Ilustración: Manuel Monroy.

Comanches

Aunque la comunidad comanche aún resuena en distintas esferas de la cultura por su espíritu guerrero, sus cantos tradicionales no han gozado de ese mismo eco. Esta muestra de su escasa lírica transcrita evidencia la faceta artística de este pueblo.
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Los comanches llegaron del norte como nómadas cazadores y recolectores a la parte oeste de la Gran Cuenca (medio millón de kilómetros cuadrados, que incluyen todo Nevada y parte de los estados vecinos).

Una gran sequía los hizo moverse a los valles de las montañas Rocallosas en las Grandes Llanuras, desde fines del siglo XIII.

En el siglo XVI, llegaron por el sur los exploradores novohispanos, sus caballos y rifles, así como la viruela, el sarampión y el cólera.

En 1706, los comanches encontraron al potosino Juan de Ulibarrí que iba de regreso a Nuevo México. Fue su primer contacto no indígena, y no fue hostil.

Por entonces, eran unos 20 mil, en bandas que compartían tradiciones y lengua, pero no un jefe supremo.

Eran combativos, tenían fricciones con las tribus vecinas y, cuando adoptaron el caballo, se volvieron la tribu dominante de un vasto territorio: la llamada Comanchería, que cubría una buena parte de la Nueva España, en lo que hoy son los estados de Oklahoma, Texas, Nuevo México, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí. Esto no quiere decir que residieran ahí, sino que cazaban ahí. Pero consideraban suyo todo aquel territorio y expulsaban a los cazadores intrusos que se atrevían a entrar sin su permiso.

Recíprocamente, a los novohispanos, ingleses y franceses que llegaron a explorar y colonizar, la Comanchería les pareció un territorio vacío, sin dueño y habitable; aunque asediado por intrusos salvajes, que había que reducir a la vida sedentaria o exterminar.

La guerra entre comanches y colonos se complicó con la Independencia de México, cuyos estados norteños eran considerados remotos para el gobierno central, todavía mal constituido y sin recursos.

Las incursiones en México de los comanches fueron una pesadilla para la escasa población del norte del país.

Hoy están constituidos en la Comanche Nation. Tienen reconocimiento federal de los Estados Unidos, con su propio gobierno (un consejo tribal), bandera (con la imagen de un comanche a caballo y el lema Lords of the Plains ‘Amos de las Llanuras’) y su página web: comanchenation.com.

Publican en línea The Comanche Nation News, mensual. En el número de febrero de 2024, hay un editorial sobre la peligrosa construcción de una refinadora de níquel y cobalto, noticias comunitarias, numerosas fotografías, celebraciones del día de San Valentín, obituarios, anuncios comerciales y hasta de tarjetas de crédito.

Son unos 17 mil. Viven dispersos en Oklahoma, Texas, Nuevo México y California. Hablan inglés y (menos de mil) comanche, lengua de la familia yutonahua, que hoy tiene su propio sistema de escritura, basado en el alfabeto latino.

Se llaman a sí mismos nymynyy ‘gente’. Los ute los llamaron kumantsi ‘enemigo’, que los novohispanos transformaron en commanche, nombre que pasó del español al inglés y otros idiomas.

Hay páginas Comanche de la Wikipedia en 55 idiomas, además de otras relacionadas: Idioma comanche, Comanchería, Juan de Ulibarrí, Guerra entre los comanches y México, Spanish peace treaties with the Comanche, Comanche history, Comanche wars, Comanche Trail, Comanche campaign (de los colonos contra los comanches).

La Biblioteca del Congreso registra más de un millar de libros que llevan en el título la palabra Comanche. Amazon, cientos, sobre todo en inglés, pero también en alemán, francés y español. Los más recientes (fechados en 2023) suman medio centenar.

Existe un Vocabulario del idioma comanche (México: Imprenta de Ignacio Cumplido, 1866) de Manuel García Rejón, campechano avecindado en Monterrey. La Universidad de Texas en Austin lo reeditó como Comanche vocabulary, trilingüe.

Abundan los videos en YouTube, las películas y novelas de tema comanche.

También abunda la palabra comanche en usos que nada tienen que ver: apodos, nombre de equipos deportivos o grupos musicales, nombre de lugares geográficos, automóviles, avionetas, helicópteros, yates, empresas, videojuegos y una serie de televisión.

Lo que no abunda es la transcripción de cantos tradicionales.

Natalie Curtis Burlin (1875-1921), etnomusicóloga, hizo trabajo de campo y fijó en papel pautado la música y letra de muchas canciones indígenas, pero solo una es comanche: The Indians’ book. An offering by the American Indians of Indian lore, musical and narrative, to form a record of the songs and legends of their race (Nueva York: Harper, 1907). Incluye (en inglés y comanche) esta canción:

Adiós, muchacha. Mírame.
Voy a tierras lejanas
por los caminos de la guerra,
por lo que me dijiste.
No volverás a verme
en mucho tiempo.

Fuente: Curtis, The Indians’ book, Honolulu: University Press of the Pacific, 2002, p. 199.

Ernesto Cardenal recoge dos, sin indicar la fuente, y dice que la primera no puede traducirse, porque carece de sentido:

Ya hi yu niva hu
hi yu niva hi yu niva hu
ya hi yu niva hi na he ne na
hi ya hi nahi ni na
hi yu niva hu
hi yu niva hi yu niva hu
ya hi yu niva hi ya he ne na

El mundo de los espíritus.
Viviremos otra vez,
viviremos otra vez.

Fuente: Ernesto Cardenal, Antología de poesía primitiva, Madrid: Alianza, 1979, p. 41.

Hay otra versión de la canción sin título, que recoge Elisa Ramírez Castañeda, He llegado al centro de la tierra. Poesía de los indios de los Estados Unidos y Canadá, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Colección Cien del Mundo, 2013.

Los rayos del Sol llegan – he’e’yo’!
Los rayos del Sol llegan – he’e’yo’!
Los rayos amarillos del Sol llegan – ahi’ni’yo’
Los rayos amarillos del Sol llegan – ahi’ni’yo’
Viviremos otra vez.
Viviremos otra vez.

Fuente: Ramírez Castañeda, He llegado al centro de la tierra, p. 172. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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