Voces de la errancia

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Philippe Ollรฉ-Laprune

Los escritores vagabundos. Ensayos sobre la literatura nรณmada

Traducciรณn de Claudia Itzkowich y Hรฉctor Ivรกn Gonzรกlez

Ciudad de Mรฉxico, Tusquets, 2017, 354 pp.

โ€œยฟPor quรฉ vino a Mรฉxico?โ€ es una pregunta que, al igual que muchos otros desterrados, Philippe Ollรฉ-Laprune habrรก escuchado a menudo a lo largo de sus aรฑos en esta orilla del Atlรกntico. Se antoja que la bรบsqueda de una eventual respuesta pudo haber estado en el origen de estos ensayos sobre la literatura nรณmada. Claro estรก: por ser vicaria, la respuesta siempre nos parecerรก insatisfactoria o trunca, pero sin duda mรกs sustanciosa que un balbuceo autobiogrรกfico. Por lo demรกs, hasta hace poco, sus batallas de toda รญndole a la cabeza de la Casa Refugio Citlaltรฉpetl lo confrontaban cotidianamente con los escollos del exilio para escritores perseguidos en el mundo entero. Es poco decir que las reflexiones de Philippe Ollรฉ-Laprune (Parรญs, 1962) sobre la escritura nรณmada son el producto de la experiencia y de la inteligencia.

โ€œTodos los autores que se lanzan a esta carrera desenfrenada comienzan por una huidaโ€, afirma Ollรฉ-Laprune al inicio del libro, al tiempo que recuerda que el escritor es por antonomasia un marginal en su sociedad y un desterrado de cierta realidad. โ€œVolverse huรฉrfanosโ€, โ€œno deberle nada a nadieโ€, โ€œhacer tabula rasaโ€ con el pasado, โ€œlanzarse al experimento de convertirse en otroโ€, son generalmente los motivos que aguijonean los destierros voluntarios. Georges Bernanos, D. H. Lawrence, Blaise Cendrars, Robert Desnos y Malcolm Lowry, sin duda ilustran la regla, pero tambiรฉn reiteran la clรกsica pregunta de saber si los escritores son por esencia unos fugitivos, ยฟpor quรฉ no todos se someten al nomadismo para cumplir su tarea creadora? Se intuye que hay, debajo de los argumentos enunciados o confesables por los nรณmadas, una razรณn que escapa al entendimiento y que puede llegar a expresarse soterradamente en la obra de ficciรณn. Algo asรญ como un secreto que Annie Le Brun sugiere al mencionar โ€œla relaciรณn ciega que se establece entre el lado salvaje de los lugares lejanos y la barbarie que cada quien lleva en sรญ mismoโ€.

Ollรฉ-Laprune lo advierte en las novelas que Georges Bernanos comienza a escribir durante su estancia de siete aรฑos en Brasil: โ€œEn sus libros de ficciรณn los personajes observan su infancia como la aurora neta de la vida: todos ellos albergan en su interior una especie de secreto, que conservan en su memoria como un momento inmaculado, como un tesoro รญntimo.โ€ Tambiรฉn cree encontrar el mismo sรญntoma en Bajo el volcรกn de Malcolm Lowry: โ€œUno de los aspectos mรกs dramรกticos del libro reside en la imposibilidad absoluta de contar los secretos, de salir de la espantosa soledad que afecta a cada uno de los actores del drama.โ€

Alcanzar la otra orilla para los escritores europeos, acaso no serรญa una tentativa de regresar al edรฉn de la infancia, la recuperaciรณn de algo primordial, como lo asegura Claude-Michel Cluny a propรณsito del autor de La serpiente emplumada: โ€œHay en Lawrence el sentimiento difuso y persistente de que la poesรญa conserva la palabra primordial, la de los orรญgenes, de lo divino y lo sagrado, el verbo de las celebraciones y de los tiempos presentes.โ€ Ser o haber sido un escritor nรณmada no constituye ninguna superioridad sobre los sedentarios, pero la intemperie a la que se somete el vagamundo es sin duda mรกs literal y cruel que la vivida espiritualmente por los viajeros alrededor de su habitaciรณn. Hace poco visitรฉ Varanasi, la primera ciudad sedentaria de la historia, la ciudad santa de la India a la que se llega a morir. Las dos orillas del Ganges son extremadamente contrastantes: por un lado, el ajetreo y el abigarramiento de los ghats, y por el otro, por donde sale el sol, una tierra desรฉrtica y desdeรฑada por aquellos que cada dรญa celebran el renacimiento del astro. ยฟHacia cuรกl orilla deberรก inclinarse el escritor genuino? ยฟHacia los misterios de la devociรณn por parte de una poblaciรณn entregada a esperar la muerte o hacia la nada que invita a una inmersiรณn en las aguas propias, quizรก mรกs corrompidas que las del Ganges? โ€œCada uno sueรฑa con el otro, cada uno estรก convencido de que el otro posee riquezas y secretos que le hacen falta a su propio universo. Algunos deciden incluso morir del otro ladoโ€, comenta Ollรฉ-Laprune en el capรญtulo de la โ€œPerfumada conquistaโ€, a modo de refrendo del seรฑalamiento que Henri Michaux expresaba en un verso: โ€œNo nos bastamos con la vida que llevamos en nosotros mismos.โ€

Difรญcil zanjar la cuestiรณn y tal vez haya que creer que cualquiera que sea la orilla que se escoja, la bondad del resultado depende de la mirada que se proyecta sobre la realidad y de las palabras que se encuentran para lidiar con esta realidad. โ€œEl arte comienza donde termina la tranquilidadโ€, afirmaba con razรณn Cรฉsar Moro, en eco al grito de Antonin Artaud: โ€œLa vida consiste en quemar preguntas.โ€

Ollรฉ-Laprune tiene el talento de la cita precisa y oportuna que puntรบa sus ensayos como pequeรฑas joyas incrustadas en la sรณlida roca de su pensamiento. Compuesto a lo largo de varios aรฑos, Los escritores vagabundos va sumando reflexiones que se reiteran y se profundizan de un capรญtulo a otro. Se antoja que, hacia el final de su elaboraciรณn, el ensayista francรฉs se dejรณ cautivar por las obras en sรญ mismas, en desdoro de los afanes de extraer comportamientos compartidos por los escritores desterrados.

Algunos detalles o aclaraciones delatan el destino bisรฉmico de los ensayos, a veces dirigidos a lectores europeos y otras, a los de esta otra orilla. Si bien Philippe Ollรฉ-Laprune nunca abandonรณ el francรฉs para escribir sus textos, su condiciรณn de โ€œfranco-mexicanoโ€ โ€“una caracterizaciรณn a la que el rรฉgimen castrista recurrรญa para descalificar al โ€œfranco-cubanoโ€ Severo Sarduy quien, por su lado, se preciaba de nunca escribir la palabra โ€œCubaโ€ en sus librosโ€“ lo sitรบa fatal y simultรกneamente ante dos pรบblicos distintos, dos maneras de ser y de pensar que, por fortuna, no siempre se armonizan.

Alejandro Rossi, otro notable vagamundo, sostenรญa que despuรฉs de ocho aรฑos en un paรญs de adopciรณn, el regreso a la tierra (y la lengua) de origen se volvรญa imposible. Nunca entendรญ bien con quรฉ instrumento de mediciรณn llegaba al lapso tan rotundo de ocho aรฑos, pero es cierto que nadie sale indemne o idรฉntico de semejantes migraciones. ยฟEn quรฉ se convierte el que se pasa la vida entre dos o varias orillas? Ollรฉ-Laprune aventura unas consecuencias esenciales de la errancia: โ€œsaber oponerse a los universos existentes plantando la propia escenografรญa, saber pasar de un mundo a otro y comprender que la propia identidad reside en el movimiento y no en uno de esos territoriosโ€. O dicho en otros tรฉrminos, quizรก mรกs dramรกticos: โ€œla errancia es una manera de mantener la fijeza, la petrificaciรณn y la muerte a distanciaโ€.

Resultan tan atractivas y misteriosas las aventuras de los europeos en Amรฉrica Latina como los taciturnos exilios, voluntarios o no, de los hispanoamericanos en la โ€œcivilizaciรณnโ€ del viejo mundo. Cรฉsar Moro, Cรฉsar Vallejo y Julio Ramรณn Ribeyro son los tres peruanos que deambularon bajo la lluvia parisina, esa โ€œgran escuela de soledadโ€, sin nunca integrarse al mundo cultural francรฉs. Presos en sus burbujas de dolor y de humo, parecen refrendar la frase de Victor Segalen: โ€œHicimos como siempre un viaje a un lugar lejano de aquello que no era mรกs que un viaje al fondo de uno mismo.โ€ โ€œSi bien su situaciรณn de proscrito influyรณ en su escritura โ€“asevera Philippe Ollรฉ-Laprune a propรณsito de Cรฉsar Vallejoโ€“, su posiciรณn geogrรกfica no tuvo consecuencia alguna en su producciรณn.โ€ En todos los casos โ€“plantea el ensayista en el capรญtulo โ€œLa voz sorda del exilioโ€โ€“ es difรญcil, por no decir sumamente arriesgado, de- terminar en quรฉ medida el desplazamiento obligado repercute en los escritos o incluso en quรฉ medida el nuevo lugar de vida encuentra una forma de resonancia en el espรญritu del escritor.

Vรญctor Serge, que โ€œnaciรณ exiliado, viviรณ proscrito y muriรณ lejos, en Mรฉxico, siempre marcado por el destierroโ€, quizรก sea el gran errabundo de este libro, en un grado levemente superior a Stefan Zweig, quien poseรญa un sentido innato de la huida, o a Papa Hemingway, quien gastรณ veinte aรฑos de su vida en Cuba, en โ€œel paisaje soรฑado para dejar en libertad al abatimiento y al oleaje del almaโ€. Mรฉxico fue el escenario emblemรกtico de los visitantes surrealistas: โ€œpara comprender esta fascinaciรณn โ€“expone el autorโ€“, hay que tomar en cuenta que Mรฉxico estรก en la encrucijada de sus ideales: ofrece el mito y una revoluciรณn, una estรฉtica y el misterioโ€. Quizรก tambiรฉn sean las razones por las cuales Nietzsche albergรณ la ilusiรณn de irse a vivir a Mรฉxico y mรกs precisamente a Oaxaca, como lo confiรณ por carta a un amigo.

A la pregunta inicial de โ€œยฟPor quรฉ vino a Mรฉxicoโ€, habrรญa que aรฑadir esta otra que ahora tambiรฉn se oye a menudo: โ€œยฟPor quรฉ permanece en Mรฉxico?โ€ Hay maรฑanas en que la respuesta se busca con la misma dificultad que la primera. Es un misterio que la actualidad del paรญs ensombrece cada dรญa mรกs y a veces coincidimos con D. H. Lawrence en que โ€œel viaje parece una esplรฉndida lecciรณn de desilusionesโ€. Sin embargo, quizรก serรญa mรกs justo concluir con Malcolm Lowry que โ€œMรฉxico es paradisiaco e indudablemente infernalโ€. ~

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