Una nueva generación de yihadismo

Gran parte de sus actuales miembros eran niños cuando sucedió el 11-S. ¿Cómo logró este grupo integrista emergente disputar el liderazgo de la Guerra Santa en Irak y Siria?
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En junio pasado, el grupo Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) cobró fama al entrar en Mosul, la segunda ciudad de Irak. Semanas después, tras  declarar el establecimiento de un califato en el territorio que controlaba entre Siria e Irak, se hizo aún más célebre: un grupo yihadista en dominio de un territorio enorme.

Hoy, ISIS se denomina Estado Islámico (IS). Con unas siglas u otras hace una década que opera en Irak y queda preguntarse qué ha llevado a este grupo a este éxito repentino.

1. La guerra en Siria. Después de la muerte de su primer gran líder, Abu Musab al Zarqawi, en 2006, Estado Islámico quedó tocado. La alianza de grupos tribales suníes con el ejército de Estados Unidos cambió el signo de la guerra de Irak y le dejó sin apoyo ni espacio político. A partir de 2011, sin embargo, ocurrieron dos cosas: Siria estalló y el gobierno del chií Maliki en Irak apostó por más sectarismo contra los suníes.

En Siria, el gobierno de Bashar Al-Asad prefería tener como rival a islamistas que a los revolucionarios del Ejército Libre de Siria. El régimen de Damasco sabía que Occidente no permitiría que Siria cayera en manos de yihadistas. Si Estado Islámico era la alternativa en Siria, Estados Unidos iba a ponerse —quizá no explícitamente— de su lado. Era una estrategia de supervivencia que ahora entra en duda: Estado Islámico es en Irak un gran enemigo de Irán, el mayor aliado de Asad. Es puro ajedrez.

2. La separación de Al Qaeda. El líder de Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, envió a un miembro de su grupo a fundar su sección siria, el Frente al-Nusra. Cuando le pidió obediencia, Nusra se reconoció como una franquicia de Al Qaeda, y desconoció a Estado Islámico. Bagdadi se deslindó del Frente Nusra. Poco después, en febrero de 2014, el líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, reafirmaba a Nusra como su filial siria. Estado Islámico quedaba suelto.

3. La guerra por el liderazgo del yihadismo. “Para jóvenes potenciales seguidores, Al Qaeda se ve cada vez más como el abuelo cascarrabias”, indica un informe del grupo Soufan. Los miembros de Estado Islámico no se conocieron en Afganistán en los ochenta, sino en Irak tras la invasión americana. Bagdadi pasó además por una de sus cárceles.

Los jóvenes yihadistas de hoy eran niños cuando el 11-S sucedió. La presión americana en Afganistán, Pakistán y Yemen ha hecho que las opciones de Al Qaeda y sus aliados para renovarse sean limitadas. Mientras, en Siria e Irak, Estado Islámico pide nuevos soldados para una batalla clara, inminente y necesaria. A través de las redes sociales —vídeos subidos a Youtube, mensajes en Twitter y Facebook— se hacen reclamos clave para que jóvenes de todo el mundo vayan a Turquía para entrar en Siria y alistarse.

4. Llega el califato. Tras la conquista de Mosul, Estado Islámico renovó su nombre y declaró un califato en el territorio que dominaba. El califato recuerda la época de esplendor y conquista musulmana tras la muerte de Mahoma.

Esta es una estrategia nueva y arriesgada para Estado Islámico. Si sus enemigos quieren atacarle, saben dónde buscarle. Es también más difícil controlar y gobernar un territorio que solo esconderse en él. El califato no ha caído bien entre célebres figuras religiosas del mundo suní. En teoría, los musulmanes deberían aceptar ya la dirección del califa. Es mucho pedir.

Por ahora por tanto, Estado Islámico tiene la batalla montada dentro del mundo musulmán. Es una yihad local. Pero después de la experiencia con Al Qaeda, Estados Unidos no puede quedarse sin hacer nada mientras un grupo integrista crea un Estado con ganas de colonizar Jordania y Arabia Saudí en el centro de Oriente Medio. Además, la competencia por el trono simbólico del yihadismo puede llevar a Al Qaeda a intentar grandes atentados para recuperar el foco de atención.

5. Estado Islámico no está solo. Omar Ashour, experto en yihadismo, me decía hace unos días que de los siete grandes grupos sublevados en Irak, Estado Islámico es solo el tercero o cuarto. Su proeza conquistadora está coordinada con tribus locales suníes y en consecuencia la región que domina es sobre todo suní. El sur de Irak es más chií y las milicias entrenadas por Irán no serán tan fáciles de derrotar. Tampoco será sencillo defender su territorio. Si por algún motivo el ejército iraquí decide no lanzar una ofensiva, está también por ver si las tribus locales permitirán que Estado Islámico imponga su ley medieval en la región en la forma de un califato.

Estado Islámico es en suma una poderosa banda yihadista, bien financiada, organizada y armada. Está bien plantada en el territorio que domina. Pero sus retos son enormes si desea mantener esa hegemonía regional o incluso expandirse. 

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(Barcelona, 1976) es periodista, licenciado en filología italiana. Su libro más reciente es 'Cómo escribir claro' (2011).


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