En su Historia religiosa de Rusia y sus imperios, publicada en 2022 por Siglo XXI, Jean Meyer se preguntaba: “¿Por qué un libro dedicado a la religión?” sobre todo en un momento en el que “algunos piensan que, como los dioses y Dios han muerto, vivimos en un mundo posreligioso, poscristiano y que, por lo tanto, se acabó el tiempo de tales estudios”. Para responderse acudía a una reflexión de Czesław Miłosz: “En lugar de abandonar a los teólogos a sus preocupaciones, he meditado constantemente sobre la religión. ¿Por qué? Sencillamente porque alguien tiene que hacer esto. Escribir sobre literatura o arte era considerado como una honorable ocupación, mientras que, si aparecían nociones tomadas del lenguaje de la religión, quien las usaba era inmediatamente tratado como una persona falta de tacto, como si un pacto de silencio hubiera sido quebrantado. He vivido un tiempo en el que ocurría un gran cambio en los contenidos de la imaginación humana. Durante mi existencia, Paraíso e Infierno han desaparecido, la creencia en una vida después de la muerte se ha debilitado mucho, la frontera entre los hombres y los animales, antes tan clara, ha dejado de ser obvia bajo el golpe de la teoría de la evolución, la noción de verdad absoluta ha perdido su posición suprema, la historia dirigida por la Providencia ha empezado a verse como un campo de batalla entre fuerzas ciegas. Después de dos mil años durante los cuales un alto edificio de creencias y dogmas ha sido levantado, desde Orígenes y san Agustín hasta Tomás de Aquino y el cardenal Newman, y durante los cuales cada obra del espíritu humano y de las manos del hombre ha sido creada dentro de un sistema de referencia, ha caído la edad crepuscular de la vida sin hogar, la intemperie. ¿Cómo podría no pensar en eso? ¿Y no es sorprendente que mi preocupación haya sido un caso raro?”
En aquel volumen, Meyer justificaba su proyecto de escribir una historia religiosa de “todas las Rusias” como algo más que una “simple curiosidad arqueológica”: “las religiones son como moldes en los que los siglos han metido a las generaciones sucesivas. Anatole Leroy-Beaulieu (1842-1912) en su gran libro L’Empire des tsars et les Russes [El imperio de los zares y los rusos] apunta que ‘muchas veces la huella persiste después de la quiebra del molde. A veces, al contrario, la religión se moldea sobre el pueblo que pretende formar a su imagen […] Al examinar la religión del pueblo y sus creencias, al considerar la Iglesia que lo instruyó y las sectas que lo atraen, estamos convencidos de que estudiamos el Estado y la sociedad rusa en uno de sus principales elementos, en lo que, en realidad, les sirve de base y soporte’”.
Meyer antes había editado algunos importantes libros sobre el tema ruso como Rusia y sus imperios, 1894-1991 (1997) y El campesino en la historia rusa y soviética (1991), y sobre tema religioso, La gran controversia. Las iglesias católica y ortodoxa de los orígenes a nuestros días (2005), El celibato sacerdotal. Su historia en la Iglesia católica (2009) y Estrella y cruz. La conciliación judeo-cristiana (1926-1965) (2016), entre muchos otros más, por lo que podemos decir que su obra semeja una sinfonía en la que se retoman y reelaboran los temas del catolicismo, el campesinado, las iglesias en las Américas –nunca mejor dicho–, la religión y la trascendencia como hechos encarnados y vividos o revividos a través de una fragua que es a la par histórica, geográfica, religiosa, política y, siempre, literaria, es decir, personal.
Una guerra ortodoxa. Rusia, Ucrania y la religión, 1988-2024 es, en primer lugar, un esfuerzo de síntesis sobre el tema conflictivo y bélico enunciado en el título. Es, además, diría yo, un atlas del tema y un reojo a la política mundial en el cual no está ausente México, pues tanto nuestro país como Rusia y Ucrania están asentados y arraigados en una cultura campesina y religiosa, cosa que a veces los mexicanos solemos soslayar. El contrapunto entre secularización y fe religiosa es desmenuzado por el autor con hechos siguiendo el hilo de las relaciones entre católicos y ortodoxos y muy puntualmente enfocado desde el registro de los itinerarios de la Iglesia ortodoxa rusa, la Iglesia católica, los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, Vladímir Putin y las fuerzas vivas y tensas que acompañan este “tren de ondas”, para evocar a Alfonso Reyes.
El libro consta de ocho capítulos más un preámbulo y un “Cierre y perspectivas. Estado de la cuestión”. El primero repasa “Los años de la nueva Rusia” y presenta una cronología. Meyer inicia la redacción de este tomo segundo de su Historia religiosa de Rusia y sus imperios el “4 de septiembre de 2023, a 558 días de la guerra emprendida contra Ucrania por el presidente de Rusia, Vladímir Vladímirovich Putin, el Zar”. Advierte algo de la mayor importancia: “Hago labor de síntesis con lo mejor de la literatura existente sobre el tema, con la prensa y las fuentes oficiales, accesibles, publicadas o en internet. No hay trabajo de archivos sino compilación de toda esta documentación a partir de 1986.” Se trata de una “investigación multidisciplinaria empírica” que abarca “35 años de historia inmediata”, pero que está consciente de que desde 1990 a la fecha se ha dado una “verdadera explosión de tesis, artículos, libros, talleres, proyectos colectivos [por ejemplo, el notable dosier sobre Ucrania de la revista Istor] rusos y no rusos”. El autor tiene su punto de vista y sostiene que “sé que no hay que dar demasiada importancia a las relaciones entre el Kremlin y el Patriarcado, a la fluctuante política eclesiástica de los gobiernos sucesivos en Ucrania; pero sé también que eso pesa y que […] la diferencia en ese punto entre Moscú y Kiev es esencial […] Y anuncio a la lectora, al lector, que las frustraciones que podría sentir las comparte totalmente el autor”.
Una guerra ortodoxa. Rusia, Ucrania y la religión, 1988-2024 podría ser considerada como un termómetro, un barómetro, no solo de esos países, sino del mundo contemporáneo, ya que en esta época no es concebible aislar los acontecimientos que suceden en un punto del planeta y no pensar que pueden tener algún efecto sobre nuestro presente inmediato. Jean Meyer sabe bien que hay, entre Rusia, Ucrania y México, vasos comunicantes que corren a través de la religión y sus poderes invisibles tanto como manifiestos. De hecho, podría decirse que toda su obra apunta a establecer una visión panorámica de ambos extremos del mundo. La sociología de la religión que puede hacerse en Rusia y Ucrania no es tan ajena a la que podría hacerse en los países de las Américas. No puede soslayarse el hecho de que Vladímir Vladímirovich Putin es un creyente de la Iglesia ortodoxa rusa. Parte de este libro explora y expone cómo después de la implosión de la Unión Soviética se dio un florecimiento de la cuestión religiosa, ya sea en su vertiente ortodoxa o en otras variedades de esa experiencia. El autor no solo nos adentra en el mundo de Rusia y la ortodoxia en el momento actual sino también nos hace ver hasta qué punto modelan el presente por venir del mundo. De ahí que la lectura de este libro resulte insoslayable. ~