En Ecuador pasรณ que un fin de semana de septiembre abriste la web de una cadena de cines para decidirte por una pelรญcula y descubriste, con extraรฑeza, que por primera vez habรญa tres pelรญculas producidas en Ecuador en cartelera al mismo tiempo. Asรญ quedรณ claro: ya no estamos en el punto de la explosiรณn de la filmografรญa nacional. En realidad, hay cierta naturalidad en la experiencia del cine local (en 2010, el nรบmero de filmes estrenados fue de tres. Lo mismo pasรณ en 2011, y el aรฑo pasado llegamos a cinco. Hoy, a tres meses de acabar el 2013, se han estrenado seis filmes, y hay mรกs por venir). Por eso no resulta raro que estas pelรญculas se conviertan en oferta comรบn y cada fin de semana podamos encontrar notas de prensa de los filmes que serรกn estrenados este mes.
Sรญ, hay mรกs pelรญculas. Ya no son esas sorpresas de hace trece o veintitrรฉs aรฑos, como pasรณ con La Tigra, de Camilo Luzuriaga (en 1990, aรฑo en el que con 250 mil espectadores le ganรณ en taquilla al Batman de Tim Burton, en los cines comerciales de Ecuador) o con Ratas, ratones, rateros, de Sebastiรกn Cordero (1999), que quizรก fue la pelรญcula que para una generaciรณn que creciรณ en los ochenta mostrรณ que acรก sรญ se podรญa hacer cine. Ahora Cordero va por su quinta pelรญcula: una producciรณn norteamericana, Europa Report, de ciencia-ficciรณn, con un elenco en el que resaltan Sharlto Copley, Michael Nyqvist y Anamaria Marinca.
No es extraรฑa esa emociรณn de muchos en redes sociales al saber que la pelรญcula Mejor no hablar (de ciertas cosas), de Javier Andrade (2012), ha entrado en la competencia para acceder a una candidatura a la Mejor Pelรญcula Extranjera en la prรณxima ediciรณn de los premios Oscar. (Lo extraรฑo es que algunos de los que han expresado esa alegrรญa sean quienes no pierden tiempo en condenar al sistema de estudios de Hollywood y compararlo con desperdicio orgรกnico.)
Tambiรฉn ha dejado de ser raro que la gente se acerque a las boleterรญas de las salas comerciales y pregunte al boletero: “¿Y esta pelรญcula estรก buena?”, haciendo alusiรณn a alguna producida acรก. Y que reciba de respuesta: “Sรญ, ni parece ecuatoriana.” En ese punto, los espectadores seguimos siendo los mismos.
Durante aรฑos, antes y despuรฉs del estreno de La Tigra, el silencio fue la medida de la realizaciรณn cinematogrรกfica acรก, salvo el trabajo de gente como Pocho รlvarez, desde el documental. El tema es que existiรณ una generaciรณn que prefiriรณ dedicarse a la publicidad y considerรณ que el cine era una utopรญa en este paรญs (incluso ahora, cuando tenemos una canasta bรกsica que no llega a los cuatrocientos dรณlares, se hacen filmes que pueden costar seiscientos mil dรณlares). Pero esa idea, generacionalmente, quedรณ de lado.
Asรญ, con un panorama en el que se estrenarรกn mรกs pelรญculas en lo que queda del aรฑo (por lo menos cuatro mรกs) y en el que ya hay tรญtulos que suenan para el primer trimestre de 2014, existe una familiaridad entre el pรบblico y estas cintas, en medio de algo que todavรญa entra en la categorรญa chauvinista del “apoya lo nuestro porque es nuestro”. Sรญ, aรบn no salimos de ese terreno, pese a todo. Somos esos espectadores bebรฉs que se miran reflejados en un cine y por eso se sienten obligados a apoyarlo, porque de lo contrario no se verรญan a sรญ mismos. Pero con una oferta que crece, lo mejor que se puede esperar es que los espectadores crezcan y vean pelรญculas, ya no espejos.
Desde 2006, cuando se creรณ el Consejo Nacional de Cine (Cncine), el รณrgano estatal regulador de esta prรกctica, la situaciรณn ha ido cambiando. Ya no se trata de producciones que son sacrificios y esfuerzos particulares, ahora se trata de tener un aval y recibir dinero de este consejo, asรญ como de tener el empuje para participar de otros fondos y la base legal para que aparezca una industria. Entre 2007 (aรฑo en el que nacieron los fondos concursables del Cncine) y 2013, se han invertido 4 millones 589 mil dรณlares distribuidos en 248 proyectos. Es poco dinero para hacer pelรญculas, pero al menos este apoyo estatal pesa en negociaciones con el extranjero. Y eso es lo que ha pasado, sobre todo, tenemos pelรญculas que son, en su mayorรญa, coproducciones colombianas y argentinas.
Ahora, cuando se reglamente la Ley de Comunicaciรณn, que se aprobรณ este aรฑo y que obliga a los canales de televisiรณn a financiar dos pelรญculas por aรฑo, de seguro tendremos otro momento de cine y quizรก ya se puedan dejar de lado las intenciones de autor (que es casi la totalidad de todo lo que se produce acรก) y empiece el cine de gรฉnero, que es un tipo de cine que todavรญa nos falta explotar y el que mรกs llena las salas. ¿Por quรฉ? Porque un canal, entre un filme de autor y alguno de comedia, preferirรก financiar el que mรกs espectadores lleve. Y, ahรญ sรญ, la gente no tendrรก dificultad en escoger un filme de horror local frente a algo de Eli Roth, ¿no? ~