como se sabe, bajo el signo de la brutalidad. El asesinato de Atahualpa y el degรผello pรบblico de Tรบpac Amaru marcaron su destino de paรญs dividido. Por un lado, en las costas, se asentaron los espaรฑoles, mรกs tarde los negros, y finalmente los chinos. La capital de ese paรญs fue Lima. Por otro lado, en la sierra y el frรญo altiplano andino, permanecieron los indios. Su capital mรญtica siguiรณ siendo Cuzco. Perรบ no es la รบnica naciรณn de Amรฉrica Latina que contiene dentro de sรญ varios paรญses, pero los paรญses del Perรบ no han convivido en la relativa fusiรณn mestiza, caracterรญstica por ejemplo de Mรฉxico, sino โen la desconfianza y la ignorancia recรญprocas, en el resentimiento y el prejuicio, en un torbellino de violencias. De violencias en pluralโ (El pez en el agua, Seix Barral, 1993). Esas violencias son ecos de la violencia original. Perรบ, el sitio mรญtico del Edรฉn, naciรณ a la historia occidental como producto de un desgarramiento.
Ese desgarramiento ha perdurado, con diversa intensidad, a travรฉs de los siglos. Bajo una superficie de rivalidades polรญticas, ideolรณgicas, profesionales, personales, fluye en el Perรบ una corriente tumultuosa de pulsiones y pasiones sociales y raciales, un โyo recรณndito y ciego a la razรณn, [que] se mama con la leche materna y empieza a formalizarse desde los primeros vagidos y balbuceos del peruanoโ (El pez en el agua). Ese es el paรญs de Mario Vargas Llosa, el que quiere y abomina, el que a veces ha prometido abandonar y olvidar, pero al que ha tenido presente siempre: โHa sido para mรญ, afincado en รฉl o expatriado, un motivo constante de mortificaciรณn. No puedo librarme de รฉl: cuando no me exaspera me entristece y, a menudo, ambas cosas a la vez.โ No ha podido librarse de รฉl pero ha querido liberarlo โy liberarseโ en las pรกginas de sus primeros libros; de manera fugaz, en la acciรณn polรญtica; y finalmente en la admirable convergencia entre su obra literaria โvastรญsima, constante, variada, y de una calidad sostenidaโ y su compromiso pรบblico por la democracia y la libertad.
El dictador de origen
Aquel rรญo turbulento de pasiones tocรณ muy pronto a Mario Vargas Llosa. Tambiรฉn su vida pasรณ del Edรฉn al desgarramiento. รl mismo se ha referido a los hechos en entrevistas y textos ocasionales y, con todo detalle, en su autobiografรญa El pez en el agua. Naciรณ en 1936, en Arequipa, ciudad situada al sur de Perรบ, en un valle de los Andes cรฉlebre por su espรญritu clerical y revoltoso. Su madre, Dorita, tenรญa diecinueve aรฑos cuando de visita en Tacna conociรณ a Ernesto J. Vargas, un modesto encargado de la estaciรณn de radio de Panagra (Pan American-Grace Airways), diez aรฑos mayor que ella. โMi madre quedรณ prendada de รฉl desde ese instante y para siempre.โ De regreso a Arequipa, donde vivรญa con su familia, dio inicio una correspondencia amorosa e intensa con Ernesto, que culminรณ en el matrimonio de la pareja en 1935, un aรฑo despuรฉs de haberse conocido.
Dorita y Ernesto se trasladaron a Lima luego de la boda. Desde el principio Ernesto manifestรณ su carรกcter tirรกnico: Dorita fue โsometida a un rรฉgimen carcelario, prohibida de frecuentar amigos y, sobre todo, parientesโ. Las violentas escenas de celos no eran el problema mayor. Ernesto era presa del mal que โenvenena la vida de los peruanos: el resentimiento y los complejos socialesโ (El pez en el agua). A pesar de su piel blanca, ojos claros y figura apuesta, se sentรญa socialmente inferior a su mujer. No se trataba, o no รบnicamente, de una cuestiรณn racial. De algรบn modo, la familia de Dorita llegรณ a representar para Ernesto โlo que nunca tuvo o lo que su familia perdiรณโ, y por tanto concibiรณ hacia esa familia una terrible animadversiรณn, que se traducรญa en violencia hacia su esposa. Esa aprehensiรณn social tenรญa poco sustento: la familia Llosa en Arequipa, si bien gozaba de respeto, distaba de ser aristocrรกtica. Poco despuรฉs de casarse, Dorita quedรณ embarazada. Un dรญa, como la cosa mรกs normal, Ernesto le dijo sin mรกs que se marchara con su familia a Arequipa, donde transcurrirรญa mejor su embarazo. โNunca mรกs la llamรณ, ni le escribiรณ, ni dio seรฑales de vida.โ Mario naciรณ cuatro meses despuรฉs. A travรฉs de unos parientes hicieron contacto con Ernesto, en Lima. Su canallesca reacciรณn fue pedir el divorcio. Acosada por la vergรผenza, en 1937 la familia Llosa se trasladรณ a la cercana ciudad de Cochabamba, en Bolivia, donde el abuelo se dedicรณ a cultivar el algodรณn y fue cรณnsul honorario del Perรบ.
La infancia de Mario transcurriรณ arropada por el amor y los mimos de los Llosa. Su padre, segรบn le hicieron creer, habรญa muerto, y por eso al acostarse besaba su fotografรญa โdando las buenas noches โa mi papacito que estรก en los cielosโโ. En Bolivia escribiรณ sus primeros versos infantiles, que la familia celebraba. Su abuelo Pedro โโa cuyo recuerdo suelo recurrir cuando me siento muy desesperado de la especie y proclive a creer que la humanidad es, a fin de cuentas, una buena basuraโโ le enseรฑรณ a memorizar poemas de Rubรฉn Darรญo. Su madre, todavรญa enamorada de Ernesto, se negรณ a casarse de nuevo.
Corrรญa el aรฑo de 1945 cuando su tรญo, el abogado Josรฉ Luis Bustamante y Rivero, embajador de Perรบ en Bolivia, fue electo presidente de la Repรบblica. Vargas Llosa lo tendrรญa siempre como un ejemplo de decencia y heroรญsmo cรญvico: โLa admiraciรณn que tuve de niรฑo por ese seรฑor de corbata de pajarita […] la sigo teniendo, pues Bustamante […] saliรณ del poder mรกs pobre de lo que entrรณ, fue tolerante con sus adversarios y severo con sus partidarios […] y respetรณ las leyes hasta el extremo de su suicidio polรญtico.โ El abuelo Pedro fue nombrado prefecto de Piura, lo que significรณ el regreso de la familia a la patria. Durante el traslado a esa ciudad, por primera vez, conociรณ el mar. En Piura, Mario cumpliรณ diez aรฑos, al lado de su madre y su abuelo.
Ese mundo de armonรญa quedรณ hecho trizas la maรฑana en que Dorita le informรณ que su padre no estaba muerto. Lo habรญa estado hasta ese dรญa, โel mรกs importante de todos lo que habรญa vivido hasta entonces y, acaso, de los que vivirรญa despuรฉsโ. Su madre se habรญa topado con รฉl, accidentalmente, en un viaje a Lima. โVerlo un instante bastรณ para que aquellos cinco meses y medio de pesadilla de su matrimonio y los diez aรฑos de mudez de Ernesto J. Vargas se le borraran de la memoria.โ Concertaron una cita. Dorita le โpresentรณโ a su padre, lo sentaron en el asiento trasero del coche y marcharon a Lima. Vargas Llosa recordarรญa siempre el modelo del auto (un Ford azul) y hasta el kilรณmetro de la carretera donde transcurrieron los hechos. โSe estรก haciendo noche, se van a preocupar los abuelosโ, alcanzรณ a decir. โEl hijo vive con los padresโ, le respondiรณ el personaje que, como en una novela de terror, habรญa bajado del cielo. Al conocerlo lo invadiรณ un sentimiento de estafa. La pesadilla apenas comenzaba.
En la brumosa Lima conociรณ por vez primera la soledad. En esos primeros meses โsiniestrosโ de 1947 su consuelo liberador fue la lectura. Ernesto odiaba a la familia materna de Mario y โcuando, sobreexcitado con su propia rabia, se lanzaba a veces contra mi madre, a golpearla, yo querรญa morirme de verdad, porque incluso la muerte me parecรญa preferible al miedo que sentรญa. A mรญ me pegaba, tambiรฉn, de vez en cuandoโ. Junto al terror que desde entonces le inspirรณ su papรก, surgiรณ otro sentimiento: el odio, โla palabra es dura y asรญ me lo pareciรณ tambiรฉn entoncesโ. El dictador familiar prohibiรณ a Mario visitar a sus parientes y le molestaba profundamente que el niรฑo asistiera a misa (lo que acercรณ a Mario, para contradecirlo, a la religiรณn). La situaciรณn fue empeorando.
โCuando me pegaba […] el terror me hacรญa muchas veces humillarme ante รฉl y pedirle perdรณn con las manos juntas. Pero eso no lo calmaba. Y seguรญa golpeando, vociferando y amenazรกndome con meterme al ejรฉrcito.โ El pavor era tal que Mario, al advertir su llegada, se metรญa a la cama con la ropa puesta, fingiรฉndose dormido para no verlo.
En varias ocasiones, entre 1947 y 1949, madre e hijo intentaron escapar de ese infierno. Una y otra vez Ernesto se las ingeniรณ para que regresaran al hogar, donde, tras unos dรญas de aparente calma, continuaba el suplicio. Una tarde, su papรก lo llevรณ a dar un paseo en auto. En una esquina se detuvo para recoger a dos muchachos, โson tus hermanosโ, le dijo. Eran hijos de una norteamericana que conociรณ en el tiempo que durรณ su separaciรณn de Dorita y de la cual tambiรฉn se habรญa separado. De esas fugas frustradas resultรณ, finalmente, algo bueno. Su padre consintiรณ que Mario pasara los fines de semana con sus tรญos y sus primos, que vivรญan en el barrio acomodado de Miraflores. Asรญ transcurriรณ su adolescencia: asistiรณ a bailes, saliรณ con muchachas, fue al cine con los chicos de su barrio, que terminaron por convertirse en su segunda familia.
A finales de 1948 un golpe militar, encabezado por el general Manuel Odrรญa (1896-1974), derrocรณ al gobierno democrรกtico de Bustamante y Rivero, dando inicio al โOchenio de Odrรญaโ. El tรญo Josรฉ Luis partiรณ al exilio y el padre festejรณ el golpe como una โvictoria personalโ. Ese mismo aรฑo otro acontecimiento decisivo, esta vez de รญndole espiritual, sacudiรณ a Mario. El รบltimo dรญa de cursos en el Colegio La Salle, uno de los maestros โโhermanosโโ tratรณ de acosarlo sexualmente. Mario saliรณ huyendo, pero el hecho bastรณ para apartarlo definitivamente de la religiรณn.
Su primera puerta activa a la libertad fue la poesรญa. La practicaba por oposiciรณn al padre, que asociaba la poesรญa con โla mariconerรญaโ. Para alejarlo de la literatura, para โhacerlo hombreโ, Ernesto lo internรณ en el Colegio Militar Leoncio Prado en el Callao โal que ingresรณ en 1950, antes de cumplir los catorce aรฑosโ con un efecto paradรณjico: โencerrado entre esas rejas corroรญdas por la humedad de La Perla, en esos dรญas y noches grises, de tristรญsima neblina, leรญ y escribรญ como no lo habรญa hecho nunca antes y empecรฉ a ser (aunque entonces no lo supiera) un escritorโ.
Letras y militancia
Permaneciรณ dos aรฑos en el Leoncio Prado. Era un microcosmos de la variopinta sociedad peruana en cuyo seno convivรญan y peleaban cholos, blancos, indios, serranos y costeรฑos, ricos y pobres. Para ganarse unas monedas โya que desde los doce aรฑos habรญa dejado de recibir dinero de su papรกโ escribรญa novelitas pornogrรกficas, y con lo ganado frecuentรณ burdeles y adquiriรณ libros a granel, entre ellos los de Victor Hugo y Alexandre Dumas. De esas lecturas naciรณ, segรบn afirmarรญa despuรฉs, โesa ansiedad por saber francรฉs y por irme a vivir un dรญa a Franciaโ. En 1952, durante las vacaciones de verano, por intermediaciรณn de su padre, trabajรณ algunos meses en La Crรณnica. Este temprano ingreso a la vida laboral fue acaso el รบnico influjo benigno de aquel hombre oscuro cuya รบnica virtud visible, contemplada por Mario a la distancia, era haber sido un self made man. Su hijo, un apresurado de la vida, un adulto prematuro, lo serรญa tambiรฉn.
Tras concluir su segundo aรฑo en el Leoncio Prado, significativamente, Mario olvidรณ inscribirse al siguiente curso. Vencido el plazo de inscripciรณn, ninguna escuela en Lima lo aceptaba. Gracias a los contactos de su tรญo Lucho, se logrรณ que la escuela San Miguel de Piura lo recibiera. Ese aรฑo en Piura, lejos del colegio militar y de la opresiva tutela del padre, es esencial para el desarrollo de su trabajo como periodista y como escritor. Piura es el primer escenario de su liberaciรณn a travรฉs de la literatura. Allรญ trabaja como periodista en La Industria y logra su primer รฉxito: estrenar su obra La huida del Inca.
En Piura estrechรณ su relaciรณn con el singular Lucho, gracias al cual aรฑadiรณ a su incipiente vocaciรณn literaria una nueva dimensiรณn social. El tรญo lo introdujo al socialismo, el comunismo, el aprismo, el fascismo y el urrismo (โafiliados o simpatizantes del Partido Uniรณn Revolucionaria, fundado por el general Sรกnchez Cerro y por Luis A. Flores, uno de los contados entusiastas que tuvo el fascismo en el Perรบโ, Historia secreta de una novela, 1971). Junto al tรญo tomรณ conciencia de que โel Perรบ era un paรญs de feroces contrastes, de millones de gentes pobresโ y por primera vez concibiรณ โun sentimiento muy vivo de que aquella injusticia debรญa cambiar y que ese cambio pasaba por eso que se llamaba la izquierda, el socialismo, la revoluciรณnโ. Fue entonces cuando, para frustraciรณn de la familia โque anhelaba verlo ingresar a la Universidad Catรณlica de Limaโ decidiรณ estudiar derecho y letras en la universidad pรบblica de San Marcos, donde seguramente podrรญa entrar en contacto con los revolucionarios y volverse รฉl mismo uno de ellos. Tras un aรฑo en Piura regresa a Lima. Ha vivido muchas vidas, pero tiene solo diecisiete aรฑos.
Esas vidas estรกn presentes en sus primeros cuentos y novelas. Uno de los talentos mayores de Mario Vargas Llosa como escritor ha sido precisamente trasmutar sus recuerdos en literatura. Asรญ ocurriรณ en las pรกginas de La ciudad y los perros, donde recreรณ su experiencia estudiantil entre los militares del Leoncio Prado. En La casa verde, que refleja aspectos de la โselvรกticaโ vida prostibularia en Piura. Y en Conversaciรณn en La Catedral, acaso su novela favorita, donde recreรณ la vida bohemia y su aprendizaje como reportero de nota roja en La Crรณnica y en otros diarios y medios (trabajรณ tambiรฉn en la radio).
En esos aรฑos comienza a frecuentar la obra de dos autores fundamentales: Andrรฉ Malraux y, sobre todo, Jean-Paul Sartre. Tan importante fue la huella de este รบltimo (con libros como ยฟQuรฉ es la literatura?) que se ganรณ el apodo de โEl sartrecillo valienteโ. La idea clave que lo atrajo era la del โcompromisoโ del escritor:
Comprometernos como escritores […] querรญa decir asumir, ante todo, la convicciรณn de que escribiendo no sรณlo materializรกbamos una vocaciรณn, a travรฉs de la cual realizรกbamos nuestros mรกs รญntimos anhelos, una predisposiciรณn anรญmica espiritual que estaba en nosotros, sino que por medio de ella tambiรฉn ejercitรกbamos nuestras obligaciones de ciudadanos y, de alguna manera, participรกbamos en esa empresa maravillosa y exaltante de resolver los problemas, de mejorar el mundo [Literatura y polรญtica, 2001].
โ
Junto al periodismo, la bohemia, la academia y la literatura, la polรญtica hizo irrupciรณn en su vida. En la universidad se incorporรณ a una cรฉlula comunista:
Habรญamos hecho el ansiado contacto. En los patios de San Marcos, alguien se nos habรญa acercado, averiguado y, como quien no quiere la cosa, preguntado quรฉ pensรกbamos […] No habรญa pasado un mes desde que entramos a la universidad y ya estรกbamos en un cรญrculo de estudios, la primera etapa que debรญan seguir los militantes de Cahuide, nombre con el que trataba de reconstruirse en la clandestinidad el Partido Comunista.
Su militancia resultรณ bastante inofensiva. Reuniones secretas, estudios de marxismo, impresiรณn de volantes, agitaciรณn contra los militantes del apra (Alianza Popular Revolucionaria Americana, movimiento fundado por Vรญctor Raรบl Haya de la Torre en Mรฉxico, en 1924). Se veรญan a sรญ mismos como enemigos de la dictadura de Odrรญa y simpatizantes de la revoluciรณn y el marxismo. โEstuve por lo menos en cuatro cรญrculos y, al siguiente, lleguรฉ a ser instructor y organizador de uno de ellos.โ Adoptรณ el nombre de combate de โCamarada Albertoโ, estudiรณ los textos canรณnicos (y algunas desviaciones herรฉticas) y participรณ en una huelga obrera (que le dio el tema de โLos jefesโ, incluido mรกs tarde en el libro homรณnimo). En esas atmรณsferas sectarias el estalinismo ejercรญa un dominio ideolรณgico absoluto:
Fue esto, en parte, lo que me hartรณ de Cahuide. Cuando dejรฉ de asistir a mi cรฉlula, hacia junio o julio de 1954, hacรญa tiempo que me sentรญa aburrido por la inanidad de lo que hacรญamos. No creรญa ya una palabra de nuestros anรกlisis clasistas, y nuestras interpretaciones materialistas que, aunque no se lo dijera de manera tajante a mis camaradas, me parecรญan pueriles, un catecismo de estereotipos y abstracciones.
En la literatura prevalecรญa el realismo socialista, cosa que hartรณ aรบn mรกs al โCamarada Albertoโ. Lo fastidiaba la lectura de libros como Asรญ se templรณ el acero, que emocionaban a sus camaradas. รl preferรญa obras como Los alimentos terrestres, de Gide. Esos gustos hicieron que alguien le dijera: โTรบ eres un sub-hombre.โ
Lo cierto es que su entusiasmo polรญtico de aquellos dรญas era, segรบn รฉl mismo confiesa, bastante mayor que su coherencia ideolรณgica.
Tal vez por eso, cuando se resquebrajรณ la dictadura y la Democracia Cristiana se constituyรณ como partido (enero de 1956), Mario no dudรณ en afiliarse y aun escribir discursos para Fernando Belaรบnde Terry, candidato a la presidencia. Su pasiรณn polรญtica estaba construida sobre lecturas eclรฉcticas y admiraciones personalizadas: lo mismo veneraba al revolucionario Sartre que al republicano Bustamante y Rivero. ยฟCรณmo compaginaba sus convicciones de izquierda con esa sรบbita adhesiรณn democristiana? รl mismo no sabรญa explicarlo, pero aquella decisiรณn presagiaba otras, muy significativas, que aguardaban en el futuro: en su fuero interno, la lucha concreta contra la dictadura pesรณ mรกs que el apego abstracto hacia la revoluciรณn.
โ
La mรกs novelesca de sus rebeldรญas fue su intempestivo matrimonio con Julia Urquidi, en 1955. Mario tenรญa entonces diecinueve aรฑos. Aquel rapto amoroso, ยฟfue un acto inverso y compensatorio al de su madre con su padre? En todo caso, fue una liberadora transgresiรณn. Y ocurriรณ, en efecto, en la persona de su tรญa polรญtica por parte materna, diez aรฑos mayor que รฉl, de la que โMaritoโ se enamorรณ y con quien se casรณ a escondidas. Ernesto J. Vargas reaccionรณ como โperro rabiosoโ y Julia se refugiรณ por un tiempo en Bolivia.
Durante ese tiempo, aparte de sus estudios, Mario publicaba sus primeros cuentos y trabajaba sin descanso. Escribiรณ en las revistas Turismo y Cultura Peruana y en el suplemento cultural de El Comercio. Lo hizo abandonando sus estudios de leyes pero no los de letras en San Marcos. En Lima soportรณ โtrabajos alimenticiosโ, a veces soporรญferos (cajero del Banco Popular, registrador de tumbas en un cementerio) y otros, mรกs formativos. Tuvo la fortuna de colaborar con el eminente historiador Raรบl Porras Barrenechea. A su lado estudiรณ la historia peruana desde los cimientos, tanto en los mรฉtodos (fichas, resรบmenes, lecturas) como en los temas (crรณnicas, leyendas, mitos, textos clรกsicos, comentarios). Fue un aprendizaje invaluable de rigor y sabidurรญa. En 1958 pudo cumplir un sueรฑo: su cuento โEl desafรญoโ ganรณ un concurso de la Revue Franรงaise gracias al cual viajรณ a Parรญs. A su regreso, se recibiรณ de licenciado en literatura con la tesis Bases para una interpretaciรณn de Rubรฉn Darรญo.
Como lector y autor pasรณ de la poesรญa al teatro, al cuento y la novela. Escribiรณ y estrenรณ una obra de teatro, publicรณ en varias revistas y suplementos culturales, entablรณ o afianzรณ genuinas amistades literarias: Carlos Ney, Sebastiรกn Salazar Bondy, Fรฉlix Arias, Alejandro Romualdo, Luis Loayza. Aunque comenzรณ por desdeรฑar el โformalismoโ de Borges no tardรณ en admirarlo. Con Malraux sintiรณ un deslumbramiento y con Sartre una especie de conversiรณn a la รฉtica del โcompromisoโ. Pero fue Faulkner quien le regalรณ el misterio mayor de la forma: โel serpentino lenguaje, la dislocaciรณn de la cronologรญa, el misterio y la profundidad y las inquietantes ambigรผedades y sutilezas psicolรณgicas que esa forma daba a las historiasโ.
Casado, estudiaba y trabajaba sin descanso, pero sobre todo escribรญa. Desde Espaรฑa le llegรณ la noticia de que su primer libro de cuentos โLos jefesโ habรญa obtenido el Premio Leopoldo Alas. Vivirรญa en Parรญs hasta 1965 trabajando como profesor de espaรฑol en la Escuela Berlitz y como periodista en la Agencia France Press y en la Radiodifusiรณn-Televisiรณn Francesa. Un nuevo mundo se abrรญa ante รฉl y su mujer: en Parรญs se volcarรญa en la escritura.
La Revoluciรณn cubana: ilusiรณn y desencanto
ยฟQuiรฉn no saludรณ con entusiasmo el triunfo de esos valerosos barbudos que luchaban contra la dictadura, se enfrentaban al Imperio y abrirรญan una era de dignidad e independencia para โNuestra Amรฉricaโ? En Mรฉxico no solo la izquierda los aplaudiรณ sino un amplio espectro que cubrรญa al centro liberal y a la derecha: de Daniel Cosรญo Villegas a Vasconcelos. En 1958, Vargas Llosa habรญa escrito manifiestos de apoyo a la Revoluciรณn, cuyo triunfo lo sorprendiรณ en Parรญs. Junto con un centenar de entusiastas saliรณ a la calle a celebrarlo. Lo vio y viviรณ, por mucho tiempo, como una histรณrica liberaciรณn:
Cuba me parecรญa realmente una forma renovada, mรกs moderna, tambiรฉn mรกs flexible y mรกs abierta, de la revoluciรณn. Yo vivรญ eso con muchรญsimo entusiasmo; ademรกs, considerando a Cuba como un modelo que podrรญa ser seguido por Amรฉrica Latina. Nunca, antes de eso, he sentido un entusiasmo y una solidaridad tan poderosa por un hecho polรญtico.
En 1962 Mario Vargas Llosa viajรณ por vez primera a Cuba. Se encontraba en Mรฉxico como corresponsal de la Radiodifusiรณn- Televisiรณn Francesa cuando se desatรณ la crisis de los misiles. La agencia le pidiรณ que se trasladara a la isla. Allรญ vio a los aviones norteamericanos volar casi a ras de suelo. Donรณ sangre y sintiรณ el delirio de la inmolaciรณn. De regreso en Parรญs, a los pocos meses, recibiรณ la noticia de que su primera novela, La ciudad y los perros, inspirada en sus experiencias en el Leoncio Prado, habรญa obtenido el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Dos aรฑos mรกs tarde, en 1964, regresรณ por unos meses a Perรบ, en donde realizรณ un breve e intenso viaje a la selva. No era la primera vez que lo hacรญa. Esas visitas dejarรญan una huella profunda en su literatura. La casa verde sucede en Piura, donde estรก el burdel, pero tambiรฉn en Santa Marรญa de Nieva, en la selva. Y en la selva conoce por primera vez la leyenda que aรฑos mรกs tarde cristalizarรญa en El hablador. Por otra parte, en aquella estancia en el Perรบ, Mario se divorciรณ de Julia Urquidi. Poco despuรฉs contraerรญa matrimonio con su prima, Patricia Llosa, con quien regresarรญa a su vida parisina.
โA todos, tarde o temprano, les llega su Kronstadtโ, escribiรณ Daniel Bell, refiriรฉndose al momento de la desilusiรณn con respecto a la Revoluciรณn soviรฉtica. El โKronstadtโ de Vargas Llosa no fue un advenimiento รบnico sino un proceso paulatino. En un primer momento, como a tantos artistas e intelectuales de Occidente, no solo lo cautivaron los actos de justicia social (reforma agraria, educaciรณn y salud universal, etcรฉtera) sino sobre todo el fervor cultural de la Revoluciรณn. Figuras como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Juan Goytisolo, Hans Magnus Enzensberger, Julio Cortรกzar, Mario Benedetti, รngel Rama, Josรฉ de la Colina, Carlos Rangel, Ernesto Sรกbato, Juan Rulfo, etcรฉtera, llegaron a Cuba como huรฉspedes de honor para atestiguar los prodigios de una revoluciรณn con libertad. Vargas Llosa viajรณ a Cuba en cinco ocasiones. โGradualmente fui viendo โal principio no querรญa ver, al principio incluso me molestaba reconocerloโ una serie de manifestaciones que indicaban que la realidad, en la prรกctica, no era de ninguna manera lo que la imagen, la publicidad y la ilusiรณn nos querรญan hacer ver.โ
En 1967, durante su tercer viaje a La Habana, aceptรณ formar parte del Consejo de colaboradores de la revista Casa de las Amรฉricas. La invitaciรณn provenรญa de Roberto Fernรกndez Retamar, que habรญa sustituido en 1964 a Haydรฉe Santamarรญa en la direcciรณn de esa influyente publicaciรณn. Otros miembros eran Ezequiel Martรญnez Estrada, Manuel Galich, Julio Cortรกzar, Emmanuel Carballo, รngel Rama, Sebastiรกn Salazar Bondy, Mario Benedetti, Roque Dalton, Renรฉ Depestre, David Viรฑas, Jorge Zalamea y los cubanos Edmundo Desnoes, Ambrosio Fornet, Lisandro Otero y Graziella Pogolotti. Su simpatรญa era aรบn inmensa, y se entiende: en 1965, aun Guillermo Cabrera Infante (el director de Lunes de Revoluciรณn, suplemento cultural de Revoluciรณn que habรญa sido suprimido por el rรฉgimen y a quien Vargas Llosa habรญa visto en Parรญs ese mismo aรฑo) se mostraba reticente a hablar de la situaciรณn cubana, actuaba todavรญa como un diplomรกtico. Los problemas eran conocidos pero โse ocultaban โrecuerda Vargas Llosaโ tras una muralla protectoraโ. En esa ocasiรณn, Mario participรณ en una entrevista colectiva con Fidel Castro en la que el Comandante, encantador de serpientes, se mostrรณ heterodoxo y prometiรณ que corregirรญa de inmediato las desviaciones seรฑaladas por sus amables crรญticos:
Fidel, a lo largo de su charla, se refiriรณ muchas veces a Marx, a Lenin, al materialismo histรณrico, a la dialรฉctica. Sin embargo, no he visto nunca un marxista menos apegado al empleo de fรณrmulas y esquemas cristalizados […] Si de una cosa quedรฉ absolutamente convencido en esa noche blanca, fue del amor de Fidel por su paรญs y de la sinceridad de su convicciรณn de estar actuando en beneficio de su pueblo [Sables y utopรญas, Aguilar, 2009].
Pero en 1967 ocurriรณ otro episodio que empaรฑรณ el encanto. Sin que รฉl lo supiera, sus editores habรญan presentado su segunda novela, La casa verde, como candidata al Premio Rรณmulo Gallegos.
(El gobierno democrรกtico que otorgaba el premio, encabezado por Raรบl Leoni, habรญa hecho frente a una invasiรณn guerrillera inducida y apoyada activamente por el rรฉgimen cubano.) Por su estrecha vinculaciรณn con la Revoluciรณn, Vargas Llosa comentรณ esta postulaciรณn con Alejo Carpentier, entonces agregado cultural de Cuba en Parรญs. Carpentier viajรณ a Londres en secreto para entrevistarse con รฉl y le propuso, en caso de que resultara ganador, hacer un donativo a la lucha del Che Guevara, que en ese momento se encontraba en algรบn lugar de la sierra boliviana. Ese gesto, segรบn Carpentier, tendrรญa una gran repercusiรณn en Amรฉrica Latina. En su entrevista, Carpentier le leyรณ una carta de Haydรฉe Santamarรญa, la mรญtica compaรฑera de Fidel Castro en el asalto al Cuartel Moncada, en ese entonces poderosรญsima funcionaria del aparato cultural cubano. โNaturalmente comprendemos que un escritor tiene necesidades โle decรญa en la misiva Haydรฉe Santamarรญaโ, lo que no significa que usted tenga que perjudicarse por esta acciรณn; la revoluciรณn le devolverรก a usted el dinero discretamente, sin que esto se sepa.โ La Revoluciรณn le proponรญa a Vargas Llosa que montara una farsa. Vargas Llosa se indignรณ. Finalmente, acudiรณ a recibir el premio, pronunciรณ un discurso en el que tomรณ distancia del gobierno de Venezuela e hizo un encendido elogio de la Revoluciรณn cubana:
Dentro de diez, veinte o cincuenta aรฑos, habrรก llegado a todos nuestros paรญses, como ahora a Cuba, la hora de la justicia social. Amรฉrica Latina entera se habrรก emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y reprimen. Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que Amรฉrica Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror.
Semanas mรกs tarde, la funcionaria cubana pareciรณ complacida y lo felicitaba por el โgrito de Caracasโ. Pero ese discurso de defensa de la Revoluciรณn contenรญa tambiรฉn un pasaje premonitorio, una clara defensa de la libertad del escritor: โEs necesario que sepan que la literatura es como el fuego, significa disidencia y rebeliรณn, que la razรณn de ser del escritor es la protesta, la contradicciรณn, la crรญtica.โ
Lo cierto es que la intervenciรณn de Carpentier habรญa creado un distanciamiento con la Revoluciรณn. En 1968, dos episodios lo aceleraron: las noticias que llegaban de la isla sobre el acoso oficial a los intelectuales cubanos y el apoyo irrestricto de Castro a la invasiรณn soviรฉtica a Checoslovaquia, en agosto de aquel aรฑo. Un mes mรกs tarde (26 de septiembre) la revista peruana Caretas publicรณ una entrevista con Vargas Llosa en la que este hablรณ del โsocialismo de los tanquesโ condenando la postura prosoviรฉtica de Fidel. Vargas Llosa habรญa vivido por unos dรญas en Checoslovaquia durante la โPrimavera de Pragaโ y se habรญa entusiasmado con el experimento de libertad y democracia dentro del socialismo que intentaba el gobierno de Dubฤek (tan distinto a la atmรณsfera gris, de burocracia, tedio, corrupciรณn y colas que Vargas Llosa habรญa atestiguado en su paso por la urss en 1966). Su indignaciรณn tenรญa un sustento en la experiencia.
Por otro lado, en octubre de ese mismo aรฑo Julio Cortรกzar le escribรญa comentรกndole que Carlos Franqui, Carlos Fuentes, Juan y Josรฉ Agustรญn Goytisolo, Gabriel Garcรญa Mรกrquez, Jorge Semprรบn y รฉl mismo estaban preparando una โcarta a Fidel sobre los problemas de los intelectuales en Cubaโ. Y Cortรกzar remataba: โDesde luego, estรกs incluido entre los firmantes.โ El 12 de noviembre de 1968, Garcรญa Mรกrquez, en ese entonces amigo muy cercano de Vargas Llosa, le hace saber que la carta de marras estaba ya en manos de Fidel Castro:
Creo, sin embargo, que no servirรก de nada. Fidel contestarรก, con la mayor fineza que le sea posible, que lo que รฉl haga con sus escritores y artistas es asunto suyo, y que por lo tanto podemos irnos a la mierda. Sรฉ de buena fuente que estรก disgustado con nuestra actitud respecto a Checoslovaquia, y ahora tiene buena oportunidad para desahogarse.
Al asumir en 1964 la direcciรณn de la revista Casa de las Amรฉricas, Roberto Fernรกndez Retamar habรญa sustituido el original Consejo de redacciรณn por un Consejo de colaboradores, a la manera de la revista argentina Sur. Este cambio implicaba una cercanรญa mayor con la publicaciรณn cubana, la asistencia a juntas anuales donde no solo se revisaba la marcha de la revista sino se proponรญan formas de apoyo efectivo con la Revoluciรณn. La primera reuniรณn se llevรณ a cabo en 1967, la segunda a principios de 1969. Vargas Llosa no pudo asistir a esta รบltima y su ausencia se interpretรณ como un alejamiento. Por esos dรญas Vargas Llosa escribe a Carlos Fuentes (quien, por cierto, llevaba tiempo de padecer en carne propia las suspicacias e intolerancia de la burocracia cultural cubana). Habรญa conversado โle dice Vargas Llosaโ con Fernรกndez Retamar โpara tratar de confirmar si era cierto que Edmundo Desnoes estaba preso, acusado de agente de la cia, pero al hablar con รฉl no me atrevรญ a preguntรกrseloโ. Y agrega: โEstoy sumamente inquieto, apenado y asustado con lo que ocurre en Cuba y te ruego que me cuentes lo que sepas. Lo รบltimo que llegรณ a mis manos fueron los discursos de Lisandro Otero que me produjeron escalofrรญos.โ Ese mismo mes de enero, desde La Habana, el Consejo de colaboradores de Casa de las Amรฉricas en pleno (Benedetti, Carballo, Cortรกzar, Dalton, Depestre, Desnoes, Fernรกndez Retamar, Fornet, Galich, Otero, Rama y Viรฑas) enviรณ a Vargas Llosa una carta en la que le reclamaba su inasistencia y lo convocaba prontamente a La Habana para discutir con รฉl โen torno a actitudes y opiniones tuyasโ. El clima se iba enrareciendo. En la misma lรญnea de la carta colectiva, el 18 de enero Fernรกndez Retamar escribe a Vargas Llosa: โCuando ya fue evidente que no vendrรญas, no nos quedรณ mรกs remedio que hablar de ti en tu ausencia.โ El cubano subraya que su presencia era importante โmรกs quizรก que la de otros […] porque habรญas hecho una pรบblica condenaciรณn de la polรญtica exterior de la revoluciรณn; porque habรญas enviado a Fidel una copia de un cable colectivo, cuyo original recibiรณ Haydรฉe, en que intervenรญas, con opiniones que debรญas defender, en delicadas cuestiones del paรญs; y porque ello ocurrรญa mientras estabas en camino de ser (o eras ya) โescritor residenteโ en una universidad norteamericanaโ. Vargas Llosa contesta:
Mi adhesiรณn a Cuba es muy profunda, pero no es ni serรก la de un incondicional que hace suyas de manera automรกtica todas las posiciones adoptadas en todos los asuntos por el poder revolucionario. Ese gรฉnero de adhesiรณn, que incluso en un funcionario me parece lastimosa, es inconcebible en un escritor, porque, como tรบ lo sabes, un escritor que renuncia a pensar por su cuenta, a disentir y opinar en alta voz ya no es un escritor sino un ventrรญlocuo. Con el enorme respeto que siento hacia Fidel y por lo que representa, sigo deplorando su apoyo a la intervenciรณn soviรฉtica en Checoslovaquia, porque creo que esa intervenciรณn no suprimiรณ una contrarrevoluciรณn sino un movimiento de democratizaciรณn interna del socialismo en un paรญs que aspiraba a hacer de sรญ mismo algo semejante a lo que, precisamente, ha hecho de sรญ Cuba.
El asunto no terminรณ ahรญ. Julio Cortรกzar, quien sรญ acudiรณ a la reuniรณn en La Habana donde se criticรณ severamente a Vargas Llosa en ausencia, le reclama โel descuidoโ de no haber ido a La Habana para defender su posiciรณn. Y a mediados de 1969 agrega: โLa radicalizaciรณn en Cuba es muy fuerte, hay una especie de exasperaciรณn que por una parte da esplรฉndidos resultados en el sector econรณmico, pero que sitรบa a los escritores en un maniqueรญsmo cada vez mรกs simplificante del que no puede salir nada bueno…โ
Con respecto a los โesplรฉndidos resultados del sector econรณmicoโ, era obvio que muchos escritores veรญan lo que querรญan ver, lo que les inducรญan ver. Se repetรญa una vieja historia de autoengaรฑo e ingenuidad en Occidente, como la que muchos intelectuales concibieron al visitar el โmundo del futuroโ en los aรฑos treinta, aรฑos de represiรณn, colectivizaciรณn y hambruna. Vargas Llosa no sospechaba entonces la realidad econรณmica debajo de la apariencia. El camino hacia su Kronstadt personal no fue polรญtico, econรณmico o social: fue cultural. En 1971, a raรญz de la detenciรณn de Heberto Padilla (y de varios intelectuales) y de su โconfesiรณnโ (proceso que remedaba los Procesos de Moscรบ), Vargas Llosa decide renunciar al comitรฉ de la revista Casa de las Amรฉricas, el mรกs importante รณrgano cultural cubano, mediante el cual se cooptรณ a cientos de intelectuales latinoamericanos. Dirigiรณ la carta a Haydรฉe Santamarรญa:
Comprenderรก que es lo รบnico que puedo hacer luego del discurso de Fidel fustigando a los โescritores latinoamericanos que viven en Europaโ, a quienes nos ha prohibido la entrada a Cuba โpor tiempo indefinido e infinitoโ.
ยฟTanto le ha irritado nuestra carta pidiรฉndole que esclareciera la situaciรณn de Heberto Padilla?
En esa misma carta abundaba sobre los motivos de su distanciamiento con la Revoluciรณn:
Obligar a unos compaรฑeros, con mรฉtodos que repugnan a la dignidad humana, a acusarse de traiciones imaginarias y a firmar cartas donde hasta la sintaxis parece policial, es la negaciรณn de lo que me hizo abrazar desde el primer dรญa la causa de la Revoluciรณn cubana: su decisiรณn de luchar por la justicia sin perder el respeto a los individuos.
Haydรฉe Santamarรญa (que una dรฉcada despuรฉs se quitarรญa la vida en un rapto de desilusiรณn histรณrica y personal) le contestรณ de manera tajante el 14 de mayo de 1971: โUsted no ha tenido la menor vacilaciรณn en sumar su voz โuna voz que nosotros contribuimos a que fuera escuchadaโ al coro de los feroces enemigos de la Revoluciรณn cubana.โ Reclamaba sus โopiniones ridรญculasโ sobre Checoslovaquia y agregaba que la carta de renuncia lo presentaba โde cuerpo enteroโ como โla viva imagen del escritor colonizado, despreciador de nuestros pueblos, vanidoso, confiado en que escribir bien no solo hace perdonar actuar mal, sino permite enjuiciar a todo un proceso grandioso como la Revoluciรณn cubanaโ.
Cinco dรญas despuรฉs, Vargas Llosa publicรณ una aclaraciรณn pertinente. Su renuncia, provocada por un episodio que consideraba lamentable, no implicaba hostilidad contra la Revoluciรณn cubana, en cuyas realizaciones todavรญa creรญa. Su renuncia era un acto de protesta y una afirmaciรณn de la libertad como condiciรณn esencial del socialismo: โEl derecho a la crรญtica y a la discrepancia no es un โprivilegio burguรฉsโ. Al contrario, sรณlo el socialismo puede, al sentar las bases de una verdadera justicia social, dar a expresiones como โlibertad de opiniรณnโ y โlibertad de creaciรณnโ su verdadero sentido.โ
Un par de dรญas despuรฉs, redactada por Vargas Llosa y firmada por un amplio conjunto de intelectuales, entre los que se incluรญan Carlos Fuentes, Italo Calvino, Juan Goytisolo, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Carlos Franqui, Pier Paolo Pasolini, Jorge Semprรบn, Susan Sontag, Carlos Monsivรกis, Alberto Moravia, Josรฉ Emilio Pacheco, Josรฉ Revueltas, Juan Rulfo, Jean-Paul Sartre y una veintena de escritores mรกs, se publica una carta dirigida a Fidel Castro en la que le comunican su โvergรผenza y cรณleraโ por el caso Padilla. Aรฑos despuรฉs, Vargas Llosa reflexionarรญa sobre el incidente:
El caso Padilla sirviรณ habilรญsimamente para que Cuba se desprendiera de cierto tipo de aliados y solamente tuviera los incondicionales, esos aliados que iban a estar con la revoluciรณn hiciese lo que hiciese, o porque eran sectarios, eran estalinistas y funcionaban como los perros de Pavlov, por reflejos condicionados, o porque eran comprables, baratos, que se compraban con un pasaje de aviรณn, con una invitaciรณn a un congreso […] Al dรญa siguiente de haber roto con Cuba, empecรฉ a recibir una lluvia de injurias, lo que para mรญ fue muy instructivo. Pasรฉ, despuรฉs de haber sido una figura muy popular en los medios de izquierda y en los medios rebeldes, a ser un apestado. Las mismas personas que me aplaudรญan con mucho entusiasmo cuando iba a dar una conferencia, si yo aparecรญa por allรญ me insultaban y me lanzaban volantes.
El โcaso Padillaโ, admirablemente recogido en Persona non grata de Jorge Edwards, marcรณ el fin del idilio (el Kronstadt) de un sector de la intelectualidad latinoamericana y occidental con la Revoluciรณn cubana. Vargas Llosa no tenรญa duda de que se trataba de una โcopia mala e inรบtil de las peores mascaradas estalinistasโ. Pero en muchos grandes escritores, crรญticos del Estado soviรฉtico y cubano, como Octavio Paz, el ideal socialista seguรญa vivo. En Vargas Llosa, por breve tiempo, lo estarรญa tambiรฉn. [Diรกlogo con Vargas Llosa].
De Sartre a Camus
Desde 1966 Vargas Llosa habรญa fijado su residencia en Londres. En esos aรฑos nacieron sus hijos รlvaro (1966) y Gonzalo (1967). Su hija Morgana nacerรญa en 1974, en Barcelona. En 1971 se doctora en literatura con una tesis sobre Cien aรฑos de soledad, la cรฉlebre novela de Gabriel Garcรญa Mรกrquez; la tesis se publicarรญa ese mismo aรฑo con el tรญtulo Garcรญa Mรกrquez / Historia de un deicidio. Los intelectuales procastristas lo tuvieron en la mira. El crรญtico literario รngel Rama, director de la prestigiada revista Marcha, publicรณ una รกspera reseรฑa sobre ese libro, que derivarรญa en una polรฉmica con Vargas Llosa. Rama lo acusaba de hacer una lectura romรกntica e individualista de la novela de Garcรญa Mรกrquez, una interpretaciรณn contraria a la โidea del arte como trabajo humano y social, que aporta el marxismoโ (โA propรณsito de Historia de un deicidio. Va de retroโ, Marcha, 5 de mayo de 1972). La respuesta de Vargas Llosa revela su alejamiento de las concepciones dictadas por el crรญtico marxista Georg Lukรกcs sobre el papel de la literatura en la sociedad. Casi al mismo tiempo, Casa de las Amรฉricas publicรณ un texto en el que Carlos Rincรณn hacรญa una crรญtica dogmรกtica del โdiscurso teรณricoโ de Vargas Llosa e intentaba restarle legitimidad luego del caso Padilla.
Vargas Llosa se dedicรณ a cultivar una zona literaria mรกs lรบdica y erรณtica. En 1973 publica su cuarta novela, Pantaleรณn y las visitadoras (que, con tono picaresco, aborda el tema de la prostituciรณn tolerada y fomentada por el Ejรฉrcito en la selva peruana) y dos aรฑos mรกs tarde La orgรญa perpetua / Flaubert y Madame Bovary, libro que fue, a un tiempo, vindicaciรณn de la literatura y respuesta al cรฉlebre ensayo de Jean-Paul Sartre El idiota de la familia. En 1976 fue electo presidente del pen Club International, organismo en el que desarrollรณ una intensa actividad literaria e hizo frente a la represiรณn militar en Argentina. Al aรฑo siguiente darรญa a la luz La tรญa Julia y el escribidor, en la que narraba en forma novelesca su relaciรณn y matrimonio con su tรญa, Julia Urquidi.
Distanciado definitivamente de la Revoluciรณn cubana, Vargas Llosa comenzรณ a poner en tela de juicio a sus hรฉroes intelectuales. Significativamente, como un primer parricidio creativo, bajรณ de su pedestal a Jean-Paul Sartre:
Con la perspectiva que da el tiempo, uno descubre que la obra creativa del propio Sartre es un rechazo sistemรกtico del โcompromisoโ que รฉl exige al escritor de su tiempo. Ni sus cuentos de tema rebuscado, perverso y sicalรญptico, ni sus novelas de artificiosa construcciรณn influida por Dos Passos, ni siquiera sus obras de teatro โparรกbolas filosรณficas y morales, pastiches ideolรณgicosโ constituyen un ejemplo de literatura que quiere romper el cรญrculo de lectores de la burguesรญa y llegar a un auditorio obrero, ni hay nada en ellos que, por sus anรฉcdotas, tรฉcnicas o sรญmbolos, trascienda el ejemplo de los escritores del pasado remoto o reciente y funde lo que รฉl llama la literatura de la praxis. [ โSartre veinte aรฑos despuรฉsโ, diciembre de 1978].
Al mismo tiempo, revalorรณ a Albert Camus. En 1965, a propรณsito de la apariciรณn de los Carnets, habรญa sostenido que los textos de Camus valรญan โno por su significaciรณn social, histรณrica, metafรญsica o moral, sino (y en todos los casos) por su excepcionalidad pintorescaโ (โCamus y la literaturaโ, enero de 1965). Para el Vargas Llosa de los aรฑos sesenta, Camus habรญa sufrido un โencanecimiento precozโ. Diez aรฑos despuรฉs, a propรณsito de un atentado terrorista registrado en Lima, volviรณ a las pรกginas de El hombre rebelde y declarรณ: โSin negar la dimensiรณn histรณrica del hombre, Camus siempre sostuvo que una interpretaciรณn puramente econรณmica, sociolรณgica, ideolรณgica de la condiciรณn humana era trunca y, a la larga, peligrosaโ (โAlbert Camus y la moral de los lรญmitesโ). Vargas Llosa recordaba la conferencia de Camus en 1948: โยกY en cuanto al famoso optimismo marxista! Nadie ha ido tan lejos en la desconfianza respecto al hombre como los marxistas, ยฟacaso las fatalidades econรณmicas de este universo no resultan todavรญa mรกs terribles que los caprichos divinos?โ En esta crucial relectura, publicada en la revista Plural y dedicada a Octavio Paz, Vargas Llosa reivindicรณ el individualismo, mostrรณ su desconfianza por la interpretaciรณn mecanicista del marxismo, festejรณ el pluralismo y, siguiendo al Camus de Calรญgula, abominรณ del totalitarismo. Lo que le incomodaba era el maniqueรญsmo que percibรญa en muchos intelectuales y la propensiรณn a adoptar la ideologรญa como una religiรณn, pero se sentรญa โen un limboโ: tenรญa que haber una โtercera posiciรณnโ alejada de la derecha y de la izquierda, de los sables y de las utopรญas. Un Vargas Llosa nuevo parecรญa estar naciendo en esas pรกginas vehementes:
Creo que en nuestros dรญas, aquรญ en Amรฉrica Latina, aquรญ en nuestro propio paรญs, esta es una funciรณn difรญcil pero imperiosa para todo aquel que, por su oficio mismo, sabe que la libertad es la condiciรณn primera de la existencia: conservar su independencia y recordar al poder a cada instante, y por todos los medios a su alcance, la moral de los lรญmites.
En tรฉrminos estrictamente polรญticos, Vargas Llosa habรญa simpatizado hasta cierto punto con las reformas de Velasco Alvarado en el Perรบ (similares a las de Lรกzaro Cรกrdenas en Mรฉxico) pero no dudรณ en enfrentarse a รฉl cuando el rรฉgimen puso cerco a la prensa y los medios y clausurรณ la revista Caretas, donde publicaba.
En Cuba o en Perรบ, la libertad de expresiรณn era, para Vargas Llosa, la libertad cardinal, y esa convicciรณn absoluta (presente aun en sus tiempos de adhesiรณn a la Revoluciรณn cubana) fue su puerta de entrada al liberalismo mรกs amplio. A fines de 1977 da un paso mรกs: entrevista a Rรณmulo Betancourt y revalora su gobierno democrรกtico. Un aรฑo despuรฉs, su ruptura ideolรณgica con el socialismo es ya definitiva: โEstas utopรญas absolutas โel cristianismo con el pasado, el socialismo en el presenteโ han derramado tanta sangre como la que querรญan lavar. Lo ocurrido con el socialismo es, sin duda, un desengaรฑo que no tiene parangรณn en la historiaโ (en โGanar batallas, no la guerraโ, conferencia leรญda en Lima en octubre de 1978, recogida en Sables y utopรญas). Pero no es muy clara, aรบn, su adhesiรณn al liberalismo:
No se trata de meter a todas las ideologรญas en el mismo canasto. Algunas de ellas, como el liberalismo democrรกtico, han impulsado la libertad y otras, como el fascismo, el nazismo y el marxismo estaliniano, le han hecho retroceder. Pero ninguna ha bastado para seรฑalar de modo inequรญvoco cรณmo erradicar de manera durable la injusticia, que acompaรฑa al ser humano como su sombra desde el despuntar de la historia.
La conversiรณn liberal
Faltaba un paso para volverse liberal. ยฟCuรกndo lo dio? Muchos aรฑos atrรกs, la reapariciรณn del padre lo habรญa arrojado sรบbitamente al infierno de la tiranรญa. Toda su vida habรญa sido un remar contra esa corriente. En 1979, a los 42 aรฑos de edad, otro hecho relacionado con el padre lo precipitarรญa a un replanteamiento definitivo de sus valores. Las agresiones de su padre habรญan cesado tiempo atrรกs โy, aunque procurรฉ siempre mostrarme educado con รฉl, jamรกs le demostrรฉ mรกs cariรฑo del que le tenรญa (es decir, ninguno). El terrible rencor, el odio รญgneo de mi niรฑez hacia รฉl, fueron desapareciendo, a lo largo de los aรฑosโ. Pero el distanciamiento se sostuvo hasta el final, hasta enero de 1979, cuando muriรณ el รบnico tirano al que hubiera querido querer. โMi padre, que estaba almorzando en su casa, habรญa perdido el conocimiento. Llamamos a una ambulancia, y lo llevamos a la Clรญnica Americana, donde llegรณ sin vidaโ (El pez en el agua).
Pocos meses despuรฉs, Vargas Llosa asiste en Lima a un simposio internacional organizado por Hernando de Soto en el que escucha a economistas y pensadores como Friedrich Hayek, Milton Friedman y Jean-Franรงois Revel (cuya obra La tentaciรณn totalitaria lo impresionรณ). Para entonces, habรญa leรญdo los ensayos filosรณficos e histรณricos de Isaiah Berlin sobre los โdos conceptos de la libertadโ y los famosos perfiles de socialistas libertarios como Alexander Herzen en Against the current. Con el tiempo leerรญa a Karl Popper, otro gran clรกsico del pensamiento liberal, en particular La sociedad abierta y sus enemigos. Otro factor importante fue su amistad con Octavio Paz y el seguimiento puntual de la defensa del liberalismo democrรกtico tanto en la obra de Paz como en la revista Vuelta, donde colaboraba con frecuencia. Pero a diferencia de Paz โotro converso del socialismo a la democracia liberalโ su crรญtica al socialismo real no solo fue de orden estรฉtico, ideolรณgico y polรญtico sino tambiรฉn econรณmico. Para abordarla necesitaba una enmienda intelectual y un aprendizaje:
La fascinaciรณn de los intelectuales con el estatismo deriva tanto de su vocaciรณn rentista […] como de su incultura econรณmica. Desde entonces tratรฉ, aunque de manera indisciplinada, de corregir mi ignorancia en ese dominio. En 1980, a raรญz de un fellowship de un aรฑo en The Wilson Center, en Washington, lo hice con mรกs orden y con interรฉs creciente.
Era el umbral de los aรฑos ochenta. Habรญa vivido y superado su Kronstadt, pero no permaneciรณ en el limbo, vacรญo de creencias. Encontrรณ una fe sin grandes promesas ni vuelos utรณpicos, un mรฉtodo de convivencia: el liberalismo democrรกtico. Ese encuentro fue un despertar: le abriรณ horizontes, le dio una nueva y peculiar claridad sobre el carรกcter opresivo de los diversos fanatismos de la identidad (nacional, indรญgena, hispana, religiosa, ideolรณgica, polรญtica) que plagaron el siglo xx y que, con la complicidad de los demagogos y el apoyo de muchos gobiernos, han sacrificado a pueblos e individuos.
La rebeldรญa perpetua
La liberaciรณn potenciรณ su obra, que a partir de entonces adquiriรณ una nueva dimensiรณn: pasรณ de la esfera predominantemente รญntima a la universal. Pero el empeรฑo central fue siempre โexorcizarโ aquellos fantasmas que habรญan sido tambiรฉn suyos y que han impedido el progreso material y moral de su paรญs y de Amรฉrica Latina. Ese impulso vital de libertad frente a los fanatismos dio aliento tolstoiano a esa temprana profecรญa del fundamentalismo moderno que es La guerra del fin del mundo, obra maestra que no solo critica el fanatismo de los milenaristas brasileรฑos sino la insensata respuesta de la Repรบblica. Ese impulso inspirรณ tambiรฉn la caracterizaciรณn trรกgica (y patรฉtica) del redentorismo guerrillero en Historia de Mayta cuyo protagonista es โcomo habรญa sido Vargas Llosaโ un alumno lasallista, y cuyo tema es la guerrilla de corte castrista-guevarista. Su radiografรญa de la guerrilla continuรณ con Lituma en los Andes, donde se adentra en el mundo brutal de Sendero Luminoso. El mismo impulso de libertad presidiรณ, en fin, la rigurosa crรญtica histรณrica y antropolรณgica del indigenismo en La utopรญa arcaica.
Por un momento, la coyuntura histรณrica lo distrajo, con la tentaciรณn de llegar a la presidencia para enfrentar los males atรกvicos de su paรญs. No triunfรณ por varias razones, entre otras por el odio acumulado de los fantasmas colectivos que tuvo que experimentar de manera descarnada. Con su derrota, Perรบ perdiรณ a un posible presidente, pero el idioma espaรฑol y la literatura universal recobraron a un gran novelista. Despuรฉs de saldar cuentas con su propia vida (en muchos sentidos, vida de novela) en El pez en el agua, siguieron varias obras liberadoras: novelas juguetonas, amorosas y malรฉvolas; novelas evocadoras de pintores excรฉntricos y mujeres utopistas; obras de teatro; estudios puntuales sobre sus clรกsicos literarios (Los miserables, Juan Carlos Onetti) y, desde luego, La fiesta del Chivo, novela suprema del dictador latinoamericano. โSi hay algo que yo odio โha dicho Vargas Llosaโ, algo que me repugna profundamente, que me indigna, es la dictadura. No es solamente una convicciรณn polรญtica, un principio moral: es un movimiento de las entraรฑas, una actitud visceral, quizรก porque he padecido muchas dictaduras en mi propio paรญs, quizรก porque desde niรฑo vivรญ en carne propia esa autoridad que se impone con brutalidad.โ Su libro cumpliรณ con el exorcismo mayor: no hay mejor vindicaciรณn literaria de la libertad en nuestro idioma. Plena no solo de indignaciรณn moral, contenida y lรบcida, contra las infinitas posibilidades, personificaciones y aberraciones del mal, la novela es un modelo de elegancia formal. En cada pรกgina el lector encuentra detalles psicolรณgicos โaterradores, convincentesโ que lo conmueven y permanecen para siempre en su memoria.
La rebeldรญa liberal, por su propia naturaleza, no se sacia. Estรก en sus miradas al mundo actual, en los ensayos que brincan de un tema a otro, de un paรญs a otro, y lo llevan a embarcarse en polรฉmicas, a defender causas impopulares, a visitar los sรณtanos de la tierra. Ese compromiso intelectual โparadรณjicamente sartreano, en un sentido que Sartre no vislumbrรณ ni practicรณโ lo ha llevado a presidir una Fundaciรณn Internacional para la Libertad, que ha dado grandes batallas por la democracia latinoamericana.
โ
Hoy Mario Vargas Llosa ha alcanzado el Premio Nobel de Literatura del que era merecedor hace mucho tiempo. En la esfera pรบblica, su opciรณn por la libertad no le dejarรก otro camino que seguir batiรฉndose contra lo que รฉl considera injusto, opresivo, cerrado. En la esfera รญntima, mรกs allรก de la admiraciรณn de millones de lectores, estรก la lealtad de sus amigos y el calor de la familia que ha formado con Patricia Llosa. El hijo de Ernesto Vargas y Dorita Llosa ha revertido su historia, la ha reescrito. Y al hacerlo, ha reconstruido los aรฑos del Edรฉn. Pero ahora el padre no es fantasmal ni lo atormentan โodios รญgneosโ. Es, como el abuelo Pedro, un buen รกrbol bajo cuya sombra crecen hijos y nietos creativos y libres. Es hora, quizรก, de ser feliz. ~
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.