El 28 de diciembre de 2023 el New York Times reveló el contenido de una investigación llevada a cabo durante dos meses que reunía más de 150 testimonios, entre ellos lo de antiguos rehenes, supervivientes, militares, médicos y forenses que habían intervenido en los lugares de la masacre perpetrada en el sur de Israel por Hamás el 7 de octubre. Los periodistas dan cuenta de “la manera en que Hamás usa la violencia sexual como arma”1.
Desgraciadamente, la violación acompañada de actos de barbarie como arma de guerra está bien documentada en todo el mundo. En 2013, en la República Democrática del Congo, donde ya más de 40.000 mujeres habían sufrido violencia genital extrema, Denis Mukwege (el admirable cirujano que “reparó” a centenares de supervivientes) declaró a propósito de esas violaciones que no tenían “¡nada que ver con actos individuales o con el hecho cultural congoleño! Las violaciones se planifican, se organizan y hay una puesta en escena. Responden a una estrategia que pretende traumatizar a las familias y destruir las comunidades, provocar el éxodo de la población hacia las ciudades y permitir que otros se apropien de los recursos naturales del país”2.
Los crímenes en masa de este tipo cometidos contra las mujeres israelíes durante el “megapogromo”3 perpetrado por Hamás el 7 de octubre, y de los cuales pudieron verse imágenes espantosas, en vídeos, en los días siguientes, han hecho reaccionar (un mes más tarde) a algunas feministas que los definían en una tribuna como “feminicidio en masa”. Es cierto que “las mujeres no fueron asesinadas de la misma manera que el resto”4 de víctimas civiles. Pero, como ha señalado Liliane Kandel, “esta tentativa de ‘feminizar’ la pesadilla del 7 de octubre [es] cuanto menos ambigua”5.
Entre las mujeres exterminadas por Hamás ese día muchas fueron violadas de una manera muy específica, evidentemente porque eran mujeres con genitales y un útero de mujer, pero en primer lugar porque eran judías: eran al mismo tiempo miembros y progenitoras de ese pueblo odiado que había que expulsar “desde el río hasta el mar”6.
Como dice Liliane Kandel, “todos sabemos que ninguna de las víctimas de este pogromo salvaje fue asesinada ‘en tanto que’ niño o bebé, ‘en tanto’ que viejo o adolescente, ‘en tanto que’ heterosexual u homosexual, ‘en tanto que’ trans o cis, ‘en tanto que’ filiforme u obeso, ‘en tanto que’ hombre o mujer. Fueron asesinados sin distinción de edad, género, nacionalidad, orientación sexual, corpulencia o de gustos musicales, fueron masacrados, torturados, eviscerados, castrados, decapitados, quemados vivos simple y únicamente en tanto que judíos”7.
Este tipo de crímenes presentan un carácter genocida según la definición del derecho internacional8, puesto que se inscriben en un “plan coordinado de diferentes acciones [que se cree que están] dirigidas a la destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de un grupo nacional con el fin de exterminarlo mediante cualquiera de los siguientes actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) matar a miembros del grupo; b) tentativa grave contra la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) someter intencionadamente el grupo a condiciones de vida destinadas a la destrucción física total o parcial; d) tomar medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado forzoso de niños de un grupo a otro9.
Sin embargo, siniestra ironía de la larga historia del antisemitismo, es Israel el acusado de cometer un genocidio en Gaza. Hala Abou Hassira, “embajadora de Palestina”, estima en L’Humanité que “la palabra genocidio no es desproporcionada, es la realidad de Gaza la que lo es”10.Francesca Albanese, relatora especial de las Naciones Unidas para “los territorios palestinos ocupados”, considera que “en Gaza el riesgo de genocidio se materializa cada vez más”11, y el 29 de diciembre, al día siguiente del impactante artículo del New York Times, Sudáfrica presentó en el Tribunal Internacional de Justicia una demanda contra Israel por llevar a cabo “actos de genocidio contra el pueblo palestino en Gaza”12. Desde el mismo día del ataque de Hamás contra Israel, el Estado hebreo ha sido presentado como el agresor.
Antes incluso de que el Tsahal (las fuerzas de defensa de Israel) comenzara a bombardear Gaza (y ayudara a evacuar a la población “civil” a la que las milicias de Hamás impedían huir del norte hacia el sur del territorio), los israelíes fueron vilipendiados por “la calle árabe”, que celebró el ataque de Hamás13, y los actos antijudíos se multiplicaron de manera exponencial en los países occidentales14.
El ataque contra la población civil israelí habría sido de hecho merecido, ya que se habría producido después de una “intensificación de la política de ocupación israelí en Gaza, Cisjordania y el este de Jerusalén”15. Por eso, nada de condenar la violencia sexual extrema sufrida por las mujeres israelíes y mucho menos considerar esos actos como prácticas genocidas.
Es cierto que las violaciones masivas no acompañan de manera sistemática el genocidio, como se pudo constatar durante la Shoah. En ese caso no se trataba de exhibir la masacre para aterrorizar; al contrario, el disimulo era la norma. “La destrucción de los judíos de Europa”16 constituyó una empresa asesina absolutamente específica por su escala y por su objetivo de aniquilación total, pero también precisamente por su modus operandi, que aplicaba procedimientos normales, rutinarios, a una situación monstruosamente anormal, siguiendo un plan ejecutado con calma y método.
En cambio, cuando el genocidio tuvo un objetivo principalmente territorial, como fue el caso de la antigua Yugoslavia o de Ruanda en 1944, o como es todavía el caso del Congo, las violaciones masivas y la masacre de mujeres y niños, que constituyen una parte sustancial de la aniquilación del enemigo, adquieren también una dimensión simbólica: por una parte, se ataca el aparato reproductor, la matriz del pueblo, a través de las mujeres; por otra, se niega la descendencia, el futuro del pueblo a través de los niños.
El uso de la violación en masa presenta una dimensión “racional”, del mismo modo que “la perpetración deliberada de atrocidades es un medio seguro de provocar traumas perdurables en las víctimas, pero también en los testigos y, más allá, en todos los miembros del grupo de la comunidad. [Además,] al hacer imposible cualquier perspectiva de reconciliación durante varias generaciones, sirven perfectamente al proyecto político de partición y ‘limpieza étnica’”17.
Pero “la racionalidad primaria detectada en la acción de masacrar tiende a ‘deslizarse’ y a crear lo irracional”, lo impulsivo. Cierto odio hacia las mujeres preside sin duda la realización de estos actos de barbarie sobre su sexo, sus vaginas, sus vientres, sus senos, lacerados, desgarrados, troceados, acribillados a balas, quemados. Este odio fermenta muchas veces en sociedades patriarcales, pero en este caso se desarrolla muy particularmente a través de la fascinación/repulsión sintomática de la relación esquizofrénica con las mujeres inculcada a los hombres por el islam. La psicoanalista de origen tunecino Sonya Zadig lo constata en su propia infancia y en la de muchos de sus pacientes: “¿Cómo explicar la criminalización del cuerpo? ¿Cómo comprender su velo si no por una obsesión que hace del cuerpo de la mujer un conjunto de objetos parciales? Incluso las manos se convierten en objetos de deseo, puesto que deben cubrirse con guantes para impedir las pulsiones sexuales de los hombres. El cuerpo es sospechoso, pero el paraíso prometido a los creyentes está habitado por mujeres, lleno de houris lascivas y de vírgenes. Aquí la mujer es potencialmente peligrosa, pero es la promesa del más allá que se da a los que saben esperar.18”
“En la base de los diktats islamistas hay una gran frustración sexual que trata de exorcizarse imponiendo la segregación de las mujeres y sublimando las prohibiciones en la religión. Eso lleva a un control obsesivo de la sexualidad de la mujer y de su capacidad reproductiva. Todo lo que está ligado a la feminidad y al cuerpo se convierte en tabú.19”
Entonces, por un lado, las mujeres pertenecen necesariamente a la humanidad; si no, la relación sexual con ellas sería directamente bestialidad rigurosamente reprobable, y la procreación sería monstruosidad. Por otro lado, al mismo tiempo se considera a las mujeres impuras, como ciertos animales, y tratar con ellas es peligroso para los hombres.
Pero “no es fácil concebir cómo se puede rechazar la satisfacción de un instinto. Eso no está en absoluto exento de peligro; si no se compensa ese rechazo de una manera económica, se pueden esperar graves desórdenes”20. La contradicción se resuelve por medio de la violencia. Violencia de la exclusión de las mujeres con el velo, el encierro, la relegación en lugares separados, pero por supuesto también la violencia de los castigos corporales lícitos21, la violación e incluso el asesinato. Lo hemos visto con las masacres de mujeres kurdas por parte de Dáesh22, cuando las prisioneras se revelaron imposibles de someter a la esclavitud23.
Y la teología de la violación24 permite articular el rezo y el sexo en una estructura concebida para histerizar al máximo a los combatientes a través de la conjunción del Bien y el Mal. Pero en las masacres del 7 de octubre, más allá de la violación, la voluntad de profanar los cuerpos –que se manifestó también con heridas (especialmente en los rostros), con mutilaciones, descuartizamientos, cremaciones practicadas ante y post mortem a mujeres y hombres (algunos de los cuales también fueron violados)– señala el proyecto de deshumanización y exterminio de todo un pueblo. La voluntad de destruir a los judíos de Israel se convirtió en un frenesí y precipitó, como bien escribió Jacques Sémelin, “al verdugo en el pozo sin fondo de la crueldad. Esa espiral destructiva de los cuerpos sigue incluso tras la muerte. Aunque desprovistos de vida, esos cuerpos se parecen a los de los vivos. Se trata también de arrancarles la cabellera, de deformarlos, de aplastarlos para que no se parezcan a nada. A menos que se les coloque en posturas grotescas, a cada cual más abyecta, y se troceen los cadáveres, para convertirlos en desechos, cuando no en basura”25. Es así como se encontraron los cuerpos de decenas de mujeres jóvenes, tirados por el suelo, manchados de sangre y semen, con la ropa interior bajada hasta las rodillas o las piernas abiertas, laceradas o perforadas con clavos, abiertas hasta sus genitales violados y mutilados. Innumerables cuerpos, a menudo indistinguibles en la enmarañada red que formaban, estaban quemados y carbonizados hasta quedar irreconocibles. Y sin embargo…
Sin embargo, muy pocas personas en Europa, y especialmente en Francia, están dispuestas a reconocer la voluntad genocida de Hamás, tanto que el apoyo a Israel en su respuesta es considerado ilegítimo y sospechoso de “islamófobo”. En una parte de la izquierda radical, el apoyo al islamismo, incluido Hamás, como encarnación suprema de la resistencia al denostado Occidente y al “privilegio blanco”, conduce, de manera totalmente natural podríamos decir, a detestar a Israel, erigido en arquetipo del “dominante”26. No es de extrañar que antes incluso del comienzo de los bombardeos israelíes sobre la franja de Gaza comenzara este movimiento en apoyo al pueblo palestino al grito de “Israel asesino” y del siniestro “Allahu akbar”27,“anulando” a las víctimas judías de la masacre de Hamás en el espíritu de la cultura de la cancelación.
Pero entre los que han empezado a comprender que, más allá de los atentados terroristas por todo el mundo, la ideología vinculada a los Hermanos Musulmanes es un proyecto que se difunde tanto por la influencia e infiltración como por la intimidación y la violencia, muchos todavía no han asumido un rasgo esencial del islamismo: su odio fundamental a los judíos. El antijudaísmo religioso no ha sido revisado explícitamente por las más altas autoridades musulmanas, como la mezquita de al-Azhar en El Cairo, al contrario que la Iglesia católica romana, que en el concilio del Vaticano II cambió su actitud hacia las relaciones con los judíos. La propaganda islamista se apoya en versículos del Corán como los que señala Ephraïm Herrera28:
“Os ha hecho herederos de sus tierras, de sus moradas, de sus posesiones y de una tierra que sus pies no han pisado. Alá es omnipotente sobre todas las cosas” (33, 27), “la mayoría de ellos son perversos… Aquellos a los que Alá ha maldecido, contra los que se ha encolerizado, de los que ha hecho simios y cerdos” (5, 64-65/59-60). En los hadices también podemos encontrar pasajes como “Combatiréis a los judíos” o “Perezcan los judíos y los cristianos. No habrá dos religiones en Arabia”, “Hay un judío detrás de mí, mátalo” (Bujari LXXXIIl-803).
Pocos occidentales conocen los textos de la tradición musulmana, especialmente los relativos a los judíos. De igual modo, por ignorancia de los términos del conflicto y de los repetidos rechazos de los líderes árabes y palestinos a la creación de un Estado palestino29, se adopta una postura que se cree “equilibrada” y se acusa a Israel de impedir “la solución de los dos Estados”. Por ingenuidad en cuanto a las condiciones de la paz, sin duda también por cobardía frente a “la calle árabe” convertida en un actor incluso en los países occidentales, se reclama el “alto el fuego” a los israelíes, sin pedir nada a cambio a los palestinos, ni siquiera el cese de los lanzamientos de cohetes y misiles por parte de Hamás, ni la liberación inmediata de todos los rehenes.
En efecto, el ataque del 7 de octubre fue un “proceso de destrucción-erradicación de naturaleza identitaria [que] puede asociarse también a la guerra de conquista. […] También en este caso el procedimiento de la masacre, asociado al pillaje y a la violación, es la manera de hacerse comprender, para acelerar la salida del Otro considerado indeseable. La destrucción parcial del grupo y el efecto de terror que produce tiene como fin provocar y acelerar las salidas”30.
Mientras esto no se entienda, las masacres de Hamás no serán calificadas como lo que son, su dimensión genocida seguirá siendo un punto ciego en la visión del conflicto y no será posible encontrar una solución duradera. ~
Traducción del francés de Aloma Rodríguez.
Publicado originalmente en Telos.
Renée Fregosi es filósofa y politóloga.
- New York Times, “‘Screams without words’: How Hamas weaponized sexual violence on Oct. 7”, 28 de diciembre de 2023. ↩︎
- Declaraciones de Denis Mukwege en Le Monde. ↩︎
- Matanza masiva de las poblaciones vecinas, acompañada de violaciones y torturas, destrucción y saqueo, aparentemente lanzada por una autoridad local pero ordenada o al menos discretamente aprobada por la autoridad superior. Véase Abram de Swaan, Diviser pour tuer, París, Seuil, 2016, p. 233. ↩︎
- Libération, “Pour la reconnaissance d’un féminicide de masse en Israël”, 10 de noviembre de 2023. ↩︎
- Lilian Kandel, “Génocide ou féminicide : un curieux ‘féminisme’”, Revue des deux mondes, 22 de noviembre de 2023. ↩︎
- Le Figaro, “‘From the river to the sea’: ce slogan polémique qu’entonnent partout dans le monde les soutiens de la Palestine”, 29 de octubre de 2023. ↩︎
- Lilian Kandel, “Génocide ou féminicide : un curieux ‘féminisme’”, art. cit. ↩︎
- Es la definición de genocidio que da Naciones Unidas. ↩︎
- Raphael Lemkin, Axis Rule in Occupied Europe, Carnegie Endowment for International Peace, Washington, 1944, p.79, acceso libre en BNF Gallica. ↩︎
- L’Humanité, “Le mot génocide n’est pas démesuré, c’est la réalité de Gaza qui l’est”, 7 de diciembre de 2023. ↩︎
- Zeina Kovacs, “À Gaza, le risque de génocide se matérialise de plus en plus”, Médiapart, 28 de diciembre 2023. ↩︎
- La Tribune, “L’Afrique du Sud accuse Israël de se livrer à des ‘actes de génocide contre le peuple palestinien à Gaza’”, 29 de diciembre de 2023. ↩︎
- Africanews, “Attaques contre Israël: soutien à Gaza dans des pays du Moyen-Orient”, 9 de octubre 2023. ↩︎
- France 24, “Une ‘période effrayante’: en Europe, la guerre Israël-Hamas attise l’antisémitisme”, 3 de noviembre de 2023. ↩︎
- Comunicado de prensa del grupo parlamentario LFI-NUPES del 7 de octubre de 2023: “Israël-Palestine : pour une paix juste et durable, stop à l’escalade!”. ↩︎
- Véase al obra canónica de Raul Hilberg, La destruction des juifs d’Europe, París, Éditions Gallimard, 1991; La destrucción de los judíos europeos, Madrid, Akal, 2020. ↩︎
- Jacques Sémelin, Purifier et détruire. Usages politiques des massacres et génocides, París, Seuil, 2000, p. 349. ↩︎
- Sonya Zadig, “‘Soumission ou dhimmitude’ : la question du féminin en islam”, Tribune juive, 20 de enero de 2021. ↩︎
- 20 Giuliana Sgrena, “L’islamisme, un projet contre les femmes”, Confluences Méditerranée, 2006/4, n.°59, pp. 109-113. ↩︎
- Sigmund Freud, Malaise dans la civilisation, Thriller, 1930, p. 45. ↩︎
- Por ejemplo, la cadena de televisión oficial de la Autoridad Palestina indica cómo pegar a la mujer según las reglas del Corán (Times of Israel, 9 de abril de 2017). ↩︎
- 23 Camille Moreau, “150 femmes assassinées pour avoir refusé de se marier avec des djihadistes”, Marie-Claire, diciembre de 2014. ↩︎
- Eric Azan, “Esclaves sexuelles : Daech fournit le mode d’emploi”, Le HuffingtonPost, 15 de enero de 2014. ↩︎
- Rukmini Callimachi, “L’‘État Islamique’ et la théologie du viol: l’enquête édifiante du New York Times”, RTBF, 17 de agosto de 2015. ↩︎
- Jacques Sémelin, Purifier et détruire, op. cit., p. 352. ↩︎
- Véase Renée Fregosi, “Cette passion dévastatrice anti-Israël est aussi un crime contre la raison”, Revue des deux mondes, 24 de octubre de 2023. ↩︎
- Marianne, “Allahu Akbar Place de la République: Comment cette insulte à la décence a-t-elle été possible?”, 20 octobre 2023. ↩︎
- Ephraïm Herrera, Le Djihad, de la théorie aux actes, Jerusalén, Elkana, 2015. ↩︎
- Véase Georges Bensoussan, Les origines du conflit israélo-arabe (1870-1950), París, Que sais-je?, 2023. ↩︎
- Jacques Sémelin, Purifier et détruire, op. cit. ↩︎
es filósofa y politóloga.