Ilustración: Jonathan López

Sinestesia disparada por el sonido. Conversación con Leslie García

Se aplaude al arte nacional. En sus diversas manifestaciones, parece vivir un buen momento. Cineastas que doman a la bestia hollywoodense; artistas que cotizan por millones. Del extranjero llegan los ecos de vítores y premios, y eso apacigua, enorgullece, tranquiliza. Por fortuna el escenario artístico nacional es mucho más amplio y diverso. Para iniciar el año 2014 pretendimos dar voz a esas expresiones diversas y variadas, dentro de cinco disciplinas. Organizamos cinco conversaciones con un cineasta, un colectivo de danza, un dramaturgo y director de teatro, una artista sonora y un curador. Sus opiniones sobre el estado de las cosas resultan reveladoras y refrescantes: ni todo es tan optimista, ni las críticas fáciles repercuten. Las cinco áreas son tan diversas y resisten a ser sintetizadas o resumidas: sus problemas son complejos y particulares. Entre ellas comparten, si acaso, una preocupación por la vitalidad, por el quehacer y por la crítica a través de la creación que resulta intemporal. ~
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Los artistas pop hacen instalaciones sonoras y los artistas experimentales hacen canciones pop. Los límites entre las distintas ramas de la creación musical y sonora se han encaminado hacia la transdisciplinariedad y la vinculación orgánica entre la tecnología y la expresión humana. En este sentido, y trascendiendo las nociones de arte sonoro, música experimental y exploración tecnológica, Leslie García se inspira en el diy (“do it yourself”) y la cultura open source para desarrollar proyectos de colaboración creativa entre científicos, artistas y público.

Investigadora, docente y artista autodidacta, Leslie acompaña su obra con una profunda reflexión teórica y pedagógica. Ha formado parte de diversos colectivos (DreamAddictive, Astrovandalistas) y ha participado en varios espacios internacionales (Medialab-Prado, Festival Piksel, NanoLab en Río de Janeiro), además de presentar recientemente su obra “Pulsu(m) Plantae” en los festivales Transitio_mx y mutek.mx en la ciudad de México. “Cada vez es más común encontrar músicos que trabajan con artistas sonoros”, piensa.

¿Cómo consideras que ha influido en tus procesos creativos el haber crecido en Tijuana?

La experiencia de la frontera tiene que ver con el encuentro de herramientas para trabajar desde un estado de precariedad y emergencia. Es por esto que la visión del open source y el diy son formas que considero indispensables para las prácticas emergentes de arte, de ciencia y tecnología. En el norte la colaboración surge como necesidad, para generar nuestros propios recursos uno aporta a la comunidad lo que sabe y puede compartir, y eso que cada uno deposita es único e invaluable. Por eso es tan importante el tema de la documentación y los tutoriales, porque algo que se desarrolla aquí en México puede complementar otra exploración en cualquier otro lugar del mundo y viceversa.

Y en este sentido, ¿cómo ves el panorama de la música y el arte sonoro?

Cada vez es más común encontrar músicos que trabajan con artistas sonoros, con desarrolladores de hardware y de software que buscan explorar territorios que antes no eran indispensables para la música. Se trata de generar experiencias sensoriales más completas, sinestesia disparada por el sonido.

¿Para ti cuál es la principal diferencia entre “músico” y “artista sonoro”?

Se trata de un tema de lenguaje y formato. La música tiene un lenguaje definido que se aborda desde la composición, discurre en un código de notaciones donde los tiempos y ritmos conforman estilos. El arte sonoro viene de una tradición de ruptura del lenguaje musical, con la exploración de los sonidos cotidianos, de los ruidos que emergen al ritmo del desarrollo de nuestras sociedades.

¿Qué opinas de que cada vez que surge una tecnología o herramienta en los procesos creativos suele ser al tiempo aplaudida y criticada?

La tecnología tiene una clara dualidad: por un lado, provee de medios para solucionar problemas, para extender una habilidad, mientras que, por el otro, amputa, anula el origen de esa misma habilidad. Cuando se desarrolla tecnología y herramientas es muy importante mantener una postura crítica al respecto, observar de forma esencial qué es lo que está aportando y limitando. No se trata de cuántos aparatos puedas manejar, desarrollar o mandar a producir, sino de cómo la construcción y el desarrollo de los mismos ayudan a transmutar tu propia visión del mundo.

Te has legitimado mediante tu trabajo en tres ámbitos que, nos guste o no, pareciera que tienen todavía una brecha de género, al menos en México: el arte sonoro, la tecnología y, en menor medida, la música. ¿Qué opinas?

Definitivamente los espacios del arte sonoro, la tecnología y la música tienen una asimetría de géneros. Somos muy pocas mujeres trabajando en estos temas y muchas veces por no encontrar espacios para los discursos que manejamos, que son muy distintos a los discursos masculinos, se nos aplica una política de invisibilidad. Esta brecha se está acortando cada vez más, primero por el surgimiento de prácticas feministas relacionadas a procesos tecnológicos, y segundo porque cada vez más los espacios, los curadores, están abriendo sus puertas para diálogos horizontales. Falta mucho trabajo en este terreno, pero creo que se están logrando avances. ~

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(Ciudad de México, 1982) es crítrico, periodista e investigador especializado en estudios sobre los medios de comunicación, la cultura y las artes.


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