La poesía es lo que vale la pena traducir.
El poema muere cuando no tiene adónde ir.
Eliot Weinberger
Es imposible no pensar en la figura del poeta-crítico-traductor ante el libro la Poesía de la Cábala que Vaso Roto ediciones pone en nuestras manos. Tanto Peter Cole como Aurelio Major son poetas de reconocida trayectoria y son también traductores y críticos. En ambos, la escritura de poemas, la traducción y la reflexión crítica se nutren mutua y continuamente con rigor y flexibilidad. La visión que ambos sustentan de la traducción de poesía coincide con la concepción poundiana que reivindica la categoría estética de la traducción como creación. La operación de traducir engloba entonces a un mismo tiempo el proceso creativo y el proceso crítico desde los cuales los aspectos interlingüísticos y los aspectos intercosmovisionales encuentran correspondencias. Traducción y creación son operaciones gemelas también para Octavio Paz, quien pensó la poesía desde un punto de vista translingüístico, en el que el entrecruzamiento de las diferentes tradiciones poéticas permite la interrelación y el juego de contradicciones y de analogías, en vez del estéril aislacionismo en donde se generan, según Haroldo de Campos, “las frustraciones y se erizan las belicosidades”.1
La Poesía de la Cábala nos muestra precisamente que traducir es también un acto de amor que pone en contacto lenguas distintas y distantes, y las reúne en un mismo espacio-tiempo para revigorizar a la lengua de llegada. En esa misma dirección vale la pena recordar el lema “make it new” de Ezra Pound, que apunta justamente a dar nueva vida al pasado literario válido vía la traducción como nutrimento del impulso creador. Es entonces en la elección de lo que se va a traducir en donde reside la primera operación crítica del traductor. La tradición y la traducción, si se entienden desde esta perspectiva, se complementan para configurar una tradición activa y viva en constante renovación. Hugo Gola nos lo recuerda en su presentación del primer número de El Poeta y su Trabajo, revista en la que la traducción ocupa un lugar preponderante: “Estamos convencidos de que las buenas versiones no solo son una posibilidad de experiencia gozosa para los lectores, sino igualmente un modo de ampliar los recursos expresivos de la literatura que las recibe, permitiendo un aprendizaje con aquellas obras que en otras lenguas alcanzaron una singular perfección.” Emprender la lectura de la Poesía de la Cábala nos lleva precisamente por el camino de esa experiencia gozosa y de aprendizaje.
Como señala Peter Cole en su introducción, los poemas aquí reunidos responden a terrenos culturales muy diferentes y florecen en tres continentes a lo largo de un periodo de unos mil quinientos años, de ahí la dificultad de la traducción propuesta, pero también su importancia. Cole nos enfrenta a una gran variedad de textos en cuanto a diversidad formal y tonal. Los poemas en cuestión reflejan desde el plano sonoro, imagético2 y conceptual, preocupaciones éticas, sociales, teológicas, oraculares y estéticas en un trenzado que repercute en las relaciones lexicales, pero sobre todo en las morfofonémicas y sintácticas, es decir, en ese tejido de texturas y tonos que emergen en la superficie de los poemas. Es ese quizás el mayor reto de la traducción al inglés de Cole y al español de Aurelio Major: intentar mostrar en el tejido de ambas lenguas, respectivamente (tenemos las dos versiones en el libro), las equivalencias rítmicas, los juegos paronomásticos y las texturas de las lenguas de origen.
En los comentarios que Cole va introduciendo en los distintos apartados del libro, no solo presenta a los poetas que tradujo y sus contextos históricos, sino que también se detiene en las poéticas que se desprenden de los poemas y en las visiones que esas poéticas proyectan o suscitan. Tal es el caso, por ejemplo, del Séfer Yetsirá, el Libro de la creación, que puede leerse como un tratado sobre el poder del sonido y su mágica virtud para construir el mundo:
Veintidós letras / grabadas con la voz / canteadas del aire, / fijadas en la boca / en cinco posiciones: / unos sonidos desde la garganta, / unos sonidos en los labios, / unos sonidos contra el paladar / y unos contra los dientes, / y otros sonidos a lo largo de la lengua.
En el fragmento anterior, pero sobre todo en el largo fragmento que se cita en la antología, se nos habla de las cualidades coreográficas de las letras; su relación con el cuerpo, la posición de los labios, la lengua, los dientes, la vibración de estas en la garganta y en el aire, el deseo de unas por otras, unas femeninas, otras masculinas: todo un misticismo lingüístico asoma. La creación surge de esas letras y de su permutación continua, por ello la importancia de las figuras sonoras que encontramos en la mayor parte de los poemas de esta antología: la anáfora, la aliteración, la enumeración, el paralelismo, la concatenación, la epífora, etc., y la fuerza que se desprende de esas resonancias.
Otro ejemplo interesante de poética es la de Abraham Abulafia del siglo XIII, al que Cole compara con el poeta francés Rimbaud, por su insistencia en la necesidad de perturbar y reorganizar sistemáticamente los sentidos evidentes del texto por medio de permutaciones numerológicas a fin de abrirnos paso hasta el plano esotérico y visionario del entendimiento.
Y el signo entona / y el cielo es clave / para conocer la Voluntad / que lo mueve y presta / gracia al espíritu / y merced al poder / para corregir la acción, / el Reino ya primero / y la enseñanza a la zaga, / la enseñanza primero / y el Reino a la zaga: / y la letra, las vocales / y el canto revelan / el misterio de la Sangre…
El fragmento anterior es del Libro de los Signos en el que según Cole acontece una pequeña epopeya mística: el combate entre la facultad imaginativa (representada por la sangre) y la facultad visionaria (representada por la tinta).
Leer la Poesía de la Cábala nos lleva a retomar de manera seria y rigurosa los lazos entre misticismo y poesía. Tanto los textos místicos como los poemas, “esas máquinas espirituales hechas de palabras” como las llama Peter Cole, retomando y trastocando la definición de William Carlos Williams, son artefactos verbales que posibilitan la expansión de la conciencia. Ya Kenneth Rexroth, en su ensayo “Pierre Reverdy”,3discurría en torno al cubismo, centrándose en la composición y en sus efectos, y señalaba cómo la recombinación de fragmentos disímiles y heterogéneos en un poema construye una estructura que rompe con la lógica secuencial permitiendo que se abran otros estados de percepción, mostrando así la cercanía entre el éxtasis místico y el éxtasis estético, e introduciendo en una misma lista los nombres de Hildegarda de Bingen, Safo, Jacob Böhme, Pierre Reverdy, Stéphane Mallarmé y Paul Valéry. Por su parte el poeta sirio Adonis, en su libro Sufismo y surrealismo, da cuenta de las profundas conexiones entre ambos, no solo en cuanto al pensamiento analógico que se activa en ambas escrituras, poniendo en relación lo visible con lo invisible, sino también por el papel liberador que juegan en ellos la poesía y el erotismo. Peter Cole, a lo largo de sus comentarios, va buscando también ciertas afinidades entre la visión de los poetas místicos de la tradición judía y algunos poetas modernos, como Walt Whitman, Emily Dickinson, Ezra Pound, Basil Bunting y el ya mencionado Rimbaud.
La Poesía de la Cábala nos pone en ese borde poroso en el que lo que se lee es un poema y un texto sacro a la vez, usado para la meditación y la plegaria. Ese borde complica evidentemente el trabajo del traductor, ya que debe poner en tensión campos semánticos, estéticos, esotéricos y proféticos alimentados por una tradición que funciona además con la doble bisagra de lo conservador y lo experimental: la improvisación y el respeto por la tradición generan nuevos campos de fuerza entre los cuales moverse. Tanto en su introducción como en las notas, Peter Cole reflexiona sobre su concepción de la traducción, que, a mi entender, estaría entre el trazo metafísico de un Walter Benjamin, que piensa en la lectura entrelíneas para captar o liberar el reflejo de la palabra divina en el lenguaje humano, y el trazo de una física pragmática que privilegia un acercamiento a la materialidad propia del texto, situando a la función poética jakobsiana como el eje de la lectura. Entendiéndose por materialidad sígnica “tanto la forma de expresión (aspectos fónicos y rítmico-prosódicos) como la forma del contenido (aspectos morfosintácticos y retórico-tropológicos)”,4poniendo así al descubierto el potencial de la poesía de la gramática de los poemas. Otro aspecto importante que salta a la vista, o mejor al oído del lector, es el del tono de la traducción, que se juega en ocasiones entre lo oracular y lo familiar. No debemos olvidar que traducir, como bien señalaba Borís Pasternak, es una cuestión de tono. En el siguiente poema de Levi Itzjak, “Tonada de Ti”, se alcanza esa interesante tensión tonal entre el tono proverbial-reiterativo y el tono íntimo:
Tonada de Ti
Señor del Mundo.
Señor del Mundo.
Señor del Mundo,
Te cantaré una Tonada de Ti.
Tú – Tú – Tú.
¿Dónde habré de encontrarte?
¿Y dónde no habré de encontrarte?
Así – aquí voy – Tú,
y luego – allá voy – Tú,
siempre Tú, da igual Tú,
solo Tú, eternamente Tú.
Tú – Tú – Tú, Tú – Tú.
Oeste – Tú – y Este – Tú,
Norte – Tú – y Sur – Tú.
Tú – Tú – Tú.
Los cielos – Tú. La Tierra – Tú.
En lo alto – Tú, y abajo…
En todo rumbo, y en cada inflexión.
Aún Tú. Como sea Tú. Solo Tú.
[Siempre Tú.
Tú – Tú – Tú.
Peter Cole pone en el centro de su antología el poder de la canción y por lo tanto el de la vocalización y el de la escucha. Más allá del conocimiento que puedan tener los lectores o las lectoras del misticismo judío, no me cabe la menor duda de la función vigorizante de la Poesía de la Cábala: ofrece el nutrimento necesario para alimentar a la poesía contemporánea.
Quisiera terminar con una cita del poeta español Miguel Casado, tomada de su texto “La traducción de poesía como tiempo soberano”, en el que responde a esa tan conocida y reiterada idea de que en la traducción de poesía se pierden muchos de los valores de los textos de origen:
Las distorsiones, las alteraciones que se dan en el tránsito entre lenguas, ¿no generan espacios nuevos?, ¿no abren lugares que no preexistían? Las pequeñas rupturas en el filo de las palabras usuales, la inestabilidad porosa de las categorías morfológicas, todo un pulular de microfenómenos sonoros y semánticos, llevan cada texto a un estado imprevisible, que pide otra lógica que la que le había traído hasta allí. Lógica del incremento: “un poema desencadena acontecimientos inesperados”. Traducir sería “trocar la pérdida en tesoro”; disolvería “la angustia de la pérdida” en la multiplicación del saber, “la dádiva de las muchas lenguas”, la bendición de Babel. La única lengua universal deseable y posible es la traducción.5 ~
- Haroldo de Campos, Transcreación. La práctica del traducir, trad. de Reynaldo Jiménez, Libros de la Resistencia, 2023, p. 35.
↩︎ - Tomo el concepto del poeta peruano Reynaldo Jiménez.
↩︎ - Publicado en El Poeta y su Trabajo 3, primavera de 2001.
↩︎ - Haroldo de Campos, op. cit., p. 170.
↩︎ - Tomado de “La traducción de poesía como tiempo soberano”, disponible en: periodicodepoesia.unam.mx. ↩︎
es poeta, ensayista y docente. Entre sus libros más recientes se encuentra Franja de luz lejana, publicación bilingüe, traducción al alemán de Silke Kleemann (Hochroth Heidelberg Verlag, 2023).