Poca falta le hace a la ecuatoriana Mรณnica Ojeda (Guayaquil, 1988) adscribirse a alguna generaciรณn o movimiento literario circunstancial. Con menos de 35 aรฑos es dueรฑa de una obra de rasgos impares, cuyas mรกs llamativas cualidades son el misterio de lo filial, la bรบsqueda de una explicaciรณn al horror y un erotismo que aflora en lugares y situaciones insospechadas.
Ojeda ha trabajado en esos ejes desde hace ya buen tiempo, y las maniobras por colocarla al lado de otras autoras de suspense delatan las caracterรญsticas de un mercado literario maรฑoso, que no oculta su sed por encontrar coincidencias forzadas en lugar de celebrar talentos singulares. Aun asรญ, la sensibilidad de Ojeda es marca de estos dรญas en tanto muestra el terror que aparece en las tecnologรญas digitales, la inevitabilidad de crecer, el rigor de las instituciones, y la compaรฑรญa casi siempre inefable de la ansiedad y otras malas bestias que viven con tanta frecuencia en nuestras cabezas. Allรญ mismo, en esos ejes que se alimentan tanto de Lovecraft como de Lacan, su literatura toma sentido y forma, y es candidata a perdurar. En esa singularidad que resulta de escribir con palabras propias las experiencias colectivas, aparece una รฉtica de la escritura cuyo compromiso mรกs vehemente es la recreaciรณn del desasosiego individual, y en medio de este, la buena estrella de la amistad, que se teje como un orden de pequeรฑas resistencias ante la sordidez y lo mundano. La amistad sucede en el amor filial o en la tensiรณn sexual, parece decir Ojeda, cuyos personajes entablan pactos afectivos en que la cercanรญa con la otredad se da de forma radical o de plano no existe, y donde cuerpos y experiencias estรกn comprometidos hasta la misma muerte en su misiรณn por llevar la realidad mรกs allรก de como los objetos la describen. La amistad se confabula en un terreno que remonta lo terrenal, y es la clave maestra para habitar y decodificar el Misterio.
Una lectura entusiasta de los libros de Ojeda halla en estos afanes una renovaciรณn de la literatura latinoamericana contemporรกnea. Acaso tambiรฉn el regreso a una tradiciรณn postergada o devorada por las fauces del cine y las novelas gringas de horror psicolรณgico, donde las hermandades y las bestias reales, mentales o visibles para unos pocos escogidos han fatigado los ojos de generaciones de audiencias meridionales. Bajo esta lรณgica, Ojeda parece dialogar con Marรญa Luisa Bombal o Felisberto Hernรกndez. Cuando se toma licencias nostรกlgicas de los paisajes del Ecuador, puede declarรกrsele la fundadora de una suerte de suspense andino-tropical, un gรฉnero que toma por escenarios la ciudad costera o los montes nevados de la sierra.
Autora cosmopolita como es, no le hace falta la insistencia en la localizaciรณn de sus personajes โen Nefando (2016) hace obvia su deuda con Los detectives salvajesโ, aunque otro de sus mรฉritos sea localizar con ojo de รกguila la impostaciรณn de las clases privilegiadas latinoamericanas, que no necesitan ser caricaturizadas para hacer el ridรญculo. En aquellas descripciones, Ojeda salpica sus textos con un cierto humor manierista que, nos guste o no, resulta efectivo porque se ajusta a la realidad de los excesos de los acaudalados y sus costumbres. El Misterio se acuna con especial รฉxito entre esa gente y esas prรกcticas sociales y sentimentales, ya sea porque los ricos tambiรฉn lloran, o porque el modo en que administran su repertorio emocional delata una etiqueta insuficiente para disfrazar sus deseos, contradicciones y vicios. Colindante con los hรกbitos de la รฉlite es la Iglesia catรณlica, a la que la autora descubre como un manojo de prรกcticas anacrรณnicas y cรณmplices: si el lugar comรบn enuncia que el nรบcleo de la sociedad contemporรกnea es la familia, Ojeda propone que el sentido final de las prรกcticas religiosas familiares es la perpetuaciรณn de la inocencia de los favorecidos a cualquier precio.
Pero la autora estรก lejos de practicar un realismo de denuncia. Lo que mรกs le interesa es abrir paso a las imbricaciones entre lo sobrenatural y lo erรณtico, entre los cuerpos sujetos a experiencias radicales y la realidad deformada por la violencia o la experiencia. En sus mejores momentos, Ojeda domeรฑa la tentaciรณn del exceso; en los pasajes de mayor debilidad hay una saturaciรณn de motivos literarios propios del suspense, que ocasiona que las narraciones terminen por parecer parodias del gรฉnero o recursos efectistas que borran las virtudes de la elipsis. Queda todavรญa por verse hasta quรฉ punto practicarรก una literatura de gรฉnero, o si, por el contrario, aceptarรก desprenderse de la suma de videojuegos escabrosos, cultos pararreligiosos recitados por adolescentes, ejercicios antropofรกgicos y profesores colegiales con prรกcticas siniestras. De acuerdo: no es poco lo que se le pide, en la medida de que su literatura mide el grado de penetraciรณn, en las letras de este continente, de los imaginarios anglosajones del miedo, el deseo y la violencia. Lo valiente, y esto sรญ ha de subrayarse, ha sido ese constante deseo por codificar a escala local un gรฉnero que tiene escrito o rodado en inglรฉs a prรกcticamente todo su canon. Sumas y restas hechas, con Ojeda se retoma la posibilidad de un suspense criollo, por asรญ decirlo, que va mรกs allรก de colocar lugares y nombres hispanoamericanos en sus libros.
Asรญ lo evidencia Nefando, su primera novela publicada en Espaรฑa. La historia es simple: seis voces hablan sobre un juego que circulรณ por la deep web y que, por tener contenido pedรณfilo, de incesto y violencia, ha sido expeditamente borrado por la policรญa. Quien recoge la informaciรณn es una voz periodรญstica encargada de entrevistar y dar voz a tres hermanos ecuatorianos, dos estudiantes mexicanos y un programador espaรฑol. Nefando resuelve con eficacia la narraciรณn coral y, dentro de sus mรกs de doscientas pรกginas, se sostiene como una pregunta que no necesariamente tiene que ser respondida. Lo relevante son los testimonios que se guardan del juego y la reflexiรณn sobre los cuerpos corrompidos por las nuevas tecnologรญas, por la materia invisible y digital. En Nefando Ojeda juega tambiรฉn con la condiciรณn de ser sudamericano en Espaรฑa, con la huella del maltrato infantil, y con la brecha generacional entre adultos y los que van camino de serlo. Es en ellos que se ha nutrido una sensibilidad procedente de lo que la tecnologรญa, legal o ilegalmente, les ha traรญdo.
A diferencia de Nefando, Mandรญbula (2018) sublima la mayorรญa de narraciones explรญcitas y narra sin prisa y con empatรญa la historia de la amistad de dos alumnas aventajadas de un colegio de รฉlite guayaquileรฑo. Fernanda โsobre la que pesa la sospecha de haber matado a su hermano y cuyas conversaciones con su psicoanalista transcribe la voz que organiza la novelaโ se une a la inolvidable Annelise y juntas okupan un edificio abandonado donde desafรญan sus miedos mediante ceremonias paganas, caminatas temerarias sobre un borde del edificio, y juramentos de lealtad con su grupo extendido. Esa parece ser la รบnica manera sensata de crecer en un entorno controlado por las apariencias de los millonarios y la disciplina de terror que impone el Opus Dei.
Mandรญbula es una novela mรกs imprevisible y por eso mรกs aterradora, y las cualidades que emergen de estas dos caracterรญsticas son evidentes. Ojeda narra con detalle el crecimiento de ambas adolescentes, sus escarceos sexuales con otros y entre sรญ, y delinea un territorio de privilegios materiales e insalubres relaciones de afecto, lo que se ve probado con la narraciรณn del secuestro de Fernanda a manos de su profesora de literatura. Poco antes del delito, Annelise le escribe una carta fiel a la poรฉtica de la autora que la inventa: โVoy a explicarlo: cuando uno desconoce alguna cosa siempre puede tener la esperanza de llegar a conocerla en el futuro, pero ยฟquรฉ haces con algo que has tenido enfrente y que de repente se muestra irreconocible e impenetrable? Lo horrendo, quiero decir, no es lo desconocido, sino lo que simplemente no se puede conocer. En Lovecraft esto estรก relacionado con seres atรกvicos y extraterrestres, con mitologรญas y orรญgenes, pero en el fondo se trata de una presencia informe que nos sobrepasa, que va mรกs allรก de nuestras pequeรฑas existencias y que responde a fuerzas inexplicables de nuestras y otras naturalezas.โ Tales fuerzas, tales naturalezas, no son sino la conciencia misma, atormentada por el miedo y la angustia, y su falta de aceptaciรณn ante aquello que permanece oculto y no es posible develar. El Misterio es adyacente a la experiencia humana, y la carrera por volverlo diรกfano o poder nombrarlo es el despeรฑadero de la cordura.
El libro de relatos Las voladoras (2020) y el poemario Historia de la leche (2019) contribuyen mรกs bien poco a la obra de Ojeda. Leer estos dos libros acompaรฑados de sus novelas trae una sensaciรณn de desigualdad en el valor literario del conjunto, como si sus cuentos y poemas fuesen campos de ensayo de proyectos mรกs logrados. โEl mundo de arriba y el mundo de abajoโ, por ejemplo, parece ser la prolongaciรณn narrativa del primer poema del apartado โEl libro de los abismosโ: lo andino se confunde con una รฉpica new age y el lenguaje desmedido le pasa factura a la imagen y los pensamientos que esta convoca. Ademรกs, si en este caso la alusiรณn a Arguedas es inevitable, no mucho mรกs que la evocaciรณn de los paisajes andinos emparenta al peruano con la autora, que busca un ambiente gaseoso y claroscuro, licencias poรฉticas y oraciones subordinadas que den golpes de efecto. El problema es que a veces se confunde lo recรณndito con la ilegibilidad, y la inspiraciรณn que viene de los paisajes volcรกnicos y fรฉrtiles con el lirismo. En las narraciones, Ojeda prescinde del ancla que la ata con lo verosรญmil y tiende a alegorizar el deseo mediante imรกgenes surrealistas, al modo de un Osvaldo Lamborghini con un arrebato de romanticismo: โLa voladora entrรณ llorando con su รบnico ojo y trajo los zumbidos a la familia. Trajo la montaรฑa donde jadean las que aprendieron a elevarse de una forma horrible, con los brazos abiertos y las axilas chorreando miel. A papรก le disgusta su olor a vulva y a sรกndalo, pero cuando mamรก no estรก le acaricia el lomo y le pregunta cosas muy difรญciles de entender y de repetir.โ
Pese a estos traspiรฉs, Ojeda ya estรก lejos de ser solamente una promesa. Desde Nefando su obra revela a una autora hรกbil en las largas distancias de la novela, consciente de estar llenando un lugar poco frecuentado en la tradiciรณn literaria continental, y valiente para probar con los diversos registros literarios. Sus libros no precisan ni de lecturas indulgentes ni de fervores nacionalistas para con un paรญs poco publicitado por los cรญrculos editoriales. Traducida al inglรฉs, al francรฉs โnada menos que en Gallimardโ y al italiano, Ojeda ha hecho mucho mรกs que volver popular al suspense latinoamericano contemporรกneo. Lo ha dejado leudar con sus propias obsesiones y ansiedades, y ha conseguido que jugar a la muerte con fantasmas propios sea una empresa literaria y un proyecto estรฉtico por acometer. ~
es crรญtico literario en Letras Libres e investigador posdoctoral.