En la Nettie Lee Benson Latin American Collection Library de la Universidad de Texas en Austin se conservan trece cartas que Octavio Paz dirigiรณ a su amigo el escritor y editor Octavio G. Barreda (1897-1964). Diez de ellas corresponden al periodo en que radicรณ en Berkeley con una beca Guggenheim para escribir un estudio que habrรญa de titularse โAmรฉrica y su expresiรณn poรฉticaโ. Son unas cartas a veces desenfadadas y divertidas, a veces crรญticas y graves, bien cargadas de informaciรณn sobre sus lecturas y trabajos de esos dรญas y, ante todo, sobre su comercio con El Hijo Prรณdigo (1943-1946), esa revista crucial que, escribirรก Paz aรฑos mรกs tarde, โdefendiรณ, frente a la confusiรณn entre arte y propaganda, la libertad de la imaginaciรณnโ.[1]
Barreda, editor de revistas desde sus diecinueve aรฑos (Gladios, de 1916), fue un escritor no por circunstancial menos riguroso: mรกs crรญtico que poeta, y mรกs narrador que crรญtico (la UNAM publicรณ sus Obras en 1985), buen traductor, paradigma del editor y divulgador de buen gusto, รกnimo ecumรฉnico, curiosidad informada y astucia polรญtica. Con sus revistas โanimรณ nuestras letrasโโresumirรญa Paz[2]โ y lo hizo con voluntad โesforzada e inteligenteโ. Tenรญa otra virtud: amigos poderosos cuyo interรฉs en el arte y las letras capitalizaba en sus iniciativas, lo que le permitรญa a รฉl mismo apoyar escritores. A fines de 1942, ambos Octavios urdieron una revista de menor tiraje y mayor calado que complementarรญa la otra, simultรกnea, revista de Barreda, Letras de Mรฉxico (1937-1947): El Hijo Prรณdigo aparece en abril de 1943 con Paz, Xavier Villaurrutia, Celestino Gorostiza y elespaรฑol Antonio Sรกnchez Barbudo como redactores (a veces, Paz agrega a Gilberto Owen), y lo continuarรก haciendo hasta mediados de 1946.[3]
Paz colabora con entusiasmo (reseรฑas, prosas, un ensayo esencial โโPoesรญa de soledad y poesรญa de comuniรณnโโ, la mesa redonda sobre San Juan de la Cruz, trece poemas), propone ideas, le acerca colaboradores, la equilibra. Las cartas evocan las โencrespadas y ondulantes reunionesโ (diciembre de 1943) del consejo, su talante enjundioso y batallador; la confluencia de las generaciones, la presencia de los refugiados espaรฑoles, las citas para discutir de polรญtica y desollar encarnizadamente amigos y enemigos en el Cafรฉ Parรญs: una โsociedad dentro de la sociedadโ, el รบnico ejemplo de la โvida de cafรฉโ que hubo en Mรฉxico. En otra parte recuerda cรณmo, โmientras Barreda anunciaba la muerte inminente de la literatura, Xavier, imperturbable, continuaba hablando de los poemas franceses de Rilke o, ante la cรณlera de Leรณn Felipe, de Whitman como poeta para boy scoutsโ.[4] Y al llegar la noche, โcon una suerte de taquicardia, no sรฉ si por el exceso de cafeรญna o por la angustia que todos, en mayor o menos grado, padecรญamosโ, las caminatas con Barreda, Villaurrutia o Josรฉ Luis Martรญnez: โLos amigos se dispersaban y todas aquellas palabras inteligentes, apasionadas o irรณnicas se volvรญan un poco de aire disipado al doblar una esquina.โ
Que la revista fuese tachada de โreaccionariaโ y โdesviacionistaโ fortaleciรณel esprit de corps de sus redactores y el alboroto que produjo su apariciรณn les pareciรณ, naturalmente, un triunfo (editorial del nรบmero 3):
El Hijo Prรณdigo ha tenido la virtud de causar una cierta inquietud en nuestros medios intelectuales. Cuando mรกs real y honda fuera esta agitaciรณn mejor quedarรญa cumplido nuestro deseo: la misiรณn del escritor tal vez no sea otra que la de despertar, la de inquietar las conciencias. No nos referimos, claro es, al escรกndalo, al griterรญo hacia fuera, sino al entraรฑable clamor que, milagrosamente, a veces levanta la palabra silenciosa…
Esta โcierta inquietudโ fue legendaria: Diego Rivera montรณ en cรณlera por un artรญculo de Ramรณn Gaya y pidiรณsu expulsiรณn de Mรฉxico, y Neruda โtodavรญa furioso contra la antologรญa Laurel (1941)[5]โ sentenciรณ a diestra y (sobre todo) a siniestra que El Hijo Prรณdigo era fascista y sede de reaccionarios como Victor Serge, Jean Malaquais, Benjamin Pรฉret y Cรฉsar Moro. Las cartas de Paz a Barreda le aportan miga a ese relato, replican la intensidad de las discusiones, actรบan por escrito la algarabรญa, lamentan que la revista tenga โmรกs enemigos que lectores atentosโ[6] y aรฑoran la pertenencia a un grupo. Los jueves discutรญan en las oficinas de Barreda: โAรฑoro los exasperantes laberintos que usted nos proponรญa; todas las salidas conducรญan al vacรญo, excepto una, que nadie, sino usted, conocรญaโ (diciembre de 1943). Luego se iban al cafรฉ: โTengo hambre de conversaciones interminables y sed del inmundo, maravilloso cafรฉ de Fornos o del Parรญs.โ Paz evoca a los contertulios con epรญtetos precisos y cordiales: Barreda era โAlmanzorโ[7] o โel inquisidorโ; Villaurrutia, โel estilistaโ; Sรกnchez Barbudo es โel Castizoโ y Alรญ Chumacero es โel Gramรกticoโ. A veces continuaban la sesiรณn en el Leda, pรบdico salรณn de baile vespertino y estrepitoso cabaret nocturno, donde bebรญan y bailaban swing con las muchachas.
Las evocaciones acicatean su nostalgia: โUsted sabe cรณmo se necesitan las noticias de los amigos cuando se vive lejos; ellas rescatan un poco de la soledad y nos dan la impresiรณn de que, al menos no somos todavรญa un nombre sin ecosโ(agosto de 1944). Una avidez no del todo correspondida: โAl principio Barreda y algunos otros amigos me escribieronโ, dice en el ensayo sobre Villaurrutia, โdespuรฉs, nadaโ. En pos de correspondencia, algunas de las cartas a Barreda tienen como destinatarios, de hecho, โa los redactores de El Hijo Prรณdigoโ. Para incitar respuesta de sus amigos, describe cuรกnto agradece las misivas de Josรฉ Bergamรญn o Juan Gil-Albert, y mรกs las โque recibo con frecuenciaโ de Luis Cernuda. No sirviรณ de mucho: Barreda contesta un par de veces y Villaurrutia una, y luego… โel gran silencio mexicanoโ.
Leyendo la revista
Paz comenta con disciplina los nรบmeros que le llegan de Mรฉxico a partir del noveno (diciembre de 1943) que, por cierto, da cuenta de su partida. Apenas lo recibe, escribe (enero de 1944) que โpara no perder la costumbre voy a comentarlo โcon mi habitual encarnizamiento, de corrido y, por primera vez, sin interrupcionesโ:
Predominan los ensayos, es decir, predomina la crรญtica a expensas de la imaginaciรณn. En ellos โy en general en todo el tono de la revistaโ hay cierta direcciรณn especialista y asfixiante: literatura para literatos. Demasiados problemas tรฉcnicos, demasiadas observaciones particulares, pequeรฑas curiosidades y, al mismo tiempo, nada realmente decisivo.[8]
Lo que va contra la imaginaciรณn es โtoda esa neo-barbarie que quiere reducir a la poesรญa y al arte a sus propios intereses: polรญtica, filosofรญa, nacionalismo, etcรฉteraโ. No lo dice abiertamente, pero deplora que El Hijo Prรณdigo se estรฉ pareciendo a Cuadernos Americanos (1942-1986), la revista de Jesรบs Silva Herzog y Juan Larrea, โuna revista demasiado sociolรณgica para nuestro gusto, con una idea preconcebida de lo que era Amรฉrica Latina y una filosofรญa mรกs bien vaga.โ[9] Dรญas mรกs tarde (febrero de 1944), Paz agrega que la revista debe precaverse de la academizaciรณn de la literatura, de una โtendencia alejandrinaโ que โencabeza Alfonso Reyes y que consiste en preferir el detalle al conjunto, la crรญtica a la creaciรณn y a hacer la crรญtica de lo inexistenteโ: ยฟa quรฉ se refiere Reyes โse pregunta Pazโ cuando encomia una โciencia de la literaturaโ[10]? Se arriesgaba a โcongelarโel espรญritu, confundir โel papel de una revista con el pizarrรณn de una claseโ, caer en ese โespรญritu acadรฉmico โque es uno de los polos del espรญritu mexicano, como el sentimentalismo desordenado es el otroโ.[11] Paz evocaba una charla con Josรฉ Vasconcelos (a quien visitaba con frecuencia antes del viaje: โverdaderamente un gran escritor, el mรกs poderoso de todos los mexicanosโ[12]) en la que el viejo le comenta que โAlfonso es tan inteligente โy tan vacรญoโ que es capaz de escribir todo un libro sobre algo que nunca existiรณ: la crรญtica en la edad atenienseโ.[13] Si Vasconcelos es el adalid de la literatura como experiencia de vida, casi como acciรณn, Reyes y sus discรญpulos, los universitarios de la revista Tierra Nueva (1940-1942), amenazan con convertirla en un ente paralรญtico y asรฉptico. Es la animadversiรณn a la academia que, cuando debe vivir de ella, lleva a Paz a decirle a Charles Tomlinson: โNo, no era necesario haber leรญdobajo ninguna higuera a Nagarjuna; bastaba con haber pasado por las universidades para comprobar que todo estรก vacรญo…โ[14]
Otro motivo de irritaciรณn es la presencia en El Hijo Prรณdigo de las emociones pro soviรฉticas de algunos colaboradores, como Efraรญn Huerta y Ermilo Abreu Gรณmez. ยฟA quiรฉn debe imputarse que la revista publique un texto de Wanda Wasilievska, โganadora del premio literario Stalin[15] y uno de los peores escritores del mundo? Su libro, aquรญ, ha sido recibido con burlaโ(marzo de 1944). Solo la aplaude โla misma gente que encuentra a JosรฉMancisidor un clรกsico de la literatura mexicanaโ. Encuentra ofensivo โรฉl, que se considera un verdadero socialistaโ que la nomenklatura soviรฉtica figure en una revista que defiende la libertad de la imaginaciรณn. Pero antes que enfrentar a Barreda, Paz lo presiona (mayo de 1944) para que dรฉsitio a los antiestalinistas, sobre todo a los refugiados en Mรฉxico, como Victor Serge, โhombre puro y valienteโ, que habรญa entregado unos poemas hacรญa meses y seguรญan sin aparecer: โยฟO es que la posiciรณn polรญtica de Serge afecta a su poesรญa? Me resisto a creerlo, puesto que Malaquais y Pรฉret publican, lo mismo que Huerta o la seรฑora Wasilievska.โ
Siempre celebra la presencia de los espaรฑoles, pero no sin crรญtica. En mayo se refiere a las tiranteces entre los refugiados y sus anfitriones: la revista ha publicado un ensayo de Josรฉ Bergamรญn sobre Juan Ramรณn Jimรฉnez, que tercia en la polรฉmica sobre el origen americano del modernismo.[16] A pesar de dislates de โgusto dudosoโ, le parece a Paz que Bergamรญn estรกโesencialmente en lo justoโ:
Juan Ramรณn es un poeta simbolista y llegรณ al simbolismo por el camino de los modernistas americanos. Estรก de moda ahora despreciar โentre los espaรฑolesโ al modernismo americano; eso me parece una tonterรญa. Tambiรฉn estรกde moda afirmar la superioridad de Machado o de Unamuno porque โson mรกs espaรฑolesโ, porque siguen mรกs fielmente la tradiciรณn poรฉtica espaรฑola. Tambiรฉn me parece tonterรญa: el nacionalismo es una forma de la tonterรญa.[17]
La incomodidad reaparece (octubre de 1944) cuando Paz deplora su participaciรณn en el nรบmero mรกs reciente:
La colaboraciรณn hispรกnica es desastrosa. El verbalismo, en filosofรญa y poesรญa, se vienen convirtiendo en una manera habitual de los modernos espaรฑoles para ocultar su vacรญo. ยฟLeyรณusted en Cuadernos Americanos los poemas de Jimรฉnez, Felipe, Prados, etc.? O esas personas no tienen ya nada que decir, porque nada les pasa, o substituyen sus experiencias por una retรณrica cada vez mรกs externa. Escriben โincluso Juan Ramรณnโ por fรณrmula. Es cierto que el verbalismo es un defecto โy a veces una virtudโ de nuestra literatura, pero nunca la poesรญa habรญa llegado a este grado de penuria intelectual y derroche palabrero. Es posible que los poetas mexicanos hayan llegado a la misma extinciรณn, pero, por lo menos, cuando no tienen nada que decir se callan. No creo, como Xavier, que la esterilidad sea una virtud, pero sรญ es una actitud inteligente y honrada.
Paz celebra a Marรญa Zambrano e insiste, una y otra vez, en publicar los poemas de Cernuda,[18] asรญ como los de sus camaradas de generaciรณn Neftalรญ Beltrรกn y Jorge Gonzรกlez Durรกn. Lo apasiona la lectura del โsencillamente excepcionalโ ensayo de A. E. Housman โThe name and nature of poetryโ(1933), publicado en el nรบmero 11, en que propone que la poesรญa puede serlo independientemente de su significado (meaning):
Entre todas las afirmaciones de Housman destaco una, bastante actual: โEl significado pertenece al intelecto, no asรญa la poesรญaโ. Larrea, hace tiempo, calificรณa toda la poesรญa contemporรกnea en lengua espaรฑola con esta palabra: โinsignificanteโ, jugando con los dos sentidos de la palabra. Frente a esa poesรญa โque es la eterna poesรญa en espaรฑol y en todos los idiomas, una poesรญa que no tiene una significaciรณn precisaโ, รฉl hablaba de la Poesรญa Significante. Su libro, recuerdo que dijo, era una tentativa de Poesรญa Significante, es decir de una poesรญa que juega con las โsignificacionesโ de las cosas en lugar de jugar con sus imรกgenes. Ahora bien, ยฟcuรกl es la significaciรณn, para emplear la palabreja, de la obra de Blake o de San Juan de la Cruz o del Juan del Apocalipsis?
La propia poesรญa
En Berkeley, Paz siente que el espรญritu de la revista se comienza a desvanecer y lamenta que el consejo de redacciรณn no se reรบna mรกs. โDesde el nรบmero siete โdirรกaรฑos mรกs tarde[19]โ yo no tuve mucho que ver con El Hijo Prรณdigoโ (aunque colaborรณhasta el nรบmero 31). Opta entonces por presionar a Barreda para que lance los proyectos editoriales paralelos a la revista y para que comience con sus tutores: los poemas de Pellicer, Villaurrutia y Gorostiza, y la prosa de Vasconcelos y de Jorge Cuesta, que habรญa muerto en 1942. Escribe Paz (marzo de 1944):
Todos tuvimos โcreoโ un primer encuentro con Cuesta y yo le debo algunas de mis ideas sobre la poesรญa mexicana y sobre muchos otros temas. Cuesta fue la primera persona seria que se ocupรณ de mis tentativas literarias y durante mucho tiempo no desdeรฑรณ conversar conmigo durante horas, a pesar de que era yo un chamaco. Si alguna vez escribo el ensayo que me ha encargado la Guggenheim โy que ยกtodavรญa no principio!โ estarรก dedicado a su memoria.
Barreda tarda en responder pero al fin acepta crear una colecciรณn de โpequeรฑos libros de poesรญaโ y le pide uno a Paz, que accede (mayo de 1944):
Estoy copiando mis poemas para enviรกrselos. Se tratarรญa de un libro pequeรฑo, porque no pienso publicar nada de lo escrito desde 1941 a la fecha. En realidad serรก un libro de poemas que โno cupieronโ en mi libro [A la orilla del mundo, 1942]; es decir, de poemas que rompรญan su unidad o su clima y que despuรฉs yo encontrรฉ que poseรญan muchas cosas en comรบn. Es posible que la รบnica cosa que los ligue entre sรญ sea su heterodoxia frente โA la orilla del mundoโ, pero me hago la ilusiรณn de que los unen otras cosas.
Piensa Paz que โquizรก este viaje me haya servido para ver mรกs claro en mรญ mismo; es cierto que escribo poco y casi exclusivamente poesรญa, pero con mรกs seguridad y concentraciรณnโ, y si bien envรญa regularmente poemas a la revista, โlo que ahora escribo lo encuentro un poco distinto y no quisiera publicarlo hasta que desaparezcan de mis cajones los demรกs poemas, escritos en Mรฉxicoโ. Poco mรกs tarde (mayo de 1944) le remite el manuscrito de Vigilias, libro que โno llegarรก a las 64 pรกginasโ. Los poemas, explica,
pertenecen, en cuanto a la forma, a dos รฉpocas, ambas creo que ya abandonadas โiba a decir, pretenciosamente, superadasโ en mis tentativas posteriores. (Me interesan ahora las formas libres e inventadas, como dice Juan Ramรณn, a igual distancia de las tradicionales y del poema amorfo, mal llamado libre.)
Sus lecturas de poesรญa norteamericana y sus estudios sobre versificaciรณn (en especial de Pedro Henrรญquez Ureรฑa y su idea de la versificaciรณn irregular como origen de la poesรญa en lengua espaรฑola) coinciden en este cambio: โEl verso libre, fundado en el ritmo, dio mayor libertad a mis poemasโ, dice, hablando de los poemas que irรกn a โCondiciรณn de nubeโ y โCalamidades y milagrosโ, casi todos escritos en los Estados Unidos. Son poemas โque tratan de la vida urbanaโ con un lenguaje que es โel habla diariaโ.[20] En ese sentido es interesante que los poemas que manda a la revista incluyesen desde algunos en los que casi parodia su poesรญa juvenil (como โJunioโ, que usa como epรญgrafe un poema adolescente) hasta poemas urbanos como โ7 p.m.โ, y ejemplos de una nueva transiciรณn temรกtica y formal como โPalabras en la sombraโ y โAdiรณs a la casaโ con los que inicia la anรกbasis rumbo a su infancia. Se avecinaba lo que considerarรก un cambio radical en su poesรญa.[21]
Ya con Vigilias en la mesa, Barreda decide cambiar el carรกcter de las colecciones: la de poesรญa estarรก dedicada a โescritores modernosโy tendrรก un carรกcter antolรณgico. Entonces, Paz envรญa una respuesta interesante:
Muy amablemente, pero con cierta precipitaciรณn, me propone que mi libro de versos forme parte de la colecciรณn que proyecta. Me gusta su proposiciรณn, se la agradezco, pero la rechazo. Le explicarรฉ brevemente mis razones y luego de oรญrlas estoy seguro de que me entenderรก: la colecciรณn de โescritores modernosโ estรก formada por personas mayores de cuarenta aรฑos, con una obra hecha, una fisonomรญa; en ciertos casos, un estilo y un espรญritu. Se trata ademรกs de antologรญas. Ni yo tengo cuarenta aรฑos (apenas, ay, cumplรญ los treinta) ni mi obra (para llamar asรญ a lo que escribo) posee las caracterรญsticas y el tono de las que ustedes van a publicar. Por otra parte, no es una antologรญa: es un libro pequeรฑo, formado por poemas que no fueron incluidos en el anterior y representa, si representa algo, apenas un paso y una bรบsqueda.
Aceptar โserรญa traicionar el espรญritu de su colecciรณn… y traicionar a mi libroโ. La humildad como presiรณn funciona y Barreda retoma el proyecto de los โpequeรฑos libros de poesรญaโ, entre los que Paz insiste que deben estar tambiรฉn Huerta y Beltrรกn. En todo caso, el proyectado Vigilias nunca aparecerรก como tal.[22]
Dรญas en Berkeley
En 1943, un becario Guggenheim tenรญa que radicar en los Estados Unidos. Paz quiso, primero, instalarse en Nueva York, pero era demasiado costoso. Volรณ a Tijuana en octubre de 1943, tomรณ un autobรบs a Los รngeles (donde vio a la policรญa atrapando โpachucosโ en los barrios mexicanos[23] y comenzรณ a interrogarse sobre su fascinante estilo de subsistencia cultural), pasรณ un tiempo en San Francisco y, en vรญsperas del inicio de cursos, se instalรณ en Berkeley.
Ingresรณ con desgano a los cursos de los hispanistas Charles Kany (amigo de Elรญas Nandino y Villaurrutia) y Sylvanus Morley (pero no el mayista, sino su primo y homรณnimo, โseco como un arenqueโ). El primero, dice Paz, ha traducido a Antero de Quental y el segundo ha publicado un artรญculo sobre el uso del โmalhayaโ en Chile y en Mรฉxico: โEn este mundo de especialistas resulto un ignorante.โ Los cursos acentรบan su intolerancia a la academia. Decide (mayo de 1944) โno frecuentar a los profesores (americanos, colombianos, espaรฑoles, chilenos y demรกs) del Departamento de Espaรฑol, porque me aburren profundamenteโ y prefiere estudiar poesรญa norteamericana por su cuenta, basรกndose en A comprehensive anthology of American poetry que acababa de publicar Conrad Aiken.
Se adapta bien y pronto al ritmo de vida norteamericano, a su disciplina y su culto de la eficiencia, que admira. En la primera carta a Barreda dice hallarse en โuna especie de Nirvana que no me deja hacer sino apenas lo indispensableโ y reflexiona que si โen Mรฉxico nos dedicamos a matar el tiempo; aquรญ, si nos descuidamos, es el tiempo quien nos mataโ. Siempre evocarรก con jรบbilo esos dรญas: โFue como respirar profunda y libremente frente a un vasto espacio; una sensaciรณn de jรบbilo, levedad y confianza… Vivir en Estados Unidos durante la guerra fue tonificante. Tirรฉ la polรญtica al cesto y me sumergรญ en la poesรญa.โ[24] Confiesa que โes cierto que a veces siento asfixiaโ, y se pregunta: โยฟPero no la sentรญa tambiรฉn en Mรฉxico?โ Se ha instalado con Elena Garro y su hija Helena Paz Garro en un barrio correcto, vigilando su mesada escrupulosamente. Cuando ya no alcanza, se acerca al consulado mexicano y logra un estipendio de la Secretarรญa de Relaciones Exteriores por sumarse a la delegaciรณn que acude a la Organizaciรณn de las Naciones Unidas, cuya fundaciรณn Paz reportea para el semanario Maรฑana.[25]
Preservar cierta decencia en su nivel de vida tiene relieve. En marzo de 1944 lamenta que Sรกnchez Barbudo no capte la sutileza del asunto en su recensiรณn de Las ratas, la preciosa nouvelle que Josรฉ Bianco โque tan buen amigo comienza a ser de Paz en esos aรฑosโ acaba de publicar en Buenos Aires:
Una familia acomodada argentina tiene esa psicologรญa un poco desarraigada โun mucho, mejor dichoโ. Al leerla me acordรฉ de algunos parientes ex-ricos nรกufragos del porfirismo: la misma hipocresรญa, la misma inteligencia, la misma envidia y la misma sensibilidad fina, culpable, la misma duplicidad moral. En el teatro de X.V. tambiรฉn aparecen algunos personajes asรญ:[26] el fenรณmeno es menos francรฉs de lo que se piensa; es un estado de alma americano, aunque en Mรฉxico ya quede poco de eso โno sรฉ si gracias a la Revoluciรณn, o por desgracia para los hijos de la Revoluciรณn.
Paz y Barreda se cuentan, inevitablemente, entre los hijos beneficiados por la Revoluciรณn: โEn una sociedad como la nuestra es natural que los mejores aspiren a ser servidores pรบblicosโ, dirรญa Paz al explicar el trato de los Contemporรกneos con el Estado.[27] Es una actitud obligada por su monopolio del mecenazgo. Cuando Torres Bodet es nombrado secretario de Educaciรณn Pรบblica, Paz y Barreda registran que se abre una nueva alternativa de financiamiento. (Paz no respeta a Torres Bodet y lo hace protagonista de un estrepitoso โsueรฑoโ que narra a sus amigos y que amerita un ensayo aparte.) Barreda, desde luego, lo invita de inmediato a colaborar en la revista. Paz interroga en mayo a su amigo โโยฟcรณmo le va a Torres Bodet en el ministerio? ยฟLo atacan? ยฟHace labor?โโ y le pide que intervenga para becar a Gonzรกlez Durรกn (en la carta siguiente Paz le agradece โsu gestiรณn cerca de Torres Bodetโ). Mรกs tarde, Barreda escribe que Torres Bodet lo ha nombrado subdirector del Departamento de Bellas Artes,[28] a las รณrdenes de Pellicer, y que no sabe cรณmo responder. En agosto Paz dice entender su reticencia:
No habrรก dinero, ni voluntad, ni nada. Pero por otra parte usted podrรญa hacer algo, ayudar a los pintores jรณvenes, iniciar una escuela de teatro, etc. No serรญa mucho, quizรก, pero siempre serรญa un poco mรกs de lo que hace Pellicer. (Lo conozco y me imagino que seguirรก su polรญtica habitual: cobrar y lamentarse.) En fin, no me atrevo a opinar sobre un problema tan personal. Usted ya hace bastante con las revistas y la editorial, ยฟa quรฉ complicarse la vida lidiando con las fieras de Bellas Artes?
Pero Barreda acepta el cargo, que abandona un mes mรกs tarde con cajas destempladas. A fines de octubre Paz le escribe:
ยฟDe modo que sรณlo resistiรณ un mes en Bellas Artes? Entiendo perfectamente su actitud y sรฉ por experiencia lo difรญcil que es trabajar en esa oficina. Me imagino los gestos y las caras de Pellicer cuando usted le presentรณ su renuncia y, de paso, le dijo dos o tres verdades. Tiene usted razรณn: es imposible intentar nada en Bellas Artes. Lo primero que tienen que hacer es quitarle ese pomposo nombre, convertir la oficina en algo mรกs modesto y elรกstico, con menos empleados, menos proyectos y mรกs dinero. Creo que en Mรฉxico se puede trabajar mejor fuera del Gobierno, aunque con subvenciones, como lo han hecho [Carlos] Chรกvez, [Daniel] Cosรญo y otros. En fin, en el sentido del verdadero trabajo, usted hace mรกs en Letras de Mรฉxico y El Hijo Prรณdigo que todo lo que hacen los amigos de Bellas Artes.
Pero habรญa que sobrevivir, y no era fรกcil hacerlo con decencia. En Berkeley se entera de la muerte de Alberto Quintero รlvarez, amigo y compaรฑero de generaciรณn, buen poeta y ensayista, cuya muerte prematura, enmarcada por la frustraciรณn y las penurias econรณmicas, sacude a Paz:
Por El Hijo Prรณdigo supe de la muerte del pobre Beto. Me impresionรณ mucho. Tenรญa sensibilidad y talento โque desgraciadamente no pudieron madurarโ y, ademรกs, buen corazรณn. Siempre lo vi como tras de una nube, que hacรญa borrosa su fisonomรญa y que, finalmente, acabรณ por borrarlo del todo. Su caso me ha hecho pensar en el triste destino de esas sensibilidades desvalidas, frustradas en cierto modo por el ambiente. Quintero nunca pudo dedicarse completamente a su vocaciรณn literaria y siempre tuvo que trabajar en cosas ajenas a su gusto…
En ese punto, al evocar las tribulaciones de su amigo muerto, Paz enfurece y suma su propia generaciรณn a las que se sintieron agraviadas por el buen trato a los espaรฑoles y el desdรฉn a los mexicanos, cuando se creรณ La Casa de Espaรฑa:[29]
ยฟPor quรฉ el Colegio de Mรฉxico, que protege a tanto mediocre extranjero, con canas o sin ellas, no ayuda a los jรณvenes? Pienso que Huerta, Revueltas, Beltrรกn o cualquier otro, podrรญan hacer cosas mejores si no tuvieran que escribir para los periรณdicos, para el cine o para las agencias de publicidad. No creo que sea difรญcil dar, cada aรฑo, tres o cuatro becas a los artistas jรณvenes, ni tampoco es necesario que los favorecidos sean figuras de primer orden. Lo importante es crear un ambiente, una atmรณsfera de cordialidad y de trabajo.
Otra fuente de incomodidad en Berkeley es su trato con la lengua inglesa. La estudia con ayuda de โuna muchachaโ en sus โratos de ocio, que son muchosโ. Lee revistas[30] โy mucha poesรญaโ pero โpenosamenteโ y sin salir de un inglรฉs โelemental y petrificadoโ. No obstante traduce en Berkeley a Yeats, a Dylan Thomas (โun joven poeta inglรฉs de mi edad con el que bondadosamente Lloyd Mallan โoh, mi รบnico crรญtico en Estados Unidos[31]โ me ha comparado, aunque no acabo de encontrar las coincidenciasโ, escribe en mayo de 1944). Traduce tambiรฉn a Karl Shapiro ya Josephine Miles, los poetas jรณvenes importantes del momento en Estados Unidos, asรญ como a su cercana amiga Muriel Rukeyser, tambiรฉn becaria, que a su vez traduce a Paz.[32] Tiene un bar favorito, donde acude un marinero viejo โque confunde la barra con el puente de su barco y que ha encontrado en el whiskey un sucedรกneo de las tempestadesโ. Trata a regaรฑadientes a Jorge Carrera Andrade (โuna especie de Neruda, planchado y engomado de Parรญsโ) y a Germรกn Arciniegas, con quien dice que le bastรณ hablar quince minutos para caer en la cuenta de que los รบnicos escritores colombianos interesantes โson Carlos Pellicer y Gilberto Owenโ (que habรญan vivido en ese paรญs). Le enfada que los norteamericanos traduzcan novelas โmuy malasโ y que tengan como escritores representativos a Ciro Alegrรญa, Mauricio Magdaleno, Enrique Amorim y Eduardo Mallea, mientras ignoran quiรฉnes son Borges, Bioy Casares, Reyes y Vasconcelos. Y se obliga a terminar su โabsurdo trabajoโ de becario: a dos meses de su arribo tiene ya el primer capรญtulo, que trata la poesรญa รฉpica y lรญrica โdel XVI y la primera mitad del XVIIโ. En septiembre de 1945, ya en Nueva York, lo termina: ciento cincuenta pรกginas que van del siglo XVI al modernismo, โun epรญlogo sobre los Contemporรกneosโ y una antologรญa con otras tantas pรกginas. Escribe tambiรฉn
algunos poemas extensos โodio los poemas extensos,[33] pero los escribo, con frenesรญ y sin esperanzas de que salga nada bueno de ellos: โSoliloquio de medianocheโ (lo he terminado pero no me decido a publicarlo) y otros. Entre ellos un โCanto a la libertadโ โbastante impolรญtico o antipolรญtico[34]โ, que ocupa mis prolongados ocios, cuando no prefiero respirar el aire maravilloso de la naciente primavera…
Ademรกs de traducir y escribir poesรญa, artรญculos y recensiones, escribe โun diรกlogo โยฟimitaciรณn de Gide?โ en torno a los poetas jรณvenes de Mรฉxico: Huerta, Quintero, Alรญ, Beltrรกn, etc.โque enviarรก a Barreda por si le interesa (no aparece en la revista ni, me temo, en otra parte). Y un asunto curioso: en la misma carta (marzo de 1944) dice: โTambiรฉn preparo una semi-novela โya le enviarรฉ un capรญtulo con unidad.โ ยฟSemi-novela? Llevaba tiempo discurriendo sobre cรณmo podrรญa crearse una nueva narrativa mexicana…[35] No solo la preparรณ, sino la escribiรณ: โHace muchos aรฑos escribรญ una novela, pero era tan mala… Era un pastiche de Lawrence, asรญ es que decidรญ destruirlaโ, le dice a Juliรกn Rรญos.[36] La novela querรญa ser โuna interrogaciรณn a la historia de Mรฉxicoโ, una reflexiรณn sobre el turbulento trato de los mexicanos con su historia: โquerรญa inventar el Mรฉxico que yo conocรญaโ, dice, un Mรฉxico โenterradoโ. Pero cayรณ en la cuenta de que โestaba bastante influido entonces por la novela inglesa de Lawrence y Huxleyโ,[37] dos autores que habรญan estado en Mรฉxico y escrito sobre la forma en que esa realidad enterrada reรฑรญa con la modernidad. La semi-novela intriga, ademรกs, porque se redacta en el periodo que va de los artรญculos sobre lo mexicano que aparecen en el diario Novedades en 1943 a El laberinto de la soledad, que redacta en 1949. De replicar sus contenidos, la semi-novela tratarรญa de hablas, religiones y mitologรญas; de las capas superpuestas donde cohabitan los tiempos histรณricos; donde vagan dioses prehispรกnicos no del todo muertos; los pachucos, la burguesรญa, el lumpen, los gerentes de la revoluciรณn, el cacique gordo… En todo caso, se percatรณ de que estaba escribiendo un ensayo disfrazado de narrativa: โen realidad, esa novela es El laberinto de la soledadโ y dice haberla destruido โporque los personajes hablaban como en El laberinto de la soledad; me di cuenta de que lo รบnico interesante era lo que decรญan los personajesโ.[38] Pero, ยฟla destruyรณ realmente? Porque en 1984 le escribe a Gimferrer: โLa novela sigue en el cajรณn. Espero un momento propicio para hacer el signo de la resurrecciรณn.โ[39] De cualquier modo, concluyรณ que, โaunque la novela siempre ha sido una tentaciรณn para mรญ, no nacรญ para escribir unaโ, y se obligรณ a recordar โque los poetas no son novelistas… El genio poรฉtico es sintรฉtico. El poeta presenta visiones, mientras que el novelista cuenta, describe y analizaโ.[40] La semi-novela, en todo caso, se conjuga con su reticente, incรณmoda fascinaciรณn por Mรฉxico; con lo que llama โla pregunta sobre Mรฉxicoโ,[41] que lo abruma desde su regreso de Espaรฑa en 1937. ยฟPodrรญa haberla contestado sin vivir el contraste con los Estados Unidos?
El planeado aรฑo en Berkeley se convirtiรณ en una dรฉcada que lo llevarรญa a Nueva York, a Europa, a la India y a Japรณn y de regreso a Europa. En la รบltima carta a Barreda, enviada ya desde Parรญs, el 4 de enero de 1949, el joven rebelde se ha subordinado a la vida rutinaria de oficina (โde todos los profetas modernos, Kafka sigue siendo mi patrรณnโ) y a los sinsabores de su carrera diplomรกtica. Son tiempos de la profunda depresiรณn que lo lleva a escribir los textos mรกs tirantes y desolados de ยฟรguila o sol?, los que escribe el hombre de treinta y cinco aรฑos que, en Parรญs, echa de menos al muchacho de veinte que iba los jueves al Cafรฉ Parรญs de Mรฉxico: โNo sรฉ quรฉ darรญa por charlar una hora, sentado en el Cafรฉ Parรญs. ยฟQuรฉ se fizo Ermilo, Leรณn Felipe quรฉ se fizo, los caballeros de la mesa de Octavio Barreda, quรฉ se fizieron?โ
Quizรกs se podrรญa haber contestado con los versos finales de โSoliloquio de medianocheโ, escrito por esas mismas fechas: โ…todos y todo รฉramos fantasmas de esa noche interminable / a la que nunca ha de mojar la callada marea de otro dรญa.โ~
[1]โ En โXavier Villaurrutia en persona y en obraโ (1977), Obras completas (en adelante O. C.) 4, p. 252.
[2]โ โTrรกnsito y permanenciaโ (1991), O. C. 4, p. 25.
[3]โ Hay ediciรณn facsimilar en la colecciรณn โRevistas literarias mexicanas modernasโ del Fondo de Cultura Econรณmica. En mi libro Poeta con paisaje: Ensayos sobre la vida de Octavio Paz (Mรฉxico, era, 2004) hay pรกginas dedicadas a ella. Alfredo Villanueva Buenrostro defendiรณ una tesis, รndices de โEl Hijo Prรณdigoโ (UNAM, 1965), lamentablemente inรฉdita. Nilo Palenzuela publicรณ un buen estudio: โEl Hijo Prรณdigoโ y los exiliados espaรฑoles (Madrid, Verbum, 2001).
[4]โ โMarรญa Izquierdo situada y sitiadaโ, O. C. 7, p. 296 y ss.
[5]โ Que habรญan firmado Paz, Bergamรญn y Villaurrutia. Cfr. โLaurel y nosotrosโ de Paz, O. C. 3.
[6]โ Dice Paz en โEl dormido despiertoโ, O. C. 13, p. 366.
[7]โ Almanzor es el โmonarca que recitaba poemas a las hurรญes y a los dulces frutos de la Arabia Feliz, caminando por su jardรญn, adornado con macetitas hechas con los crรกneos de los poetas que habรญa mandado sacrificarโ, y que tenรญa โgran parecido espiritual con Barredaโ, escribe Antonio Acevedo Escobedo en Letras de Mรฉxico (octubre de 1943, p. 1).
[8]โ No le gustan los ensayos de Enrique Dรญez-Canedo, de I. A. Richards, de Rodolfo Usigli y de [Renรฉ] รtiemble, ni la traducciรณn que hace Juan David Garcรญa Bacca de Demรณcrito. Celebra en cambio una pieza teatral de Max Aub y un relato de Josรฉ Herrera Petere. Pero se niega a comentar la poesรญa: โHe ahรญ un tema prohibidoโ (el nรบmero contiene dos poemas suyos y โQuetzalcรณatlโ, el poema de Cernuda).
[9]โ Le dice a Diana Ylizaliturri en โEntrevista con Octavio Paz, editor de revistasโ, Letras Libres, 7, Mรฉxico, julio de 1999.
[10]โ Supongo que leรญa Filosofรญa de la ciencia literaria de Emil Ermatinger, que publicarรญa el Fondo de Cultura Econรณmica en 1946.
[11]โ No solo en Mรฉxico: sentimentalismo y didactismo, โdos notas que no son modernasโ, retrasan a la poesรญa espaรฑola, le escribe en 1967 a Gimferrer (Memorias y palabras. Cartas a Pere Gimferrer 1966-1997, Barcelona, Seix Barral, 1999, p. 20).
[12]โ Paz habรญa publicado una efusiva reseรฑa de โLas Pรกginas escogidas de Josรฉ Vasconcelosโ en El Hijo Prรณdigo (12, febrero de 1941). Se recoge en O. C. 4.
[13]โ La crรญtica en la edad ateniense (600 a 300 a. C.) habรญa aparecido en 1941.
[14]โ Carta del 25 de septiembre de 1969, colecciรณn del Ransom Center (Universidad de Texas).
[15]โ La polaca ingresรณ al Soviet Supremo en 1940 y recibiรณ ese premio tres veces. La traducรญan Wenceslao Roces y Juan Rejano.
[16]โ La polรฉmica, en su lado espaรฑol, serรก hospedada por El Hijo Prรณdigo y por Letras de Mรฉxico a lo largo de 1944.
[17]โ Paz habรญa escrito sobre Rubรฉn Darรญo y los espaรฑoles hacรญa poco, en el diario Novedades, โEl corazรณn de la poesรญaโ, O. C. 13, pp. 374-375.
[18]โ Ademรกs de โQuetzalcรณatlโ, la revista publicarรก โVereda del cucoโ (20, noviembre de 1944) y โLa ventanaโ (37, abril de 1946).
[19]โ Ylizaliturri, op. cit.
[20]โ โGenealogรญa de un libro: Libertad bajo palabraโ, O. C. 15, p. 107.
[21]โ Cambio que suele cifrar en โVirgenโ, uno de los poemas con los cuales โcomenzรณ realmente mi poesรญaโ, le dice a Gimferrer, op. cit., p. 160.
[22]โ Algunos de sus poemas irรกn a diferentes secciones de Libertad bajo palabra. En Miscelรกnea I. Primeros escritos (O. C. 13) Paz recogiรณ los saldos con el tรญtulo โVigiliasโ (1938-1943): tres poemas fechados entre 1938 y 1941, y cinco firmados en 1943 (algunos aparecen en El Hijo Prรณdigo). Dos entre estos รบltimos (โรrbol quieto entre nubesโ y โAlgunas preguntasโ, pp. 123-125) iban a formar parte de โuna serie de cuatro poemasโ a titularse โEl joven soldadoโ, explica Paz. Los que sobrevivieron (โConversaciรณn en un barโ y โRazones para morirโ) irรญan a Libertad bajo palabra y a la Obra poรฉtica I con el tรญtulo โConscriptos usaโ. La colecciรณn de poemas que envรญa a Barreda incluรญa โuna pequeรฑa nota preliminarโ que โconjeturoโ debe ser el texto titulado โInocenciaโ, fechado en โMรฉxico, 1935-1941โ, que recoge Miscelรกnea I (p. 180): una sรญntesis de poema en prosa y tratado de poรฉtica, en el que se alude al โtrabajo, el esfuerzo y la vigiliaโ. No hay relaciรณn con las cinco โVigilias. Diario de un soรฑadorโ, textos en prosa que publicรณ en revistas en esos aรฑos (el primero en 1938, el รบltimo en 1945, precisamente en el nรบmero 24 de El Hijo Prรณdigo).
[23]โ Narra ese viaje en โPoesรญa de circunstanciasโ, O. C. 15, p. 525.
[24]โ โTiempos, lugares, encuentrosโ, O. C. 15, p. 137.
[25]โ Se reunieron en Crรณnica trunca de dรญas excepcionales, Mรฉxico, UNAM, 2007.
[26]โ En โXavier Villaurrutia en persona y en obraโ, Paz ahondarรก en este sentido mexicano de la โdecencia, el decoro, la reservaโ, la obsesiรณn con la โlegitimidadโ de la burguesรญa ante la revoluciรณn, asรญ como con su inherente duplicidad moral y su hipocresรญa (O. C. 4, p. 259 y ss.).
[27]โ โContemporรกneos. Primer encuentroโ, O. C. 4, p. 79.
[28]โ Serรญa convertido en Instituto Nacional de Bellas Artes en 1946.
[29]โ En mi libro Seรฑales debidas (Mรฉxico, FCE, 2011) hay un ensayo sobre el tema.
[30] La londinense Horizon, la neoyorquina The Chimera, la norafricana Fontaine y Poetry, de Chicago.
[31]โ Mallan abrumaba a Paz desde 1940 pidiรฉndole informaciรณn sobre poesรญa mexicana. El Hijo Prรณdigo le publica una carta con el mismo asunto. Es autor de โA little anthology of young Mexican poetsโ en New Directions (9, Nueva York, 1947), donde Paz debuta en lengua inglesa, y publica โThe new Mexican poetry: Paz and Huertaโ, el primer ensayo en inglรฉs sobre Paz, en The Prairie Schooner (17, Lincoln, 1943). Una versiรณn de este mal ensayo aparece en Letras de Mรฉxico (diciembre de 1946). Paz evoca a Mallan en โEl esquรญ y la mรกquina de escribirโ (O. C. 2, p. 547): es amable, pero โsus traducciones no tenรญan nada que ver con mis originalesโ.
[32]โ Paz envรญa a Barreda poemas de Rukeyser, anunciรกndola como โel mejor poeta joven americanoโ (marzo 12). No se conservan, hasta donde sรฉ, las traducciones. Un ensayo de Shapiro (โLos poetas modernosโ) aparecerรก en Letras de Mรฉxico (septiembre de 1946), ยฟlo habrรก traducido Paz?
[33]โ Teorizรณ sobre el tema en โContar y cantar (sobre el poema extenso)โ, recogido en el volumen 2 de sus O. C.
[34]โ No se publicรณ.
[35]โ Por ejemplo en โPoesรญa y mitologรญa. Novela y mitoโ (1942), en O. C. 13.
[36]โ โSolo a dos vocesโ,O. C. 15, p. 139.
[37]โ โEl tiempo de la razรณn ardienteโ, entrevista con Marรญa Dolores Aguilar, El Viejo Topo, 45, Madrid, 1980.
[38]โ โSolo a dos vocesโ.
[39]โ Memorias y palabras, p. 262. Agrega Gimferrer que โse trata de una novela inรฉdita que Octavio redactรณ en los aรฑos cuarenta. Me hablรณ de ella diversas veces. Ni descartรณ โcomo se veโ ni por lo tanto es descartable publicarla, en el caso de que aparezca entre sus papelesโ.
[40]โ โTiempos, lugares, encuentrosโ, O. C. 15, pp. 334-335.
[41]โ โEntrada retrospectivaโ, O. C. 8, p. 19.
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.