No fue así. Y, sin embargo, sí. Abner Doubleday recibió de la gracia divina las reglas del juego. Fue en 1839. En un pastizal de Elihu Phinney, cerca de Cooperstown, Nueva York. Nadie supo nunca por qué él. Ni él mismo. Ningún documento suyo avala el hecho. Tampoco él se ufanó como “Moisés del diamante”. Pero, ¿y qué importa? La Comisión Mills, de 1907, lo dio por hecho: “De acuerdo a la información obtenida hasta hoy, el primer diseño del beisbol es de Abner Doubleday.”
Doubleday pasó a la historia, pues, por lo que no hizo. Ha sido olvidado por lo que sí hizo. Fue el primero en disparar en el ataque al fuerte Sumter. Poco mérito para quien aparece en millones de páginas en Google. La Wikipedia advierte que él nada tuvo que ver en la creación del juego, pero la historia es un museo de medias mentiras, incluida la Wikipedia.
Al final de aquel Clásico de Otoño que otros llaman Guerra de Secesión, Abraham Lincoln pasaba problemas para lograr el out 27. Con el Sur todavía en posición de anotar, Lincoln tuvo la idea de que la nueva Unión necesitaba un símbolo para consolidarse. Había jugado al bat y a la pelota como George Washington y John Adams. En 1860, en Chicago (futura casa de los Medias Blancas, de los Cachorros y gran carpa de Barack Obama), el Gran Emancipador recibió la pelota que lo acreditaba como abridor por el Partido Republicano para la presidencia. Su secretario particular le comunicó que un grupo de venerables barbudos, como él, llegaría para manifestarle su apoyo. Lincoln dijo: “Me da gusto que vengan, pero tendrán que esperar a que tenga otro turno al bat.”
Apenas pudo lograr la mayoría en el Congreso para aprobar la enmienda que abolía la esclavitud, Lincoln mandó llamar a Doubleday como fundador del campo de los sueños. Le susurró al oído: “Abner, no dejes que el beisbol muera.” El Gran Emancipador salvó el juego; perdió la vida en el mismo inning. John Wilkes, su asesino, también había jugado al bat y a la pelota en su juventud, caracterizada por una gran carrera deportiva.
Mark Twain dijo que el beisbol era el “verdadero símbolo, lo corpóreo y lo visible, la expresión del impulso, el empuje, el ímpetu y la lucha del harapiento, desgarrador y estrepitoso siglo XIX”. Y sí. Es el símbolo de la Unión Norte-Sur, cuya guerra costó más de trescientas mil vidas. Muchos muertos debajo del diamante. Pero, el juego es, ante todo, una geometría poética única.
El beisbolista Jackie Roosevelt Robinson nació ciento diez años después de Lincoln, cien después de Abner y ochenta después de la Inmaculada Concepción del beisbol. Robinson es una esquina de nueves: 1809, 1819, 1939 y él, 1919; el año de los Medias Negras de Chicago, otra vez Chicago. Llamó la atención de los Dodgers de Brooklyn por sus extraordinarias habilidades que había demostrado como shortstop de los Monarcas de Kansas City en las Ligas Negras. En 1846, Lincoln manifestó su inconformidad por la anunciada guerra de Estados Unidos contra México. En 1946, Branch Rickey, dueño de los Dodgers, fue el primero en aplicar la igualdad racial de la Enmienda en los campos de la pelota profesional. Firmó a Jackie y convirtió al beisbol en el “juego moral” que soñó otro abolicionista: Andrew Johnson, el sucesor de Lincoln. Los Dodgers ganaron, durante los diez años de él como profesional, seis campeonatos de la Liga Nacional y una Serie Mundial, ante los Yankees, en 1955. “Siempre tuve en claro que yo era un negro en un mundo de blancos”, dijo en alguna ocasión Robinson, un hombre de más de trescientos de porcentaje de por vida y al que Cooperstown ya tiene en su santa gloria.
En 1960, cien años después de Lincoln, Jackie estaba al lado de Richard Nixon cuando fue elegido como abridor para las presidenciales por el partido republicano. Nixon contó inicialmente con su apoyo para sumar a la población negra a la campaña. Sin embargo, después Robinson calificó la fórmula Agnew-Nixon (1968) de racista y dirigió su apoyo al demócrata Hubert Humphrey.
En 1961, cien años después del comienzo de la Guerra de la Unión, nació en Honolulú, Hawái, Barack Hussein Obama II, fan de los Medias Blancas de Chicago. Cuando Obama cursaba la primaria murió Jackie Robinson. Era 1972, el año de Watergate; Nixon perdía el control de sus lanzamientos.
Obama fue investido senador en 2005, en ese año los Medias Blancas de Chicago ganaron su primera serie mundial después del escándalo de 1919. En junio de 2008 (los Cachorros no ha ganado la serie desde 1908), Obama fue designado como candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos. En noviembre se convirtió en cuadragésimo cuarto presidente de la Unión. La prensa dijo: “Ha llegado Jackie Robinson a la Casa Blanca.” Y dicen que llegando a la Sala Oval alguien le dijo al oído: “No dejes que el beisbol muera, Obama.” ~
es reportero y editor. En 2020, Proceso editó su libro Golpe a golpe. Historias del boxeo en México.