El arte ante el asalto a los derechos reproductivos

Tras la derogaciรณn del caso Roe vs. Wade, las instituciones culturales de Nueva York han impregnado su programaciรณn de una ola revisionista feminista. La presencia de mรกs mujeres artistas, crรญticas y curadoras de diferentes paรญses en sus salas ha contribuido a cuestionar al statu quo. Sin embargo, aรบn hay mucho por hacer.
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En principio toda negaciรณn propone una definiciรณn. Esto es, una oposiciรณn es determinada por aquello a lo que se opone, nos recuerda la filรณsofa Julia Kristeva al invertir la mรกxima de Baruch Spinoza con el objeto de pensar en cรณmo funciona la ingenierรญa de la oposiciรณn en Estados Unidos. A propรณsito de ello, Dora Garcรญa trajo al presente las ideas ninguneadas de una de las lรญderes revolucionarias del siglo pasado, legado que para la artista espaรฑola cobra sentido e ilumina muchas de las tรกcticas feministas invocadas hoy. Me refiero a Aleksandra Kolontรกi (San Petersburgo, 1872-Moscรบ, 1952), quien ocupรณ el centro del relato en los documentos y la pelรญcula reunidos en Revolution, fulfill your promise!, muestra individual de la artista presentada en el espacio Amant de febrero a abril de 2022 y que luego fuera ampliada y recontextualizada en el Laboratorio de Arte Alameda en la Ciudad de Mรฉxico bajo el tรญtulo Amor rojo de noviembre de 2022 a marzo de este aรฑo. Kolontรกi, descrita por Garcรญa como activista sexual y feminista marxista, encarna un tipo de radicalismo polรญtico que la transforma automรกticamente en figura apetecible para artistas contemporรกneas como Garcรญa, quienes han puesto empeรฑo en prรกcticas archivรญsticas focalizadas en el gรฉnero. Segรบn la artista espaรฑola, Kolontรกi adelantรณ, por una parte, la idea de que no se puede pensar en una revoluciรณn polรญtica sin una revoluciรณn sexual y, por otra, la yuxtapuso al principio de la solidaridad de clase (la pequeรฑa hermana) colocรกndola por encima de la solidaridad de gรฉnero. Si bien estas ideas conectan a la rusa con algunos de los debates teรณricos que hoy interesan a grupos de feministas negras o activistas trans, Kolontรกi es una figura con aristas difรญciles de ocultar, como su militancia cercana a Stalin.

Fotograma: Si pudiera desear algo, 2021.ย Fotografรญa cortesรญaย ย Dora Garcรญa

Pero la biografรญa intelectual de Kolontรกi y su legado aparecen en el arte contemporรกneo a manera de un raro iceberg que, desprendido de la regiรณn boreal, flota en las crispadas aguas del ocรฉano Atlรกntico hasta disolverse lentamente, recalentado por la crisis econรณmica global pospandรฉmica, con altos porcentajes de inflaciรณn y un paisaje laboral enrarecido tras meses de una larga cuarentena mundial forzada por la propagaciรณn de la covid-19 y los ecos de la guerra entre Ucrania y Rusia. La recuperaciรณn de la revolucionaria rusa concurre con el progresivo retorno de la asistencia masiva del pรบblico a las grandes instituciones culturales. Como contraparte, dicho rescate coexiste con un panorama rรญspido para las mujeres que, en el contexto estadounidense, se agudizรณ despuรฉs del asalto al Congreso el 6 de enero de 2021 perpetrado por una horda de simpatizantes del vencido presidente Donald Trump, quienes exasperados de odio pedรญan la cabeza de la presidenta de la Cรกmara de Representantes Nancy Pelosi. A este episodio violento le siguiรณ la escandalosa revocaciรณn de la sentencia Roe vs. Wade por parte de la mayorรญa conservadora de la Corte Suprema de Estados Unidos que, en un inesperado giro ideolรณgico, desmantelรณ en el verano de 2022 la jurisprudencia asentada sobre el principio general del derecho al aborto y que este aรฑo cumplirรญa cincuenta aรฑos de vigencia. Para ello, la Corte Suprema produjo una nueva sentencia que permite a los estados decidir sobre los derechos reproductivos de las mujeres.

Curiosamente, el radicalismo de Kolontรกi fue recuperado en Amant, un espacio interdisciplinario โ€“recientemente construido por la poderosa coleccionista e inversora de bienes raรญces Lonti Ebers, quien tambiรฉn otorga grandes sumas de subsidios al MoMAโ€“ ubicado en el corazรณn de la zona industrial de Bushwick en Brooklyn, el barrio tomado por la bohemia joven neoyorquina. Si bien Amant invitรณ a Dora Garcรญa, allรญ poco se siente la agitaciรณn sรญsmica ocasionada por la desazรณn de las activistas por los derechos de gรฉnero, la equidad racial y el medio ambiente que protestan en las galerรญas del mundo institucional del arte en Nueva York debido a que su programa expositivo responde alย ethosย de las premisas estรฉticas de los activismos emergentes. Es un hecho que esta perspectiva crรญtica al sistema se ha concentrado en los grandes museos de la ciudad, transformรกndolos en teatro de operaciones performรกticas de reclamos y ataques contra la violencia policial, la censura teocrรกtica en Irรกn y los crรญmenes de la industria farmacรฉutica, entre otros temas. En esta direcciรณn, el Center for Art, Research and Alliances (CARA) es otra instituciรณn subvencionada por una afluente coleccionista privada donde tambiรฉn se enarbola el paradigma inclusivo delย zeitgeistย millennialย que cuestiona al canon contemporรกneo del patriarcado monolingรผรญstico, heteronormativo y blanco. Pero, a diferencia de Amant,ย CARAย opera en un flanco discreto del West Village, en un edificio reacondicionado de tres pisos de lo que hasta hace poco fuera una imprenta. Su metodologรญa de trabajo concuerda con la estrategia de autonomรญa colectivista y decolonial puesta en marcha en documenta 15 por el grupo indonesio Ruangrupa.

Durante los meses mรกs duros de la crisis sanitaria de 2020 a 2021, se realizaron foros virtuales donde curadores y acadรฉmicos asociados a los grandes y medianos museos estadounidenses exigรญan a sus directores y colegas la inclusiรณn de artistas pertenecientes a las minorรญas รฉtnicas, sexuales y culturales tanto en las colecciones como en las exhibiciones temporales. Ya para el segundo semestre de 2021 la programaciรณn de los museos de Nueva York habรญa cambiado drรกsticamente. Desde entonces predominan las exhibiciones que muestran trabajos de afrodescendientes, artistas queer y sobre todo mujeres, la mayorรญa de ellas fallecidas o en crepuscular madurez, hecho constatado en la reciente bienal del Museo Whitney donde destacaron las participaciones de la pintora puertorriqueรฑa Awilda Sterling Duprey y el archivo de los delicados performances de la artista estadounidense de origen surcoreano Theresa Hak Kyung Cha, asesinada en un brutal crimen hace mรกs de cuatro dรฉcadas. Asimismo, la pospandemia cambiรณ la denominaciรณn para designar el archipiรฉlago de la enorme y diversa comunidad de latinos o hispanos nacidos o formados en Estados Unidos, cuya รฉlite ha formulado desde la academia estadounidense la nueva categorรญa Latinx con la intenciรณn de abolir la discriminaciรณn de gรฉnero implรญcita en el tรฉrmino empleado literalmente a partir de las reglas gramaticales del espaรฑol (comรบn con el resto de las lenguas romances).

Los museos de gran convocatoria y presupuesto neoyorquinos comenzaron a destacar el trabajo creativo de mujeres provenientes del llamado sur global, que nunca antes habรญan gozado de una exposiciรณn individual en ellos, como es el caso de la exiliada libanesa Etel Adnan, quien a sus noventa aรฑos pudo mostrar sus รญntimas y delicadas pinturas en la empinada espiral del Museo Guggenheim junto a los รณleos de Vasili Kandinski. Adnan ya se habรญa dado a conocer internacionalmente en la documenta 13, donde se presentaron sus coloridas evocaciones del Mount Tamalpais en una provocadora comparaciรณn historiogrรกfica que buscaba establecer la paridad de la libanesa con las obsesiones paisajรญsticas de Courbet o de Cรฉzanne. La pintora del Levante, abiertamente lesbiana y que viviรณ por dรฉcadas en California, en su etapa otoรฑal fue residente en el sur de Francia y en Parรญs. Adnan dedicรณ su vida a enseรฑar filosofรญa en escuelas norteamericanas fuera del circuitoย Ivy leagueย y a escribir poesรญa cuando, ya madura, comenzรณ a elaborar pinturas abstractas de pequeรฑo y mediano formato. En el Guggenheim, la muestra de Adnan fue descolgada para abrir de inmediato la exhibiciรณn de Cecilia Vicuรฑa, artista multidisciplinaria chilena radicada por mรกs de cuarenta aรฑos en Nueva York, quien ha desarrollado una amplia trayectoria como poeta, pintora, compiladora de poesรญa mapuche, feminista, activista antipinochetista, escultora y artista delย performance. Vicuรฑa presentรณ una versiรณn penetrable del quipu, nudo ancestral andino, realizada con hilos colgantes combinados de una paleta cromรกtica del altiplano, parecida a aquella que catapultรณ su prestigio en documenta 14, y un conjunto de pinturas figurativas donde representรณ escenas de la colonizaciรณn y del machismo ordinario que ilustraban una crรญtica poscolonial y feminista. Tanto Vicuรฑa como Adnan, quien falleciรณ poco despuรฉs de su exhibiciรณn, tienen en comรบn la transdisciplinariedad y la hipotรฉtica presunciรณn de que nunca habrรญan exhibido individualmente en el Guggenheim en tiempos prepandรฉmicos. ยฟQuรฉ cambio ocurriรณ para que ellas pudieran hacerlo? ยฟPor quรฉ aรบn nos asombra haber visto sus trabajos expuestos en la exuberante arquitectura curvilรญnea de Frank Lloyd Wright?

Cecilia Vicuรฑa: Spin Spin Triangulene, May 27, 2022 – September 5, 2022, Solomon R. Guggenheim Museum, New York.

Estas preguntas sin respuesta ponen en perspectiva la dimensiรณn de las tensiones que atraviesan a los espacios museales de Nueva York, como el MoMA o el Whitney, donde las polรญticas de inclusiรณn vigentes desde los debates de las llamadas guerras culturales de la dรฉcada de los ochenta se han propuesto golpear la estructura patriarcal canรณnica tanto del modernismo europeo como del norteamericano. Sin embargo, estas acciones crรญticas solo han funcionado para aliviar la presiรณn ejercida por el poder de la masculinidad que aรบn domina la estructura de poder del arte (y de la sociedad) con importantes exhibiciones monogrรกficas dedicadas a Marina Abramoviฤ‡, Yoko Ono, Adrian Piper, Lygia Clark, Tarsila do Amaral, Carmen Herrera y mรกs recientemente a Carolee Schneemann, Simone Fattal (pareja de Adnan), Niki de Saint Phalle y Barbara Kruger.

Tras el cierre del programa contemporรกneo del Met Breuer y la salida inesperada de la curadora Sheena Wagstaff, quien realizรณ importantes exposiciones monogrรกficas de mujeres, el Museo Metropolitano, de la mano de su nuevo director, el austriaco Max Hollein, ha optado por realizar pequeรฑas muestras con obras de su colecciรณn donde la aspiraciรณn de igualdad de gรฉnero se funde con la producciรณn de un discurso de crรญtica รฉtnico-racial. El Met ha anunciado la expansiรณn fรญsica de sus instalaciones a cargo de la arquitecta mexicana Frida Escobedo, quien realizรณ un pabellรณn en Serpentine y se proyecta como una joven promesa de la arquitectura internacional. Las pequeรฑas intervenciones en la colecciรณn y el nuevo enfoque de sus exposiciones temรกticas han suscitado el comienzo de incipientes gestos descolonizadores y feministas que se han materializado concretamente en la inclusiรณn de una estela maya, colocada al inicio del recorrido de las galerรญas arqueolรณgicas grecorromanas, y se ha extendido con la creaciรณn de un dispositivo afrofuturista que reuniรณ un conjunto de objetos que rememoraban la destrucciรณn de la comunidad decimonรณnica de Seneca Village compuesta por afrodescendientes libres establecidos en las inmediaciones de Central Park, en donde se encuentra el museo. Ademรกs, el museo enciclopรฉdico ha invitado a artistas provenientes de comunidades diaspรณricas del Caribe o de pueblos originarios de Norteamรฉrica a elaborar comisiones pรบblicas en su atrio y su fachada.

Por contraste, el New Museum, tambiรฉn en proceso de expansiรณn a cargo de Rem Koolhaas, se ha dedicado a intensificar la presencia de artistas excรฉntricas que ejercen una poderosa influencia en el arte contemporรกneo, como Leonor Fini, Nicole Eisenman, Marta Minujรญn y Faith Ringgold, quienes han aportado un tratamiento original a temas manidos junto a un uso muy personal de materiales tradicionales, incluyendo el happening de los aรฑos sesenta.

El Museo Brooklyn, enciclopรฉdico aunque a menor escala que el Met, hace aรฑos fue sede de la muestra itinerante feminista latinoamericana Radical women: Latin American art, 1960-1985, organizada por el nรบcleo Elizabeth A. Sackler Center for Feminist Art. A la vez, el museo ha disminuido su programaciรณn enciclopรฉdica para adoptar programas de arte contemporรกneo y tendencias de la moda global adaptadas al discurso que predomina en los museos del mainstream.

Instituciones pequeรฑas, como el Drawing Center, se han sumado al esfuerzo de dotar con un grano de diferencia a los nombres de artistas imprescindibles, como Louise Bourgeois o Maria Lassnig, ofreciendo otros poco conocidos del feminismo global con exhibiciones recientes, por ejemplo, las dedicadas a la artista y diseรฑadora libanesa radicada en Estados Unidos Huguette Caland y a la escritora y activista argentina Fernanda Laguna. Otras instituciones, como la Biblioteca y Museo Morgan, han adoptado enfoques feministas para el tratamiento de temas histรณrico-arqueolรณgicos, tal es el caso de los sellos cilรญndricos de Mesopotamia y la escritura, cuya curadurรญa se centrรณ en la figura de la sacerdotisa sumeria Enheduanna, quien es considerada la primera autora en la historia de la humanidad.

El Centro Internacional de la Fotografรญa (ICP), en su nueva y definitiva sede del Lower East Side, dedicรณ a finales de 2022 e inicios de este aรฑo una importante exposiciรณn de trabajos de fotรณgrafas asociadas al colectivo Magnum, Close enough: New perspectives from 12 women photographers of Magnum, donde se incluyรณ un proyecto reciente de la intrรฉpida y brillante veterana de la fotografรญa documental y presidenta de la Fundaciรณn Magnum Susan Meiselas. En Close enough la curadurรญa de Charlotte Cotton partiรณ de un punto de vista opuesto a las convenciones formales y los dispositivos museogrรกficos de la fotografรญa analรณgica directa. Considerada esta รบltima por la crรญtica feminista desde los aรฑos setenta como una prรกctica hegemรณnicamente masculina y capitalista y, en lรญneas generales, adversa a reconocer los conflictos y fricciones que constituyen las relaciones de producciรณn de la imagen fotogrรกfica entre el pรบblico y la opiniรณn, la muestra del ICP destacรณ las estrategias de construcciรณn de imagen a travรฉs de un conjunto de poรฉticas subjetivas engastadas en la violencia domรฉstica, la sexualidad no binaria, la fluidez de gรฉnero, el ocio, la amistad, la guerra, el imaginario masculino de la prostituciรณn y el poliamor sin la pretendida objetividad de la imagen documental que dio origen al colectivo de fotografรญa fundado en Europa hace mรกs de 75 aรฑos por Henri Cartier-Bresson, David โ€œChimโ€ Seymour y Robert Capa, entre otros.

La curadurรญa de esta exhibiciรณn operรณ como una suerte de crรญtica institucional por partida doble que problematiza los usos en el periodismo global y pone en discusiรณn la desapariciรณn de los gรฉneros de cierto discurso realista tras la muerte de la fotografรญa analรณgica tal y como la conocimos antes de la diseminaciรณn del telรฉfono inteligente. El punctum de la muestra es el ojo tecnolรณgico feminizado del presente y que, a diferencia de la poรฉtica de Dziga Vรฉrtov, explora la ubicuidad microscรณpica de la intimidad y del espacio privado, tal y como aparecen en el caudal de imรกgenes que se publican a cada segundo en las redes sociales. Quizรกs es por ello que en los trabajos seleccionados por Cotton no se discuta explรญcitamente el dilema actual sobre los derechos reproductivos de la mujer, como previamente lo hiciera en septiembre una pequeรฑa muestra de la serie de grabados sobre el aborto (1998) de la artista portuguesa Paula Rego, organizada en la feria de arte The Armory Show.

Esta yuxtaposiciรณn de competencias y disposiciones entre los museos y espacios comerciales revela las opacidades, contradicciones y ambigรผedades que asedian a las instituciones culturales de Nueva York ante la fagocitaciรณn de la voluntad democrรกtica de los movimientos sociales y de las minorรญas en el siglo xxi por parte de las industrias culturales y del entretenimiento. La ola revisionista feminista tambiรฉn ha impregnado la programaciรณn de museos perifรฉricos como el del Bronx, el de Queens y el Museo del Barrio, cuya misiรณn histรณricamente ha sido servir a comunidades invisibilizadas y a un vasto pรบblico de bajos recursos y educaciรณn pรบblica deficiente. Si bien estos museos de modesto presupuesto ya desarrollaban una programaciรณn un poco mรกs abierta al esencialismo tรกctico que representan los intereses de inscripciรณn de las minorรญas demogrรกficas en sus enclaves geogrรกficos, hoy se han volcado al activismo racial y de gรฉnero programรกticos. Muchas de sus exposiciones se imbrican a los nuevos enfoques de las muestras temporales de los grandes museos en su afรกn descolonizador.

El panorama de cambios quirรบrgicos operados en los programas de exhibiciรณn y de adquisiciones de los museos de Nueva York ha repercutido nacionalmente tanto como ha comportado un recambio generacional que contrasta con las matrices reactivas de opiniรณn modeladas por el discurso conservador adverso al feminismo, a la equidad racial, a los derechos de la comunidad LGBT+ y a la apertura migratoria que encarna pรบblicamente la facciรณn ultraderechista del Partido Republicano que ha logrado dominar la Cรกmara baja del Congreso y la Corte Suprema y que hoy divide la cultura de Estados Unidos. Queda retomar una aguda observaciรณn formulada en su dรญa por Julia Kristeva sobre la manera en que la sociedad estadounidense procesa y afronta el disenso. Al regresar a Parรญs tras enseรฑar un semestre como profesora invitada en Columbia, Kristeva participรณ en una mesa redonda, que fue publicada en 1977, con Philippe Sollers (su marido) y Marcelin Pleynet, todos ellos miembros de la revista Tel Quel. En dicha charla expresรณ, al observar los ecos del agitado paisaje polรญtico de aquellos aรฑos tras la crisis energรฉtica, el Watergate y la contienda presidencial entre Jimmy Carter y Gerald Ford, que, mรกs de una relaciรณn de choque antitรฉtica entre fuerzas opuestas como ocurre en Europa, en Norteamรฉrica existe una polivalencia entre el Estado y la oposiciรณn. Para Kristeva, el capitalismo estadounidense โ€œes un sistema de remiendo de crisis hecho para recuperaciones permanentesโ€. En una sintรฉtica elaboraciรณn de esta idea la semiรณloga-psicoanalista explicรณ que la oposiciรณn a la fuerza โ€œno es unรญvoca, aislada y centralizada, sino polivalente debido a la multiplicidad social, รฉtnica y cultural de los grupos que componen su poblaciรณnโ€. En pocas palabras, el sistema norteamericano estarรญa blindado contra las tormentas intrรญnsecas al ejercicio del poder al fragmentar y guetoizar la oposiciรณn en una multiplicidad de subgrupos que obedecen a diversas configuraciones econรณmicas, culturales, polรญticas, artรญsticas, raciales, sexuales y otras mรกs. ~

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es curadora. De 2019 a 2021 fue directora artรญstica del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Tiene una maestrรญa en estudios
curatoriales por Bard College, Annandale-on-Hudson; una maestrรญa en
medios y estudios de la comunicaciรณn por la Universidad Catรณlica Andrรฉs
Bello en Caracas; y estudios de cine de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baรฑos, Cuba


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