Mi amistad con Philip Roth

El retrato de Estados Unidos y la descripciรณn de la experiencia judรญa, el anรกlisis de las transformaciones sociales y la fe en el poder de la ficciรณn, el reflejo de la angustia existencial y los impulsos del cuerpo, el rigor artรญstico y el humor salvaje son algunas de las caracterรญsticas de Philip Roth. Este es el homenaje de uno de sus grandes amigos.
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Mi esposa Cella y yo vimos a Philip Roth por รบltima vez el viernes 18 de mayo, cuando fuimos a verlo en la planta de cardiologรญa del New York Presbyterian Hospital. Estaba muy dรฉbil y pรกlido; su voz era casi inaudible. Intercambiamos unas pocas palabras, nos miramos mucho tiempo y nos sonreรญmos. En casa, le escribรญ un mensaje recordando nuestra larga amistad y acentuรฉ mi convicciรณn de que aunque estaba dรฉbil y sufrรญa podrรญa recuperarse, como le habรญa visto hacer a menudo, y de que en esta ocasiรณn tambiรฉn estarรญa a la altura de la lucha.

Por desgracia, me equivoquรฉ. Como advirtiรณ Canetti, la muerte es el enemigo invencible del hombre. Philip falleciรณ la noche del 22 de mayo a los 85 aรฑos. El desgaste al que numerosas operaciones habรญan sometido a su cuerpo resultรณ demasiado incluso para sus extraordinarias tenacidad y disciplina. Recuerdo sus gritos exaltados un verano, en la piscina de su casa en Connecticut: โ€œยกVoy a vivir para siempre! ยกNorman, soy inmortal!โ€

Sin embargo, su biรณgrafo dice que cuando firmaron su contrato en 2012, Philip dijo: โ€œVale, te ayudarรฉ mรกs o menos un aรฑo, luego me largo.โ€ Sabรญa que estaba por llegar.

Si tuviera que elegir una entre las muchas cualidades y contradicciones que lo distinguรญan de sus contemporรกneos, escogerรญa su obstinado rechazo de la banalidad, del tรณpico, de la conciencia adormecida por lo cotidiano, donde la complacencia, la lealtad tribal, la complicidad devota o prudente y la ceguera colectiva daban luz a los monstruos. โ€œIntentรฉ sacarme gota a gota al agradable chico judรญoโ€, escribiรณ una vez. Lo recuerdo llamรกndome desde algรบn sitio donde estaba de vacaciones en la รฉpoca en que me pasaba manuscritos de la obra en que estaba trabajando y despuรฉs registrando mis observaciones en una grabadora. โ€œยฟQuรฉ haces?โ€, le preguntรฉ. โ€œMe recuerda a la Securitate rumana.โ€ Contestรณ: โ€œMe hago viejo. ยฟQuรฉ quieres que haga? Me falla la memoria.โ€

Pero no lo hacรญa. En realidad no. Tenรญa muy buena memoria, en especial en lo referido a la escritura, la lectura y la literatura.

El dilema sobre el que querรญa debatir era en sรญ literario, y afectaba al manuscrito de una de sus obras maestras, El teatro de Sabbath. โ€œLa amante pide a su compaรฑero que haga un juramento de fidelidad: ยกque no vuelva a acostarse con ninguna mujer nunca mรกs! ยฟCรณmo puede responder a un absurdo asรญ? ยกQuรฉ impertinencia!โ€ Luchaba con la peticiรณn de la amante, que era, por cierto, bastante libertina. Al cabo de un tiempo, el autor llegรณ al corazรณn de la paradoja. โ€œยกLo tengo! ยกร‰l le pide que se acueste con su querido marido! Esa es la condiciรณn. ร‰l serรก fiel, si ella empieza a acostarse con su marido. Los dos saben que ya no es posibleโ€ฆโ€

Nada deberรญa impedir el ejercicio libre de la imaginaciรณn, la libertad creativa y la libertad personal fundamental que desafรญa y supera a los archienemigos de la creatividad. Roth disfrutรณ el gran รฉxito de El lamento de Portnoy, pero tambiรฉn le granjeรณ mucha hostilidad. La novela se considerรณ discutible en muchos aspectos, pero las principales acusaciones eran que el autor era un misรณgino y un judรญo que se odiaba a sรญ mismo, cรณmplice del mรกs rabioso antisemitismo. Al margen de los antisemitas no judรญos, sus acusadores judรญos incluรญan a cรฉlebres rabinos pero tambiรฉn a personas cultas y figuras literarias, como su amigo Alfred Kazin. Gershom Scholem, el venerable comentarista de los textos sagrados de la Cรกbala, declarรณ que la novela estaba todavรญa mรกs llena de odio que Los protocolos de los Sabios de Siรณn, ese infundio siniestro y venenoso que inventรณ la policรญa secreta zarista.

Si incluso los judรญos cultos de la actualidad olvidan a los profetas bรญblicos, que son en buena medida parte del destino trรกgico de los judรญos por su crรญtica mordaz de la imperfecciรณn humana y la debilidad moral de los pecadores, que son muchos y estรกn en todas partes, ยฟpor quรฉ deberรญa sorprendernos la creciente masa antisemita?

Los que llegaron a conocer a Philip, como yo tuve la suerte de hacer, son bien conscientes de cuรกntos de sus amigos eran judรญos, de cรณmo adoraba a sus padres judรญos, y de cรณmo siempre estaba dispuesto a aprender algo nuevo sobre la historia reciente y no tan reciente de ese pueblo sufriente, de su vulnerabilidad y energรญa, su sensibilidad y estoicismo, sus historias y su humor.

La literatura tiene una premisa y potencialidades que difieren de las de la historiografรญa o el periodismo. Observa la tragicomedia humana utilizando la introspecciรณn, la fantasรญa, lo burlesco y la ambigรผedad, y es cualquier cosa salvo un vendedor de entretenimiento barato o escapismo erudito. Por esa razรณn podemos aplicar al antisemitismo las palabras de un escritor no judรญo, Mark Twain, al que Roth admiraba: โ€œLos judรญos solo son seres humanosโ€, y eso ya es lo bastante malo.

Con respecto a la supuesta misoginia de los libros de Roth, fui testigo de una escena en Bard. Fue el primer invitado de mi serie โ€œMaestros contemporรกneosโ€, seguido de Bellow, Saramago, Kundera, Kadarรฉ, Cynthia Ozick, Edna Oโ€™Brien, Tisma, Tabucchi, Magris, Pamuk, Vargas Llosa, Muรฑoz Molina y Tahar Ben Jellounโ€ฆ Hacรญa una selecciรณn de la obra del autor en el curso, me reunรญa con alumnos para comentarlo, y luego, al dรญa siguiente, lo discutรญamos con el autor y la clase. Acordรฉ hablar con Philip por telรฉfono despuรฉs de la clase del lunes para prepararnos para la reuniรณn del martes. Todo saliรณ perfectamente el lunes, incluso con una novela tan incรณmoda como El teatro de Sabbath: al hablar de ella los alumnos estuvieron de acuerdo en que tanto los protagonistas masculinos como femeninos estaban llenos de defectos, vitalidad, pasiรณn y fuerza.

Sorprendentemente, en el caso de Me casรฉ con un comunista, Philip no estaba convencido de que todo fuera a ir bien. Pidiรณ que nos viรฉramos antes de la hora habitual. Apareciรณ con un abultado maletรญn que contenรญa un tomo enorme de Rabelais y otro que narraba el proceso de Siniavsky-Daniel, en el que se condenรณ a dos disidentes soviรฉticos. El acto, una โ€œclase abiertaโ€ a toda la universidad, empezรณ de forma pacรญfica, pero durante el debate varias alumnas acusaron al autor de crear caricaturas simplistas y vulgares de las mujeres. ยกEl mismo viejo machismo! ยกTodos los personajes femeninos eran trozos de cartรณn, carentes de vida y complejidad!

Philip escuchรณ tranquilamente y no interrumpiรณ el discurso, luego sacรณ el libro de Rabelais, y leyรณ un fragmento sardรณnico sobre la naturaleza humana, y a continuaciรณn el diรกlogo entre Daniel y el fiscal soviรฉtico. El fiscal seรฑala que aunque el disidente ha disfrazado sus intenciones, para cualquier lector atento resultarรญa obvio, y aรบn mรกs para un censor oficial, que el hospital psiquiรกtrico en su obra de ficciรณn era una cruda metรกfora de los soviรฉticos y el rรฉgimen comunista. โ€œยกClaro que no! ยฟCรณmo puede decir eso? Solo es un hospital, son pacientes, enfermosโ€, responde el acusado. โ€œLo sabemos, no somos tan estรบpidos como piensa, tambiรฉn hemos leรญdo libros, no somos analfabetos.โ€ En ese momento, Daniel sacรณ de su bolsillo un folleto en el que estaba escrito el Estatuto del Sindicato de Escritores Soviรฉticos: โ€œAquรญ tengo la constituciรณn de los escritores, soy miembro del sindicato, y ningรบn artรญculo exige que el escritor soviรฉtico solo tenga que describir a personas perfectas, ciudadanos inmaculados.โ€

La intervenciรณn de Philip no convenciรณ a las rebeldes; las provocรณ. โ€œยฟQuรฉ dice? ยฟNos estรก comparando con censores soviรฉticos, con una tiranรญa? ยฟSolo por expresar objeciones en clase de literatura? Este es un paรญs libre, nos dicen, una democracia.โ€

Mientras recogรญamos nuestros papeles y libros, preparรกndonos para irnos, una chica que no conocรญamos y estaba sentada en primera fila se levantรณ y se acercรณ a la mesa. โ€œSoy de Praga, he oรญdo hablar de esta clase y he venido con mi profesor de literatura estadounidense.โ€ Un hombre con traje y corbata se puso en pie y nos sonriรณ. La chica se dio la vuelta hacia sus compaรฑeras estadounidenses. โ€œY vosotrasโ€ฆ ยกvosotras no entendรฉis nada! Nada de los vรญnculos emocionales y sexuales entre un hombre y una mujer, nada del coqueteo, la timidez, la intensidad. Nada de literatura, del cรณdigo de la literatura.โ€

Las estadounidenses se quedaron pasmadas, asustadas por la salvaje โ€œeuropea del Esteโ€, hasta que una de ellas se levantรณ: โ€œEntonces, ยฟeres de Praga? Si asรญ es como hacรฉis las cosas en Praga, enhorabuena, seguro que ahรญ funciona. ยกPero este es nuestro paรญs!โ€

Si vamos a hablar de misoginia, estarรญa bien recordar a las numerosas amigas de Philip, jรณvenes y mayores, que lo adoraban y estuvieron con รฉl hasta el final. Su relaciรณn con la actriz Claire Bloom tampoco fue efรญmera. Yo estaba cuando oficializaron tardรญamente su uniรณn casรกndose y cuando se divorciaron, y cuando apareciรณ el cรกustico libro de Claire Bloom sobre su relaciรณn. Las amargas acusaciones tras la ruptura eran injustas e hirieron profundamente a Philip. Se retirรณ a Connecticut como un ermitaรฑo y no quiso ver a nadie durante un tiempo, pero llamaba regularmente. Hace poco oรญ que Claire hizo un retrato afectuoso y admirativo de su exmarido en la televisiรณn britรกnica; decรญa que el egoรญsmo de dos artistas casados pero obsesionados por su propia creatividad es fรกcil de entender, que su amor fue pleno y memorable, y que el fallecido serรก recordado como un gran autor contemporรกneo.

Philip Roth ocupa un lugar importante en la literatura estadounidense y mundial, como han seรฑalado muchos escritores, ahora y en los aรฑos pasados. Solo tenemos que atender al juicio de una formidable autoridad espiritual como Cynthia Ozick sobre el perdurable valor de La visita al maestro, La lecciรณn de anatomรญa, Elegรญa y La conjura contra Amรฉrica. El mismo talento narrativo, humor, originalidad y agudeza estรกn incluso en las llamadas obras menores de este infatigable artesano literario.

Aunque Roth disfrutรณ de un gran reconocimiento internacional, no ganรณ el Premio Nobel. Los premios los da la gente y, como la gente, pueden ser imperfectos. Aunque el Premio Nobel fuera otorgado por ordenador, serรญa imperfecto, porque no puede haber una ecuaciรณn impersonal para un territorio tan fluido, vasto y diverso. ยกY ni siquiera puedo decir que fuera malo que no lo ganase! De ese modo entra en la selecta compaรฑรญa de otros escritores que no lo ganaron: Tolstรณi, Proust, Joyce, Kafka, Borges…

Una amistad de treinta aรฑos entre escritores (una profesiรณn vanidosa, como dice en algรบn sitio Camus) no es muy comรบn. Pero la cuidรณ tambiรฉn en la vida despuรฉs de la muerte, puesto que el aรฑo pasado escribiรณ a Leon Botstein, el presidente del Bard College, pidiendo que se le diera una tumba en Bard, cerca de la mรญa, para no aburrirse, dijo, en el infinito โ€œmรกs allรกโ€.

Por eso descansa en Bard y me espera allรญ. No es, como han dicho algunas informaciones en la prensa, que quisiera un cementerio judรญo. El cementerio de Bard no es judรญo, no pertenece a ninguna religiรณn y se entierra allรญ tambiรฉn a ateos, y el funeral que se celebrรณ el lunes 28 de mayo no fue religioso, segรบn sus instrucciones. Los que habรญa elegido para que hablaran no debรญan hablar de รฉl, cada uno leerรญa fragmentos de sus libros.

Yo leรญ un extracto de El animal moribundo, el libro que me dedicรณ en 2001.

Pero volvamos a principios mรกs felices.

Cuando supe que habรญa publicado una colecciรณn de prosa del Este de Europa, Writers from the other Europe, le escribรญ en 1987, desde Berlรญn, donde vivรญa gracias a una beca del daad (secretariado alemรกn de intercambios culturales), tras mis tribulaciones y problemas en la Rumanรญa comunista. Le propuse una antologรญa en inglรฉs de escritores jรณvenes publicada en la editorial Albatros, para que Rumanรญa โ€“el รบnico paรญs del este de Europa ausente en su antologรญaโ€“ pudiera encontrar su lugar en el mundo. Contestรณ rรกpidamente, sin mencionar mi sugerencia, preguntando quiรฉn era yo, quรฉ escribรญa, quรฉ hacรญa en Alemania. Y asรญ empezรณ nuestra relaciรณn.

Cuando terminรณ mi beca, escribรญ para decirle que no sabรญa quรฉ iba a hacer: solo que, de momento, no iba a volver. No querรญa tomar ninguna decisiรณn definitiva, y preferรญa aguardar en Occidente la largamente esperada muerte de nuestro โ€œmรกs amado hijo del puebloโ€, como solรญa llamar la prensa rumana al dictador. Mis intentos de conseguir otra beca en Alemania o Francia fracasaron. Philip escribiรณ para decirme que lo llamara si me decidรญa por Estados Unidos. Cuando lleguรฉ a Washington, me invitรณ a Nueva York, al hotel Essex House, donde vivรญa provisionalmente. Sugerรญ que esperรกsemos un poco, porque no hablaba inglรฉs y estaba a punto de empezar un curso de la lengua para reciรฉn llegados. โ€œDa igual, tenemos manos, tenemos ojos, nos entenderemos.โ€ Querรญa que le llevara algo traducido al inglรฉs, pero solo tenรญa un relato muy corto titulado โ€œEl tรฉ de Proustโ€, publicado en una revista de Londres. โ€œTrae lo que tengas.โ€

Fui al hotel, Cella me acompaรฑaba. La habitaciรณn era espaciosa. Nuestro anfitriรณn estaba sentado en el sofรก, con los pies sobre la mesa, sonriendo alentadoramente. Fui hacia รฉl y le di las pocas pรกginas. Silencio. โ€œยฟProust? ยฟProust, dices? He intentado leerlo veinte veces y nunca he pasado de la pรกgina 15โ€ฆโ€ Me quedรฉ helado. En Rumanรญa habรญa aprendido que si no te gustaba Proust estabas fuera de la literatura. ยฟQuรฉ le podรญa decir al gran estadounidense? Nada. No podรญa decir una palabra.

Luego otra salva: โ€œยกCรฉline, no Proust! ยกCรฉline es mi Proust!โ€ Eso me dejรณ asombradoโ€ฆ Yo sabรญa que Cรฉline era un gran escritor y un antisemita. Lo habรญa leรญdo con interรฉs, pero aquello me dejรณ sin palabras. Sonreรญ dรฉbilmente, y me sentรฉ en el sofรก junto a Cella, preparรกndome para el siguiente golpe. Pero la conversaciรณn se hizo mรกs cordial, pese al inevitable problema del lenguaje. Al final, Philip escribiรณ algunos nombres y direcciones y nรบmeros de telรฉfono en una hoja de papel. Robert Silvers, Rose Marie Morse, Mary McCarthy. โ€œSon mis amigos, hablan francรฉs, podrรฉis hablar.โ€ Al salir de Essex House, le dije a Cella que nunca volverรญa a llamarlo. โ€œYa basta, he tenido bastante.โ€

Mi amigo y futuro editor alemรกn en Hanser, Michael Krรผger, me puso en contacto con la editorial New Directions, pensaba que era donde mejor encajarรญa. Allรญ conocรญ a su directora, la mordaz y encantadora Griselda Ohannessian, y su joven secretaria Barbara Epler que, finalmente, como sustituta de Griselda, publicarรญa mi complicada novela Cautivos. Me llevรฉ muy bien con ellas y estaba dispuesto a firmar un contrato cuando llegรณ una oferta de un contrato para dos libros de Grove Press.

Y asรญ empezรณ lo que la prensa nacionalista rumana empezรณ a llamar โ€œla conspiraciรณn judรญa internacionalโ€ de mi llegada a la escena literaria mundial (la beca MacArthur, la beca de la fundaciรณn Guggenheim, etc.).

Cuando, en 1997, despuรฉs de once aรฑos de exilio en Estados Unidos, aceptรฉ la invitaciรณn de Botstein de acompaรฑarlo a Bucarest, donde dirigirรญa dos conciertos en el Ateneu, Philip me apoyรณ. Saul Bellow, que conocรญa mejor Rumanรญa, no pensaba que yo debiera volver (โ€œYa tienes bastantes problemas, no necesitas tambiรฉn los viejos problemas rumanosโ€). Philip me apoyรณ, pero me obligรณ a llamarlo cada dรญa desde Bucarest (!!!), e ir inmediatamente a Sofรญa (?) y volver a Nueva York si notaba cualquier cosa raraโ€ฆ Para mรญ era como volver en forma de turista pรณstumo. Estaba tenso, pero nadie resultรณ agresivo. Las localidades Cluj y Suceava eran tan agradables, al margen de mis nervios, que hicieron que perdiera mi cuaderno en el vuelo de regreso.

Mi amistad con Philip se hizo mรกs profunda con el tiempo. Cada uno recordaba los momentos importantes de la vida del otro y siempre celebrรกbamos la nochevieja juntos, en nuestra casa. Al final de las celebraciones pรบblicas de mi cumpleaรฑos 75 en el Instituto Cultural Rumano de Nueva York, Philip gritรณ: โ€œยกYo tambiรฉn quiero algo asรญ! ยกPero no dos dรญas, cinco!โ€ Una vez me llevรณ a Newark, donde naciรณ, para que viera la casa de su infancia y su instituto, las calles, todo el ambiente. Todavรญa se sentรญa unido a la ciudad. Tenรญa relaciรณn con la biblioteca local y una calle iba a llevar su nombre. Ademรกs de asistir a los actos literarios el uno del otro, Philip y yo nos visitรกbamos en el hospital a medida que avanzaba el tiempo. En los รบltimos aรฑos mantenรญamos una lรบgubre competiciรณn por ver quiรฉn llevaba mรกs stents coronarios: yo fui ganando un tiempo, finalmente Philip me tomรณ la delantera, con trece stents

Nuestra amistad soportรณ todo tipo de diferencias entre los dos, quizรก bien expresadas al principio con nuestras preferencias por Proust y Cรฉline, pero la conexiรณn seguรญa siendo fuerte, afectuosa y duradera.

Recordarรฉ esa generosa compensaciรณn que me dio el exilio.

En noviembre de 2012 Philip anunciรณ que dejaba de escribir. Claramente, estaba cansado. Escribir, ademรกs de ser una profesiรณn vanidosa, exige una gran devociรณn y concentraciรณn, y se cobra un peaje con el tiempo. Siempre bromeaba diciรฉndole que su retirada era en realidad el tema de otro libro que estaba escribiendo en secretoโ€ฆ No era asรญ. Su salud empezaba a fallar. A los 85 aรฑos es demasiado tarde como para esperar un milagro de rejuvenecimiento.

En Sale el espectro, publicada en 2007, Nathan Zuckerman, alter ego del autor, pregunta:

ยฟQuiรฉn de tus coetรกneos serรก el รบltimo en morir? ยฟQuiรฉn de tus contemporรกneos tiene menos posibilidades de morir? ยฟQuiรฉn de tus contemporรกneos no solo escaparรก a la muerte sino que escribirรก con ingenio, precisiรณn y modestia de su divertida perplejidad ante la consecuciรณn de la vida eterna?

Esta avalancha de preguntas retรณricas podrรญa aplicarse al fallecimiento de Philip Roth.

En La visita al maestro, una cautivadora novela breve que se publicรณ mucho antes de Sale el espectro, Ana Frank sobrevive y llega a Estados Unidos, y se enamora de su profesor universitario. Es una asombrosa anticipaciรณn de esas bรบsquedas รฉpicas, que trata de las preguntas ahogadas de la vejez a un vacรญo que no tiene voz ni memoria.

Philip Roth, el gran escritor, un agudo observador de la existencia humana, con todos sus conflictos y contradicciones crueles y parรณdicos, ha dejado que nos enfrentemos con nuestro explosivo presente e incierto futuro. Su poderosa inteligencia, su conciencia lรบcida e inquisitiva, su firme devociรณn por la palabra escrita no serรกn olvidadas: todas las bibliotecas de nuestro mundo atormentado nos lo recordarรกn en nuestra lucha por alcanzar la verdad y la belleza, el ardor y la autenticidad. La literatura โ€“la de Estados Unidos y la del mundoโ€“ ha perdido a uno de los escritores mรกs brillantes de la modernidad, una fuerza creativa incomparable. En la crisis planetaria de nuestra รฉpoca, con tantas agresiones contra nuestro ambiente espiritual, echaremos de menos mรกs que nunca su intensidad, su cรณdigo de trabajo y honestidad, su humor y humanidad.

Cella y yo estamos abrumados por la tristeza y la soledad. Durante treinta aรฑos fue nuestro hermano estadounidense, siempre cerca, atento, lleno de energรญa, vital y generoso, un interlocutor รบnico, irremplazable. Nuestro exilio se hizo mรกs profundo, mรกs oscuro. Pero nos enterrarรกn uno al lado de otro. Espero que asรญ estemos menos perdidos en el desierto infinito de la vida despuรฉs de la muerte. ~

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Traducciรณn del inglรฉs de Daniel Gascรณn.

Publicado en Los Angeles Review of Books y Observator Cultural.

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(Bucovina, Rumania, 1936) es escritor. En 2005, Tusquets publicรณ la traducciรณn de una de sus obras mรกs cรฉlebres, 'El regreso del hรบligan'.


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