María de la Concepción Isabel Francisca Leonor Emilia Lozano Delgado, primera de los seis tíos que por línea materna tuvo Octavio Paz, nació el 6 de enero de 1894 en la capital del país y fue bautizada el 28 de febrero en el Sagrario Metropolitano.
La presencia de su familia era habitual en la zona de Mixcoac, por lo que convivió con los Paz desde principios del siglo pasado. No hay registros que indiquen la clase de estudios que recibió, sin embargo, desde pequeña mostró talento para la actuación. El 27 de septiembre de 1909, en lo que sería su presentación ante la sociedad porfirista, La Patria la ubicó entre los asistentes a una fiesta en compañía de su madre y su hermana mayor Josefa. Días más tarde, la prensa informó que formaría parte del reparto en tres obras de teatro. Después de las representaciones, una reseña destacó su participación:
Fue sumamente aplaudida la simpática señorita Conchita Lozano, pues representó su papel con una gracia tal, que hizo desbordar a la concurrencia en frenéticos aplausos de entusiasmo. Fue llamada a escena un sinnúmero de veces al terminar la función, como se ha hecho con las grandes divas: la Reiter, Mariani, Tina di Lorenzo. Fue ovacionada a la salida del teatro y con mucha justicia, pues tiene verdaderas aptitudes para las tablas y esa noche lo reveló con el talento con que interpretó su papel con los tamaños para ser una artista.
Para mayo de 1911 se sumó a los esfuerzos de la Cruz Blanca Neutral, institución en la que colaboró en compañía de Amalia Paz y Rosa Haro Paz. Aún conservaba su afición por el teatro, pues actuó en diferentes puestas con el fin de ayudar a la recaudación de fondos.
El trato con los Paz se haría mucho más estrecho a raíz de la boda de Josefa con Octavio Paz Solórzano el 27 de diciembre de ese año. Desde entonces su vida social fue más activa. Se inscribió al Club Unión, un centro de eventos sociales que aspiraba a convertirse en el punto de reunión de todas las familias acomodadas del lugar.
Casi tres años después, el agonizante periódico de la familia Paz reportó que “en una de estas noches se firmará el contrato civil a efecto de que la ceremonia religiosa correspondiente, tenga lugar […] en la Parroquia de Mixcoac para unirse en matrimonio la señorita Concepción Lozano con el caballero Alfonso Camino […] [Esta] señorita tiene parentesco político con el Lic. Ireneo Paz, Director de 'La Patria'”.
Con la asistencia de los Paz Solórzano, el 24 de febrero de 1914 Concepción contrajo matrimonio con el inmigrante cubano Alfonso Camino Veyra (1885-1972). Fijaron su residencia en la misma zona y procrearon a Alfonso (1914-1990) y a Emilio (1915-1994) quienes, con Guillermo Haro, formaron parte fundamental de la infancia de Octavio Paz. Fue el propio Guillermo quien comentó: “Con la entrada a la secundaria, empezaron a espaciarse los encuentros entre los primos. [Nos veíamos] los fines de semana: los sábados para hacer una fiesta con los amigos y las amigas, y los domingos para jugar basquetbol en el Parque Murillo de Mixcoac”.
La impronta que sus primos dejaron en la memoria del poeta asomó, en 1974, cuando escribió “Pasado en claro”:
El universo habla solo
pero los hombres hablan con los hombres:
hay historia. Guillermo, Alfonso, Emilio:
el corral de los juegos era historia
y era historia jugar a morir juntos.
La polvareda, el grito, la caída:
algarabía, no discurso.
Para 1916, diversos registros migratorios ubican a Concepción en los Estados Unidos, por lo que es probable que auxiliara a su hermana Josefa en el misterioso periodo en que, en unión de su hijo “Tavo”, permaneció en el vecino país para acompañar a su esposo zapatista.
En la década siguiente, la vida comunitaria que envolvía a los Lozano facilitó que entre Paz y la familia de Concepción se mantuviera la cercanía, misma que se fue diluyendo cuando el poeta entró a la Universidad y cambió su residencia al centro de la ciudad. Pese a ello, acudió como testigo a la boda de Alfonso con María Luisa Chaho Romero, que se llevó a cabo el 26 de mayo de 1937, apenas un día después de la suya con Elena Garro, quizá hasta compartieron festejo.
Ya en 1944, cuando Paz se encontraba en California, le pidió a Concepción que cobrara a su nombre lo que se le debía por sus últimas actividades en México, pues el dinero que recibía por parte del Consulado apenas le alcanzaba para sobrevivir. El trabajo no fue nada sencillo ya que, según le escribió a Jorge González Durán, su tía se enredó “en el laberinto de la burocracia”.
De acuerdo con sus nietos Silvia y Alfonso Camino Chaho, Concepción siempre fue una persona alegre, que gustaba del baile y era fiel a su ascendencia andaluza. Al paso de los años, siguió siendo uno de los principales apoyos de Josefa.
En virtud de su vecindad, eran constantes las visitas a la casa de la “Tía Pepa”, en la calle de Denver. De acuerdo con Silvia, se trataba de una residencia con una amplia estancia que servía como recepción y que tenía un anexo que semejaba una construcción independiente, donde se resguardaba la biblioteca. Alfonso añade el placer con que la visitaba, buscando cualquier excusa para hojear, entre tantos, los libros que habían pertenecido a Ireneo Paz.
Concepción Lozano falleció, a causa de complicaciones gástricas, el 29 de abril de 1968 a los 74 años. Fue inhumada en el Panteón Español. A mediados de los setenta, Silvia buscó a su tío Octavio para convidarlo a su boda. Él la recibió en su departamento de Río Guadalquivir, platicó con ella, guardó la invitación pero no pudo presentarse. No volvieron a encontrarse después de aquel día. Tanto ella como su hermano Alfonso ignoran cuál fue el destino de la biblioteca de la casa de Denver, la cual forma parte de la memoria que vincula a las familias Paz y Lozano.
Nació en ciudad de México. Estudió la licenciatura en Derecho, es profesor universitario e investigador.