Nace un ojo,
luego el otro.
El largo sueño acumuló en sus bordes
costras de sagas,
grumos de imágenes que fueron claras.
Todo es gelatinoso.
En la viscosidad del humor vítreo patalean
las representaciones.
Se despereza el cristalino.
Las córneas buscan instintivamente
un punto de reunión
para fugarse.
Así aparece, paulatina,
como por un secreto acto de magia,
la espabilada habitación.
El mundo y sus figuras comparecen.
– Julio Trujillo