“Texas y México están inextricablemente conectados”. Entrevista a Beto O’Rourke

Una conversación con la joven promesa de los demócratas texanos.
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El 8 de noviembre se celebrarán en Estados Unidos elecciones intermedias, una prueba de fuego para el gobierno de Joe Biden, en tanto se renovarán la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, y un laboratorio de lo que podría ocurrir en la justa presidencial de 2024, con o sin Donald J. Trump en la boleta, pues varios estados clave en el ajedrez electoral estadounidense elegirán gobernador y legislatura, entre ellos Texas.

El estado fronterizo, fundamental para la relación con México, se debate entre reelegir por segunda ocasión al republicano Greg Abbott y ungir a Beto O’Rourke como primer gobernador demócrata en Texas en casi treinta años. El otrora legislador federal, educado en la Universidad de Columbia y proveniente de una familia católica irlandesa, fue bajista de una banda de rock llamada Feist, con la que recorrió medio país, y un emprendedor tecnológico, antes de entrar a la política en 2005, como asambleísta en su natal El Paso. En esa ciudad, hermanada geográfica y culturalmente con Ciudad Juárez, conversé con la joven promesa de los demócratas texanos.

Un liderazgo internacional disminuido, el asalto al Capitolio, la apremiante inequidad social, la creciente polarización política. ¿Qué es lo que está mal con Estados Unidos?

Nos enfrentamos al reto más grande para nuestra democracia en la historia reciente, algo nunca antes experimentado por ninguna persona viva en este país. Tras el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, los intentos golpistas han persistido incluso después de que los insurrectos fuesen repelidos. Durante el último año y medio, en un estado tras otro, incluido Texas, las leyes electorales han sido modificadas con el propósito de dificultar el empadronamiento y obstaculizar la emisión de votos.

Se están socavando de manera constante e intencionada la posibilidad de encontrar puntos de común acuerdo, la capacidad de alcanzar consensos, la opción de reconocer hechos incontestables. Creo que eso es lo que nos ha traído hasta este punto y solamente superando todo aquello y reparando nuestra democracia es que lograremos sobrevivir y, de nueva cuenta, proveer el liderazgo nacional e internacional que solo Estados Unidos tiene la capacidad de brindar.

México es el principal socio comercial de Texas, una relación que debiese ser prioritaria para cualquier gobernador. Ante la narrativa nacionalista del actual gobierno mexicano que, en ocasiones, apuesta por una retórica beligerante hacia Washington, ¿cómo ve el futuro de la relación entre su estado y el vecino del sur?

Para ser una relación exitosa debe desarrollarse sobre una base de mutuo respeto. Texas y México están inextricablemente conectados, particularmente en mi ciudad de origen, El Paso, que se encuentra no solamente unida físicamente a Ciudad Juárez sino también conectada a ella a través de la cultura, la historia, la familia y la economía. Hay una razón de peso detrás de los 32 millones de cruces anuales entre estas dos comunidades unidas por la frontera. Se trata de parientes que se visitan a uno u otro lados de la línea fronteriza, ciudadanos estadounidenses que se levantan cada mañana de este lado de la frontera para ir a trabajar a las maquilas de Ciudad Juárez, jóvenes que amanecen en Juárez y cruzan para venir a la escuela o para asistir a clases en la Universidad de Texas en El Paso. Se trata de personas como yo y mi familia que atravesamos a pie el puente de Paso del Norte para ir a cenar o a tomar algo al Club Kentucky o para visitar el Museo de la Revolución en la Frontera.

Somos poseedores de algo particularmente bello, extraordinario y realmente poderoso, algo que mueve la economía entera de este estado y de gran parte del país, algo que, sin embargo, en nuestro propio perjuicio, damos muchas veces por sentado. Como ejemplo, el reciente cierre ordenado por el actual gobernador Greg Abbott de todo el comercio terrestre entre Texas y México durante una semana que implicó pérdidas de miles de millones de dólares para Estados Unidos y fue destructivo para pequeños y medianos comerciantes a ambos lados de la frontera. No podemos darnos el lujo de fallar de esta forma, debemos sacar el máximo partido a nuestra interconectividad a fin de traducirla en prosperidad compartida. Espero trabajar en conjunto con los gobernadores fronterizos mexicanos, con el presidente López Obrador y con cualquier otro futuro líder del país para sacar el máximo provecho a nuestra relación y, al mismo tiempo, hacer frente a los muchos retos y preocupaciones, legítimas, que tenemos sobre nuestra frontera.

La migración desde México hacia la frontera texana de mexicanos, centroamericanos y de otras múltiples nacionalidades ha aumentado exponencialmente durante los últimos dos años. ¿Cómo lograr que Estados Unidos adopte una política migratoria más humana y sostenible?

Es sumamente difícil para alguien que vive en México encontrar un camino rápido, seguro, legal y ordenado para migrar a Estados Unidos por motivos de trabajo o de reunificación familiar. Al igual que es muy complicado para cualquier persona proveniente de Guatemala, Centroamérica u otros lugares atravesar México para alcanzar la frontera americana con miras a solicitar asilo o refugio en este país.

Lo que debemos hacer es actualizar nuestras leyes migratorias a fin de que reflejen nuestros valores y sean fieles a nuestro propio interés, tanto moral como económico. Considero que cuando lo hayamos logrado, nuestras muy legítimas preocupaciones en materia de trasiego de drogas y tráfico humano serán abordables de una manera mucho más eficaz. Necesitamos una colaboración muy estrecha con la contraparte mexicana a fin de trabajar de manera conjunta para alcanzar dicho objetivo, lo cual, creo, brindará beneficios compartidos a ambos países.

La denominada guerra contra las drogas ha provocado incontables pérdidas humanas en uno y otro lado de la frontera. ¿Considera viable que Texas siga el camino de otros estados en cuanto a la legalización de algunas drogas o la descriminalización de la posesión y consumo de las mismas?

La legalización de la mariguana es necesaria por diferentes razones. En primer lugar, es inmoral encarcelar a la gente por posesión de una sustancia que es legal en la mayor parte del resto del país y del mundo democrático. En segundo lugar, gastamos alrededor de quinientos millones de dólares por ejecutar dicha política restrictiva y condenatoria, al tiempo que perdemos otros quinientos millones de dólares en posibles ingresos fiscales derivados de una potencial venta de mariguana regulada y controlada, tal como hacen exitosamente otros estados como Colorado. Estamos hablando de un total de mil millones de dólares que bien podrían invertirse en educación pública, en el fortalecimiento de nuestra red eléctrica o en la reducción de los impuestos por derecho de propiedad en Texas.

En tercer y último lugar, mi investigación sobre la materia me ha llevado a descubrir que mi propia ciudad, El Paso, fue una de las primeras en Estados Unidos en prohibir el uso de la mariguana hace más de cien años. Una prohibición basada en un intento nacionalista y racista de criminalizar, a partir de su origen étnico, a los trabajadores migrantes mexicanos y a los campesinos y agricultores mexicanoamericanos, clientes habituales de las farmacias donde en aquel entonces se comercializaba, sin receta médica, la planta. Dado que las raíces de esta política prohibicionista son cuestionables desde su origen, ha llegado el momento de que corrijamos ese grave error cometido hace más de un siglo aquí en El Paso.

Cerca de medio millón de armas de alto calibre utilizadas por el crimen organizado ingresan a México a través de la frontera, miles de personas a lo largo y ancho de Estados Unidos mueren como resultado de tiroteos masivos en supermercados y escuelas. La facilidad de acceso y compra de armas de fuego se ha convertido en un problema transfronterizo. ¿Qué propone hacer al respecto?

Como gobernador me enfocaría en restringir la edad de compra de armas de guerra, como los AR-15 o las AK-47. Hoy en día es legal comprar una de estas armas con dieciocho años cumplidos, considero que existe el consenso suficiente y la oportunidad de aumentar la edad de compra a los veintiún años. En segundo lugar, me enfocaría en implementar la denominada ley de la bandera roja, adoptada en otros estados, que permitiría a las fuerzas del orden intervenir para detener a individuos poseedores de armas sobre los que exista sospecha acreditable del posible uso de estas para ejercer violencia contra sí mismos, contra personas de su entorno, contra niños en la escuela. De haber existido en su momento, esta ley hubiese prevenido la tragedia en Uvalde, Texas, hace algunos meses. En tercer lugar, habilitaría una verificación de antecedentes en el estado que permitiese contrastar si el posible comprador constituye o no un peligro para sí mismo o para otras personas.

Por último, diría que tenemos que hacer un mejor trabajo para detener el tráfico de armas de alto calibre hacia México. Trabajaré de la mano con republicanos y demócratas para prevenir el flujo de armas, la mayoría provenientes de Texas, hacia el sur de la frontera, en donde infligen mucho daño y son responsables, en Ciudad Juárez recientemente, de una violencia como solo se ve en muy pocas partes del mundo. En este sentido, debemos atajar la parte del problema que nos corresponde.

Aún no puede descartarse que Donald J. Trump contienda de nueva cuenta por la Casa Blanca. ¿Qué significaría una segunda presidencia del republicano para Estados Unidos y para el resto del mundo?

Si bien no podemos considerar a Donald J. Trump responsable único de la precaria situación en la que se encuentra nuestra democracia con relación al derecho al voto y al hecho de llamarnos a nosotros mismos de forma seria un país democrático, sí es cierto que ha sido quizá la persona que más ha socavado aquello que desde mi punto de vista nos ha hecho el país más grande sobre la faz de la tierra.

Es imperativo que apoyemos y elijamos a candidatos que estén a favor de la democracia, independientemente de que militen en el Partido Republicano o Demócrata, puesto que Trump representa una amenaza existencial a nuestra democracia y debemos evitar que vuelva a ocupar cualquier puesto de elección popular. ~

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(Ciudad de México, 1977) es diplomático, periodista y escritor; su libro más reciente es “África, radiografía de un continente” (Taurus, 2023).


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