La tarde se ha perdido
por las calles de arena
quemadas por la luz.
Giran las ruedas en el polvo.
Se han perdido las voces
y están los ciegos junto a las palmeras
buscando las palabras,
la melodía de las ocarinas
junto a los tendales,
las grandes ruedas
del afilador que giran
en el centro del día.
Las calles que recorren
incesantemente
como sombras en las llamas
y viven en la nada
como quien vuelve a un pueblo
sin ventanas,
sólo voces lejanas
en las casas sin puertas.
Y oímos las aldabas
y el anillo que rueda
por la arena. –
***
Perlas en los pechos de Lucía
desnuda ante el espejo.
Ruedan las perlas
por el mármol. Se agacha
a recogerlas. Nalgas.
Esfínter. Rizos negros.
El aire abre la puerta
y yo la cierro. –