El español en Estados Unidos

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Dos profesores universitarios españoles, Gerardo Piña, del neoyorquino Lehman College, y Gonzalo Navajas, de la californiana Irvine, analizan la situación del idioma español en ambas costas de Estados Unidos. Uno y otro han publicado sendas novelas en la editorial madrileño-americana Verbum, y Piña acaba de preparar un libro pionero, Escritores españoles en Estados Unidos (Academia Norteamericana de la Lengua Española, 2007).

 

El español es la segunda lengua más hablada en Estados Unidos, ¿pero cuál es su presencia en la vida cotidiana?

Gonzalo Navajas: El español es un caso singular dentro de la historia americana: durante siglos fue la lengua de amplias zonas del país, desde California hasta Texas y Luisiana. No ha sido nunca una más de las lenguas minoritarias que se hablan en Estados Unidos, como el alemán e italiano en el pasado o el vietnamita y coreano en la actualidad; ha sido siempre parte de la vida social americana. En el oeste se habla cotidianamente, sobre todo entre los segmentos populares, gracias a que en las últimas dos décadas se ha producido una gran explosión demográfica de la población de habla hispana. Hay en la actualidad unos cuarenta millones de hablantes del español en Estados Unidos y su peso económico, cultural e incluso político es creciente. Se dice que Los Ángeles es, por su población mexicana, la segunda ciudad más grande de México, por delante incluso de Monterrey y Guadalajara. San Diego tiene también una población latina enorme, y lo mismo puede decirse de otras ciudades de California, Arizona, Nuevo México y Tejas.

Gerardo Piña: Cuando hablamos de la costa este de Estados Unidos hay que tener en cuenta que nos referimos a una vasta y variopinta región, desde Nueva Inglaterra hasta el extremo sur de Florida. Si hablamos de Florida –particularmente de Miami– y de Nueva York, la presencia del español y su uso en la vida cotidiana son evidentes. Ahora bien, en Florida prima el habla cubana, aunque también hay ya gente de toda América Latina. Nueva York y sus alrededores están poblados por cientos de miles (cuando no millones) de puertorriqueños, dominicanos y, en menor cantidad, emigrados de toda Hispanoamérica.

 

¿El bilingüismo es algo que crea problemas o se vive con fluidez y naturalidad?

Gonzalo Navajas: El bilingüismo se vive en fases alternantes de apertura y tensión. El caso de California –que tiene 38 millones de habitantes– es ilustrativo: el segmento hispano está próximo a ser mayoritario, si no es que ya lo es. Esta situación ha producido reacciones defensivas. Durante años hubo programas bilingües en numerosas escuelas; luego hubo un movimiento hostil ante esto. Los oponentes argüían que ello obstaculizaba la integración de los niños hispanos en el mainstream americano. No era así, pero se utilizó el miedo y la “amenaza latina” para aprobar en una votación la supresión efectiva de estos programas.

Gerardo Piña: El bilingüismo, que ha sido muy estudiado, no es igual en todas partes ni en todos los estamentos sociales. Hay tres tipos de personas bilingües: los diglósicos, capaces de usar perfectamente una u otra lengua según el contexto; los bilingües, que hablan las dos lenguas pero que sólo dominan el nivel escrito de una de ellas, normalmente el inglés; y los bilingües pasivos, que dominan el nivel comprensivo de la lengua, pero no el oral.

 

¿Cuáles son los rasgos del español que se habla en ambas costas?

Gonzalo Navajas: El español es, en buena parte, la lengua de la inmigración hispana a Estados Unidos y, por lo tanto, refleja el origen nacional de los inmigrantes, que traen consigo la variante léxica y fonética de su país. Cuando se produce el contacto constante de dos comunidades lingüísticas y culturales, es natural que se produzcan intercambios entre ellas. El español de Estados Unidos está influido por vocablos y expresiones del inglés, y palabras como “carro” en vez de “coche”, “elevador” en vez de “ascensor” y “marqueta” en vez de “mercado” se usan de manera constante. El lenguaje no es un instrumento inerte; es un cuerpo vivo y en evolución que crece, se desarrolla y se transforma. Por otra parte, el intercambio entre el español y el inglés no es unidireccional: el inglés también recibe influencias del español.

Gerardo Piña: Si en la costa oeste predomina el español chicano, en el este el español suele ser caribeño, mayoritariamente puertorriqueño y dominicano en Nueva York y cubano y centroamericano en Florida. En el español de esta zona son frecuentes los préstamos de palabras, la transferencia de formas con sus significados: “mapear” (de to mop) por trapear; “rufo” (de roof) por techo; etcétera. También se dan los calcos, ya sea de una palabra (“moverse” incorpora el significado del inglés to move [mudarse de casa] y “atender”, el de to attend [asistir]) o los que involucran más de una palabra sin alterar los rasgos sintácticos del español: “máquina de contestar” es answering machine (contestador automático). Otro fenómeno es la llamada alternancia de códigos (code-switching), el uso del inglés y el español en un mismo turno de habla. En general, en los hispanohablantes más jóvenes se nota una tendencia a la simplificación sintáctica.

 

Y el escritor de procedencia hispana, ¿cómo puede divulgar su literatura?

Gonzalo Navajas: Es una situación difícil. Yo, por ejemplo, he publicado mis libros en español fuera de Estados Unidos, pues aquí la distribución de estos es más complicada que en otros países. Las opciones del escritor en español en Estados Unidos son limitadas y se concentran en grandes centros urbanos como Los Ángeles, Nueva York, Chicago o Miami. Hay mucho camino que recorrer en este sentido. Con todo, el número de escritores y ensayistas hispanos es amplio y de alto nivel.

Gerardo Piña: Tanto en Miami como en California y Nueva York abundan las revistas literarias en español, como la magnífica Ventana Abierta, de California. También publican por estos pagos escritores del resto del país, en Cuadernos de aldeeu, por ejemplo, la revista de la Asociación de Licenciados y Doctores Españoles en Estados Unidos. Esto no significa que el escritor de lengua española encuentre con facilidad editoriales donde publicar sus obras. No disponemos, como en el oeste, de editoriales de la envergadura de Arte Público Press. En Miami está la Editorial Universal, pero publica casi exclusivamente a escritores cubanos.

 

¿Esta literatura aborda asuntos realistas y contemporáneos, como el problema étnico del hispano, o son otros sus temas?

Gonzalo Navajas: La literatura chicana es tal vez la que aborda con más realismo la situación social del mexicanoamericano. Sus temas son la explotación, el desarraigo, los enfrentamientos con la policía de fronteras, el acoso policial, etcétera. Es una literatura combativa que denuncia situaciones amargas e injustas; tiende a ser bilingüe y ocupa un espacio limitado pero significativo en la concientización de la sociedad americana.

Gerardo Piña: Es una pregunta muy compleja, porque esa literatura en español es enjundiosa, variopinta y, a veces, inclasificable. Me refiero, por ejemplo, a los autores que siendo de origen hispano prefieren escribir en inglés; en la mayoría de los casos son personas que nacieron en Estados Unidos o llegaron aquí de muy pequeños; hablan español y se denominan hispanos o latinos, pero la lengua en que escriben es el inglés. En poesía hay de todo y para todos los gustos: desde el intimismo neorromántico tradicional hasta la poesía bilingüe de los neoyorriqueños, que acusa una gran preocupación social. En la narrativa ocurre algo similar: hay desde novelas realistas de factura tradicional hasta otras más experimentales. Y, claro está, en muchas de estas obras se refleja la realidad circundante.

 

¿Algún pronóstico sobre el uso futuro del español en Estados Unidos? ¿Seguirá abriéndose paso, cobrando mayor importancia cultural y literaria?

Gonzalo Navajas: Pienso que el español en Estados Unidos seguirá incrementado su importancia por dos razones fundamentales: porque la población hispana va a seguir en aumento de manera exponencial hasta llegar, en 2020, a los sesenta millones de habitantes (es decir, los habitantes hispanos de Estados Unidos serán un país grande dentro de un país más grande) y porque el nivel educativo de esta población está en aumento y, con él, su inserción en la vida política y cultural.

Gerardo Piña: Lo importante no es que seamos tantos o cuantos (es decir, que nos cuenten) sino que contemos, para lo cual tendremos que aunar nuestros esfuerzos, supeditando los chovinismos particulares a una política amplia y universalista que abarque a todos los grupos hispanos del país. El uso del español en el este, como en el resto de Estados Unidos, irá creciendo. Y la calidad de ese español dependerá del acceso que tengan a la educación las nuevas olas de emigrantes. ¿Se podrá hablar algún día del español de Estados Unidos? Yo creo que sí. Y ese español, claro está, será una variante más, ni mejor ni peor, de las tantas que ofrece nuestra lengua. ~

 

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