Piteadores: Una excursión con arqueólogos autodidactas

Encontramos trocitos muy pequeños de cerámica. Tal como explicaron los piteadores, se reconoce y se fecha por el color, la forma –a veces la curva del recipiente–, la decoración.
AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Hace unos días, en Navidad, hacía calor. Salimos al campo, donde ya verdeaba el trigo. Hileras simétricas, siembra directa. Los pájaros no tienen nada que rascar, la semilla está dentro de la tierra. Aun así los gorriones urbanos, de pueblo, juegan por las mañanas y se hacen selfies. Hasta hay moscas de invierno. Este año, récord de calor y sequía, las abejas apenas han hecho miel. El aceite, ya en sus garrafas, es tan sabroso que a su lado el virgen extra comercial parece agua. Las almendras se perdieron con las heladas. El maíz, bien. Excepto las incursiones de los jabalíes que han tronchado hasta los mástiles de riego. Los jabalíes y los campamentos de los cultivadores de marihuana. El campo está urbanizado, cultivado, lleno de granjas interminables de cerdos. Granjas antiguas y granjas nuevas. Pero siempre quedan reductos para ocultar un campo de marihuana. Bosques de encinas, carrascas, matorrales, breñas, rocas con formas de monstruos o de edificios. Y la amenaza de campos de voltios y molinos y líneas de muy alta tensión que rozan las casas.

El paseo bajo el sol del veranillo navideño es estupendo, halcones, milanos, un jabalí desafiante, enorme, parideras antiquísimas abandonadas, edificios de cuando venir a cosechar por estos parajes era una aventura de semanas, cimas nevadas a lo lejos y, al atardecer, luces de satélites en el cielo y luego Marte flirteando por Orión.

Otro día salimos al encuentro de unos andarines de un pueblo cercano, expertos arqueólogos autodidactas. El mayor lleva desde los catorce años recorriendo estos montes y otros que se ven justo debajo del horizonte. El joven, que lleva el rifle en su funda, es su alumno. El joven tiene en casa una pequeña colección de figuritas diminutas que se usaban, dice, para curar enfermedades o heridas. Y proyectiles para tirar con honda que se llaman “glandes”. Y unas cuantas monedas encontradas por el monte. Es un minicoleccionismo cultural, no lucrativo, la pasión de buscar y encontrar cosas de otras eras; también ha ido formando una biblioteca especializada. Ha ido aprendiendo sobre la marcha, de su mentor, que ahora abre la marcha sin dejar de señalar aquí y allá. Con estos expertos la mirada se acostumbra a ver donde hubo algo, un pueblo, una fortificación, unas personas. El joven explica que en un paraje a las afueras de una ciudad próxima todavía pueden encontrarse proyectiles como los que tiene en su vitrina, glandes que se arrojaban con honda, como David a Goliat. Dice que debió de librarse una batalla de cierta envergadura a juzgar por el número de proyectiles y lo que han perdurado.

Subimos a un promontorio rocoso y les mostramos unas rocas talladas que descubrimos en la excursión anterior. Dicen que eso no lo habían explorado, pero que sin duda son casas de antes de los romanos. Después de haber visto uno de los vídeos de la inigualable colección (toda en Youtube) de Eugenio Monesma sugerimos que esa especie de bañera de tres por tres metros con un agujero en una esquina tal vez a modo de desagüe podría ser un lagar, un depósito de agua, aceite… Los expertos dicen que es una casa, una habitación, que eso era la base en roca y que se cubría con ramas. Hay otras similares, escalones tallados y erosionados. Dicen que toda esta zona, un amplio valle o barranco jalonado por elevaciones como esta, está llena de restos de todas las épocas, desde la prehistoria hasta la edad media.

Dice el viejo:

–Todo eso de ahí enfrente me lo he piteado.

No nos atrevemos a preguntar, deducimos que hemos aprendido un verbo nuevo y aunque no hemos encontrado ninguna espada, el verbo nos llena de gozo.

Vamos subiendo y bajando por escarpes y alcores y campos recién sembrados.

–Este campo está lleno de cerámica, se ve a simple vista.

Este barranco ya hace décadas que no lleva agua excepto un hilillo cuando llueve mucho en la montaña. Cuando llovía.

Al día siguiente volvemos a recorrer ese campo y, en efecto, ante nuestra asombrada incredulidad, encontramos trocitos muy pequeños de cerámica. Tal como explicaron los piteadores, se reconoce y se fecha por el color, la forma –a veces la curva del recipiente–, la decoración, a veces rayas, cenefas… Es un campo sembrado, ya con trigo, hileras simétricas, pisadas de una manada de jabalíes en el barro aún fresco y, en efecto, trocitos de cerámica.

El paseo con los expertos piteadores ha sido una clase magistral sobre la marcha, pero la propia velocidad y la abundancia de referencias que van señalando y comentando no da tiempo a asimilar cincuenta y treinta años, respectivamente, de experiencia.

–Esas rocas sí que las he piteado.

–Eso era un castillo, quedan los sillares de la base… ahí encontré un Jaime.

Al preguntarle, explica que se refiere a una moneda de los tiempos de Jaime I. Seguir y escuchar y que no se olvide nada, no poder tomar notas, la clase itinerante da un poco de ansiedad. El agricultor se conoce a fondo estos montes y estos campos, algunos son suyos; distingue los animales, ama los árboles, ama cada brizna desde que era un niño y acompañaba a su padre; ahora va con su hijo.

El agricultor cultiva y ama estos parajes. Si tiene que ir cinco días de vacaciones sufre por estar lejos. Si se mueve una rama de sitio, o una colmena, lo sabe. Hasta ahora no ha tenido tiempo de saber quiénes vivieron aquí en épocas remotas, si ese camino oculto por la maleza es calzada romana, medieval o ambas; ahora lo aprende y todo encaja. Se deduce de las señales que indican los piteadores que estos montes estuvieron habitados durante miles de años. Dicen que nada de esto está catalogado como yacimiento ni ha sido excavado. Antes de despedirnos les preguntamos:

–¿Qué es pitear?

–Viene del pitido que hace el detector de metales. ~

+ posts

(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la página gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


    ×

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: