Un amante de la vida

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Curioso humanitarismo patriótico, curiosa defensa de la vida proclamados por quienes claman contra la pena de muerte aplicada en Texas contra un violador y asesino confeso, a quien parece que lo inocentaría el hecho de ser mexicano, un enternecedor compatriota aunque algo bestia. Como complemento al oportuno diálogo entre pros y contras respecto a esa pena de muerte, publicado por Sheridan en su blog, cito las siguientes líneas de un texto de Ciro Gómez Leyva publicado en Milenio Diario del 7 de agosto de 2008.

“un extracto del testimonio de los familiares de las dos niñas (Jennifer Ertman y Elizabeth Peña, 14 y 16 años) violadas y asesinadas en 1993 por ese señor Medellín y tres compañeros (Cantú, Pérez, O’Brien) de una banda conocida como Blancos y negros:

“Las violaron repetidamente durante más de una hora y se vanagloriaron de arrancarles sangre virgen (…) Después de violarlas empezaron a ahorcar a Jennifer con su propio cinturón. Cuando Medellín decía “la puta no se muere”, el cinturón con el que trataban de ahogarla, del cual jalaba un joven de cada lado, se rompió. Por eso tuvieron que ahorcarla con sus propias manos. Después saltaron encima de ella y le rompieron las costillas, querían asegurarse que estuviera muerta. Elizabeth, severamente golpeada, les suplicó que la dejaran ir. Les prometió que se dejaría violar…”.

Tierno, el “compatriota” asesino, un verdadero mártir del “amor a la vida”, ¿verdad?

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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