Con el ataque mañanero a la revista Letras Libres del 8 de septiembre, el señor presidente incurre en otra difamación y demuestra que no tiene mucho que hacer.
Además, implica que la publicidad oficial se da para corromper. Triste mensaje para aquellos a los que da anuncios.
Lo que no dice es que la publicidad oficial que “denuncia” para esos años representó apenas 2 de cada 10 pesos de nuestros ingresos. Y que hoy en día representa aún menos. El resto proviene de anunciantes y patrocinios privados, así como de los lectores que nos siguen con regularidad y lealtad en México, América Latina, España y el resto del mundo, a través de nuestro sitio web.
Tampoco dice que Letras Libres donó a bibliotecas públicas de todo el país colecciones completas de la revista desde 1999 (237,000 ejemplares).
Solo un gobierno empeñado en calificar el periodismo y el pensamiento críticos como ejercicios ilegítimos exhibiría la presencia de revistas en bibliotecas como una actividad sospechosa.
Los ingresos de Letras Libres son públicos y están disponibles en la página de transparencia de nuestro sitio web.
Cada peso de publicidad oficial que ha recibido Letras Libres es público, legal, legítimo y ha servido para dar voz y espacio a autores de todas las tendencias políticas.
El archivo histórico de la revista prueba que Letras Libres ha publicado textos críticos sobre los gobiernos anteriores, igual que hace y hará con el actual. Nunca un anuncio ha inhibido ni inhibirá la independencia crítica de la revista.
El presidente de México haría bien en abandonar su voluntad cotidiana de distraer al país en el momento en el que enfrenta una situación delicada. Con más de 70 mil personas fallecidas como consecuencia de la pandemia, el desplome de la economía y el empleo, la alarmante inseguridad y la corrupción de su círculo cercano, el presidente no tiene tiempo que perder. El país, mucho menos.
Letras Libres, en su versión impresa y digital, seguirá publicando ideas en libertad y defendiendo la democracia, como lo ha hecho desde hace veintiún años, y como lo hicieron las revistas Vuelta y Plural, que nos antecedieron. Medio siglo de historia nunca se podrá borrar. No nos intimidarán. ~