Paciente Cero

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1. Lo que queda del mundo 

Nacรญ en un tiempo remoto, cuando el helado de vainilla era amarillo. El mundo se habรญa puesto de acuerdo para que tuviera ese color, pero avanzado el siglo se volviรณ rojo. Dicen que ahora se consume mรกs. La gente quiere cosas rojas.

El Dr. Fong es aficionado a la herbolaria. Prepara un extracto de vainilla color cafรฉ. Le preguntรฉ si pensaba teรฑirlo de rojo.

โ€“La realidad finge colores, nosotros no tenemos que hacerlo โ€“respondiรณ.

Lo visito cada tercer dรญa para jugar ajedrez. Es poco lo que se puede hacer bajo las nubes cรกrdenas de Ciudad Zapata. El aire tiene aquรญ un espesor particular; cada maรฑana recojo una pelรญcula de polvo sobre mi escritorio. Esos corpรบsculos provienen de infinitos desechos. Pensรฉ que sentirรญa vรฉrtigo al imaginar todas las cosas y todas las personas que se convierten en la harina que limpio sobre mi escritorio โ€“lo que queda del mundoโ€“, pero lo รบnico excepcional fue no sentir nada. A los 91 aรฑos, la costumbre es mi medicina.

Fong me ha pedido que escriba. Cuento una historia sabiendo que ya no se cuentan historias. He vivido lo suficiente para atestiguar la desapariciรณn de mi oficio, algo a fin de cuentas no tan inusual (mi padre trabajรณ en una rotativa y mi abuelo fue telegrafista). En 2020, hace tres dรฉcadas, tomรฉ un taxi. El chofer preguntรณ a quรฉ me dedicaba y no entendiรณ la respuesta. โ€œยกยฟLiteratura?!โ€, exclamรณ. En aquel momento me pareciรณ ignorante; hoy sรฉ que era profรฉtico.

Los ancianos somos atletas; cualquier movimiento es para nosotros un deporte extremo. Si paso media hora en una silla, sรฉ lo que ocurrirรก al levantarme: un dolor en todas las articulaciones. Debo ir al baรฑo con frecuencia. Estoy tan condicionado por el dolor que la sola idea de caminar hace que me duelan las rodillas. Un deportista que juega a pesar de sus lesiones conoce la sensaciรณn: es un anciano anticipado.

Me cuesta pasar del reposo al movimiento, pero aรบn puedo caminar el kilรณmetro que separa mi bungalรณ de la Oficina de Procesamientos. La ruta es segura. Ya no se publican las cifras de criminalidad. Las intuimos por el aumento o la disminuciรณn de las milicias privadas. Los guardias me saludan en mi camino al estudio de Fong, formando un puรฑo, alentando el maratรณn de un anciano. Algunos pertenecรญan a comandos anteriores y usan uniformes combinados, como futbolistas que intercambiaron sus camisetas.

En la entrada de la Oficina hay un filtro de seguridad, ineficiente en tiempos de los polรญmeros refinados. Lo hago sonar con mis caderas artificiales y tal vez incluso con mis dientes, que contienen mรกs metales que las armas reglamentarias.

Salgo de casa a las cuatro, cuando el calor de las mรกquinas me envuelve como un algodรณn que alivia el frรญo de mis manos. Procuro regresar antes de que se enciendan los ideogramas de neรณn y se oigan los lamentos dispersos de los mariachis que animan las cantinas chinas.

A Ciudad Zapata llegan migrantes que buscan trabajo. De dรญa medran como siluetas ennegrecidas y errabundas. De noche duermen a cielo abierto en una explanada. Al volver a casa, veo esa horizontal pesadilla: cuerpos tendidos como cadรกveres de un cataclismo. Ni siquiera la lluvia los aparta. Aguardan, y a veces mueren ahรญ, como si la insistencia otorgara derechos. En los dรญas de mรกs calor, cuando el viento sopla en direcciรณn al bungalรณ, me llega un aroma inconfundible, el agrio olor de la pobreza. Esto es incรณmodo, pero no altera la costumbre (mi medicina).

Fong tampoco se queja del paรญs al que llegรณ a hacerse cargo de la vasta zona de los desperdicios. Habรญa trabajado antes en el Sudeste Asiรกtico y en Sudamรฉrica, donde encabezรณ proyectos que otra persona describirรญa con orgullo. A pesar de su discreciรณn, sรฉ que se graduรณ con honores en el campo de la zoonosis. La modificaciรณn genรฉtica de los mosquitos erradicรณ la malaria y otras enfermedades, aumentando las poblaciones animales que infectan al ser humano. Fong fue responsable de los cordones sanitarios que salvaron de los nuevos virus del cerdo y del mono. A ese periodo, que otros juzgarรญan heroico, lo llama โ€œel tiempo de la hecatombeโ€, y precisa que la รบltima palabra se refiere al sacrificio ritual de cien bueyes.

Mientras asedia mi rey en una partida de ajedrez, habla de los millones de animales sacrificados para que la gente siguiera con vida:

โ€“Destruir basura es mรกs tranquilo โ€“sonrรญe.

Habla de su paรญs con reverencia estadรญstica y da cifras de hambrunas, muertes y epidemias. No padece nostalgias: nunca va al Nido de Golondrina, el Lucky Star y otros restaurantes de su comunidad. Su acogedor estudio estรก amueblado con antigรผedades occidentales: dos mecedoras, un perchero, un mueble con pequeรฑos cajones que sirviรณ de relicario en una iglesia, alfombras raรญdas de complejo entramado. El cuarto estรก presidido por una reproducciรณn de La extracciรณn de la piedra de la locura, de Hieronymus Bosch. Admiro esa elaborada fantasรญa, pero prefiero sentarme de espaldas a ella.

La ventana da a un invernadero donde Fong cultiva orquรญdeas. Los cristales, de un grosor extremo, protegen de las temperaturas y los resplandores del exterior, donde la basura se transforma lentamente en energรญa.

Alguna vez entrรฉ al รกrea de trabajo de Fong, muy distinta a sus habitaciones privadas. Su asistente (cuyo nombre ignoro pero a quien llamo Chucho sin que proteste) estรก orgulloso de su equipamiento de โ€œmateria programableโ€. Basta que pulse un botรณn para que un celular se transforme en una laptop. El Dr. Fong se tomรณ el trabajo de explicarme que esta transfiguraciรณn es posible porque la red de catoms (claytronic + atom) del aparato altera su programaciรณn y asume otras funciones. La metamorfosis me pareciรณ brillante e innecesaria, ideada para entretener a Chucho (lo mismo le hubiera dado que una rana se convirtiera en un conejo). La โ€œley de Mooreโ€, formulada en el remoto 1965, pronosticรณ que el poderรญo de las computadoras se duplicarรญa cada dos aรฑos, y luego vino la expansiรณn cuรกntica. La tecnologรญa ha creado artilugios progresivamente inescrutables, pero Chucho no dejarรก de ser Chucho: si aprieta un botรณn, espera una sorpresa.

Despuรฉs de mostrar la โ€œmateria programableโ€, Fong preguntรณ:

โ€“ยฟQuรฉ hace el domingo?

โ€“Nada โ€“respondรญ, lo cual no era cierto (debรญa acompaรฑar a Ling al agobiante almacรฉn donde devuelve las mercancรญas que compra a distancia y resultan distintas a los hologramas que las promueven).

Lo extraรฑo del diรกlogo fue que Fong considerara que existe el domingo. Cuesta trabajo atribuirle un dรญa de asueto.

He oรญdo rumores sobre la corrupciรณn de los dirigentes chinos. En los tiempos en que aรบn me interesaba la ideologรญa, entendรญ que su supremacรญa mundial dependรญa de combinar los defectos del comunismo con los defectos del capitalismo. Luego me resignรฉ a ver eso como un resultado natural de la cadena alimenticia. Alguien da el รบltimo mordisco y prefiero que sean los chinos, que en cierta forma nos han salvado.

Los rumores son necesarios para mantener el orden, que tanto ama Fong. La ilusiรณn del delito โ€“la idea de que alguien aรบn puede cometerloโ€“ es tranquilizadora, pues se trata de una mera fantasรญa. Hablar de corrupciรณn satisface el residual anhelo de desorden que prevalece en los depredadores que piensan. El crimen se ha convertido en una posibilidad que no llega a realizarse y solo ocurre en un plano conjetural.

Esto lo sรฉ ahora, pero no debo adelantarme en el relato.

2. Plomo, carbono, silicio

El domingo seรฑalado acompaรฑรฉ a Fong fuera de la ciudad. Pasรณ por mรญ en una de las camionetas personalizadas, con blindaje de plomo, que se pusieron de moda cuando abundaban los asaltos y la Ley de Movilidad redujo la velocidad a 30 kilรณmetros por hora.

Fong seรฑalรณ el cofre:

โ€“El plomo protegรญa de las balas y ahora protege de la radiaciรณn. Es uno de mis elementos favoritos.

Esto dio lugar a una pregunta que no le podรญa hacer a nadie mรกs:

โ€“ยฟDe quรฉ elemento desconfรญa?

โ€“ยกDel silicio, claro! Es demasiado comรบn, el segundo elemento mรกs abundante despuรฉs del oxรญgeno. Los transistores y los transformadores existen por el silicio. Es la nueva arcilla, โ€œmateria programableโ€. Si hoy se inventara una religiรณn, Dios harรญa al ser humano de silicio.

De ahรญ pasamos al I Ching. El Dr. hablรณ de mutaciones oraculares hasta que recordรณ que el tema habรญa venido del silicio:

โ€“Las transformaciones imaginarias son buenas y las reales son aceptables. El problema son las transformaciones demasiado reales.

โ€“ยฟCรณmo puede algo ser demasiado real?

โ€“Cuando ya no puede ser imaginado.

โ€“No entiendo.

โ€“Lo entenderรก.

โ€“A mis 91 aรฑos, mis expectativas de aprender algo son bajas.

โ€“No cante derrota, profesor โ€“sonriรณ de buena gana.

Proseguimos nuestro lento camino. En la vejez he alcanzado la lentitud sin librarme de la ansiedad. Odio el despacioso mecanismo de los nuevos transportes. En cambio, Fong se adapta a cada circunstancia. Ignoro si suprime sus reacciones con furiosa disciplina o si dispone de un temple fluido que evita los sobresaltos. Lo cierto es que no le he oรญdo una queja.

A causa de las lluvias y el nulo mantenimiento, la carretera tenรญa hoyos del tamaรฑo de crรกteres; en uno de ellos, unos buitres picoteaban la carroรฑa de algรบn animal. Aminoramos la marcha y una bandada de niรฑos semidesnudos nos rodeรณ para pedir limosnas. Tenรญan los dientes cafรฉs por los desechos quรญmicos que llegan a los mantos freรกticos. Fong bajรณ la ventanilla y les arrojรณ una bolsa de caramelos chinos, con ademรกn tranquilo, como un padrino que arroja monedas despuรฉs de un bautizo.

Llego a un punto esencial de mi relato: me halaga que el Dr. busque mi compaรฑรญa. El hombre que supervisa el mรกs vasto emporio de los detritos se interesa en mรญ. La vejez destruye la prรณstata o los ovarios, nunca la vanidad.

Pasamos por exiguos plantรญos y tendejones que aรบn medran entre depรณsitos de basura hasta llegar a algo que parecรญa un poblado: casitas de colores, un arco de alambre que en otro tiempo sostuvo papel picado, una tienda de hamacas, un puesto con plantas tal vez frutales. El asfalto se confundiรณ con las piedras hasta que alcanzamos una cancha de basquetbol. Los tableros anunciaban una desaparecida marca de refrescos y las canastas no tenรญan redes. Al centro habรญa una mesa. Cuatro personas sentadas y dos sillas vacรญas.

Dejamos el coche bajo la sombra de un laurel de hojas color mostaza y caminamos hasta las sillas que nos estaban reservadas.

โ€“ยกBienvenido al patio del mundo! โ€“dijo el mรกs viejo de ellos, bastante mรกs joven que yoโ€“. Da gusto ver a un hombre de juicio โ€“de este modo cortรฉs se refiriรณ a mi edadโ€“. Los aรฑos pasan, pero el juego de pelota no cambia: un aro lleva al dรญa, otro a la noche; uno a la mujer, otro al hombre, las eternas dualidades. Usted escribiรณ un reportaje de eso.

โ€“Hace siglos โ€“sonreรญ.

โ€“ยฟNo trae cachucha? โ€“me preguntรณ una mujer.

Estรกbamos bajo el rayo del sol. Fong llevaba un sombrero de palma. Un hombre me tendiรณ una gorra promocional de un antiguo partido polรญtico.

โ€“Prefiero insolarme โ€“dije, con un resabio de mi inรบtil indignaciรณn juvenil.

โ€“El calor es culpa de los chinos โ€“bromeรณ otra mujer.

Esto era cierto: las plantas procesadoras han aumentado la temperatura ambiental en cinco grados (algo estupendo, si tienes 91 aรฑos).

Me tendieron un sombrero que ya habรญa sido usado. Sentรญ un sudor ajeno en la frente, pero no me lo quitรฉ.

Fong explicรณ que estรกbamos ante delegados del Concejo Indรญgena con los que trataba โ€œproblemas de la zonaโ€. De principio a fin, los delegados (dos mujeres y dos hombres) llevaron la conversaciรณn. En algรบn momento, Fong quiso cambiar de tema y le pidieron que respetara la Orden del Dรญa. ร‰l acatรณ, motivado por un hondo respeto o por su formaciรณn militar.

No supe quรฉ clase de representaciรณn tenรญan nuestros interlocutores. Asumรญ que el โ€œconcejoโ€ al que pertenecรญan no pasaba de ser un grupo un tanto imaginario o una cofradรญa. Me molestรณ que compararan al Prรณcer con un patrรณn que trata el paรญs como si fuera su finca, pero sobre todo me alarmรณ que pensaran que yo estaba de acuerdo con ellos (uno, incluso, sugiriรณ que nos habรญamos visto antes). Quise retirarme, pero Fong me tomรณ del brazo.

El Prรณcer gobierna desde un tiempo que ya no es necesario medir (โ€œdurarรฉ lo que pida el puebloโ€, es su lema). En sus dilatadas arengas, no cede a la banalidad de decir que sus enemigos son malos. Los llama โ€œaturdidosโ€, โ€œloquillosโ€, โ€œirrelevantesโ€, โ€œegomaniacosโ€, โ€œchancistasโ€. Este รบltimo es mi favorito; se refiere a los irresponsables que viven de los chances que brinda el Estado.

Me he resignado a ser un chancista. En la cancha de basquetbol, presentada como โ€œpatio del mundoโ€, sentรญ que estaba ante autรฉnticos adversarios del Prรณcer. El miedo a ser sorprendido con ellos aumentรณ cuando trataron de calmarme:

โ€“Estamos en una caรฑada y las piedras tienen mucho mineral: aquรญ no transmite el carbono.

Mi ansiedad no infringรญa las normas de bioseguridad porque no podรญa ser detectada. Esto me preocupรณ mรกs. Formaba parte de un operativo. ยฟPor quรฉ Fong me habรญa tendido esa celada?

Una de las mujeres sacรณ un viejo recorte de periรณdico. A pesar de la mala impresiรณn, distinguรญ mi cara.

โ€“Estuvo con nosotros โ€“dijo.

No pude discernir la escena (una plaza pรบblica de una ciudad irreconocible), pero una confusiรณn sensorial llegรณ a mรญ. Hace treinta aรฑos participรฉ en actividades que he procurado olvidar. En aquel tiempo ingenuo estaba de moda la etnicidad. Los mรกs diversos objetos se decoraban con motivos indรญgenas. Pantuflas, carpetas, cuadernos, cajas de plรกstico, protectores de celulares, pijamas, chamarras, servilletas de papel, manteles individuales, trajes de baรฑo y toallas aludรญan a etnias antillanas, esquimales, africanas o mesoamericanas (al combinarse, parecรญan emular pueblos de Oceanรญa). Se hablaba profusamente de los pueblos originarios despojados de sus tierras comunales. Eso solo sirviรณ para aumentar las variedades de papel tapiz de inspiraciรณn indรญgena y para que el Prรณcer promulgara su Plan de Desarrollo Progresista. ยฟQuรฉ habรญa hecho yo entonces? No querรญa recordarlo.

Fong intervino. Dijo que las civilizaciones de China y de Mesoamรฉrica habรญan conocido un esplendor que ya solo se podรญa recuperar a travรฉs de leyendas; en Beijing o en la Ciudad de Mรฉxico el presente siempre serรญa menos fuerte que el pasado. Como experto en zoonosis, recordรณ que nuestros paรญses llegaban a las noticias con infecciones (la Gripe A, que brotรณ en Mรฉxico en 2009, el coronavirus de Wuhan en 2020).

โ€“Nos toman en cuenta cuando contagiamos โ€“sonriรณ.

Hablรณ de los cordones sanitarios en los que era experto y de la principal lecciรณn que habรญa aprendido en varias dรฉcadas de combatir enfermedades:

โ€“Los que mejor resisten las amenazas son los que mรกs las han padecido โ€“parecรญa referirse a nuestros anfitriones, pero tambiรฉn a los miles de chinos que habรญan vivido en forma invisible en Mรฉxico, al margen de los documentos y la estadรญstica.

Cuando fue creada, la Secretarรญa de Bioseguridad no contรณ con informaciรณn sobre los chinos ni los indรญgenas. Hasta la fecha permanecen en una zona oscura, que le interesa poco al Prรณcer por ser minorรญa (รฉl se limita a reiterar la cifra de los millones que lo apoyan).

Notรฉ que Fong solo me hablaba a mรญ. Los demรกs estaban enterados de lo que decรญa y oรญan impertรฉrritos lo que me producรญa alarma:

โ€“La alianza entre los indocumentados deberรญa haber sucedido hace mucho, pero los inmigrantes chinos estaban en sus pequeรฑos negocios, usando pasaportes de personas muertas, y los indรญgenas eran desplazados de sus tierras. Cuando lleguรฉ aquรญ, hace ya varios aรฑos, sospechรฉ que habรญa inmigrantes entre los empleados de la planta. Eran caprichosos y distraรญdos, pero simulaban tener disciplina. Su conducta me intrigรณ como un enigma y no los delatรฉ. Cuando conocรญ a la gente del Concejo Indรญgena, supe que tambiรฉn ellos habรญan escapado a la vigilancia de la Secretarรญa de Bioseguridad que supervisa los chips de carbono.

Asumiรณ el tono abstraรญdo que usaba al divagar durante nuestras sesiones de tรฉ y ajedrez:

โ€“Despuรฉs de combatir epidemias, me interesรณ una posibilidad: elegir mi propia enfermedad.

Mientras hablaba, percutรญa suavemente sobre la mesa, como si se sirviera de un teclado. Una de las mujeres lo imitรณ. Fue como si se comunicaran en cรณdigo Morse. Fong sonriรณ ante ese gesto que concordaba con el suyo:

โ€“No pertenezco a los viejos inmigrantes: soy chino de China โ€“se llevรณ dos dedos a la cabeza, en seรฑal de que tenรญa conductores de carbonoโ€“, pero no vinimos a hablar de esto.

Me tendieron un documento para justificar mi presencia. Querรญan que revisara la redacciรณn. Leรญ un arcaico mensaje sobre los derechos de los pueblos originarios donde sobraba la palabra โ€œesperanzaโ€. La redacciรณn me pareciรณ correcta; solo habรญa que suprimir vocablos caรญdos en desuso y apaciguar la puntuaciรณn, que juzguรฉ precipitada.

โ€“Entendemos por nuestros errores โ€“con esta frase el Dr. aquilatรณ mis enmiendas.

Los demรกs agradecieron y me regalaron un bordado con una sonriente imagen del sol. El aire olรญa a maรญz tostado. La reuniรณn se disolviรณ de prisa y temรญ que no nos dieran de comer. Pero nos entregaron tamales para el camino. Fong tuvo la gentileza de regalarme los suyos. Comรญ la masa espumosa como si volviera a la infancia. El concepto de โ€œhombre de juicioโ€ me habรญa halagado, pero aplicado a mรญ solo podรญa ser irรณnico.

Una escena resumรญa nuestro viaje: cuando devolvรญ el documento corregido, Fong mostrรณ la suave sonrisa que le habรญa visto ante la โ€œmateria programableโ€.

Mi encuentro con los indรญgenas habรญa sido una prueba.

3. Tรฉ verde

Vine a Ciudad Zapata despuรฉs de mi tercera jubilaciรณn. Los recortes en el sector de la cultura me obligaron a acumular tres pensiones. Despuรฉs de dรฉcadas de escribir para un periรณdico que aรบn alcanzรณ la gloria artesanal de imprimirse, una agencia de noticias y una editorial al servicio del Estado, logrรฉ retirarme. Obviamente, todo serรญa mรกs sencillo si no me hubiera casado tres veces. Con la legislaciรณn actual, no te salvas de pagar pensiรณn alimenticia ni mudรกndote a Venus. Pero no me quejo: Ling me acompaรฑa con la cambiante constancia de las fases de la luna. Aunque estรก conmigo, aparece y desaparece. Entre nosotros no media otro contacto fรญsico que las gotas estigias que pone en mis ojos para alargar la vida o por lo menos preservar la vista. Al levantarse de la mesa o al despedirse, me concede una caricia con distraรญda ternura. No es eso lo que me mantiene a su lado. Nuestras vidas se cruzaron como las caudas de dos aviones en el cielo. Varias veces me ha cautivado ese fenรณmeno: una estela blanca comienza a disolverse en las alturas cuando es atravesada por otra que le da nuevo sentido.

ยฟPor quรฉ Ling decidiรณ vivir a mi lado (serรญa triste decir โ€œaceptaโ€)? Pertenece al 90% de mujeres que no cumplen con permiso de fertilidad. Tener una pareja joven no le reportarรญa beneficios de procreaciรณn. Las relaciones se han devaluado. De manera emblemรกtica, la principal colonia penitenciaria se piensa construir en Venus, antiguo planeta del amor.

A Ling le gustan los jรณvenes barbados. Sale con ellos hasta la noche en que lloran en forma histรฉrica. โ€œLos hermosos son dรฉbilesโ€, dice, con la tranquilidad con que se le habla a un hombre demasiado viejo para preocuparse de ser feo.

La libido es para mรญ una agradable variante de la teorรญa. Imagino los encuentros erรณticos de Ling sin que eso disminuya mi afecto por ella. Convivimos en una armonรญa solo destinada a personas que no esperan mucho la una de la otra y se comunican a medias.

Ling pertenece a los fundadores de Ciudad Zapata. El Prรณcer escogiรณ el toponรญmico para que pudiera ser pronunciado por los chinos. Ella y yo nos conocimos en la capital en mi รบltimo empleo, que ya no concedรญa jubilaciรณn. En 2030, a los 73 aรฑos, fui maestro de Normalizaciรณn Lingรผรญstica. Mis alumnos habรญan llegado a Mรฉxico con la crisis mundial de la basura. Durante dรฉcadas, China comprรณ y procesรณ los desechos de Estados Unidos en su propio territorio. Las demandas sociales y las emergencias sanitarias hicieron que no pudieran seguir absorbiendo tal cantidad de desperdicios (puestos uno al lado de otro, hubieran cubierto la superficie de Australia). Se necesitaba un nuevos espacio para la basura, de preferencia cerca de Estados Unidos. El Prรณcer ofreciรณ los estados de Michoacรกn, Guerrero, Jalisco, Nayarit y Colima para ese fin. Los chancistas dijeron que la costa del Pacรญfico se convertรญa en un basurero de alquiler. Pero el Prรณcer habรญa hecho su jugada maestra: Mรฉxico necesitaba una estrategia urgente para combatir el crimen organizado. Los cรกrteles de la droga que dominaban la zona fueron sometidos por fuerzas de ocupaciรณn y un negocio muy superior a la droga: la basura del mundo.

Ling aprendiรณ conmigo espaรฑol bรกsico. El Prรณcer asegura que todo puede ser dicho con las exiguas palabras que utiliza en sus arengas. Los gรฉneros literarios han desaparecido o se han vuelto hermรฉticos. En sentido estricto, esta historia estรก escrita en clave.

Extraรฑo la literatura, pero debo admitir que las magras frases de Ling eliminan problemas emocionales. A veces, por azar, tiene un impulso poรฉtico. Me hablรณ de las sombras que se alargan bajo el cielo rojo de Ciudad Zapata, donde la basura arde veinticuatro horas al dรญa:

โ€“Me gustarรญa ver tu sombra ahรญ.

El cortejo en sitios de trabajo se paga con cรกrcel. Yo no habรญa intentado el menor acercamiento; nos separaban seis dรฉcadas y miles de palabras. Admiraba su pelo fluvial y su silueta de seda con la distanciada atenciรณn con que se contempla un crepรบsculo. Pero algo entreviรณ Ling en las pocas palabras que le enseรฑaba. Hablรณ de mi sombra y renunciรฉ al trabajo para irme con ella.

Su familia llegรณ a Mรฉxico con el Proyecto Tlaltecuhtli. El Prรณcer habรญa decidido honrar a la diosa azteca que devora cadรกveres mientras da a luz โ€“sรญmbolo perfecto para el reciclajeโ€“, pero ese nombre resultรณ impronunciable para los chinos. La planta principal y las construcciones que la acompaรฑan fueron bautizadas como Ciudad Zapata. Recuerdo las fotos que dieron vuelta a la mediรณsfera: el Prรณcer y el mandatario chino compartieron un banquete con helado rojo, el nuevo color de la vainilla.

Me aburrieron las calles sin vida de la ciudad-fรกbrica. La ONU, que se dedica a la recolecciรณn de datos graciosos, afirma que Mรฉxico es uno de los pocos paรญses donde aรบn hay perros callejeros. Ninguno de ellos estรก en Ciudad Zapata. Apreciรฉ el ronroneo de los motores que se hacen cargo de los desechos, los atardeceres rojizos, el aroma suavemente quรญmico del aire, pero comprendรญ que los chinos buscaran refugio en el tequila y la triste canciรณn ranchera.

El Dr. Fong es tรญo abuelo de Ling. Ella me llevรณ a verlo para que me distrajera. Nos dejรณ a solas, como si debiรฉramos celebrar un acuerdo. Pensรฉ que el Dr. me censurarรญa por compartir la vida con una mujer seis dรฉcadas menor, y en cierta forma lo hizo. Citรณ a Confucio: โ€œQuien planea una venganza, debe cavar dos tumbas.โ€ ร‰l tenรญa motivo para la disputa, pero no querรญa ejercerla. Nuestra amistad surgiรณ de esa cancelada discrepancia.

Fong es biรณlogo especializado en zoonosis, pero su formaciรณn tambiรฉn incluye la cristalografรญa, la programaciรณn digital, la lingรผรญstica y la ecologรญa. En su paรญs tiene rango militar. Actรบa con la metodologรญa de quien sabe cuรกntas pastillas quedan en su frasco de analgรฉsicos (lo puse a prueba cuando me doliรณ la cabeza y no me sorprendiรณ que conociera la cifra). Incluso en sus pasatiempos actรบa como experto: me deja jugar con las blancas, pero gana todas las partidas de ajedrez. Domina el espaรฑol con anticuado rigor. Le preguntรฉ quรฉ opinaba de que el Prรณcer llamara al paรญs โ€œvivero del reciclajeโ€ y respondiรณ:

โ€“He pasado buen tiempo en la peligrosa compaรฑรญa de geรณlogos: hemos extinguido una flora de 85 millones de aรฑos.

Me hubiera alarmado que contrariara al Prรณcer. No lo hizo, pero me sorprendiรณ el adjetivo โ€œpeligrosoโ€ aplicado a los geรณlogos. El tรฉ verde que bebo con Fong tiene un dejo extraรฑo. Al principio temรญ que fuera diurรฉtico y me obligara a levantarme dolorosamente para ir al baรฑo. Lo peculiar es su aroma y su consistencia, levemente musgosa. Durante dรฉcadas bebรญ cafรฉ con la desesperaciรณn de quien necesita energรญa para pagar pensiones alimenticias. Sรฉ poco de tรฉs, pero incluso yo puedo advertir algo especial en esa sustancia. No me atrevรญ a decirlo en los primeros encuentros. Posterguรฉ mi pregunta lo suficiente para que se convirtiera en un secreto. Cuando mis visitas ya se habรญan vuelto rutina, me animรฉ a tocar el tema.

Fong contestรณ:

โ€“El tรฉ contiene hojas de ruda. ยฟSe acuerda de Pedro Pรกramo? El protagonista guarda un retrato de su madre junto a unas hojas de ruda. Rulfo sabรญa de lo que hablaba: la ruda combate el โ€œmal de ojoโ€

Ignoro si Fong realmente hablaba asรญ o el tรฉ me ayudaba a oรญrlo de esa manera. Siguiรณ con su explicaciรณn:

โ€“Eso tiene una razรณn cientรญfica: la ruda despide una fuerte carga elรฉctrica y combate malestares โ€“hizo una pausa y bebiรณ un largo sorboโ€“: tambiรฉn afecta los รกtomos de carbono โ€“aรฑadiรณ.

No necesitรณ decir mรกs. Caรญ en un pasmo que รฉl aprovechรณ para tomarme un retrato con una cรกmara antigua. Vi el lente como el ojo de un cรญclope o un minotauro mientras Fong sonreรญa:

โ€“Voy a cuidar su retrato con hojas de ruda.</p> <p>โ€“ยฟDรณnde consigue las plantas?

โ€“Con la gente que vimos en la cancha de basquetbol.

Caminรณ con una agilidad envidiable para sus 82 aรฑos hacia el muro que colindaba con la ventana. Descorriรณ una cortina y pude ver un cuadro hecho con estambres de colores. Distinguรญ asteriscos, espirales, cuernos y ojos de venado.

โ€“Es hermoso, ยฟverdad? Arte huichol โ€“dijo Fongโ€“. Lo mรกs interesante es que sirviรณ para una sanaciรณn. Un paciente se curรณ al verlo.

La voz le temblรณ en la รบltima frase. Creรญ entender que รฉl era ese paciente.

โ€“ยฟQuรฉ pasa con el carbono? โ€“le preguntรฉ.

โ€“Hay cosas que debo decirle y cosas que debe pensar.

Aunque la frase tenรญa una solemnidad oracular, me hizo gracia. Me habรญa convertido en discรญpulo de Fong. La superioridad con que me trataba me hacรญa sentir menos viejo.

Desviรฉ la vista a La extracciรณn de la piedra de la locura. Pensรฉ que mi presencia en ese sitio no solo se debรญa al deseo del Dr. de ganarme en el ajedrez.</p> <p>โ€“Estรก oscureciendo, debe volver con cuidado โ€“dijo รฉl.

El tรฉ me habรญa tonificado. De regreso, los ideogramas de neรณn brillaron con mayor fuerza y respirรฉ sin problemas.

Ling no estaba en casa. Pensรฉ en el sucio bodegรณn donde sirven alcohol en vasos de veladoras y ella liga con hombres histรฉricos. Una vez me llevรณ ahรญ para que conociera el lugar y pudiera imaginarla. Al fondo, unos focos de colores formaban una Virgen de Guadalupe. Entonces eso no me molestรณ; ahora, al recordarlo, me pareciรณ insoportable. El tรฉ me provocaba una incรณmoda vitalidad.

Dos o tres dรญas despuรฉs, aprovechรฉ que ella iba al baรฑo para revisar su bolso. En el estuche donde guarda chips intercambiables, encontrรฉ la fotografรญa que me habรญa tomado Fong. Me extraรฑรณ que la tuviera ella. ยฟLa conservaba por genuino interรฉs, por supersticiรณn, por el casi olvidado hรกbito de formar un vรญnculo? Ling no podรญa verme como yo lo hago. Atesoro sus dos lunares en el nacimiento del cuello y la cicatriz blancuzca, del tamaรฑo de un grano de arroz, que distingue su muรฑeca.

En la noche, ella me vio detenidamente, como si tratara de imaginarme de otro modo o me comparara con la fotografรญa.

4. El experimento

Una tarde fui a visitar a Fong y jugamos al ajedrez como siempre. Recuerdo que tenรญa un caballo en la mano, lo dejรฉ caer y de pronto me desvanecรญ.

Despertรฉ en un cuarto cualquiera, bajo una luz molesta. Desviรฉ la vista y el cuello me doliรณ. Distinguรญ a Chucho. No tenรญa gran opiniรณn de รฉl, pero fue reconfortante encontrarlo ahรญ. Su silueta regordeta y su semblante plรกcido no representaban una amenaza. Lo vi tocar una pantalla portรกtil con las yemas de los dedos, de un modo concentrado, eficiente.

ยฟYo habรญa sufrido un ataque? A mi edad, cualquier colapso tiene consecuencias extremas. ยฟVolverรญa a caminar?

โ€“Chu-cho… โ€“me dio vergรผenza llamarlo asรญ, pero ya era demasiado tarde para averiguar su verdadero nombre.

Se acercรณ de inmediato, con un vasito de metal:

โ€“Agua โ€“dijo.

Me ayudรณ a incorporarme.

El Dr. Fong llegรณ inmediatamente despuรฉs, con su envidiable caminar ligero. Le pidiรณ a Chucho que nos dejara solos (lo hizo en chino y no supe cuรกl de esas palabras era su nombre). Fong se sentรณ a mi lado:

โ€“Mi asistente es fรณbico, no soporta el contacto fรญsico, pero no tengo a nadie de tanta confianza para cuidarlo. ยฟCรณmo estรก?

Sentรญa un leve mareo y un zumbido en el oรญdo izquierdo. Se lo dije.

โ€“Es normal, pasarรก pronto. Durante unos dรญas estuvo bajo custodia del Concejo Indรญgena.

โ€“ยฟCuรกnto tiempo?

โ€“Lo suficiente para pasar por el tratamiento. ยฟQuรฉ recuerda?

โ€“Nada. ยฟDรณnde estamos?

โ€“En una casa de seguridad. Hay metal en las paredes. La electricidad del exterior no entra aquรญ. Una autรฉntica โ€œjaula de Faradayโ€, imagino que eso no le dice nada.

โ€“Imagina bien.

En mi bolsillo encontrรฉ un bordado. Representaba una feliz luna llena. Era el complemento del bordado que me habรญan dado en la cancha de basquetbol, con un sol radiante. Recordรฉ lo que habรญan dicho de las dualidades en el โ€œpatio del mundoโ€. El milenario juego de pelota aรบn tenรญa ese sentido simbรณlico. Me llevรฉ el bordado a la nariz. Respirรฉ el olor de frutas desaparecidas, respirรฉ el sonido trรฉmulo de un violรญn, respirรฉ la lejana caricia de una mano.</p> <p>Aquel dรญa, los cuatro representantes indรญgenas habรญan tocado mis dedos de un modo tรญmido. Aun asรญ, sentรญ sus palmas ablandadas por el trabajo manual y callosidades en los dedos. De un modo instintivo, supe que esas manos me habรญan cuidado mientras estuve inconsciente.

Con esforzada paciencia, el Dr. Fong contรณ lo sucedido. Lo oรญ con perplejidad; luego con temor; por รบltimo, con la irritada aquiescencia con que se acepta lo irremediable y ya sucedido.

โ€“Escriba lo que pasรณ โ€“no se trataba de una sugerencia, sino de una orden dicha en tono amable.

Saliรณ del cuarto y volviรณ con un cuaderno y un bolรญgrafo.

Ignoro cuรกnto tiempo pasรฉ en esa habitaciรณn sin ventanas. Al fondo habรญa un baรฑo que no tenรญa regadera. Tres veces al dรญa me servรญan comidas, pero dejรฉ de contarlas. Fong me visitaba para revisar datos o llenar una laguna en la narraciรณn. Chucho me acompaรฑaba en silencio, abismado en su pantalla. Por su atenciรณn hipnรณtica le atribuรญa una suave debilidad mental. En esas jornadas supe que su aparente estupidez era resultado de una altรญsima especializaciรณn. Creaba complejos algoritmos, segรบn dijo Fong. El mรกs reciente tenรญa que ver conmigo.</p> <p>No era fรกcil narrar una historia autobiogrรกfica que me habรญa contado otra persona.

โ€“Es parte del experimento โ€“dijo Fongโ€“. Si lo cuenta bien dejarรก de ser un experimento: Un experimento logrado no es experimental.

Tuve que vencer la indignaciรณn de estar en cautiverio. A los 91 aรฑos no me interesaba hacer un desplante de dignidad. Sencillamente, querรญa ver a Ling y mi salvoconducto era la historia que Fong me habรญa pedido.

Todo comenzรณ cuando ella sugiriรณ que fuera a Ciudad Zapata. No fue casual que lo hiciera. Por un momento cedรญ a la vanidad de pensar que me habรญa investigado por su cuenta. Supongo que entre ella, su tรญo, la computadora de Chucho y la alargada memoria de los indรญgenas reconstruyeron mis viejas actividades, mi oficio cancelado, la desordenada biografรญa sentimental que me convertรญa en presa fรกcil para una mujer. Detestรฉ haber sido usado. Un resabio de orgullo me hizo creer que Ling no podรญa ser del todo indiferente hacia a mรญ. La disciplina con que ella acataba su misiรณn no era incompatible con el gusto de hacerla. Me distraje pensando en esto y Fong pidiรณ que me concentrara. Con insensible objetividad aรฑadiรณ:

โ€“Experimentar con alguien de su edad es menos arriesgado que con una persona joven.

Si el experimento fallaba, no arruinarรญa una vida, solo acelerarรญa una agonรญa.

Sus palabras me trajeron imรกgenes confusas. Al reiterarse, su relato se transformaba lentamente en un recuerdo. ยฟSe trataba de memorias autรฉnticas o inducidas? De un modo borroso, como quien mira dos realidades fuera de foco, supuse que aquello era mรญo. Al hacerlo, sentรญ un escalofrรญo de otros tiempos.

Despuรฉs de beber tรฉ en su estudio yo habรญa sufrido un blackout. Fui llevado al pueblo donde me entrevistรฉ con los representantes del Concejo Indรญgena. Aunque Fong no revelรณ los procedimientos de herbolaria a los que fui sometido, intuyo que la ruda jugรณ un papel en la desconexiรณn y reconexiรณn de mis circuitos cerebrales.

Desde que el Prรณcer creรณ la Secretarรญa de Bioseguridad, la tecnologรญa ECoG es obligatoria para obtener el Registro Nacional de Poblaciรณn. A nadie le asombra tener implantados sensores de carbono que producen electrocortigramas. Colocarlos es sencillo, pero se asimilan de tal modo a la corteza cerebral que quitarlos es demasiado complejo. Nunca se me habrรญa ocurrido eliminar los sensores. Pensรฉ en La extracciรณn de la piedra de la locura en el estudio del Dr., y el cuadro me pareciรณ subversivo.

Los nanoconductores de carbono permiten oรญr las arengas del Prรณcer, pero sobre todo registran pensamientos, hรกbitos y tendencias. Es mรกs lo que transmiten que lo que reciben. En un tiempo lejano, los datos personales eran extraรญdos a travรฉs del celular y la computadora. Hoy el ADN social se saca del cerebro, lo cual es un lugar comรบn sin importancia porque los electrocortigramas crean patrones de aceptaciรณn estables. Nadie se sobresalta por ello. El cerebro es un trรกmite.

Mientras Fong hablaba, Chucho trabajaba en su pantalla. En algรบn momento, el Dr. hablรณ de la toma de decisiones. Desde hacรญa dรฉcadas, los neurofisiรณlogos sabรญan que eso no dependรญa de la voluntad, sino de impulsos elรฉctricos:

โ€“El cerebro advierte la decisiรณn despuรฉs de haberla tomado.

Si se dominan los datos personales, es sencillo inducirle a la gente lo que supuestamente desea. Chucho creaba algoritmos que ofrecรญan โ€œopcionesโ€ progresivamente reducidas. Esa actividad tenรญa un paradรณjico efecto liberador: salvaba del libre albedrรญo.

โ€“Elegir es una carga terrible โ€“Fong fue irรณnico; luego aรฑadiรณโ€“: El Prรณcer no impone su dominio: el pueblo se conforma con la monotonรญa de apoyarlo. Han sido las โ€œDรฉcadas de la Felicidadโ€, como รฉl dice. Los รบnicos mensajes inconformes son los de las galletas chinas โ€“sonriรณโ€“, que proponen aun mayor felicidad. El Prรณcer habla de los chancistas y otros adversarios para que creamos que la oposiciรณn aรบn es posible.

Tomรณ la pantalla de manos de Chucho y me mostrรณ un incomprensible diagrama:

โ€“Las โ€œdecisionesโ€ que ha tomado en los รบltimos treinta aรฑos.

La grรกfica me pareciรณ triste.

โ€“No cometiรณ errores: un ciudadano modelo โ€“dijo Fong, como si hablara del moldeable silicio, que tanto le disgustaba.

Entonces recordรฉ que Ling habรญa detectado en mรญ una anomalรญa. En una clase hablรฉ de cuando el helado de vainilla era amarillo. Esa nostalgia le llamรณ la atenciรณn. Yo no mostraba inconformidad, pero habรญa recordado algo fuera de registro: un color de otro tiempo.

5. El desorden de la verdad

Entendรญ de otro modo aquella reuniรณn con los representantes indรญgenas. No necesitaban un corrector de estilo. La razรณn del encuentro habรญa sido diferente. Me sometieron a examen, ofreciรฉndome una gorra de un antiguo partido polรญtico: los sensores no funcionaban en esa hondonada cubierta de minerales y mostrรฉ mi repudio. Luego me dieron un sombrero con rastros de sudor ajeno y lo usรฉ sin protestar. Eso les dio confianza. Me tendieron un documento anticuado, eliminรฉ palabras y tranquilicรฉ la puntuaciรณn.

Fong hizo una pausa al llegar a este punto del relato comรบn:

โ€“Lo que mรกs cambia en un escritor es la puntuaciรณn; ahรญ estรกn las seรฑas de su madurez o su envejecimiento. ยฟQuiรฉn cree que escribiรณ el original de ese texto?

Un vacรญo en el estรณmago me acompaรฑรณ al recordar el momento en que concebรญ esas ideas sobre la justicia, la recuperaciรณn de las tierras comunales, la esperanza defendida a ras de tierra. Aquel texto venรญa de un tiempo irreal (ยฟ2017?) en que aรบn habรญa elecciones y el activismo era posible. Participรฉ entonces en una campaรฑa fallida en favor de una candidata indรญgena. Ellos no lo habรญan olvidado.

Las hierbas cumplieron su tarea en los dรญas en que estuve sedado o despierto sin que pudiera recordarlo. Mis sensores de carbono habรญan sido bloqueados.

โ€“Es el primer paciente de una nueva enfermedad โ€“Fong hablรณ como si eso fuera buena noticia.

Se dirigiรณ a una pantalla y lo que ocurriรณ fue terrible.

Durante aรฑos, yo habรญa oรญdo las palabras del Prรณcer como se oyen rumores lejanos, las olas del mar, el zumbido de los motores, la lluvia sobre el cristal de un invernadero. La imagen que vi en la pantalla parecรญa reciente, pero el origen de esas palabras era remoto y preciso: yo las habรญa escrito.

Me recordรฉ en la oficina donde purgaba mi condena de โ€œescritor fracasadoโ€ (perdรณn por el conocido pleonasmo). De noche, escribรญa textos que juzgaba subversivos; de dรญa, redactaba pomposos discursos para que el Prรณcer dijera lo mismo sin consecuencia alguna. Mi escritura nocturna protestaba contra la inutilidad de mi escritura diurna. Habรญa estado al servicio de la rebeliรณn y la demagogia. Era crรญtico del poder pero contribuรญa a perpetuarlo con fรณrmulas que banalizaban la radicalidad. โ€œDe algo hay que vivirโ€, decรญan con sarcasmo los amigos que conocรญan mi trabajo de escritor fantasma. Lo peor del asunto es que mi motivaciรณn no solo era econรณmica. Realmente pensaba que los indรญgenas jamรกs lograrรญan un cambio desde abajo. Querรญa influir en las sosegadas reformas del gobierno y aguardaba un momento de vanagloria: el Prรณcer, que no escuchaba a nadie, me escucharรญa a mรญ.

ยฟValรญa la pena recordar tardรญamente este error? Odiรฉ que Fong me sometiera a esa tortura y le pedรญ que me dejara en paz.

โ€“A los 91 aรฑos todavรญa puede empezar algo โ€“tentรณ mi vanidadโ€“. Hay injusticia y violencia pero a nadie le importa. La gente vive en satisfactoria sumisiรณn โ€“con la severidad con que desplazaba un alfil en el tablero agregรณโ€“: la conformidad es un algoritmo. Por eso decidimos enfermarlo; el error es su cura.

Odiรฉ haber bebido su tรฉ. La realidad desnuda no solo me parecรญa insoportable: yo habรญa contribuido a crearla.

โ€“ยฟY usted quรฉ gana? โ€“al fin hice la pregunta decisiva.

Quizรก pensรณ en Confucio al decir:

โ€“No quiero venganza. Trabajo con la mayor riqueza del planeta: la basura, los desechos humanos. Un porcentaje creciente de los cadรกveres del mundo viene a dar aquรญ. Estados Unidos nunca se dio cuenta de eso al confiarle a China el control de los desperdicios. Extraemos los nanoconductores con datos personales y convertimos el cuerpo en cenizas. La informaciรณn se queda con nosotros. Tenemos el mayor repositorio de datos humanos de la historia, algo colosal, ยฟno le parece? Toda civilizaciรณn se conoce por sus ritos funerarios โ€“hizo una pausaโ€“. La casualidad me puso aquรญ. Mi paรญs aceptรณ ensuciarse con desechos ajenos y su paรญs se resignรณ a ser un desecho, pero acaso no sea tarde para cambiar un poco las cosas. Escriba, amigo mรญo, escriba su historia.

โ€“Ya nadie lee historias.

โ€“Arriรฉsguese: no podemos olvidar el futuro.

Explicรณ que los pacientes que sufren de amnesia son incapaces de suponer lo que pasarรก el prรณximo dรญa. Prescindir del pasado impide proyectar el futuro. Yo era el paciente opuesto, ejercรญa una prรกctica arcaica que podรญa ayudar a imaginar el porvenir.

Recordรฉ el cuadro huichol en su estudio y la forma en que descorriรณ la cortina para mostrarlo. โ€œUn paciente se curรณ al verloโ€, habรญa dicho. Le preguntรฉ al respecto.

โ€“Esperaba que llegรกramos ahรญ. Cuando construimos la planta sufrรญ un accidente. El lugar donde ahora rugen los motores era un huerto infinito, una sucursal del paraรญso. Era triste ver cรณmo las excavadoras destruรญan plantรญos. La destrucciรณn de miles de hectรกreas de plantas frutales hacรญa que el aire oliera a cรญtricos, fango y gasolina. Alguien me dijo que en una colina quedaban naranjas y fui ahรญ. Querรญa ver lo que desaparecerรญa para siempre. Me relajรฉ en tal forma que no advertรญ un desnivel y caรญ por un risco. Fui rescatado por los indรญgenas que usted ya conoce. Me salvaron la vida, pero tambiรฉn me hicieron beber las infusiones de hierbas que me devolvieron la singularidad, los defectos que habรญa suprimido. Entendemos por nuestros errores, ya le dije. Hay que salvar eso: el โ€œfactor humanoโ€.

โ€“Entonces el primer paciente no soy yo, sino usted.

โ€“En cierta forma lo fui. Delirรฉ durante dรญas, ante el cuadro que ahora estรก en mi estudio, pensando que esos arabescos eran la realidad hasta que entendรญ que representaban el veneno que yo habรญa sacado de la realidad. Lo interesante es que es un veneno hermoso. Lo que nos daรฑa vale mucho. No importa quiรฉn de nosotros sea el paciente cero. Debe escribir su historia. No se preocupe por los errores: dependemos de ellos. Su vida ha sido larga, puede escribir con la perspectiva de alguien que ha pasado por muchos modos de la puntuaciรณn. Solo imaginamos el futuro si sabemos contar lo ya sucedido. Impida que las cosas sean demasiado reales.

โ€“ยฟY usted?

โ€“No cuento historias, amigo mรญo. Mis equivocaciones son tรฉcnicas, las suyas son de otro tipo. Escriba: equivรณquese. Evite la clasificaciรณn; el error vale mucho.

Por un momento temรญ que Fong quisiera inculparme con mi confesiรณn, pero creo que sus motivos son otros. Necesito creerlo. Su rebeldรญa tiene causas cientรญficas. Sรฉ cรณmo juega al ajedrez: para รฉl las reglas sirven si son un estรญmulo. Ahora busca otras reglas para lo real. Tal vez Chucho diseรฑa un diagrama que resume la compleja red de resistencia que prospera entre los pueblos de abajo, los viejos inmigrantes chinos y las personas que alterarรกn sus conductores de carbono y volverรกn a la contradictoria realidad gracias a hierbas casi olvidadas, el tรฉ de consistencia espesa que bebo en compaรฑรญa de Fong. Me he convencido de que รฉl bebe la misma sustancia. Quiero creer que el trabajo clandestino que desempeรฑa mientras tritura toneladas de desechos obedece a un principio que hasta hace poco me hubiera parecido ilรณgico: salvรณ a millones del contagio animal en los โ€œtiempos de la hecatombeโ€ y se ha propuesto el desafรญo superior de salvarlos de sรญ mismos. Mis propios motivos son claros: anhelo la incertidumbre, lo que antes se llamaba โ€œliteraturaโ€.

Supongo que Fong incluirรก estas pรกginas entre los datos que provienen de la basura. Desconozco los alcances de su estrategia, pues solo he sido un instrumento. Me consuela saber que mi tarea no fue del todo impuesta, que seguรญ una convicciรณn รญntima. Una mujer se interesรณ en mรญ porque hablรฉ del antiguo color de la vainilla.

Recordรฉ que, antes de salir rumbo a la partida de ajedrez en la que perdรญ el conocimiento, coincidรญ con Ling en la cocina del bungalรณ. Al verme guardรณ algo de prisa. Hablamos un rato y luego fue a su cuarto. En la mesa vi briznas de tรฉ. Me las llevรฉ a la nariz y respirรฉ la sustancia que me daba el Dr. Fong.

Tambiรฉn Ling busca la irregularidad. Veo su silueta, recortada contra el cielo rojizo y denso de Ciudad Zapata, y le atribuyo un futuro que no verรฉ: Ling lee esta lรญnea y la entiende; acepta el desorden de la verdad โ€“la excepciรณn y el errorโ€“; logra sentir y tal vez amar. ~

Este cuento es publicado gracias a una colaboraciรณn de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America y Arizona State University.

 

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es narrador, ensayista y dramaturgo. Su libro mรกs reciente es El vรฉrtigo horizontal. Una ciudad llamada Mรฉxico (Almadรญa/El Colegio Nacional, 2018).


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