Memorables y el olvido: A.J. Liebling

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Antes que los Tipos Duros y los Nuevos Periodistas, estuvo el regordete A.J. Liebling.

Se le recuerda poco; cuando sรญ se le menta es para asociarlo con sus inconfundibles textos sobre boxeo. The Sweet Science, el libro que los compila, es hondo de miras y generoso de prosa: no escatima detalles ni exige la fidelidad inequรญvoca de la aficiรณn. Es un libro sobre deportes que se sacude sin demasiados aspavientos el mote de “libro de deportes” y logra ser un poco mรกs que eso. Aunque tengo dos copias del mismo libro, ambas subrayadas en frases distintas –casi que si superpusiera ambos ejemplares todo el texto estarรญa resaltado–, no es por su reescritura del boxeo por lo que lo quiero recordar.

Liebling, como muchos en su momento que ahora esperan a tres pasos de los reflectores, fue antes que escritor, un periodista. Fue un reportero de entraรฑas y de entraรฑas, es decir, corresponsal de guerra y columnista de comida, entre otras cosas. Sibarita y aguerrido, observรณ primero. Siempre. Esa proclividad a la observaciรณn fue tan aguda que no solo lo convirtiรณ en uno de los dilectos del pรบblico de la costa este de Estados Unidos y un condecorado por el gobierno francรฉs, sino que le permitiรณ hacer la mรกs temida de las crรญticas: la del oficio propio. Logrรณ, con sus entregas regulares para "Wayward Press", el espacio que el semanario The New Yorker le reservรณ, participar del dificilรญsimo equilibrismo de ser juez y parte. Un vistazo a The Press, el libro en el que antologรณ lo mejor de su faceta como crรญtico de medios deja ver que las mรกs de las veces, no solo no tropezรณ sino que mantuvo la dosis exacta de autocrรญtica y bilis que tales ejercicios precisan.

Quizรก el momento cumbre de su producciรณn como periodista, por lo menos en mi estimaciรณn, sea el libro The Road Back to Paris. Compuesto por textos escritos a diferentes tiempos y en diferentes humores, es su crรณnica de la Segunda Guerra Mundial completa. Los primeros caรฑonazos los recibe en el viejo continente, sufre la incertidumbre de las alarmas antiaรฉreas y teme que el techo del modesto hotel en el que se hospeda colapse. Visita a una pareja de amigos cuyo hijo estรก en el frente. Advierte la confusiรณn y la confianza de los primeros meses. El aburrimiento. Y finalmente tiene que escapar. Con velocidad. Regresa a Estados Unidos y, como dicen que le sucede a los verdaderos periodistas, a los de entraรฑa, la vida diaria lo incomoda. No puede vivir sabiendo que hay una guerra de proporciones monumentales por cubrir. Regresa en cuanto puede. Desembarca en Normandรญa ese dรญa. Y avanza con los aliados hacia la ciudad de la que saliรณ. Flaco favor que le hago: esto, contado asรญ, es cualquier cosa.

Decรญa que Liebling estรก antes que el Nuevo Periodismo y que la รฉpica de los expatriados y los tipos duros. Ese antes es un algo engaรฑoso. No se refiere a un asunto temporal, es decir a menesteres cuantitativos, sino a un asunto de calidad. Digo antes como quien dice, en esencia, en el fondo, en primera instancia. Es un asunto de atributos: antes que los atributos de los Tipos Duros o los Nuevos Periodistas estuvieran perfectamente formados, lo que habรญa era las amplias y esenciales virtudes de un periodista vuelto escritor. Las de Liebling fueron virtudes que lo hicieron fรกcil de olvidar: son demasiado bรกsicas, poco especializadas. Y sin embargo es por ellas que no se le olvida del todo.

– Pablo Duarte

 

 

 

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(ciudad de Mรฉxico, 1980) es ensayista y traductor.


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