Coccioli: un hereje en tierra mexicana

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Cรฒccioli โ€“y no Cocciรฒliโ€“ a la italiana, Cocciolรญ a la francesa, Cosiรณli a la espaรฑola, como le decรญan en Mรฉxico, su tierra adoptiva por cincuenta aรฑos: y quiรฉn sabe cuรกntas variaciones, cuรกntas mรกscaras… Carlo Coccioli โ€“se pronuncia cรณcholi, sonando casi nรกhuatlโ€“, que creรญa profundamente en el karma, fue un escritor reencarnado varias veces en nombre, en cuerpo y en su propia lengua, y mostrar la lengua, se sabe, es siempre una forma de provocar.

Con un verdaderamente poderoso samsara, el escritor, nacido en Livorno en 1920 y fallecido en la Ciudad de Mรฉxico hace quince aรฑos, evocรณ sus preocupaciones existenciales: relacionรณ y contrastรณ el amor homosexual con lo divino y con el catolicismo, mรกs allรก de una rebuscada desacralizaciรณn a la Pasolini; se interrogรณ sobre el rol del hombre de una forma posexistencialista y casi vรฉdica; tejiรณ varias veces, sobre todo en sus artรญculos y ensayos, un elogio de la compasiรณn contra el mal, en una eclรฉctica visiรณn que supo incluir, al mismo tiempo, la Torรก y el Cantar de los Cantares sin olvidar la enseรฑanza de Buda. El autor emprendiรณ este arriesgado recorrido autotraduciรฉndose del italiano al espaรฑol y al francรฉs, idiomas que llegรณ a manejar con igual talento, con los que escribiรณ mรกs de cuarenta obras publicadas en todo el mundo para editores de prestigio (Plon, Flammarion, Grasset, Diana, Planeta, Mondadori, la histรณrica editorial Vallecchi), obras ganadoras de premios como el Campiello, el Veillon y dos veces finalistas del Premio Strega.

Fueron libros que, viรฉndolos a la distancia de los aรฑos, arrasaron los cรกnones de la novela italiana neorrealista (lรฉase El cielo y la tierra, pero tambiรฉn sus primeras, quizรก un poco juveniles, El mejor y el รบltimo y La difรญcil esperanza) e innovaron la forma de la novela histรณrico-biogrรกfica en ejemplos como Yo, Cuauhtรฉmoc y David, y a veces sorprendieron por ser autobiografรญas muy lรญricas, como en la novelita Rรฉquiem para un perro, dedicada a la muerte de su perro.

Siguiendo estos interminables movimientos de su karma literario, el autor se acercรณ con enorme devociรณn a las distintas religiones monoteรญstas, al budismo, al hinduismo โ€“experiencia plurรญvoca sintetizada en modo muy original en la novela-interrogatorio Las casas del lago, ambientada a orillas del lago de Chapalaโ€“. No podemos olvidar tampoco su activismo animalista โ€“especialmente a favor de los perros, figuras angelicales para รฉl, ejemplos de una pureza no contaminadaโ€“ y en apoyo a Alcohรณlicos Anรณnimos.

Coccioli era, ciertamente, una personalidad y un escritor excesivo o, quizรก mejor, excรฉntrico, siempre fuera de lugar. Aquellos activos intelectualmente en Mรฉxico en los aรฑos sesenta y setenta recordarรกn sus feroces polรฉmicas, pero tambiรฉn su gran reconocimien- to pรบblico. Su fuerte espiritualidad, que en reiteradas ocasiones obstaculizรณ su carrera, se desarrollรณ al acercarse desde niรฑo, en los aรฑos treinta del siglo XX, al dios del islam evocado por el muecรญn en Cirenaica y Libia, donde pasรณ su infancia con su padre Attilio, militar de alto rango del ejรฉrcito italiano.

Despuรฉs de su experiencia africana, Coccioli redescubriรณ la tierra toscana de su madre, Mina, originaria de Livorno, y fue un joven partisano de la Brigada Rosselli, galardonado con una medalla al valor despuรฉs de una rocambolesca fuga de la prisiรณn de Bolonia y por su actividad de resistencia en las colinas alrededor de Florencia.

Las primeras novelas publicadas, a los poco mรกs de veinte aรฑos, por la editorial Vallecchi, narran la historia italiana de forma diferente: hablan de partisanos sui gรฉneris, anticomunistas, espiritualmente inquietos y atraรญdos por el suicidio y la depresiรณn, pero hablan tambiรฉn de modo muy contundente de las cicatrices de la guerra civil italiana entre fascistas y antifascistas, y transfiguran la misma experiencia de la posguerra, con un atmรณsfera de esperanza cristiana, a veces alucinatoria, en los personajes ejemplares de El pequeรฑo valle de Dios y, especialmente, en el ya mencionado El cielo y la tierra. Este รบltimo es uno de sus mejores libros: hagiografรญa del padre Ardito Piccardi, narrada a travรฉs de las perspectivas de diarios, cartas, documentos ficticios de testigos en torno a este ferviente santo que practica exorcismos, pero que tambiรฉn se sacrifica por su comunidad frente a un pelotรณn nazi.

En sus primeros aรฑos florentinos de relativa calma, Coccioli se habรญa acercado a Aldo Palazzeschi mรกs que a Giovanni Papini, y fue amigo y secuaz de otra genial figura de la Toscana: Curzio Malaparte, quien lo valorรณ como el mejor joven escritor de su generaciรณn y mantuvo con รฉl una importante correspondencia entre el final de los aรฑos cuarenta y el principio de los cincuenta. Compartieron contactos, vacaciones en Capri, ideas para libros y obras de teatro, y al parecer tambiรฉn soirรฉes parisinas. Fue Malaparte quien escribiรณ alguna vez: โ€œMoravia dice que Coccioli no vale nada, pero es la mezquindad envidiosa de los italianos (escritores y no escritores) que odian el talento y el รฉxito de los demรกs. Pero Coccioli es un verdadero escritor, y le darรก muchos dolores de cabeza.โ€ Coccioli, inquieto por excelencia, no aguantรณ mucho esta envidia que se tradujo en ostracismo: se marchรณ de Italia a finales de 1949 y nunca regresรณ de forma permanente. Ser compaรฑero del ambiguo y elitista Malaparte en pleno auge neorrealista no resultรณ muy ventajoso.

Esta vez no escapa del desierto africano ni de prisiones fascistas: se muda a Parรญs, parece que bajo consejo del mismo Malaparte, y desarrolla una estrecha amistad con Gabriel Marcel y los demรกs escritores y filรณsofos catรณlicos, con el editor Charles Orengo, pero tambiรฉn con Mauriac y Bernanos, y se vuelve cercano de Cocteau โ€“al parecer existe en algรบn lado una correspondencia, hoy en dรญa desaparecidaโ€“. Y es en la capital francesa, desde su pequeรฑo cuarto en la rue Chappe a las orillas del Sacrรฉ-Cล“ur, que Coccioli conoce el รฉxito editorial: se dice que en la Ville Lumiรจre leรญan en los aรฑos cincuenta tanto a Proust como a Coccioli; lo llamaban el Mauriac italiano, o el Camus toscano, y algunos mรกs, por sus temรกticas y la relaciรณn entre homosexualidad y catolicismo, lo emparentaban con Julien Green. Tanto asรญ que Alberto Arbasino, en un episodio de su libro de memorias Parigi o cara, reporta a unos amigos franceses en una alberca preguntando lo siguiente: โ€œEntonces, ยฟquiรฉn es el mejor en Italia hoy en dรญa? ยฟMoravia, Coccioli, Guareschi o Cecchi?โ€ Existen pรกginas enteras de Le Figaro que hablan del โ€œcaso Carlo Coccioliโ€.

No se cansรณ de estar inquieto. Escribiรณ el escandaloso libro Fabrizio Lupo en italiano, pero lo publicรณ en francรฉs en 1952 (en Italia se publicรณ hasta 1978, despuรฉs de dรฉcadas de censura). Se trata de la historia de un pintor catรณlico atormentado por un amor homosexual, que finalmente lo llevarรก al suicidio. Se dice que con ese libro Coccioli perdiรณ cientos de lectores catรณlicos, pero encontrรณ miles, nuevos y apasionados. Con el mismo amor loco sigue a un hombre que le ocasionรณ muchos tormentos (Michel, el Laurent de ese mismo Fabrizio Lupo) hasta la Ciudad de Mรฉxico. Residiรณ primero en Polanco, luego en Mixcoac, y por รบltimo se estableciรณ en la que serรญa su casa por muchos aรฑos en Obrero Mundial 165.

En pocos aรฑos fue aceptado como un reconocido y respetado intelectual latinoamericano. Escribรญa en revistas y periรณdicos como Excรฉlsior y Siempre! Fue amigo cercano de Rufino Tamayo, Arturo Lomelรญ, Pita Amor, de los Benรญtez, pero tambiรฉn se mantuvo en contacto con Carlos Pellicer, Octavio Paz y Carlos Fuentes (antes de referirse a ellos como la mafia), y ademรกs sostuvo estrechas relaciones con polรญticos y presidentes mexicanos. No hay que olvidar su estancia en la frontera, en San Antonio, Texas, despuรฉs de que el temblor de 1985 colapsรณ el Distrito Federal. Este periodo estadounidense permitiรณ ese diario o mรกs bien โ€œminutarioโ€ hoy casi de culto: Piccolo karma โ€“el cual contiene una memorable reflexiรณn, casi budista, sobre Disney World y Mickey Mouseโ€“.

Cabe decir que nunca interrumpiรณ el constante regreso a su amada-odiada Florencia. La Florencia que hoy poco lo recuerda, excepto, quizรก, con una caja de hojas manuscritas en la Biblioteca Marucelliana y con casi todas sus obras impresas cubiertas de polvo en la Biblioteca Nacional.

ยฟPor quรฉ deberรญamos releer a Coccioli a quince aรฑos de su muerte? No solo por su aventurada vida en el exilio, no solo porque sus libros retratan los problemas universales como un Dostoievski, un Camus, en tierra italiana y mexicana. No solo porque muchos escritores italianos contemporรกneos lo consideran un maestro hereje, incluso mรกs que a Moravia. Sino tambiรฉn porque su estilo, a veces decadente y visionario, a veces extrovertido y casi ingenuo, presenta todas las influencias de sus lecturas entre mundos europeos y americanos hasta que lo hace, como ya lo escribiรณ el crรญtico Carlo Bo, un โ€œescritor italiano ajeno a Italiaโ€, perteneciente a โ€œotraโ€ literatura. Pero, al mismo tiempo, Coccioli representa una nueva y preciosa llave para releer los vicios y las virtudes de nuestra literatura italiana y europea del siglo XX. ~

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La versiรณn original de este texto se publicรณ en la revista Nuovi Argomenti.

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es poeta y profesor en la New York University. Actualmente escribe una novela sobre โ€œlas vidasโ€ de Coccioli.


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