En su corta pero intensa historia, los blogs han sido acusados de ser el medio ambiente propicio para la propagación de la envidia, el insulto gratuito, la mentira o, sin más ambages, la estupidez. Puede ser. Dada su inmensidad pareciera caber todo en el mundo de las diarios o bitácoras virtuales. Pero ocurre que criticar –o directamente atacar o demonizar— a la blogosfera en general supone un ejercicio de miras tan cortas como vilipendiar al mundo editorial entero por la publicación de unos cuantos libros o incluso un sello entero considerados insultantes o estúpidos.
Dicha esta obviedad, a mí me interesa hablar de un puñado de blogs, un “género” si queremos así llamarlo, que es todo lo contrario de lo que atacan quienes atacan a los blogs. Los blogs a los que me he hecho adicto, los blogs que más visito y más leo últimamente, son, para mí, un ejemplo de la tantas veces oculta capacidad del ser humano para hacer el bien, para ofrecer un regalo valioso a otros seres humanos, sin esperar nada a cambio. Llevo meses, no sé cuántos, ya he perdido la cuenta, buscando, visitando y leyendo, lo que podríamos llamar blogs gastronómicos. En inglés –los angloparlantes siempre tan directos–se les conoce como Food Blogs.
Todo empezó de casualidad. Hace mucho, varios meses, no recuerdo cómo, creo que buscando información sobre un restaurante al que quería ir en Barcelona aterricé en un blog llamado Encantandísimo (www.encantandisimo.com). No sólo había una –pude comprobar después– acertada y bien escrita reseña del restaurante en cuestión, sino que, mirando otros posts, encontré más reseñas, recetas, comentarios sobre vinos y productos disponibles en tiendas y supermercados españoles. Desde ese día, empecé a visitar Encantadísimo con frecuencia. Hoy el blog ya ha cerrado sus puertas, pero gracias a él y a su blogroll pude descubrir otras páginas de otros tantos aficionados a la gastronomía, que a su vez fueron llevándome a otras páginas de otros aficionados, y así todos y cada uno de ellos, una gran comunidad que no tiene ni idea de que yo existo y que jamás me ha pedido nada en compensación, ha contribuido a que comiese mejor o más sabroso, ya sea en la cocina de mi casa o en un nuevo y sorprendente restaurante, en Madrid o Barcelona, al que de otra manera jamás hubiera llegado.
Mi entusiasmo puede parecer exagerado, pero no lo es en absoluto. Puedo decir, sin temor a decir una mentira, que el descubrimiento de la blogósfera gastronómica ha cambiado mis hábitos alimenticios y, con ello, mi vida. Soy aficionado a cocinar pero nunca como hasta ahora disponía de tantas y tantas recetas ni consejos que me ayudaran a la hora de ponerme a los fogones. Si uno busca –y “buscar” es la palabra clave cuando hablamos de internet– con atención encontrará sin duda alguna a alguien –o a muchos– que dedique una página o un blog a una afición por uno compartida, pero aún a sabiendas de esto yo no he dejado de sorprenderme de la cantidad de gente que dedica tiempo a compartir con otros, sin cobrar nada por ello (más bien gastando), sus gustos, sus conocimientos, sus recetas y sus experiencias. Hay, principalmente, dos tipos de blogs gastronómicos, aquellos que publican y comentan recetas, y aquellos que hacen crítica o reseñas de restaurantes y/o productos. Las fronteras, claro, no son inmóviles, y muchas veces en un mismo blog se hace lo uno y lo otro, para deleite del lector adicto.
En España, y en general en los países hispanoparlantes, no existe una gran tradición de literatura ni crítica gastronómica. Hay críticos respetables como José Carlos Capel en El País, pero su influencia no ha sido ni será jamás comparable a la que han tenido en el mundo anglosajón escritores como Julia Child, Ruth Reichl, Adrian Antony Gill o Patricia Wells. Abundan sí las guías de restaurantes, pero, insisto, su influencia no es muy grande. Es ahí, para cubrir ese hueco o crearse un propio nicho, donde caben algunos blogs como Cucharete (www.cucharete.com). Así lo decía en una entrevista hace poco Marcos García, uno de sus creadores, para quien Cucharete no es sino “la guía de restaurantes que siempre hemos buscado y nunca hemos encontrado”. Y sí, Cucharete, y tantos otros blogs por el estilo son eso y más, son, permitánme insistir, el esfuerzo de unos pocos seres humanos por compartir sus experiencias y conocimiento con otros seres humanos. Puede oponerse que algunos de ellos albergan publicidad en sus blogs, y con ello recibir dinero. Sí, puede ser, pero si se sigue la evolución de estos blogs, la gran mayoría, al menos aquellos que yo leo con mayor asiduidad, no nacieron con vocación de ser meros espacios publicitarios, la publicidad llegó después, como premio a su esfuerzo y a su éxito entre los lectores.
Recomendaciones en inglés:
http://www.chezpim.com/
http://thepioneerwoman.com/
http://www.chocolateandzucchini.com/
http://aapplemint.blogspot.com/
http://www.elise.com/
http://foodblogga.blogspot.com/
En español:
http://www.pistoynopisto.com/
http://catavinos.wordpress.com/
http://www.cucharete.com/
http://www.directoalpaladar.com/
http://garbancita.blogspot.com/
http://glotonia.blogspot.com/
(Lima, 1981) es editor y periodista.