me enseñó a sostener un hacha,
pero nunca me dijo cómo se tira un árbol.
Es la noche del 28 de agosto de 1843;
Richard Dadd y su padre caminan por Cobham Park,
Richard mira los olmos
como si Dios le hablara a través de ellos.
Mi padre acostumbraba reclamarme:
“¡qué demonios tienes en la cabeza!”
La respuesta es sencilla: tengo un bosque
y hablar sobre mi padre
es entrar a ese bosque para nunca salir.
En Cobham Park el verano
hace brotar el sudor por la frente de Dadd
mientras contempla el cadáver de su padre.
Mi padre me reprochaba:
“¡si pudiera saber qué estás pensando!”
Suelo hablar de mi padre como si hubiera muerto.
Mi padre y el cigarro;
su tumor prometido en la garganta
es un ruido de hachas dentro de mi cabeza.
Richard Dadd terminó de pintar su obra maestra,
recluido en el Hospital de Bethlem,
veintiún años después de matar a su padre.
El cuadro: una corte de hadas que espera
la caída del hacha del leñador.
Hablar sobre mi padre es esperar su muerte;
nada me asusta más
y de nada me siento así de responsable.
Mi padre nunca me contó cuentos de hadas
antes de irme a dormir.
Apostaría a que el padre de Dadd sí lo hizo.
Dios es un hacha a la mitad del rostro.
Cuando muera mi padre, Dios y yo,
[el bosque y el hacha
dejaremos caer sobre su cráneo
la palabra final, el golpe maestro.
Cuando muera mi padre,
volverá a levantarme entre sus brazos
como cuando fuimos un niño sobre un olmo.
¿Qué tengo en la cabeza?, ¿en qué demonios pienso?
La respuesta es sencilla:
llevo años esperando, con el miedo más hondo,
a que ese árbol se caiga. ~
El doctor Alexander Sutherland, del St Luke’s Hospital for Lunatics, motivó a la familia de Richard Dadd a hospitalizarlo por considerarlo peligroso. Es probable que, indignado por este diagnóstico, Dadd pidiera ver a su padre para “aliviar sus pensamientos” y realizar con él un pequeño viaje a la localidad de Cobham, a medio camino entre Chatham y Gravesend. Su padre aceptó la invitación. La tragedia ocurrió la noche de un lunes de agosto, cuando, después de instalarse en una pequeña posada, Dadd pidió a su padre que dieran un paseo por los alrededores de Cobham Park. Mientras caminaban uno al lado del otro, Dadd arremetió contra su padre y lo apuñaló en el costado izquierdo. Meses más tarde, al describir el parricidio, Dadd dijo que fue impulsado a matar a su padre –si es que en verdad era su padre– obedeciendo a las voces con las que los dioses hablan a los espíritus superiores. Después de asesinarlo, Dadd le dijo al cadáver de su padre: “Ve y dile al gran Osiris que he cumplido la obra que ha de ponerte en libertad.” Esto asegura el libro Richard Dadd: The artist and the asylum, de Nicholas Tromans, profesor de Kingston University.
(Ciudad de México, 1985) es poeta. Su libro más reciente es Me llamo Hokusai