Refresh, Refresh (cuento)

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A la salida de la escuela los dos รญbamos al patio de mi casa a pelear. Querรญamos fortalecernos. Asรญ que en el pasto, a la sombra de los pinos y junรญperos, Gordon y yo tirรกbamos las mochilas y colocรกbamos una manguera verde pรกlido con las puntas unidas para formar un cรญrculo. Luego nos quitรกbamos las camisetas, nos ponรญamos los guantes de boxeo dorados y peleรกbamos.

Cada round duraba dos minutos. Si te salรญas del cรญrculo, perdรญas. Si llorabas, perdรญas. Si caรญas al piso o gritabas โ€œbastaโ€, perdรญas. Despuรฉs tomรกbamos coca-colas y fumรกbamos marlboros con el pecho agitado y la cara de distintos tonos negros y rojos y amarillos.

Empezamos a pelear luego de que Seth Johnson โ€“un linebacker sin cuello, con dientes como granos de elote y manos como inmensos filetesโ€“ golpeรณ a Gordon hasta que la cara se le hinchรณ y le quedรณ abierta y amoratada en los bordes. Acabรณ curรกndose, y los rugosos pedazos de costras se fueron cayendo para revelar un rostro diferente del que yo recordaba: mรกs maduro, cuadrado, fiero, con la ceja izquierda partida por una cicatriz blanca y gomosa. Fue idea suya que peleรกramos. Querรญa estar listo. Querรญa lastimar a los que lo habรญan lastimado. Y si caรญa, querรญa caer honorablemente, a lo grande, como estaba seguro de que su padre lo habrรญa hecho. Eso era todo lo que querรญamos: complacer a nuestros padres, hacerlos sentir orgullosos, aunque nos hubieran abandonado.

Esto sucedรญa en Crow, Oregรณn, una ciudad del desierto al pie de las montaรฑas Cascade. En Crow hay mil quinientos habitantes, una heladerรญa Dairy Queen, una gasolinerรญa bp, una tienda Food-4-Less, una planta empacadora de carne, una cancha de futbol americano regada con aguas del canal y el usual surtido de bares e iglesias. Nada nos distingue de Bend o Redmond o La Pine o cualquier otro pueblucho de la carretera 97, salvo que aquรญ estรก el destacamento del segundo batallรณn de la trigรฉsima cuarta divisiรณn de los marines.

Los marines viven en una base de unas veinte hectรกreas situada en las colinas, justo a la salida del pueblo, en un conjunto de casas de un solo piso hechas de bloques de concreto, rodeadas de avenilla y artemisa. A lo largo de mi infancia podรญa oรญr, si me llevaba la mano a la oreja, el mugido de los toros, el balido de las ovejas y la detonaciรณn de los rifles de asalto en la cima de las colinas. Se dice que las caracterรญsticas del campo abierto en Oregรณn son muy parecidas a las de los terrenos montaรฑosos de Afganistรกn y el norte de Iraq.

Nuestros padres โ€“el de Gordon y el mรญoโ€“ eran como los demรกs padres en Crow. Casi todos habรญan sido reclutados como soldados de medio tiempo, como reservistas, con un salario reducido: unos cuantos miles al aรฑo para un soldado raso, y otros cuantos miles para un sargento. Dinero para cerveza, le decรญan, y entrenaban durante dos semanas al aรฑo y un fin de semana al mes. Se ponรญan sus camisolas militares, llenaban sus mochilas y nos daban un beso de despedida, y las puertas del segundo batallรณn se cerraban detrรกs de ellos.

Nuestros padres se perdรญan en las colinas tapizadas de pinos y volvรญan con nosotros el domingo por la noche, con las caras enrojecidas por el sol, los bรญceps temblorosos de cansancio y las manos olorosas a grasa de rifle. Hablaban de ECP[1] y PRP[2] y MEU[3] y WMD[4] y se ponรญan a hacer lagartijas en la sala y en lugar de decir las seis de la tarde decรญan โ€œlas mil ochocientasโ€ y chocaban los cinco y gritaban โ€œSemper fiโ€. Despuรฉs de unos dรญas volvรญan a ser los mismos, los hombres que conocรญamos: padres bebedores de Coors que lanzaban pelotas de beisbol, se rascaban la entrepierna y olรญan a Aqua Velva.

Pero ya no mรกs. En enero el batallรณn entrรณ en activo y en marzo los embarcaron hacia Iraq. Nuestros padres โ€“nuestros entrenadores, nuestros maestros, nuestros barberos, nuestros cocineros, nuestros empleados de gasolinerรญas y los mensajeros de ups y los policรญas y los bomberos y los mecรกnicosโ€“, muchos, muchos de ellos, treparon en camiones escolares verde olivo y pegaron las palmas de las manos en las ventanillas y nos dedicaron las sonrisas mรกs valientes y mรกs llenas de esperanza posibles y desaparecieron. Asรญ nada mรกs.

A veces, por las noches, me subรญa a mi moto todoterreno y corrรญa por las colinas y caรฑones del condado de Deschutes. El motor rugรญa y vibraba entre mis piernas y el viento me envolvรญa como algo vivo, me empujaba, trataba de tirarme de la moto. Un mundo oscuro quedaba atrรกs al meter las velocidades, inclinรกndome en las curvas y acelerando en las rectas โ€“a ciento diez, luego a ciento cuarentaโ€“ y concentrรกndome sรณlo en los veinte metros de carretera que brillaban delante de mรญ.

En la moto podรญa correr y correr y correr, lejos de aquรญ, hacia arriba, mรกs allรก de las Cascades, atravesando el valle de Willamette, hasta llegar al mar, donde los enormes y negros lomos de las ballenas rompรญan cada cierto tiempo la superficie del agua, y todavรญa mรกs lejos, hasta llegar a la lรญnea del horizonte, donde mi padre estarรญa esperando. Inevitablemente, acababa en Hole in the Ground.[5]

Hace muchรญsimo tiempo un meteoro espacial impactรณ ahรญ y dejรณ un crรกter de unos mil quinientos metros de diรกmetro y unos cien metros de profundidad. Durante el invierno el crรกter es visitado por temerarios para deslizarse en trineo, y en el verano por geรณlogos barbudos que se interesan por los fragmentos de metales desperdigados en su fondo. Yo columpiaba los pies al borde del crรกter y me recargaba en los codos y me quedaba mirando el cielo negro sin luna, sรณlo lleno de estrellas y apenas mรกs claro que el ala de un cuervo. Cada cierto tiempo una estrella parecรญa desprenderse, dejando en la noche un rastro luminoso que acababa en un brillante estallido que ardรญa en la nada.

A corta distancia, Crow se veรญa como un resplandor verde grisรกceo recortado en la oscuridad, como un recordatorio de lo cerca del olvido que vivรญamos. Un trozo de hielo espacial o un viento solar pudo haber desviado el curso del meteoro y en vez de caer aquรญ pudo haber aterrizado en el cruce de Main y Farwell. Y no habrรญa Dairy Queen ni prepa municipal ni segundo batallรณn. No hacรญa falta mucha imaginaciรณn para darse cuenta de que algo puede caer del cielo y cambiarlo todo.

Esto era en octubre, cuando Gordon y yo trazรกbamos cรญrculos en el patio, despuรฉs de clases. Nos ponรญamos los guantes de boxeo dorados, agrietados por el uso y con escamas de pintura que se desprendรญan cada vez que chocรกbamos uno contra otro. El pasto reseco crujรญa bajo nuestros tenis y el polvo se levantaba en nubecillas que parecรญan seรฑales de alarma.

Gordon era delgado, casi esquelรฉtico. Los huesos de su clavรญcula sobresalรญan, como si se hubiera tragado un gancho de ropa. Su cabeza era demasiado grande para su cuerpo y sus ojos demasiado grandes para su cara y los jugadores de americano, como Seth Johnson, se la pasaban aventรกndolo contra los botes de basura y le decรญan E.T.

Habรญa tenido un mal dรญa. Y yo podรญa decir por su expresiรณn โ€“los ojos hรบmedos, los labios temblorosos que revelaban por momentos sus dientes de conejoโ€“ que querรญa, necesitaba pegarme. Asรญ que lo dejรฉ. Alcรฉ los guantes a la altura de la cara y peguรฉ los codos a las costillas y Gordon arremetiรณ, lanzando los brazos hacia adelante como resortes. Me quedรฉ quieto para dejar que sus puรฑos me dieran por todos lados, que me arrojara encima el peso de su rabia, hasta que estuvo demasiado cansado para seguir golpeando y yo abrรญ la guardia y lo tirรฉ de un directo a la sien. Se quedรณ tirado en el pasto con una sonrisilla en su cara de E.T. โ€œCarajoโ€, dijo con voz soรฑolienta. Una gota de sangre se acumulรณ en la esquina de su ojo y escurriรณ por la sien hasta su cabello.

 

 

Mi padre usaba botas con puntera de metal, pantalones de mezclilla Carhartt y una camiseta de algรบn lugar que habรญa visitado, quizรก Yellowstone o Seattle. Se veรญa como alguien a quien podรญas ver comprando aceite para el motor en un Bi-Mart. Para esconder su calva se ponรญa una gorra de John Deere que le oscurecรญa el rostro. Sus ojos cafรฉs parpadeaban sobre una nariz considerable, rematada con un bigote entrecano. Al igual que yo, mi padre era bajo y fornido, un bulldog. Su panza era como una bolsa inflada y sus hombros anchos, buenos para cargarme en los desfiles y las ferias cuando era chico. Se reรญa mucho. Le gustaban los programas de concursos. Bebรญa demasiada cerveza y fumaba demasiados cigarros y pasaba demasiado tiempo con sus cuates, pescando, cazando, maldiciendo, lo que probablemente tenรญa que ver con el hecho de que mi madre se habรญa divorciado de รฉl y mudado a Boise con un peluquero y corredor de triatlรณn llamado Chuck.

Al principio, cuando mi papรก acababa de irse, como todos los demรกs padres, me escribรญa por correo electrรณnico cada que podรญa. Me contaba del calor que hacรญa, de los litros de agua que tomaba todos los dรญas, de la arena que se metรญa por todas partes, de cรณmo se baรฑaba con toallitas hรบmedas. Me decรญa que estaba muy, muy seguro. Esto era cuando estaba emplazado en Turquรญa. Luego mandaron a los reservistas a Kirkuk, en donde los rebeldes y las tormentas de arena atacaban casi a diario. Los mensajes llegaban con menor frecuencia. Pasaban semanas de silencio entre cada uno.

A veces en la computadora oprimรญa refresh, refresh, refresh,[6] esperanzado. En octubre me llegรณ un mensaje que decรญa: โ€œHola, Josh. Estoy bien. No te preocupes. Haz la tarea. Te quiero, papรก.โ€ Lo imprimรญ y lo peguรฉ en mi puerta con diรบrex.

Mi padre trabajรณ por veinte aรฑos en Nosler, Inc., la fรกbrica de balas que estรก en las afueras de Bend, y los marines lo entrenaron como tรฉcnico en municiones. A Gordon le gustaba decir que su padre era un sargento de artillerรญa, y lo era, pero todos sabรญamos que tambiรฉn era el encargado del comedor de oficiales, el cocinero, que era como se ganaba la vida en Crow, como parrillero en Hamburger Pattyโ€™s. Sabรญamos cuรกles eran sus puestos pero no, no de verdad, lo que significaban ni lo que hacรญan allรก. Los imaginรกbamos haciendo cosas heroicas: rescatando bebรฉs iraquรญes de cabaรฑas incendiadas, disparando a terroristas suicidas antes de que pudieran detonar una bomba en una calle concurrida de la ciudad. Tomรกbamos informaciรณn de las pelรญculas y de los noticieros de la tele para desarrollar complicados guiones en los que, por ejemplo, al atardecer, mientras escalaban por las montaรฑas del norte de Iraq, rebeldes barbudos emboscaban a nuestros padres con lanzacohetes. Imaginรกbamos su silueta recortada contra una tremenda explosiรณn. Los imaginรกbamos reptando en la arena como lagartijas y disparando sus m-16, y las balas atravesaban la oscuridad como los meteoritos que observaba en mis noches de insomnio.

Cuando Gordon y yo peleรกbamos nos pintรกbamos la cara de negro y verde y cafรฉ con la grasa de camuflaje que nuestros padres dejaron aquรญ. Esta hacรญa que nuestros ojos y dientes se vieran de un blanco deslumbrante. Y se quedaba embarrada en los guantes, como el pasto embarrado y pisoteado bajo nuestros pies, con lo que el cรญrculo quedaba pelรณn, la tierra de un color rojizo, parecido al de las cicatrices. Una vez Gordon me pegรณ en el hombro tan fuerte que no pude levantar el brazo durante una semana. Otra vez le di un codazo en un riรฑรณn y meรณ sangre. Nos golpeรกbamos con tal fuerza y con tanta frecuencia que los guantes dorados se desmoronaban y nuestros nudillos asomaban entre la esponja del relleno, empapada de sudor y sangre, como dientes a travรฉs de un labio partido. Asรญ que compramos otro par y, mientras el clima se enfriaba paulatinamente, peleรกbamos y de nuestras bocas salรญa vapor.

Nuestros padres se habรญan ido, pero todavรญa quedaban hombres en Crow. Viejos, como mi abuelo, con el que vivรญa; hombres que no le debรญan nada a nadie, que habรญan trabajado en su oficio y luchado en sus guerras y ahora se la pasaban en la gasolinerรญa, tomando cafรฉ malo en vasos de unicel, quejรกndose del clima y discutiendo sobre los mejores meses para cosechar alfalfa. Y habรญa hombres inรบtiles. Hombres que rara vez se rasuraban y que veรญan la tele todo el dรญa en calzones alguna vez blancos. Hombres que vivรญan en remolques y que llenaban sus carritos del supermercado con Busch Light, salchichas que no necesitan refrigeraciรณn, galletas Oreo.

Y tambiรฉn habรญa buitres como Dave Lightener, hombres que arrasaban con todo lo que dejaban nuestros padres. Dave Lightener trabajaba como oficial de reclutamiento. Creo que era el รบnico oficial de reclutamiento en la historia que manejaba una Vespa con un imรกn en forma de listรณn que decรญa โ€œApoye a nuestras tropasโ€ en la parte trasera. A veces la veรญamos estacionada afuera de las casas de muchachas cuyos esposos habรญan ido a la guerra. Dave tenรญa grandes orejas y ojos pequeรฑos y llevaba el cabello parado con mucho gel, como estaba de moda. Hablaba mucho y en voz demasiado alta de todos los rebeldes que habรญa baleado cuando estaba de servicio en una unidad de patrullaje en Faluya. Vivรญa con su madre en Crow, pero se la pasaba en Bend y en Redmond merodeando por los estacionamientos de las tiendas Best Buy, Shopko, Kmart, Wal-Mart y del centro comercial Mountain View. Buscaba gente como nosotros, tipos furiosos e insatisfechos y pobres.

Pero Dave Lightener era demasiado listo como para molestarnos. Mientras estaba de servicio se mantenรญa alejado de Crow. Reclutar ahรญ habrรญa sido como cazar furtivamente en las รกreas incendiadas del bosque, donde los venados, con las costillas marcadas y las patas tambaleantes, hurgaban entre las cenizas, buscando algo verde.

No entendรญamos del todo la razรณn por la que nuestros padres combatรญan. Sรณlo sabรญamos que tenรญan que hacerlo. El hecho de que fuera necesario volvรญa irrelevante la razรณn. โ€œEs parte del juegoโ€, decรญa mi abuelo. โ€œAsรญ son las cosas.โ€ Sรณlo podรญamos cruzar los dedos y pedir deseos a las estrellas fugaces y teclear refresh, refresh con la esperanza de que regresaran con nosotros y rezar para no encontrarnos nunca con Dave Lightener en la puerta murmurando la frase โ€œLamento informarles que…โ€.

Una vez mi abuelo nos llevรณ a Gordon y a mรญ al centro comercial Mountain View y allรญ, junto a las puertas de vidrio de la entrada, estaba Dave Lightener. Llevaba su arrugado uniforme militar caqui y estaba hablando con un grupo de adolescentes mexicanos. Se reรญan, negaban con la cabeza y se alejaban de รฉl al tiempo que nosotros entrรกbamos. Llevรกbamos las gorras caladas hasta las orejas y no nos reconociรณ.

โ€“Una pregunta, caballeros โ€“dijo con la voz de los locutores de infomerciales y de los testigos de Jehovรก que van de puerta en puertaโ€“. ยฟQuรฉ tienen planeado hacer con sus vidas?

Gordon se quitรณ la gorra con un ademรกn exagerado, como si fuera parte de un acto de magia y su rostro fuera el truco.

โ€“Yo tengo planeado matar a unos pinches รกrabes locos โ€“dijo con una sonrisa forzadaโ€“. ยฟY tรบ, Josh?

โ€“Sรญ โ€“dijeโ€“. Matar a unos cuantos tipos y luego que me maten a mรญ. โ€“Hice una muecaโ€“. Quรฉ buen plan.

Los labios de Dave Lightener se apretaron en una delgada lรญnea, se irguiรณ y nos preguntรณ quรฉ creรญamos que pensarรญan nuestros padres si pudieran oรญrnos.

โ€“Estรกn allรก lejos, arriesgando la vida, defendiendo nuestra libertad, y ustedes hacen bromas de mal gusto โ€“dijoโ€“. Eso es repugnante.

Lo odiรกbamos por sus manos suaves y su uniforme limpio. Lo odiรกbamos porque mandaba gente a morir. Porque a los veintitrรฉs aรฑos ya habรญa alcanzado un rango mรกs elevado que nuestros padres. Porque se acostaba con las solitarias esposas de los soldados. Y ahora lo odiรกbamos todavรญa mรกs por hacernos sentir avergonzados. Yo querรญa decir algo sarcรกstico pero Gordon fue mรกs rรกpido. Estirรณ la mano hacia รฉl e hizo el gesto de agarrar una botella imaginaria.

โ€“Aquรญ tienes tu jarabe de arce โ€“dijo.

Dave preguntรณ:

โ€“ยฟPara quรฉ?

โ€“Para que me lo eches y me la mames โ€“contestรณ Gordon.

Justo en ese momento un patineto con el pelo verde y un arete en la nariz saliรณ del centro comercial, con una bolsa de dvd en la mano, y Dave Lightener se olvidรณ de nosotros.

โ€“Oye, amigo โ€“lo llamรณโ€“. Una pregunta: ยฟte gustan las pelรญculas de guerra?

En noviembre nos metimos con las motos todoterreno en lo mรกs hondo del bosque para cazar. La luz del sol atravesaba los altos pinos y los macizos de abedules y formaba charcos en los senderos forestales que iban mรกs allรก de las laderas de las colinas, llenos de arรกndanos, y en las morrenas, donde los coyotes salรญan corriendo para escapar de nosotros y resbalaban, desatando pequeรฑas avalanchas de piedras sueltas. No habรญa llovido en casi un mes, asรญ que la avenilla y la pata de gallina y las agujas de pino habรญan perdido su color y, secas y amarillas como pelo de elote, crujรญan bajo mis botas cuando el sendero que seguรญamos se perdรญa en la nada y yo bajaba de la moto. En esa seca quietud parecรญa que podรญamos oรญr a cada ardilla en media hectรกrea a la redonda, pelando piรฑones, y cuando la brisa se volvรญa un viento frรญo todo el bosque se transformaba en un gigantesco murmullo.

Plantamos nuestra tienda de campaรฑa y nuestras bolsas de dormir cerca de una gruta de piedra basรกltica, de la que brotaba un arroyo, y Gordon dijo โ€œยกA la carga!โ€, sosteniendo el rifle en diagonal sobre el pecho, como un soldado. Tambiรฉn estaba vestido como soldado, con la enorme camisola militar de su padre, en vez del traje anaranjado fosforescente que marca el reglamento. A unos quince metros de distancia nos abrimos paso, bajando por la colina, por un matorral de arรกndanos, hasta un claro lleno de tocones, cuidando de no hacer demasiado ruido o resbalar en las agujas de pino que alfombraban la tierra.

Una ardilla ocupada en hurgar en una piรฑa de pino chillรณ de sorpresa cuando un halcรณn peregrino bajรณ en picada y la aferrรณ entre las garras, transportรกndola entre los รกrboles hacia algรบn escondite. Sus alas no produjeron ningรบn sonido y tampoco lo hizo el cazador vestido de anaranjado que apareciรณ en otro claro, varios cientos metros mรกs abajo que nosotros.

Gordon hizo una especie de ademรกn en clave, tipo SWAT,[7] para indicarme, creo, que me quedara pecho a tierra, y avancรฉ con todo cuidado hacia รฉl. Desde detrรกs de una gran roca erosionada enfocamos con las miras telescรณpicas al cazador, que parecรญa, con su chaleco y su gorra con orejeras, una monstruosa calabaza de Castilla. โ€œEse cabrรณnโ€, dijo Gordon con un furioso susurro. El cazador era Seth Johnson. Llevaba el rifle colgado a la espalda y sus labios se movรญan; estaba hablando con alguien. En la orilla del prado se reuniรณ con cuatro miembros del equipo de americano de la universidad, quienes, sentados en troncos alrededor de una fogata humeante, movรญan los brazos como palas mecรกnicas para llevarse las cervezas a la boca.

Apartรฉ el ojo de la mira y vi a Gordon con el dedo en el gatillo de su 30.06. Le dije que no hiciera estupideces y separรณ su dedo del gatillo y esbozรณ una sonrisa culpable y dijo que solamente querรญa saber lo que se sentรญa tener ese poder sobre alguien. Luego se pasรณ el รญndice por la cicatriz que dividรญa su ceja.

โ€“Vamos a joderles un poco.

Neguรฉ con la cabeza.

Gordon insistiรณ.

โ€“Nomรกs un poco. Les damos un susto.

โ€“Estรกn armados โ€“dije.

Y รฉl replicรณ:

โ€“Pues regresamos en la noche.

Mรกs tarde, luego de una merienda de carne seca y nueces y Gatorade, me topรฉ con un ciervo que mordisqueaba unas matas de zacatรณn y apoyรฉ mi rifle en un tocรณn y disparรฉ, y รฉl trastabillรณ y cayรณ hacia atrรกs, con una marca de sangre creciรฉndole detrรกs del hombro, cerca de donde estaba oculto su corazรณn. Gordon llegรณ corriendo y nos quedamos viendo al venado, fumando unos cigarros, mientras la espesa sangre arterial se escurrรญa por su hocico. Luego sacamos los cuchillos y nos pusimos a trabajar. Cortรฉ alrededor del ano, desprendiendo el pene y los testรญculos, y luego deslicรฉ el filo a lo largo del vientre, abriendo el cuero para revelar una carne de un rosa delicado y unas tripas verdosas en las que hundimos las manos.

La sangre humeaba en el aire helado de la montaรฑa, y cuando acabamos โ€“de desollarlo y de cortar los ligamentos y de separar el espinazo y de deshuesar sus hombros y sus caderas, su pescuezo y sus costillas, para hacer chuletas, lomos, bistรฉs, y de descuartizarlo para acomodar la carne en nuestras mochilas con forro aislanteโ€“ Gordon tomรณ la cabeza del venado por las astas y la sostuvo frente a la suya. La sangre que goteaba del pescuezo cayรณ tamborileando en la tierra, y en la media luz de la tarde Gordon se puso a bailar, doblando las rodillas y estampando los pies contra el suelo.

โ€“Creo que tengo una idea โ€“dijo, y fingiรณ embestirme con las astas. Lo rechacรฉ y me dijoโ€“: No te me achiques, Josh.

Yo estaba agotado y hedรญa a sangre, pero pude percibir su sed de venganza.

โ€“Nada mรกs un susto, ยฟde acuerdo, Gordon? โ€“dije.

โ€“Sรญ.

Transportamos la carne a nuestro campamento y Gordon se trajo el cuero del venado. Cortรณ un agujero a la mitad y pasรณ por ahรญ la cabeza, de modo que el cuero le quedรณ colgando como una capa peluda, y luego lo ayudรฉ a embarrarse de lodo y sangre la cara. Despuรฉs, con su Leatherman, serruchรณ las astas y blandiรณ una en cada mano, hendiendo el aire como si fueran garras.

Habรญa anochecido y la luna estaba suspendida sobre las Cascades, alumbrando con su luz grisรกcea nuestro camino, mientras nos abrรญamos paso entre los รกrboles e imaginรกbamos que estรกbamos en territorio enemigo, con cables de trampa y torres de vigilancia y perros que gruรฑen por todas partes. Protegidos por la gran roca que daba a su campamento, los observamos intercambiar historias de cacerรญa y bromas sobre las grandes nalgas y tetas de Jessica Robertson y rolar una botella de gรผisqui y beber hasta que no pudieron mรกs y finalmente mear en la fogata para apagarla. Una vez que se metieron a sus tiendas esperamos una hora mรกs para bajar por la colina, con tal precauciรณn que nos tomรณ otra hora llegar hasta ellos. En alguna parte un bรบho ululรณ, y el sonido apenas se distinguiรณ por sobre el coro de ronquidos que salรญa de las tiendas. El Bronco de Seth estaba estacionado a un lado โ€“la placa decรญa SMANโ€“ y todos sus rifles estaban en la cabina. Los tomรฉ y me los colguรฉ al hombro, luego le di unos navajazos a las llantas.

Todavรญa empuรฑaba mi navaja cuando llegamos a la tienda de Seth, y en cuanto una nube se deslizรณ delante de la luna y dejรณ el prado en completa oscuridad le di un rรกpido tajo al nailon de la tienda, a travรฉs del cual Gordon se metiรณ, con las astas garras en las manos. No se veรญa nada mรกs que sombras, pero oรญ a Seth chillando como una rata cuando Gordon arremetiรณ contra รฉl con las astas, aullando y siseando como una criatura de las cavernas hambrienta de carne humana. En el momento en que empezaron a escucharse voces confusas en las tiendas vecinas Gordon saliรณ con una horrible sonrisa y lo seguรญ en su ascensiรณn por la colina a travรฉs del sotobosque, mientras dejรกbamos a Seth intentando explicarse la pesadilla que se habรญa cernido sobre รฉl de repente.

Llegรณ el invierno. Empezรณ a nevar, y nos pusimos los trajes tรฉrmicos y colocamos las llantas para nieve en las motos todoterreno y nos fuimos a Hole in the Ground, con los trineos a remolque. El ruido de los motores llenaba el blanco silencio de la tarde. Las llantas traseras levantaban penachos de polvo y derrapaban en las curvas cerradas, dejรกndonos tirados en medio de la carretera, sangrando, muertos de risa, sin miedo.

Antes, al mediodรญa, habรญamos frito medio kilo de tocino en una barrita de mantequilla. Usamos la grasa, que al enfriarse se endureciรณ en un charco de cera blanca, para lubricar los patines y el fondo de los trineos. Lo que buscรกbamos en Hole in the Ground era velocidad. Bajamos por la parte mรกs empinada del crรกter hasta su fondo, a unos cien metros por debajo de nosotros. รbamos uno detrรกs del otro, alisando la nieve para crear una rampa, azulosa y sin fricciรณn, que nos permitiera deslizarnos a una velocidad equivalente a la de la caรญda libre. Con los ojos vidriosos por la escarcha, el zumbido del viento en las orejas y el estรณmago hecho un nudo, nos deslizamos hacia abajo y nos sentimos como si tuviรฉramos cinco aรฑos otra vez; y luego comenzamos la lenta subida de regreso y nos sentimos cincuentones.

Llevรกbamos crampones en las botas y ascendimos en zigzag, trazando curvas pronunciadas. Nos tomรณ cerca de una hora. El cielo comenzaba a verse morado al atardecer cuando llegamos de nuevo al borde del crรกter, sudando nuestros trajes tรฉrmicos y admirando la vista a travรฉs del vapor de nuestro aliento. Gordon formรณ una bola de nieve. โ€œMรกs te vale no aventรกrmelaโ€, le dije. Hizo ademรกn de lanzarla amenazadoramente y sonriรณ, luego se arrodillรณ para hacer crecer la bola. Le aรฑadiรณ nieve hasta que tuvo la talla de un adulto en posiciรณn fetal. Tomo de la caja de su moto el pedazo de manguera que usaba para robar gasolina de coches caros, la insertรณ en su tanque y chupรณ hasta que el combustible fluyรณ.

Empapรณ la gigante bola de nieve como si quisiera que retoรฑara. Esta no se deshizo, pues la habรญa compactado muy bien, pero se llenรณ de canales y se oscureciรณ, y cuando Gordon sacรณ su Zippo y lo encendiรณ y lo acercรณ a la bola, los vapores de la gasolina se encendieron y todo hizo erupciรณn con un ruido ahogado que me hizo retroceder unos pasos.

Gordon corriรณ y pateรณ la bola de fuego y la mandรณ rodando y dando tumbos hacia el fondo del crรกter, por nuestra rampa, como un meteoro, y por donde pasaba, la nieve se derretรญa en un instante y volvรญa a congelarse un momento despuรฉs, creando una tersa cinta azul. Cuando nos lanzamos por la rampa, cogimos tal velocidad que nos quedamos con la mente en blanco y sentimos que volรกbamos y caรญamos a la vez.

En las noticias los rebeldes iraquรญes disparaban sus rifles de asalto. En las noticias un carro bomba estallรณ en un retรฉn de Bagdad e hiriรณ a siete soldados estadounidenses. En las noticias el presidente dijo que no creรญa prudente fijar una fecha para la retirada de las tropas. Revisรฉ mi buzรณn de correo electrรณnico y no habรญa llegado nada mรกs que spam.

Gordon y yo peleรกbamos en la nieve con botas de nieve. Nos golpeรกbamos tanto que nuestras heridas nunca acababan de cerrarse y nuestros rostros se veรญan siempre deteriorados. Andรกbamos con las muรฑecas hinchadas, las rodillas adoloridas, las articulaciones llenas de pequeรฑos y secos aguijones. Peleamos hasta que nos doliรณ demasiado, y en vez de pelear nos dedicamos a beber. Los fines de semana รญbamos en moto a Bend, a unos treinta kilรณmetros de distancia, y comprรกbamos cerveza y la llevรกbamos a Hole in the Ground y allรญ bebรญa-mos hasta que el sol aparecรญa como una lรญnea brillante en el horizonte e iluminaba el pรกramo cubierto de nieve. Nadie nos pedรญa identificaciones, y cuando empuรฑรกbamos las botellas vacรญas y nos veรญamos reflejados en ellas, distorsionados y fantasmales, sabรญamos por quรฉ. Y no estรกbamos solos. Bajo los ojos de los muchachos y muchachas y esposas de Crow empezaron a crecer ojeras amoratadas, iban encorvados, con arrugas alrededor de la boca como parรฉntesis.

Nuestros padres nos perseguรญan. Estaban en todas partes: en la tienda de abarrotes, cuando veรญamos una caja de treinta cervezas en rebaja, a diez dรณlares; en la autopista, cuando rebasรกbamos una Dodge descompuesta y levantada con un gato, con una docena de pacas de heno apiladas en la caja; en el cielo, cuando un jet pasaba rugiendo, haciรฉndonos pensar en lugares lejanos. Y ahora, a medida que nuestros cuerpos se volvรญan mรกs musculosos y evitรกbamos rasurarnos y nos dejรกbamos crecer ralas barbas, los veรญamos incluso en el espejo. Empezamos a vernos como ellos. Nuestros padres, que nos habรญan sido arrebatados, estaban en todos lados, nos salรญan al paso, nos aprisionaban.

El padre de Seth Johnson era un sargento del estado mayor. Como su hijo, era un hombre alto, pero no lo suficiente. Justo antes de Navidad pisรณ una bomba de dispersiรณn. Un aviรณn militar estadounidense la habรญa lanzado, la arena la ocultรณ y, al poner su bota sobre ella, estallรณ en pedazos. Cuando Dave Lightener llegรณ al porche de su casa con una banda negra en el brazo y una expresiรณn sombrรญa, la seรฑora Johnson, que estaba cocinando un jamรณn glaseado con miel, se desmayรณ y cayรณ al piso de la cocina. Seth abriรณ la puerta y le dio un puรฑetazo en la cara a Dave, fracturรกndole la nariz antes de que pudiera pronunciar las palabras โ€œLamento informarles que…โ€.

Al escuchar lo que habรญa pasado nos sentimos mal por diez segundos. Luego nos sentimos bien porque habรญa sido su padre y no los nuestros. Y luego volvimos a sentirnos mal y en la vรญspera de la Nochebuena fuimos a casa de Seth y dejamos en la entrada los rifles que nos habรญamos robado y un paquete de seis Coors, y, cuando ya nos รญbamos, Gordon sacรณ su cartera del bolsillo trasero del pantalรณn y puso debajo de las cervezas todo el dinero que llevaba: unos cuantos billetes de cinco y de un dรณlar. โ€œPinche Navidadโ€, dijo.

Recobramos brรญos y fuimos a los bares โ€“The Golden Nugget, The Weary Traveler, The Pine Tavernโ€“, donde bailamos con mujeres mayores que usaban sombra de ojos morada y grandes arracadas centelleantes y sostenes con relleno y zapatos altos que taconeaban ruidosamente. Les dijimos que รฉramos marines de regreso de un semestre de servicio y nos dijeron โ€œยฟEn serio?โ€ y contestamos โ€œDe verasโ€, y cuando nos preguntaron nuestros nombres dimos los de nuestros padres. Luego les invitamos unas copas y las bebieron a grandes tragos y nos echaron su aliento cรกlido en la cara y pegamos la boca a sus labios, que sabรญan a cigarros mentolados, a detergente quemado. Y luego fuimos a sus casas, a sus remolques, a sus camas de agua, donde nos las cogimos en medio de sus muรฑecos de peluche.

 

 

Media tarde y ya estรกbamos en completa oscuridad. De camino a The Weary Traveler pasamos por mi casa para birlarle un dinero a mi abuelo, sรณlo para encontrar a Dave Lightener esperรกndonos. Seguramente acababa de llegar โ€“iba a la mitad de los escalones del porcheโ€“ cuando nuestros faros dirigieron un anรฉmico halo de luz sobre รฉl y volteรณ a vernos con la cara arrugada, como si tratara de identificarnos. Llevaba la banda negra en el brazo y una fรฉrula blanca en la nariz.

No apagamos los motores. Nos quedamos afuera, en la cochera, sin hacer nada, con el humo del escape de las motos y el vapor de nuestro aliento nublando el aire. Por encima de nosotros una estrella atravesรณ el cielo iluminado por la luna, vagamente brillante, como cuando se enciende la luz en una habitaciรณn durante el dรญa. Entonces Dave descendiรณ los escalones y bajamos de las motos para ir a su encuentro. Antes de que pudiera abrir la boca mi puรฑo se incrustรณ en su diafragma, dejรกndolo sin aliento. Parecรญa un actor al que le hubieran disparado en una pelรญcula de vaqueros, agarrรกndose el vientre con las dos manos, doblรกndose hacia adelante, haciendo de su cara un buen blanco para la rodilla de Gordon. Se oyรณ un tronido y Dave cayรณ de espaldas, con sangre que brotaba de su nariz, de nuevo rota.

Alzรณ las manos para protegerse y las quitamos de ahรญ a golpes. Le di uno, dos puรฑetazos en las costillas, mientras Gordon lo pateaba en la espalda y el estรณmago y luego lo rodeamos mientras tomรกbamos aire y รฉl trataba de pararse. Cuando logrรณ ponerse de pie se limpiรณ la cara con la mano y la sangre goteรณ de sus dedos. Avancรฉ y empecรฉ a darle rondas de derechazos e izquierdazos y mis puรฑos chocaban con su cabeza, que ya no se sostenรญa erguida. Cayรณ de nuevo, un costal ensangrentado.

Con la mirada extraviada, trataba de enfocar los cuerpos animales que se le venรญan encima. Abriรณ la boca para hablar y, seรฑalรกndolo, dije con tanto odio en la voz como para romperle la crisma:

โ€“No digas ni una palabra. No te atrevas. Ni una.

Cerrรณ la boca y tratรณ de alejarse a rastras. Le encajรฉ la bota en la parte trasera del crรกneo y mantuve su cara enterrada en el suelo, de modo que cuando alzรณ la cabeza la nieve conservaba una impresiรณn roja de sus rasgos. Gordon entrรณ a la cochera y regresรณ con un rollo de cinta canela, y lo obligamos a quedarse boca abajo mientras lo amarrรกbamos de pies y manos y lo colocamos sobre un trineo y lo sujetamos a รฉl con muchas vueltas de la cinta; luego atamos el trineo a la defensa trasera de la moto de Gordon y nos lanzamos a toda velocidad a Hole in the Ground.

La luna ya habรญa bajado y la nieve brillaba con una luz azul claro mientras nos fumรกbamos unos cigarros, mirando hacia el fondo del crรกter, con Dave a nuestros pies. Habรญa algo infantil en la manera en que el aliento salรญa de nuestras bocas, en forma de nubecitas. Como si estuviรฉramos imitando un tren de juguete. Y por un momento, nada mรกs un momento, volvimos a ser niรฑos. Sรณlo un par de niรฑos tontos. Gordon debiรณ sentirlo tambiรฉn porque dijo:

โ€“Mi mamรก ni siquiera me dejaba usar pistolas de juguete cuando era chico. โ€“Y suspirรณ hondamente, como si no pudiera entender cรณmo รฉl, cรณmo nosotros, habรญamos acabado ahรญ.

Y entonces, con una sacudida repentina, Dave empezรณ a luchar por zafarse y a gritarnos con voz ahogada, y la cara se me endureciรณ de ira. Le puse las manos encima y lo empujรฉ lentamente hasta el borde del crรกter, y se quedรณ callado. Por un momento me olvidรฉ de mรญ mismo, con la vista fija en ese oscuro vacรญo. Era hermoso y aterrador.

โ€“Podrรญa tirarte por aquรญ, ahorita mismo โ€“dijeโ€“. Y si lo hiciera, morirรญas.

โ€“Por favor, no lo hagas โ€“suplicรณ con la voz quebrada. Empezรณ a llorarโ€“. Carajo. No. No, por favor.

Escuchar sus estremecidos sollozos no me trajo la satisfacciรณn que esperaba. Si acaso, me sentรญ igual que aquel dรญa, hace tanto tiempo, cuando nos burlamos de รฉl en el estacionamiento del centro comercial: avergonzado, falso.

โ€“ยฟListo? โ€“exclamรฉโ€“. ยกA la una! โ€“Y lo movรญ un poco mรกs cerca del bordeโ€“. ยกA las dos! โ€“Lo empujรฉ unos centรญmetros mรกs y al hacerlo me sentรญ pesado, rรญgido, a la vez salvaje y agotado, como si mi cuerpo envejeciera otros veinte, treinta, cuarenta aรฑos de golpe. Cuando finalmente dije โ€œA las tresโ€ mi voz era apenas un murmullo.

Dejamos ahรญ a Dave, sollozando justo al borde del crรกter. Subimos a las motos y nos fuimos a Bend y condujimos tan rรกpido que me imaginรฉ en llamas, como un meteoro, ardiendo de repente, aullando mientras mi propio calor me consumรญa, de camino a la oficina de reclutamiento de los marines, donde por fin responderรญamos a la feroz alarma de la guerra y pondrรญamos nuestras plumas sobre el papel y harรญamos sentir orgullosos a nuestros padres. ~



Traducciรณn de Una Pรฉrez Ruiz




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1 Siglas de Electronic Combat Pilot (piloto electrรณnico de combate).

2 Siglas de Personnel Reliability Program (programa de confiabilidad del personal).

3 Siglas de Marine Expeditionary Unit (unidad de expediciรณn de marines, habilitada para operaciones especiales).

4 Siglas de Weapons of Mass Destruction (armas de destrucciรณn masiva).

5 Agujero en la tierra, literalmente. Se trata de un crรกter prehistรณrico localizado en la cuenca de Fort Rock, en la meseta central de Oregรณn.

6 Para actualizar el contenido de la pantalla.

7 Siglas de Special Weapons and Tactics Team (equipo de tรกcticas y armas especiales).



 

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