Ciertos lugares integran la imagen del mundo con la que nos formamos; los otros parecen de un exotismo extremo. Cuando una invitaciรณn a Islandia para Enrique me incluyรณ con generosidad, mi archivo mental carecรญa de bosque de abedules, manglares, torre Eiffel, ruinas medievales, camellos o canguros de quรฉ asirme. Pierre Loti fue un islote que en mis navegaciones por la literatura francesa mi injusticia olvidรณ y sus Pรชcheurs d’Islande, apenas un nombre. Sรณlo tenรญa a los vikings y รฉstos siempre en los mares. Debรญan bastarme las imรกgenes azules y blancas, de mar, cielo y hielos en las fotografรญas de un libro.
La imagen empezรณ a corporizarse en el viaje en Icelandair desde Parรญs. Los aviones no irradian encanto, pero la tripulaciรณn era simpรกtica, el pan cumplรญa con una pretensiรณn por la que siempre me frustro: no estaba congelado y era rico, como la mantequilla y el cafรฉ; y en el siempre angustioso plato caliente habรญa un dejo de cocina hogareรฑa. Quienes seguรญan hacia Norteamรฉrica llenaron formularios de aduana. A nosotros, el aeropuerto Keflavรญk sรณlo nos pedรญa retirar las maletas. Ningรบn documento registrรณ nuestro ingreso. Primer signo luminoso: en un mundo tenso de formalidades migratorias y desconfianza, Islandia abrรญa una puerta amiga: una estadรญa de menos de tres meses no requiere pasaporte. Es posible que al viajar desde Francia nos beneficie el acuerdo de Schengen, que entrรณ en vigor en marzo del 2001, por el cual, ademรกs de los escandinavos, los habitantes de varios paรญses europeos: Alemania, Austria, Bรฉlgica, Espaรฑa, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Luxemburgo y Portugal, ingresan sin presentar documentos. O quizรกs nos favoreciรณ nuestra nacionalidad: hace algunos aรฑos la entonces presidenta de Islandia, Vigdรญs Finnbogadรณttir (segรบn afirman los islandeses, primera mujer elegida en forma democrรกtica en el mundo), viajรณ al Uruguay, se establecieron relaciones que implican la eliminaciรณn de trabas recรญprocas en el ingreso.
Nos esperaba Hoffi Gardardรณttir, la gentil inventora de nuestro viaje; en el camino a Reikiavik nos ofreciรณ un primer marco preciso y breve para que armรกramos con menos desconcierto el rompecabezas abierto ante nosotros y empezรณ a desplegar su tierra. El viaje de San Brendan y su llegada a la catedral de hielo โsin duda, un icebergโ ocupaba en mi imaginaciรณn el lugar de los datos que la falta de tiempo nos impidiรณ reunir.
A ambos lados de la carretera vimos un campo de lava oscura, hasta el horizonte. Mirando bien, se distinguรญa una leve capa de musgo, verdoso y rojizo, que estรก prohibido pisar, porque de รฉl se espera el humus futuro contra la aridez. Pero nada verde y menos un รกrbol.
ยฟIslandia? ยฟO Hielandia? La denominaciรณn espaรฑola, como la francesa, al aproximarse a la inglesa, privilegia la condiciรณn isleรฑa y no los hielos. Groenlandia, Tierra Verde, habrรญa sido la denominaciรณn (tramposa a mรกs no poder, ya que el verdor habitable es mรญnimo) con la que el noruego Eric el Rojo, arrastrรณ a sus marinos hacia una tierra desconocida. Los islandeses han sido honestos. Tuvimos los campos de hielo o glaciares โjรถkullโ a distancia y, como era verano, lo que vi y ahora acompaรฑa y representa para mรญ el discutido nombre, fue primero agua, lava y cielo; tambiรฉn verรญamos extensiones verdes en donde pastaban singulares caballos. Pero eso fue despuรฉs.
A mitad de camino llegamos a la Laguna Azul, piscina natural formada en una colada de lava, de aguas geotรฉrmicas, sulfurosas, de un celeste verdoso muy pรกlido, y un borde de piedras cubiertas de sales blancas. Nativos y turistas se sumergen en su poder estimulante y curativo y en la atmรณsfera tibia que los aรญsla del frรญo. Los miro desde detrรกs de una vidriera y aunque el edificio de oscura piedra volcรกnica por el que se accede a la piscina estรก caldeado, el espectรกculo de esos dichosos baรฑistas parece ocurrir en otra parte de un mundo dividido. Me dicen que para ellos las piscinas son la plaza pรบblica donde otros pueblos discutieron sus problemas. Los intercambios de opiniones que se hagan en tan armonioso y sedante lugar han de ser sensatos y positivos. Hay un olor azufrado no desagradable. Lo recuperamos en lo de Hoffi y Pรกll al abrir el grifo del agua caliente. Dios aprieta pero no ahoga: las bajas temperaturas previsibles en un paรญs al borde del cรญrculo polar รกrtico, carente de petrรณleo y de bosques, estรกn atenuadas por el Gulfstream y por su origen volcรกnico, que le otorga estas aguas hirvientes que proporcionan toda la calefacciรณn de la isla. Por el otro grifo sale un agua exquisita que viene de los glaciares. Como venรญamos de reencontrar las aguas de Parรญs, que al hervir depositan en las paredes del recipiente una capa de irreductible cal con lo cual no hay tรฉ, por bueno que sea, que no salga malparado (ยฟy quรฉ decir del baรฑo y del lavado de cabeza?), descubro virtudes en todo aquello en que interviene el agua: en el cafรฉ, en la ducha domรฉstica, ascendida a refinado baรฑo de espuma y en la misma agua purรญsima.
Me preparรฉ para un clima polar, pero no hace demasiado frรญo: el abrigo pesado quedarรก en su percha. Hay viento, pero el sol nos acompaรฑa durante casi todos los dรญas de la isla. Lo vemos ponerse en el mar antes de las nueve, pero la luz nos sigue toda la noche. Horizonte horizonte ยฟestรกs seguro?, me digo con Juan Larrea. Me cuesta dormirme y me levanto antes de lo previsto. Es normal en esta estaciรณn, me dicen: el cuerpo acompaรฑa el ritmo del sol. Ya llegarรก โpara ellosโ ese invierno de meses con dos horas de luz, que amodorra los cuerpos y embota el ritmo.
La casa de nuestros huรฉspedes, ubicada en el mismo corazรณn de Reikiavik โdesde sus ventanas vemos la catedral que estรก en la plaza centralโ es encantadora y anticipa el estilo que volveremos a encontrar cuando caminemos por la ciudad. Abundan las casas revestidas de zinc, pulcra y alegremente pintadas, con techos inclinados de colores diversos. Los conjuntos modernos suelen estar en la periferia, que se ensancha con el crecimiento de la capital. Aรบn era soltero Pรกll cuando se aventurรณ a comprarla: era antigua y estaba algo abandonada. Por un tiempo la alquilรณ. Luego resolvieron arreglarla y habitarla. Compacta y de madera, tiene tres plantas y sรณtano. La labor de reconstrucciรณn que llevaron a cabo por sรญ mismos mereciรณ un escrupuloso registro fotogrรกfico que ocupa un รกlbum. Acรก todo hace historia. Con la de esta casa empezamos a entender el estilo de vida islandรฉs. Las cosas se hacen cuando se tiene el dinero para ello. Pรกll Biering es poeta y ambos resolvieron que era mรกs urgente que publicara un libro. La casa espera sin problemas por los detalles mรญnimos que faltan. Asรญ ingresamos en un tema bรกsico en Islandia: la madera.
En los viajes en auto por la zona vemos postes indicadores hechos de madera recogida del mar, como en la Edad Media. Unos hablan de bosques talados por los noruegos en aquella รฉpoca, otros dicen que nunca hubo bosques y que la madera siempre debiรณ ser traรญda de otras tierras. Sin embargo, es esencial en este clima: no para ser quemada sino para abrigar con su calidez natural los interiores. De ahรญ que la carpinterรญa sea un arte apreciado y caro y que se recurra a carpinteros en casos extremos. Aquella casa nos dijo mucho de un modo de vida calmo, รญntimo, acogedor, laborioso, en que los detalles se cuidan, los colores elegidos armonizan y continรบan en las telas, porque la casa es el refugio durante los largos meses invernales. Por fuera estaba revestida de lajas de pizarra violรกcea, venida en su momento de Irlanda; debieron rastrear su origen para sustituir algunas rotas. Los pisos de madera se protegen. Al entrar todos se descalzan y se ponen sus zapatos de interior. Por suerte he traรญdo gruesas medias con las que circulo en regla.
Como Hoffi debe seguir con sus tareas acadรฉmicas, a las que se suma la organizaciรณn de una charla de Enrique, una visita al Centro de Escritores y la inauguraciรณn de un nuevo Centro para extranjeros, un joven colega suyo, Alberto Madrona, se ofrece para mostrarnos algunos lugares. Estรก a punto de regresar a Espaรฑa, pero en sus dos aรฑos islandeses se ha interiorizado de muchas cosas y hasta conoce algo la lengua.
Vamos cruzando el terreno volcรกnico del suroeste, ยฟhacia Strokhur, hacia Gullfoss? Trato de verlo todo a un lado y otro de la carretera, porque las variaciones son sutiles, mรบsica minimalista del paisaje: los pliegues que la colada de lava deja en una montaรฑa, los diversos matices del musgo, las apariciones de la preciada hierba, la presencia amarilla y alegrรญsima del diente de leรณn. A รฉste, no siendo especie fina, nadie lo planta, pero como tampoco se lo arranca, merecerรญa estar en el escudo islandรฉs por su representatividad. En ningรบn otro lado los he visto tan prรณsperos y omnipresentes. En otro viaje con Hoffi veo apuntar aquรญ y allรก, unas florecillas minรบsculas, de un intenso rosa, arracimadas entre el musgo, apreciadas como sonrisas vegetales que nadie toca, llenas de futuro. Vienen de mi lado y las miro a gusto: varias rocas lisas, redondeadas, de diversos tamaรฑos, tienen pintadas en su base pequeรฑas puertas verdes, con su marco blanco: las casas de los elfos. Se construรญa un tramo de la carretera y รฉsta topรณ con una gran piedra. Quitarla llevรณ la jornada. Al dรญa siguiente, estaba en el mismo sitio. Los obreros entendieron: desviada de la casa del elfo, la carretera siguiรณ su curso. Las puertas se pintan en seรฑal de aprecio y para congraciarse con ellos. Cuando visitamos Strandardkirkja, la vieja iglesia de la granja Strรถnd, al sur, en Selvogur, donde hay prados verdes protegidos del viento y todo es pulcro y cuidado, no sรณlo me sorprendiรณ que en una iglesia que yo suponรญa exclusivamente luterana hubiese una imagen de la Virgen (a ella se atribuye el milagro para agradecer el cual se construyรณ la iglesia), sino que lo primero que vi antes de entrar, en la hierba reluciente al sol, fue tres piedras grandes y tres pequeรฑas, en fila, con sus puertecitas no menos pulcras. Tambiรฉn allรญ los elfos eran tenidos en cuenta.
Einar Mรกr Gudmunsson, en sus รngeles del universo, cuenta la historia de su hermano Pรกlmi, narrada por รฉste desde su locura. Menciona a un maestro excรฉntrico, “culto e inteligente”, cuya granja acoge por un tiempo a Pรกlmi, al que retiran de una residencia para enfermos. Pรฉtur el Solitario, cuando no hace a sus pupilos cuidar las vacas con รฉl en su granja, los pasea. “…รญbamos a Saudรกrkrok y a mitad de camino Pรฉtur de pronto se para, se rasca la barba gris oscura, se acomoda bien las gafas en la nariz y dice: โTengo que dar la vuelta. El galpรณn estรก cerrado con llave. Los duendes no pueden entrar ni salir. Nos sentamos en la cuneta y esperamos durante mucho tiempo a Pรฉtur; cuando llega dice: โยกQuรฉ contentos se pusieron! โy a juzgar por su cara dice la verdad.” Felices niรฑos islandeses. En su infancia los elfos y los prodigiosos personajes de las sagas ponen el toque de fantasรญa de la cual son privados los niรฑos sensatos de muchos paรญses… Tambiรฉn vi desde la carretera algunos pequeรฑos cairn, montรญculos erigidos como una plegaria de piedra. Entre fines del s. xvii y principios del XVIII Eirikรบr Magnรบsson levantรณ uno, asegurando que, mientras durase, el peligro de los piratas africanos no perturbarรญa Selvogur; aรบn sobrevive a los temblores de tierra y a los vientos, aunque ya el otro peligro no apunte en el horizonte.
Por su origen, Islandia podrรญa haber desembocado en el encierro de una cรกpsula religiosa como las que hoy desatan enfrentamientos sangrientos en tantas partes. En el รslendingabรณk (Libro de los islandeses), escrito por Ari Thorgilson, el sabio dice cรณmo y cuรกndo el cristianismo fue adoptado por el Althing o Asamblea general (legislativa y judicial) que gobernaba en el aรฑo 1000: el rey noruego รlafur Tryggvason encomienda a dos religiosos para que prediquen en Islandia y a Leifur Eiriksson que vaya a hacer lo mismo en Groenlandia. Islandia adoptรณ la religiรณn catรณlica, introducida en aquel aรฑo por monjes irlandeses, hasta la Reforma en el siglo XVI. Hoy es mayoritariamente luterana. Pero los islandeses han tomado de su pasado religioso lo mejor: el respeto por el prรณjimo y por la vida y una general benevolencia. Sin duda han abandonado la rigidez fundamentalista luterana que reinรณ en otros siglos. Hoy Reikiavik, ciudad puerto de construcciรณn bastante baja, estรก dominada por la iglesia de Hallgrรญmur, con su torre de setenta y tres metros de alto. Esta discutida construcciรณn, la mรกs alta del paรญs, comenzรณ en 1937. Su arquitecto, Gujon Samรบelsson, autor tambiรฉn de otras obras importantes como la Universidad de Islandia, el Teatro nacional, la Catedral catรณlica, etc., se propuso crear un estilo nรณrdico inspirado en la presencia de las altas montaรฑas. Su nombre es un homenaje al Rev. Hallgrรญmur Petursson (1614-1674), conocido poeta cuyos himnos religiosos han cantado los islandeses durante siglos.
Halldรณr Kiljan Laxness, el mรกs famoso escritor de la moderna literatura islandesa, premio Nobel en 1955 (demorado reconocimiento de la independencia que Islandia alcanza despuรฉs de la Segunda Guerra Mundial), registra con su intensa sensibilidad nacional, la apariciรณn del fenรณmeno mormรณn en su isla, presentando en Paraรญso recuperado a un personaje que encuentra en un nรบcleo religioso ofendido y contradicho la dignidad que su carรกcter de hijo bastardo le habรญa negado en su tierra, por lo que regresa a รฉsta en busca de prosรฉlitos. Como en otras novelas de Laxness, un personaje femenino se convierte en el mayor centro de interรฉs. Primero ocupa ese lugar su padre, un prรณspero campesino, personaje noble e ingenuo que venera al rey danรฉs y quiere honrarse regalรกndole sus bienes mรกs valiosos: un poney extremadamente singular y un arca labrada por รฉl. Por esa devociรณn abandona a su familia, que empobrece. Su hija casi niรฑa pasa a ser en su inocencia la รบltima conquista del rico de la provincia. Cuando el campesino retorna de su largo viaje, el mormรณn le explica que cruzando el Atlรกntico existe un paraรญso donde podrรก recuperar todo lo perdido: honra, casa, tierra. La poligamia mormona se basa en que cada hombre debe casarse con todas las mujeres que pueda, extendiendo sobre ellas su honra y su protecciรณn. La niรฑa se verรก asรญ rescatada de su deshonor. La novela concluye con la persecuciรณn que el estado norteamericano inicia contra los mormones y su nuevo paraรญso. La primera parte de la novela es una apasionante recreaciรณn de un luteranismo oclusivo, que puede transformarse en siniestro instrumento de poder en manos del seรฑor de una provincia, y de la pobreza natural de un paรญs donde la tierra de alguien, pisoteada por un gran rebaรฑo, necesita esperar lustros para recuperar un mรญnimo pasto, paรญs al que salvarรกn los barcos y el comercio que lo abre al mundo.
El pasado reciente alimentรณ a Laxness con sus nuevos problemas: los grandes cambios de una sociedad en crisis de crecimiento, cuya inserciรณn en el mundo moderno no careciรณ de conflictos. Varias novelas plantean la inquietud de un joven del campo, enfrentado a costumbres ciudadanas, la difusiรณn de nuevas ideas polรญticas, la afirmaciรณn de un naciente nacionalismo ante el intento de Estados Unidos de establecer bases en la penรญnsula de Keflavรญk, la lucha entre tradicionales e innovadores, las nuevas formas de la corrupciรณn, la formaciรณn de una burocracia ciudadana y las derrotas del idealismo. Pero tambiรฉn sus obras fascinantes imaginan la vida de grandes figuras del pasado, animan momentos histรณricos entraรฑables para los islandeses, como el que logrรณ la recuperaciรณn de los documentos que guardan la historia profunda de la isla durante la presiรณn noruega y comunican por largos rizomas con el mundo esencial de las sagas.
Las sagas โsรถgurโ cuentan historias. Estas historias encierran todo aquello con lo que los islandeses arman su identidad, todo lo que ha mantenido su conciencia de ser un pueblo, a travรฉs de dominaciones extranjeras que los mantuvieron por siglos en una extrema miseria. Contadas a travรฉs de varios siglos, difieren. En algรบn relato el viaje de Laifur Eiriksson no tiene una finalidad religiosa. Segรบn otra versiรณn, Eric Thordvaldsson Raudi (Eric el Rojo), castigado a abandonar Islandia despuรฉs de haber cometido un crimen, se dirige a una tierra que habรญa sido avistada por un marino en un viaje anterior. Desembarca en una zona verde, de ahรญ que la nombre Greenland (Groenlandia), aunque pronto se sabrรก que el territorio no ofrece materias primas suficientes para los colonos que allรญ se instalan. Al fin serรก esta escasez la que llevarรก al hijo de Eric, Leifr, a dirigirse con treinta y cinco compaรฑeros en busca de nuevas tierras donde haya madera: descubrirรก sucesivamente, el Labrador, Terranova y al fin llegarรก a Vinland, asรญ llamada porque ademรกs de trigo salvaje encontraron vides. Luego, Thorvald, su hermano, lo sigue. Mรกs adelante, en 1020, una nueva empresa conducida por Thorfinn Karlseffni, pretende instalarse, dado que se habรญan establecido relaciones de comercio con los nativos, y llega con tres barcos y muchas familias. La permanencia serรก conflictiva y al cabo de un tiempo la aventura islandesa en Vinlandia concluye. Amรฉrica esperarรก por cinco siglos a Colรณn.
El primero en llegar a Islandia fue un sueco, Gardar Svavarsson; la llamรณ la isla de Gardar, Gardarholm, pero primarรญa un nombre posterior, el actual. Se convirtiรณ en colonia noruega por el 870, gracias a los que emigraron para eludir la tiranรญa y los impuestos del rey Harald, el unificador de Noruega. Al llegar aquรฉllos, propietarios rurales o nobles en rebeldรญa, ya estaban allรญ instalados sin รกnimo de conquista los papar, eremitas irlandeses que se retiraron, ante la apariciรณn de los noruegos, bรกrbaros, dejando la semilla del cristianismo. En el 930 se crea en Islandia el primer Parlamento o Althing, constituido por la uniรณn de los jefes de clanes. Pero la independencia estaba limitada por una dependencia econรณmica real. Faltaban todas las materias primas: maderas, granos, hierro, etc., debรญan conseguirse fuera. En 1260, el rey Hakรณn se apoderรณ de la isla que quedรณ en poder de Noruega hasta que ambas pasan a poder de Dinamarca. Esto dura hasta que la Segunda Guerra Mundial le dio las condiciones para su independencia, en 1944. Extremadamente pobre durante toda su historia por las condiciones de su suelo, esa poblaciรณn que no llega a las 300,000 personas tiene hoy el orgullo de constituir un estado sin grandes conflictos, cuya gente no tiene el hรกbito de la emigraciรณn y vive en una sociedad homogรฉnea, aunque erupciones violentas, a principios del siglo pasado, llevaron a Brasil y sobre todo a Winnipeg, en Canadรก, un grupo de granjeros desamparados.
En el museo de la biblioteca universitaria nos abrieron la pequeรฑa sala donde se conservan en vitrinas los tesoros bibliogrรกficos islandeses. Me sorprendiรณ la soltura con que Hoffi traducรญa una pรกgina de una saga medieval. Me imaginรฉ intentando traducir al vuelo una pรกgina de Alfonso el Sabio o un fabliaux. Las lenguas nรณrdicas se dividen en occidentales โislandรฉs, noruego y faroรฉs (lo relativo a las islas que estรกn al sur de Islandia) โy orientalesโ danรฉs y sueco. (El finlandรฉs pertenece a otra familia โel uglo-finรฉs). La lengua islandesa, profundamente tradicional, se ha modificado muy poco desde sus orรญgenes sin que eso implique esclerosis.
Esa fidelidad a sus orรญgenes hace de ella algo asรญ como el latรญn del mundo escandinavo. El hecho de que desde la Edad Media muchos islandeses utilizaran su lengua y no el latรญn para escribir sobre sus especialidades en distintos campos, adelantรณ la tarea de adaptaciรณn de la lengua. Cuando hace falta un nuevo tรฉrmino se lo crea a partir de otros existentes: meteorologรญa se crea por la suma de veรฐur-tiempo + fraedi-ciencia. Como la computadora se utilizรณ al principio para hacer cรกlculos, su nombre se creo con tรถlur-nรบmeros + vรถlva-profetas. Un Concejo de la lengua islandesa estudia las nuevas necesidades, resuelve consultas, promueve usos. Muchas palabras estรกn cercanas al alemรกn y al inglรฉs, comenzando por saga, historia oral que de inmediato recuerda sagen y say, decir; al alemรกn, auga, ojos, brรบ, puente, kirja, iglesia; al inglรฉs, sandur, arena, botn, fondo, brรณรฐir, hermano, bรณkina, el libro, o a las lenguas indoeuropeas: moรฐir, faรฐir, madre, padre, kastali, castellum. Al, prefijo de muchos nombres, no aparece en otras lenguas nรณrdicas o teutonas; sรญ en latรญn, como perfecto, completo. Y usamos fiordo, de fjรถrรฐur y gรฉiser, que no viene de hver, surgente cรกlida, sino de Geisir, la mรกs famosa de ellas. Rus dio Rusia, a donde llegaron los vikingos. Bahรญa, vรญk, se repite en nombres geogrรกficos: Reikiavik y Keflavรญk, la capital y su aeropuerto, Grindavรญk y Olafvรญk, otras ciudades de la costa. El Althing se reunรญa en Thingvellir, de vรถllur, llanura, el notable lugar en que se reunรญan los bondis o hombres libres. Faroรซs son las islas ovejas (muchas juntas) al sur de Islandia. Trescientas mil personas conocen el islandรฉs y, como es obvio, la mayorรญa vive en Islandia. Muchos hablan otra lengua, a menudo el inglรฉs. รntimamente relacionado con el noruego en sus orรญgenes, el islandรฉs se fue afirmando como una lengua independiente de una venerable antigรผedad: las primeras inscripciones rรบnicas son coevas del periodo helenรญstico y del bajo latรญn.
Si la pobreza de su sociedad impidiรณ casi hasta los tiempos modernos la formaciรณn de una gran tradiciรณn pictรณrica, concretamente por la falta de pinturas y telas, y de una tradiciรณn musical, por la falta de instrumentos, la literatura, mรกs libre de soportes materiales, se manifestรณ en muy tempranos tiempos con dos formas poรฉticas, la de los eddas primero y la de los escaldas, ambos en tiempos precristianos, las dos con formas bien reguladas. Los รบltimos, bardos o trovadores, se destacaron por esa expresiรณn perifrรกstica, las kenningard, que tanto deslumbrรณ a Borges. Tanto รฉstas como las prosas รฉpicas de las sagas constituyen un lujoso corpus sobre el que luego podrรญa enraizarse una rica literatura que contribuyรณ a la formaciรณn de un orgulloso espรญritu nacional, porque las sagas no son un mundo cerrado, parte de una cultura muerta, sino un marco de tradiciones y referencias constante. “The home of some of the finest prose of the world, with a widespread knowledge of verse and its technique and 100 % literacy, Iceland has every reason to be proud of herself, and if I make certain criticisms, it is not because I do not appreciate their achievement, but because from a country which has done so much one expects still more”, dicen W.H.Auden y Louis MacNeice en sus Letters from Iceland, de 1937.
A รli se le ocurriรณ en un dรญa frรญo de febrero ir a Bessastadir a visitar al presidente… Una mujer entrada en carnes, vestida de negro y con delantal blanco le abriรณ. Estaban preparando un banquete o una recepciรณn.
โยฟPuedo ver al presidente? โle dice รli a la mujer.
โยฟQuรฉ quieres de รฉl?
โTengo que hablar con รฉl.
โยฟY tรบ te llamas…?
โรli.
โยฟY a quรฉ te dedicas, รli?
โCompongo canciones.
La mujer, que a todas luces se da cuenta de lo que pasa, va a despedir a รli, pero en esto pasa por allรญ el presidente en persona, mira hacia la puerta y ve a รli con sus ojos pacรญficos y su cara bondadosa.
โยฟQuiรฉn estรก ahรญ? โpregunta el presidente.
โSe llama รli y dice que compone canciones โcontesta la mujer, ahorrรกndole asรญ la molestia a รli.
โDile que entre dice el presidenteโ. Uno no habla todos los dรญas con un cantautor.
El presidente invita a entrar a รli y hace que le traigan cafรฉ y cigarrillos. Charlan y al final el presidente le pregunta a รli si no piensa dedicarse a algo mรกs productivo que componer canciones en forma de mensajes telepรกticos.
โSรญ โcontesta รliโ. Precisamente รฉsa es una de las razones por las que estoy aquรญ. Muchas veces pienso si no podrรญa yo ser presidente cuando tรบ lo dejes.
โPues claro, hombre โdice el presidenteโ. Creo que serรญas un presidente estupendo.
Todavรญa, cuando el presidente lo acompaรฑa hasta la puerta, รli le pide que le deje el auto por adelantado.
He vuelto a citar la novela de Gudmundsson porque la visita de su hermano Pรกlmi al presidente, en otro paรญs formarรญa parte de un relato absurdo. En Islandia no. Su democracia no prevรฉ un tratamiento solemne para el presidente, ni excelencia ni dignรญsimo seรฑor ni nada semejante. De ahรญ que ese presidente que llega hasta la puerta de una casa que carece de una guardia especial y recibe con llana cordialidad al confiado demente, es tan verosรญmil como el resto de los episodios que integran el relato. Creรญ entender que el respeto que recibe es apenas algo mayor que el que se otorga a todo ciudadano digno. Y estos son casi todos, en una sociedad que aunque tiene sin duda cรกrceles, las tiene bastante desperdiciadas. Me dijeron que en los รบltimos aรฑos habรญa solo dos mujeres encerradas y ambas por sendos crรญmenes pasionales. La historia de รli muestra el sistema bastante liberal de tratamiento de la locura en Islandia, por el cual los enfermos entran y salen, solos o acompaรฑados, de modo de no quedar del todo al margen de la sociedad.
El estado percibe altos impuestos y cubre todas las necesidades prรกcticas de los ciudadanos. La enseรฑanza es gratuita en todos los niveles, todos los problemas de la salud son atendidos en los hospitales pรบblicos, quienes estรกn incapacitados para trabajar reciben subsidios, la limpieza de la ciudad es ejemplar, etc. Apenas se ve policรญa. Desde la ventana de un restaurante observรฉ, en la esquina de una calle cรฉntrica, una cรกmara de televisiรณn fijada en una altura en la vereda de enfrente. Se movรญa de modo repentino como un pequeรฑo monstruito epilรฉptico y astuto, sin que se pudiese prever el siguiente movimiento. Hoffi me dijo que estaba allรญ para controlar la actividad de los borrachitos que a cierta altura se ponรญan pesados y podรญan alterar el orden. Pero como solo vi una de esas cรกmaras (quizรกs hubiese algunas mรกs en otros puntos estratรฉgicos) pensรฉ que bastaba que la secta alcohรณlica se mudase de esquina para poder seguir moviรฉndose a gusto. Como en otros paรญses nรณrdicos, el alcohol es un problema social. Para combatirlo, el Estado tiene el monopolio y fija precios muy altos.
Al dรญa siguiente de nuestra llegada habรญa elecciones de intendentes. Hoffi, sus hermanas y sus amigas apoyaban a una mujer para Reikiavik. La acompaรฑamos a votar, bajo la atenta mirada de un joven responsable de la honestidad de la elecciรณn en esa casilla electoral; era visible que le constaba que nosotros allรญ no estรกbamos en orden y sonriรณ tranquilizado al comprobar que no intentรกbamos superar nuestro carรกcter de meros observadores. Por la noche participamos ante la televisiรณn de la general expectativa por los resultados. Triunfante “nuestra” candidata, tratamos de saber hasta quรฉ punto era importante aquรฉl paso de la historia que acabamos de vivir. ยฟCuรกl era el problema mรกs grave que se jugaba en estas elecciones?: la edad de entrada de los niรฑos a la escuela, los cinco o los seis aรฑos.
La educaciรณn de niรฑos y jรณvenes es esencial en esta sociedad que, econรณmicamente estabilizada, busca ahora aumentar su poblaciรณn. Los colegios privados no existen ni tendrรญan sentido. Y la educaciรณn va mรกs allรก de lo acadรฉmico: atiende a la formaciรณn de un ser humano completo y responsable. A los catorce aรฑos, los niรฑos en vacaciones tienen la posibilidad de trabajar dos horas diarias en tareas comunitarias y livianas, como limpiar de hojas los jardines pรบblicos, recibiendo un pago que les permite comprarse una bicicleta o hacer un pequeรฑo viaje. A los diecisรฉis, pueden trabajar cuatro horas y a los dieciocho tener trabajos estables.
Reikiavik carece de mendigos porque el Estado se ocupa de velar por las necesidades de quienes podrรญan serlo. Pero un dรญa apareciรณ uno, no sรฉ si ambulante o, como suele ser habitual en el gremio, adscripto al portal de alguna iglesia. Los periodistas lo descubrieron y el mendigo se convirtiรณ en noticia. Fotografiado, entrevistado, dio los motivos de su inexplicable actividad. Sรญ, era verdad que el Estado podรญa cubrir sus necesidades. Pero รฉl querรญa ser mendigo. De pronto le habรญa nacido esa apetencia, porque consideraba que la sociedad lo necesitaba. La funciรณn que ahora cumplรญa con vocaciรณn nueva y avasallante era para รฉl bรกsica, moral, entraรฑable. La gente debรญa poder ser caritativa y para ello alguien tenรญa que prestarse a ser la vรญctima que se ofrece a la conmiseraciรณn de los otros. รsa era la funciรณn para la que รฉl se sentรญa llamado. ยฟQuรฉ decir ante un argumento tan รฉtico, tan socialmente relevante, tan irrebatible?
Desde el momento que no lo hacรญa arrastrado por la baja necesidad, el mendigo se transformaba en un amateur, en un voluntario casi heroico. La sociedad se encontrรณ desgarrada por una interrogante digna de una reuniรณn plenaria como las antiguas en Thingvellir. El problema planteaba pros y contras. Se estudiaron las leyes a ver si alguna autorizaba la actividad mendicante. Entre tanto y en la duda, la policรญa recogรญa al mendigo por la noche, lo guardaba en la comisarรญa y a la maรฑana siguiente, indecisa y temiendo estar violando ella las leyes, lo devolvรญa a su noble tarea. Me gustarรญa poder contarles cรณmo terminรณ esta historia. ยฟSe cansรณ el mendigo? ยฟLlegรณ el invierno y se arrepintiรณ de sus trabajos? ยฟMuriรณ congelado? ยฟ O las grandes cabezas jurรญdicas encontraron la fรณrmula capaz de sacarlo de su viciosa virtud? No lo supe.
Una de las notables peculiaridades islandesas, quizรก la mรกs simpรกtica sobrevivencia de los tiempos vikings, son sus singulares caballos. Un personaje de La campana de Islandia, de Laxness, acusado de haber dado muerte al verdugo, en tiempos de la dominaciรณn danesa, huye de Islandia a Holanda. Al llegar a una ciudad se asusta al ver los caballos, tan enormes para รฉl, acostumbrado a los caballitos islandeses, que no los reconoce como tales. Pequeรฑos y, por bien adaptados a su temperatura, muy peludos, son mansos y de fiar. Quizรกs sean los รบnicos de pura raza, sin mezcla, del mundo. Conscientes de esa peculiaridad, los islandeses se empeรฑan en conservarla. Yegua islandesa que sale no vuelve a entrar. Otro tipo de caballo no es admitido en la isla. Los hay de muchos colores โvi blancos, tordillos, tostados con crines blancas y supongo que podrรญamos distinguirlos con los numerosos nombres de que dispone la lengua espaรฑola. Todos tienen abundante crin en el cuello y en las patas. Junto a un camino, detrรกs de un alambrado, vimos algunos que nos dejaron acercar sin alarma y comieron de la mano el poco pasto que pudimos agenciarnos. Estaban ocupados en rascarse donde podรญan, con fervor que llamaba la atenciรณn. En verano el exceso de pelo ha de darles calor, pero sรณlo he visto en guanacos y bisontes esa pelambre despareja que parece apolillada. Claro que estos eran caballos de trabajo y no los elegantes que se usan para cabalgar, los mejores de los cuales vienen del norte, de Ska. Mientras todos los demรกs practican cuatro pasos, los caballitos islandeses disponen de uno mรกs. Pero no pude presenciar ese ballet equino, que asรญ debe parecer ese movimiento distinto.
Cisnes, patos y gaviotas son una frecuente presencia cada vez que el agua ocupa su lugar en el paisaje, algo frecuente en Reikiavik. Muy cerca de la plaza principal, hay un gran lago, frente al cual los bancos se llenan de gente al mediodรญa. Patos de diversas clases vienen familiarmente a buscar su comida hasta los mismos bancos, mientras otros evolucionan a un lado y otro del puentecito que lleva hasta el edificio moderno donde se votaba. Los รกrboles son pequeรฑos โtodo crece muy lentamente, ya dijimos; รฉstos, de dos especies mรกs resistentes al frรญo, traรญdas de Noruega, quizรกs no sean muy antiguos. Las aves ponen su toque de belleza junto con los tulipanes que compiten con el omnipresente diente de leรณn. Un pato y una dama china intervinieron en uno de esos faits divers, que aquรญ deben ser raros y por eso mรกs pintorescos. Una china de cierta edad era vista con frecuencia dรกndole de comer a los patos. Un dรญa, aquella actividad normal dejรณ paso a un rรกpido apoderarse de uno y a un agitado esconderlo entre sus ropas. El pato alertรณ con su escรกndalo a la sociedad que saliรณ en su defensa. Sin duda la dama china debรญa tener gastronรณmica nostalgia de un canard laquรฉ o a l’orange, pero los patos, como otros aspectos de la naturaleza, son de todos. Si se hubiese tratado de un bacalao, quizรกs no pasara nada…
Esta historia, que involucra a una oriental, me hace pensar que Islandia, no estรก favorecida por la ruta de los exilios, voluntarios o no, de este siglo. Con todo, en la casa de cultura extranjera, que estaba comenzando sus actividades bajo un nombre que no estoy segura que sea รฉse, conocimos algunas mexicanas y venezolanas, algรบn italiano y uruguayos; habรญa cientรญficos y honradรญsimos carpinteros y debo decirlo, se brindรณ con un buen vino uruguayo, donado por su distribuidor, tambiรฉn uruguayo, claro, u oriental, como preferรญa decir Borges. Pero no hubo pato.
La literatura no es en Islandia una actividad excepcional. Quiero decir que estรก bastante cerca de todos. Es usual que los abuelos les escriban poemas a sus nietos, los padres a sus hijos, que algunos cumpleaรฑos se celebren con poemas y que las ediciones islandesas abunden y tengan calidad tipogrรกfica. En este mundo algo aislado, en ese lenguaje sin cortes de impresionante antigรผedad, la literatura afirma y ayuda al crecimiento del islandรฉs.
No deja de ser curiosa la permanencia del tesoro literario e histรณrico, que encierra las primeras crรณnicas sobre los islandeses y al que hay que sumarle los primeros textos que ayudaron a la difusiรณn del cristianismo. Uno de los grandes momentos para el pueblo islandรฉs, despuรฉs del tan esperado de su independencia, fue el de la llegada del primero de estos textos que encierran los orรญgenes de su lengua, devuelto por Dinamarca, para lo cual el pueblo se volcรณ al puerto a recibirlo. Fue un gran acontecimiento y un gesto de justicia, completado, en aรฑos sucesivos, con el reintegro del resto de ese tesoro que estaba fuera de Islandia desde hacรญa siglos.
Pรกll Biering, nuestro amigo poeta, aรบn no ha sido traducido y no puedo leerlo. Pero Islandia no es un eider (pรกjaro marino, cuyo plumรณn se aprovecha para los mรกs finos edredones), que repite en su nido los gestos rutinarios de su especie: es la modernidad con lo bueno y lo malo de estos tiempos, que avanza sobre un escenario con luces, ruido, con las esperanzas y los desencantos del dรญa de hoy. Es Bjรถrk, la bellรญsima cantante de rock y actriz, que hace furor en Estados Unidos y que ha tenido el dudoso honor de integrar la lista de cรฉlebres cuyos apartamentos saquean ladrones ingleses subrepticios y eficaces. O es Hallgrรญmur Helgasson, poeta, pintor y novelista que el aรฑo pasado recibiรณ el prestigioso Icelandic Literatur Price por El autor de Islandia, pero que sin duda tendrรก mรกs difusiรณn por su 101 Reyjavรญk, llevada al cine por Baltasar Kormakur, con una famosa Victoria Abril en el reparto. Sumirme en las cuatrocientas sesenta pรกginas de la traducciรณn francesa (siempre mรกs explayadas que cualquier original) es una experiencia rotunda: por lo imaginativo de un lenguaje, el argot de parte de una generaciรณn que no difiere de sectores equivalentes del mundo occidental y permisivo, a la luz de la Vรญa Alcohรณlica, donde relucen el sexo, la droga, el rock, la televisiรณn, el cine y el internet como รบnicos valores. Y porque complementa la imagen anterior con otra que no vi, pero que supuse que tambiรฉn existรญa.
Como dice un personaje de Hallgrรญmur Helgasson, “los islandeses mantendrรกn su cabeza frรญa por toda la eternidad”, pero esta alusiรณn a la temperatura exterior del paรญs, no se cumple en el cรกlido interior de 101 Reikiavik. La novela ocurre prรกcticamente en la habitaciรณn de Hlynur, en el apartamento en que vive con su madre y la amiga de รฉsta, en bares, fiestas de amigos o de desconocidos, casas, siempre casas, para llegar a las cuales a veces hay que cruzar la calle nocturna, nevada, ventosa. El transcurrir de una vida, en el fondo solitaria, desamparada, entre padres divorciados tiempo atrรกs โpadre vuelto a casar, al que suele encontrar en los bares donde participa de su misma vida sin finalidadโ y madre que se descubre lesbiana, y con cuya amiga Hlynur tendrรก una relaciรณn casual y un niรฑo โy que parece haber tenido bastante responsabilidad en la falta de rumbo de Hlynur, que a sus treinta y tres aรฑos vive del seguro socialโ, es una historia individual, contada con humor y lenguaje inventivo y debe ser tambiรฉn el registro de un sector de la sociedad islandesa. La poesรญa se ha adelantado a este desencanto, como surge en un breve poema de Sigfรบs Dadason, “Trinidad”: “No comprendo el comienzo / No comprendo el amor / No comprendo la muerte / inmerecida es esta trinidad”. O con una no menos dura comprobaciรณn de Jรณn รr Vรถr: “Naciste hoy / Pero tu tumba fue cavada ayer”. O de Sigurdur Pรกlsson: “…es improbable / en este mundo sin eternidad / elegir los รบnicos actos justos”. Tres miradas hacia tres puntos diferentes, pero un desencanto equivalente. La salida de Islandia de su aislamiento โal fin de la Segunda Guerra Mundialโ debรญa cumplirse mediante la aceptaciรณn, consciente o no, de los temas, las angustias y las opciones del mundo moderno.
“Atomistas”, poetas malditos del treinta o la รบltima generaciรณn, la de Sjรณn, cuyas letras canta Bjรถrk, abierta a la influencia norteamericana, continรบan a Steinn Steinnarr, el contemporรกneo de Laxness, en el que las tradiciones culturales islandesas se enlazan a los mรกs depurados ejercicios de la vanguardia europea para la advertencia inรบtil del horror: “El hilo de Ariadna gualda y rojo / que me precede / corre a la aventura. / Ante los labios sanguinarios / de la materia en fusiรณn / crece la flor de la muerte”. –