Vivimos si los demĆ”s nos piensan. De ahĆ tantos selfies. Los demĆ”s nos mantienen vivos. Si nadie te piensa estĆ”s muerto. HabrĆ”s tenido esa sensaciĆ³n de vacĆo: flotando en el mundo que te ignora tantoā¦ hasta que tintinea el WhatsApp y se reinicia el mundo. A veces es placenteraā¦ si no dura demasiado. Los demĆ”s āvivos o muertosā nos hacen vibrar.
El universo es una sutil vibraciĆ³n. QuizĆ” la fijaciĆ³n humana por el alma viene de que ya imaginĆ”bamos la inconsistencia de la materia: esta mesa estĆ” hueca, los Ć”tomos, igual, etc. Los neutrinos nos atraviesan sin fricciones. Bueno, tal vez haya algĆŗn roce que no hemos sabido detectar. Roce de cuerpos a distancia, el rayo del pensamiento. QuizĆ” intuimos desde siempre que el mundo estĆ” hueco y todo es un mero vibrar relaciones. Antes que la ciencia lo sabrĆa el cuerpo, con el primitivo sensor que ha permitido sobrevivir y prosperar a las bacterias que nos llevan.
Varios experimentos recientes descubren que hay mĆ”s especies de neutrinos de las que estaban catalogadas. HabĆa una predicciĆ³n al respecto, puede ser que se confirme. Eso obligarĆa a rehacer el modelo estĆ”ndar, que es nuestra religiĆ³n actual.
A veces nos llega antes el recuerdo de una persona que su llamada o su mensaje. ĀæPor quĆ© cuando nadie nos piensa nos sentimos tan muertos? Esto explica el hervor de la fama. El selfie es vida. Dice Carlos BarrabĆ©s en sus Ćŗltimas charlas (YouTube) que lo Ćŗnico que nos salva es ser interesantes, crear experiencias memorables y compartidas. Dice tambiĆ©n que Ć©l trabaja mucho con algoritmos, y advierte: ācreed en los algoritmos porque si no os matarĆ”nā; ācontrola la tecnologĆa o te esclavizarĆ” una mĆ”quinaā.
Antonio Damasio vindica en su libro El extraƱo orden de las cosas la importancia de la homeostasis, el imperativo vital de la vida ya en la primera bacteria, la pulsiĆ³n que nos ha traĆdo hasta aquĆ: āsobrevivir y prevalecerā. El algoritmo que forzĆ³ a las primeras bacterias a colaborar y asociarse. La homeostasis, segĆŗn Damasio, estĆ” infravalorada por la literatura cientĆfica y aĆŗn mĆ”s por la cultura. Explica tambiĆ©n la importancia del cuerpo como cerebro: el intestino, sistema entĆ©rico, lleno de neuronas, (se) piensa antes que el cerebro. Los sentimientos son la informaciĆ³n Ćntima del cuerpo, dice Damasio. La mielina, la capa que recubre las neuronas, es costosa, se ha obviado en bastantes tramos y muchos nervios van al aire, sin cablear, asĆ que se rozan y se comunican en el acto, y esa primera capa de info autorreferencial son los sentimientos. Ahora sabemos que las familias comparten e intercambian bacterias. Llevamos āo nos llevanā muchas mĆ”s bacterias que cĆ©lulas. Todas colaborando. A veces, alguna se desmanda. El selfie emite memes y tal vez bacterias; quizĆ” neutrinos.
Los demĆ”s nos mantienen vivos pero hemos de darles algo interesante, experiencias memorables barrabesianas. Todo lo demĆ”s es commodity, automatizable. De ahĆ el frufrĆŗ de las redes. Si algo nos describe es el corsĆ© de Frida Kahlo, el pecho abierto, ciborgs intentando entender Facebookā¦ para defendernos de sus asechanzas (Letras Libres nĆŗm. 201). El corsĆ© de Frida, los clavos como apps de la piel, los virus aflorando, nuestras queridas bacterias, todas enviando big data Ćntimo a alguna parte (Google Arts le ha dedicado a Frida un especial). Crash, de Cronenberg. Cuerpos rotos, recosidos.
Mateo Valero CortĆ©s, natural de AlfamĆ©n y director del Barcelona Supercomputing Center, insiste en que la UniĆ³n Europea necesita fabricar su propio microprocesador. China ya estĆ” en el suyo. El chip es el primer espĆa, una colonizaciĆ³n a nivel bacteria, casi el alma. Blockchain es la verdad: justo cuando nos agobia la posverdad como culminaciĆ³n de las mentiras, funciona esta tecnologĆa que sella para siempre cada verdad. Blockchain rula (run). AtenciĆ³n a Luis IvĆ”n Cuende, que propone con blockchain un mundo independiente: lo ha llamado aragon.one porque en AragĆ³n se instaurĆ³ el Ćŗnico gobierno anarquista.
Estamos en el corsĆ© de Frida (en Google se puede ampliar y ver el pigmento, el mismo dolor y la homeostasis a tope, todo junto), atados al cuerpo que ya no usamos y esperando que alguien se acuerde de nosotros para resucitar en vida. La muerte es que nadie repare en ti: el cerebro se ha adaptado āĀ”quĆ© remedio!ā para ignorar esa indiferencia, aunque sea a fuerza de ver series; pero el cuerpo reconoce con precisiĆ³n esas muertes intermitentes. El intestino lo sufre en el acto. Y envĆa informes en tiempo real al cerebro, que necesita doparse con memes para no admitir esas soledades. Facebook, en su crueldad mecĆ”nica, va directa al estĆ³mago (como todo). La vigencia (la urgencia) de Frida viene de este regreso de los cuerpos dolientes; los amargorios de Frida son nuestro selfie: sed interesantes o someteos como esclavos del software. Todo esto remite al inagotable ensayo de Santiago Alba Rico Ser o no ser (un cuerpo), que explica ese desgarramiento. Escribe (pĆ”gina 232):
ĀæQuĆ© soy? Luego.
ĀæDĆ³nde estoy? En otro sitio.
ĀæQuĆ© tengo? Ganas.
ĀæQuĆ© hago? Selfies.
El precio por llegar a los demĆ”s en redes estĆ” siendo demasiado caro (entregamos nuestra alma neutrina), pero el blockchain podrĆa ser la fĆ³rmula sin esos intermediarios.
Entretanto puede ser saludable el fabuloso breviario de Ismael Grasa, ya reseƱado por Ricardo Dudda, La hazaƱa secreta, que nos traslada a un mundo donde cada cual, al hacerse la cama y despejar la mesa, mantiene a raya la entropĆa, promueve la confianza en los demĆ”s y aguanta con serena apostura estas soledades. ~
(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).