Las señales han estado ahí desde hace mucho tiempo, en los periódicos y en los programas de televisión. La gente externa sus quejas, manda cartas, denuncia. El gobierno ha advertido, lanza campañas. Al final todo ha servido de poco: el agua escasea. Los especialistas dan sus veredictos; los pronósticos nos son nada alentadores: en las próximas décadas, la ciudad de México estará atrapada entre un raquítico abasto por habitante y un crecimiento poblacional insostenible. Los reportajes no se han hecho esperar: cada vez son más las comunidades y colonias que padecen de servicio racionado, de largas temporadas sin agua. Las razones, como con todos los grandes problemas, son múltiples: el desperdicio como un hábito, políticas públicas deficientes, infrastructura avejentada, malas estrategias de conservación y un peligroso etcétera. Paradójico que el tema persista, inquietante, incluso mientras la ciudad se inunda.
En el blog de la Redacción nos propusimos enfrentar el tema no desde los manidos análisis ni desde el reportaje ya demasiado visto. Para esta serie, Alberto Chimal explora el tema de la sequía y la desertificación en la ciencia ficción. Bernardo Esquinca, BEF y Alberto Villarreal responden a la pregunta, ¿cómo sería el amanecer después de que se gaste la última gota de agua en la ciudad?, y Cynthia Ramírez, en el blog Otras voces, intercambia puntos de vista sobre el desperdicio y las realidades del abasto de agua con una vendedora de tinas.
– La redacción