La herida luminosa

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Octavio Paz definiรณ a Ramรณn Xirau como โ€œhombre-puenteโ€. A lo largo de su fecunda trayectoria, el autor de Las playas uniรณ dos vocaciones, la poesรญa y la filosofรญa, y dos lenguas, la catalana y la castellana (al leerlo en nuestro idioma, tambiรฉn leemos a su mรกs consistente traductor, el poeta Andrรฉs Sรกnchez Robayna).

En forma mรกs sutil, Xirau tambiรฉn uniรณ a poetas que solo a travรฉs de รฉl se vinculan. Paz entiende que en su poesรญa resuenan los ecos, โ€œopuestos o distantesโ€, de sor Juana Inรฉs de la Cruz, Xavier Villaurrutia, Vicente Huidobro, Josรฉ Gorostiza, Federico Garcรญa Lorca, Carlos Pellicer y los poetas โ€œconcretosโ€ de Brasil. En esta singular tertulia, podrรญamos agregar, entre otros, a san Juan de la Cruz, Joan Maragall y Agustรญ Bartra.

El propio Octavio Paz sostuvo un estimulante diรกlogo poรฉtico con Xirau. En su poema โ€œPlaya del mundoโ€, el poeta catalรกn escribe:

Todo universo es รกrbol,

cae en el sueรฑo de tu cuerpo,

se duerme

en los pรกrpados del agua.

Los versos recuerdan dos endecasรญlabos de โ€œPiedra de solโ€: โ€œAgua que con los pรกrpados cerrados / mana toda la noche profecรญasโ€. De manera recรญproca, este poema, que define al cosmos como un รกrbol y traza la imagen definitiva de un naranjo que crece โ€œcielo adentroโ€, influye en un poema posterior de Paz: โ€œรrbol adentroโ€.

El gusto de Xirau por unir distintas realidades lo llevรณ en forma natural a la invenciรณn de neologismos. En su mรบsica verbal, potenciada por los sonidos de piedra y agua de la lengua catalana, el mar y el viento se funden en โ€œmarivientoโ€, el arroyo que vuelve se transforma en โ€œrรญorretornoโ€ y el incesante infierno merece que le asignen un adverbio: โ€œinfernรญvoramenteโ€.

Durante dรฉcadas, Xirau dirigiรณ la revista Diรกlogos. Desde su tรญtulo, esta aventura editorial aludรญa a la necesidad de poner las palabras al servicio de los encuentros. Lo mismo puede decirse de la dilatada experiencia de Xirau como profesor en la preparatoria y la universidad, y de sus muchos y muy leรญdos libros de divulgaciรณn filosรณfica. Nuestro autor se interesรณ en los otros con un fervor que rebasa el sentido de la generosidad. En su caso, es mรกs justo hablar de comuniรณn.

Todo diรกlogo requiere de una doble vรญa. La apertura hacia los demรกs sirviรณ a Xirau para corresponderles con una voz รบnica, distintiva, necesaria. Cierto: fue un โ€œhombre-puenteโ€; supo reunir voces ajenas y se acercรณ a ellas, pero tambiรฉn hablรณ en el tono singular de quien conoce un espacio diferente: el Mediterrรกneo evocado desde una ventana en el exilio.

Con unos cuantos elementos โ€“las barcas, los manzanos, el mar, las gaviotas, el aire, las naranjasโ€“ Xirau encontrรณ su personal manera de deletrear el infinito. En sus pรกginas, el paisaje no es una condiciรณn geogrรกfica sino moral. El viento agita las copas de los รกrboles y ahรญ encuentra una gramรกtica. ยฟQuรฉ dicen esas hojas? No dicen: insinรบan; su rumor advierte una presencia sagrada:

ยฟY quรฉ busco en las cosas,

sino su huella llameante,

tu herida luminosa en la hojas

trรฉmulas de pรกjaros?

La religiosidad de Xirau se expresa a travรฉs de โ€œnaturalezas vivasโ€. No podemos ver a Dios, pero podemos ver su โ€œherida luminosaโ€, su huella en una fronda que cobra vida, agitada por los pรกjaros.

La concisiรณn y la profundidad con que Xirau se apropia del paisaje hacen pensar en la poesรญa japonesa y, mรกs especรญficamente, en la peculiar impronta del haikรบ en la poesรญa mexicana. Gabriel Zaid ha seรฑalado que Carlos Pellicer se convirtiรณ en poeta del paisaje despuรฉs de visitar a Josรฉ Juan Tablada en Sudamรฉrica y leer Li Po y otros poemas. Poeta catรณlico como Xirau, Pellicer encontrรณ en la naturaleza los designios de un Dios juguetรณn: โ€œEsa nube es mi camisa / que se llevรณ el vientoโ€. En otro poema escribe a propรณsito de Curazao:

…isla de jugueterรญa,

con decretos de reina

y ventanas y puertas de alegrรญa.

Xirau celebra el paisaje en otra clave; es tan festivo como Pellicer pero no busca estรญmulo en la ironรญa o los colores, sino en la vida interior de la materia. La โ€œreligiรณn del paisajeโ€, que Vasconcelos advirtiรณ en Pellicer, adquiere aquรญ un tono de serena alabanza:

Una plegaria โ€“naves del mar naveganโ€“,

una plegaria โ€“las rosas mar naveganโ€“,

una plegaria: las ruinas

vuelven hacia la forma exacta del origen.

Orar (no, no hablar, orar)

verte en las hojas doradas,

gregoriosamente el canto nace de la barca,

el canto brota en la madera viva de la barca.

Xirau alude a la arena del origen y acaso al mito fundador de su ciudad natal, Barcelona: el sueรฑo sedentario concebido por quienes bajaron de una barca. El viento trae voces lejanas que el poeta escucha y repite como una plegaria, buscando ser uno con su entorno. En otro pasaje dice: โ€œYo no hablo, / me hablan las palabras.โ€ Integrado a lo que mira, es escrito por sus versos.

Asรญ, el acto poรฉtico se convierte en una expresiรณn de la naturaleza. De manera elocuente, al rendir homenaje a ciertos mรบsicos, Xirau no encomia sus sonidos, sino la forma en que el mundo los imita. En Olivier Messiaen escucha las campanadas del bosque y en Arcangelo Corelli, las melodรญas del viento.

ยฟQuรฉ hay mรกs allรก de los misterios que el poeta expresa con una voz marcada por โ€œlas arenas del aireโ€? El silencio. No se trata de un silencio determinado por la imposibilidad de comprender, como al que Wittgenstein alude en la รบltima lรญnea de su Tractatus, sino de un silencio reverente, hecho de callada plenitud, de lo inefable que no puede decir su nombre.

Ajenos a los dogmas de la jerarquรญa eclesiรกstica, los mรญsticos son los exiliados de Dios. Xirau no busca el consuelo maquinal del rezo; se pone a prueba en los espacios imaginarios del poema. Su liturgia es un canto abierto. Despuรฉs de decir โ€œluz de luzโ€, agrega: โ€œmar de marโ€. Su fe amplรญa el horizonte en pos de los โ€œclaustros de fuegoโ€ donde la luz enciende sus asombros y โ€œlas naranjas se abren en el cieloโ€.

Guillermo Sheridan escribe con pertinencia: โ€œLa poesรญa de Xirau no se detiene en una fe, como no se detienen en ella otros poetas รกvidos de lo sagrado. La urgencia de escribir poesรญa ya es, de hecho, una constancia de que la fe es mรกs una forma de la poesรญa, que la poesรญa un ingrediente de la fe, o solo uno de sus vehรญculos.โ€ En otras palabras: la poesรญa no es una preparaciรณn para creer; la forma en que se expresa es, en sรญ misma, un acto de creencia.

Si Maragall, fundador de la poesรญa catalana moderna, dedicรณ un cรฉlebre poema a โ€œLa vacaโ€, Xirau consagrรณ un extenso poema a otro animal de sacrificio: โ€œEl corderoโ€. Ahรญ habla de la destrucciรณn y sus caballos de guerra. Por una vez discrepo de la versiรณn de Sรกnchez Robayna, que traduce bestioles como โ€œbestezuelasโ€. Prefiero la expresiรณn โ€œbestias de la tardeโ€ para hablar de quienes destruyen todo lo creado. Despuรฉs de la batalla, una muchacha mira el campo convertido en un erial y pregunta:

Si todo es tan sencillo,

ยฟpor quรฉ la muerte?

El poeta responde del siguiente modo: invita a guardar silencio ante el โ€œfin de este mundoโ€, en el que tambiรฉn caen las bestias del ocaso. Despuรฉs, todo resurge y prevalece. Lentos y suaves, los bueyes vuelven al mar y el silencio cobra renovada elocuencia:

Y todo nace, claro nacimiento,

y las palabras callan, y Tรบ naces,

ya muerta toda muerte

Este diรกlogo con una chica conmovida ante la destrucciรณn recuerda uno de los momentos poรฉticos favoritos de Xirau. Cuando la amada de Catulo ve morir a un pรกjaro que querรญa โ€œmรกs que a sus ojosโ€, el poeta comparte su dolor y pide que ardan el Lago de Garda y el mar entero. El dolor propio es menos fuerte que el dolor que padece el ser querido. Esta enseรฑanza de Catulo atraviesa la obra de Xirau. Su poesรญa es un ejercicio de amor compartido. Tambiรฉn lo fue su vida, en la imprescindible compaรฑรญa de Ana Marรญa de Icaza. En efecto, los quebrantos que se sienten a travรฉs de la amada son mรกs fuertes, pero quien los abraza encuentra una โ€œherida luminosaโ€, el solidario instante de la revelaciรณn.

Ramรณn Xirau viviรณ, escribiรณ, hablรณ y guardรณ silencio entre nosotros. No predicรณ con estruendoso proselitismo, sino con el sencillo atrevimiento de quien planta un รกrbol en un lugar insรณlito.

En su cielo brotan las naranjas. ~

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es narrador, ensayista y dramaturgo. Su libro mรกs reciente es El vรฉrtigo horizontal. Una ciudad llamada Mรฉxico (Almadรญa/El Colegio Nacional, 2018).


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