Sr. Director:
En el no 38 de Letras Libres, el señor Guillermo Sheridan escribe sobre "arte no convencional" con su estilo burlón, agudo, deliciosamente frívolo. Esta vez nos relata su experiencia con: Mantequilla prisionera, una obra de instalación que no he visto, pero que sin embargo es presumible que sea una expresión más de ese "arte actual" que, según Sheridan, degrada los sacrosantos recintos expositivos. Al menos tenemos la suerte de que tanta parafernalia desatada en galerías y museos le haya servido al señor Sheridan para desatar también su ingenio, al que es menester seguir para poder disfrutar y hasta comprender. Porque, como dice E. H. Gombrich, citado en ese mismo número por María Minera: "No existe, en realidad, el arte como tal. Sólo existen los artistas."
¿Que es más importante, una estupenda mancha sobre la superficie virgen del lienzo, un dibujo virtuoso de una mano (o de un rostro) o una pobre barra de mantequilla prisionera en escrutinio perpetuo? El arte es algo que va más allá de los materiales, más allá del hecho de ver, así como también literatura es algo más que palabras. Sí, el señor Sheridan resbala en la mantequilla. Creo. –