1
Cuando vi Jerusalén me preguntaba:
¿dónde se levantará la verdadera Jerusalén?
¿Cómo se construirá la ciudad soñada
sin estas piedras que pesan en el espíritu?
¿Cuándo será al fin Jerusalén liberada
de iglesias cristianas y sinagogas?
El cordero bala con la garganta desgarrada.
El humo se espesa en torno al tabernáculo.
2
¿Y las mezquitas?
No olvido las mezquitas,
llenas hasta reventar de oraciones
y vacías de entendimiento.
También las mezquitas
transportan grava hasta el cielo.
La sumisión se llama fraternidad
y la fraternidad anda en una sola pierna.
3
El Espíritu Santo es el intelecto.
Blake lo sabía.
El intelecto tiene muchos amigos
pero camina solo.
El intelecto purifica la mirada
pero no redime a nadie.
Spinoza lo sabía.
Y rechazó el soborno de los rabinos.
4
Spinoza fue excomulgado por los rabinos
hasta el fin de los tiempos.
Lanzaron contra él
todas las maldiciones del Deuteronomio.
Se mudó entonces a una ciudad vecina
y a un cuarto con mucha luz
para seguir tranquilamente puliendo
sus instrumentos ópticos y su Ética.
5
Averroes fue desterrado
y quemaron sus libros.
Entre las paredes blancas de Córdoba
serpenteaba lentamente el humo.
Por encima flotaban escamas de ceniza
como si todavía pensaran.
Las respuestas se consumieron igual que siempre,
no las preguntas.
6
El intelecto no tiene padre
a quien solicitar consejos
ni madre en quien ampararse.
Más allá Bondad y Provecho,
casi al horizonte,
el Entendimiento halla
su insegura pertenencia
a la desalmada materia.
7
En Guía para los Extraviados leo
que la cuarta forma de perfección:
es el intelecto. Lo escribió Maimónides.
Dijo que la necesidad de entendimiento
supera todas las demás necesidades.
Quizás el origen del pensamiento es el asombro
y el asombro es siempre joven.
En estas piedras: ningún asombro.
8
El intelecto anda solo
pero tiene mil rostros.
En el crepúsculo azul
voy buscando el mío.
Lo veo aparecer lentamente
en su baño de ácido.
¡Bienvenido, máscara!
¿Cuándo sabré tu nombre? ~
Versión del autor con Ángela García.