Unas horas antes de que este número de Letras Libres se fuera a imprenta, lo supimos: J.G. Ballard, el notable escritor británico de ciencia ficción, el notable escritor a secas, murió a los 78 años de edad. Como un rápido homenaje, previo al ensayo que le dedicaremos en la próxima edición, rescatamos aquí algunos fragmentos del “Credo” que publicó por primera vez en la revista francesa Science Fiction en febrero de 1984.
Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, para liberar la verdad que llevamos adentro, para sujetar la noche, para trascender la muerte, para hechizar las autopistas, para congraciarnos con los pájaros, para asegurarnos las confidencias de los locos.
Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en las excitaciones de la playa de vacaciones desierta, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los edificios para estacionamiento de coches, en la poesía de los hoteles abandonados.
Creo en la belleza de todas las mujeres, en la perfidia de sus imaginaciones, tan cercana a mi corazón; en la unión de sus cuerpos desencantados con los encantados rieles cromados de los mostradores de los supermercados; en su cálida tolerancia de mis propias perversiones.
Creo en la muerte del futuro, en el agotamiento del tiempo, en nuestra búsqueda de un tiempo nuevo dentro de las sonrisas de las camareras de las autopistas y de los ojos cansados de los controladores del tráfico aéreo en aeropuertos fuera de estación.
Creo en los órganos genitales de los grandes hombres y mujeres, en las posturas corporales de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y la princesa Di, en los dulces olores que emanan de sus labios mientras miran las cámaras del mundo entero.
Creo en la locura, en la verdad de lo inexplicable, en el sentido común de las piedras, en la demencia de las flores, en la enfermedad reservada para la raza humana por los astronautas de la misión Apolo.
Creo en nada.
Creo en Max Ernst, Delvaux, Dalí, Tiziano, Goya, Leonardo, Vermeer, Chirico, Magritte, Redon, Durero, Tanguy, el Facteur Cheval, las Torres de Watts, Bocklin, Francis Bacon, y todos los artistas invisibles encerrados en las instituciones psiquiátricas del planeta.
Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en el disparate del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética, en la intención asesina de la lógica. ~