A Eugenio Montejo
Mientras dormimos oscuros o por el sueño habitados
hay ojos abiertos a la luz más allá de los mares.
No nos despierta su atención,
la tierra es redonda, su redondez protege nuestro sueño
y gira para otorgar a todos luz y oscuridad;
y si alguien vive con los párpados cerrados o abiertos a deshora,
en contrapunto con el canto de los pájaros y el sol,
como quien viaja en un tren en un asiento contrario al recorrido,
la tierra sin apiadarse seguirá girando,
porque sus giros son tiránicamente equitativos
y nadie puede escapar a su rigor que distribuye las horas.
Barre la tierra con sus giros los colores
y con sus giros barre la noche
y giran las tumbas y giran los recién nacidos. –