Que la posverdad se ha convertido en uno de los temas centrales de nuestro tiempo no es cosa que requiera mucha discusiรณn. Como recordarรกn, fue elegida โpalabra del aรฑoโ por el Oxford English Dictionary en 2016, que no por casualidad fue el aรฑo del Brexit y de la primera victoria electoral de Donald Trump. Ambos eventos fueron una conmociรณn polรญtica, pues vinieron a poner de manifiesto que dos democracias tan sรณlidas y arraigadas como la britรกnica o la estadounidense tampoco eran inmunes a las turbulencias que atravesaban las democracias liberales tras la gran crisis econรณmica y el auge del populismo. Desde entonces se ha convertido en un lugar comรบn asociar el fenรณmeno de la posverdad con las patologรญas que aquejan a la democracia liberal, de la degradaciรณn de la conversaciรณn pรบblica al debilitamiento del sistema institucional de controles y contrapesos, la crisis del Estado de derecho o el surgimiento de lรญderes y partidos que defienden o llevan a cabo polรญticas abiertamente iliberales.
Lo acabamos de comprobar una vez mรกs con los diagnรณsticos apresurados de quienes atribuyen a los bulos y a la desinformaciรณn la segunda victoria de Trump en las presidenciales norteamericanas. Aquรญ en Espaรฑa ni les cuento. Basta asomarse a las redes sociales, a las pรกginas de los periรณdicos o a las sesiones de control al Gobierno para ver que andamos todo el dรญa a la gresca a cuenta de la verdad, las mentiras y los bulos. Por poner un ejemplo entre muchos: recientemente el ministro de Justicia salรญa a defender al Fiscal General del Estado, investigado por el Tribunal Supremo por un delito de revelaciรณn de secretos, alegando que no hizo otra cosa que desmentir un bulo; los portavoces de la oposiciรณn y articulistas denunciaron a su vez que es el propio ministro quien estรก difundiendo un bulo. El Gobierno ademรกs se muestra tan preocupado por el asunto que ha propuesto un plan de regeneraciรณn democrรกtica para poner coto a la desinformaciรณn rampante. No deja de ser llamativo a la vista de la trayectoria del ejecutivo y sus socios en este terreno, pues parecerรญa que les molesta mรกs la competencia que otra cosa, como ha apuntado con ironรญa Daniel Gascรณn.
En su definiciรณn mรกs conocida, la posverdad describe โaquellas circunstancias en las que los hechos objetivos tienen menos influencia en la formaciรณn de la opiniรณn pรบblica que las apelaciones a las emociones o las creencias personalesโ. Sirve, por tanto, para resaltar la creciente preocupaciรณn social por la erosiรณn del papel de la verdad en la opiniรณn pรบblica de las democracias liberales, lo que significa preguntarse, al fin y al cabo, por la (mala) salud epistรฉmica de nuestras sociedades, pomposamente llamadas โdel conocimientoโ. Parecerรญa que tales asuntos epistรฉmicos, como la naturaleza y el valor de la verdad, han dejado de ser de interรฉs exclusivo de filรณsofos para convertirse en motivo de preocupaciรณn de todos los ciudadanos. Como botรณn de muestra, basta rastrear el nuevo vocabulario con el que nos hemos ido familiarizando en tiempos recientes: fake news, hechos alternativos, teorรญas de la conspiraciรณn, burbujas epistรฉmicas, cascadas informativas, y un largo etcรฉtera.
De ahรญ la indudable oportunidad y relevancia del nuevo libro de Manuel Arias Maldonado, (Pos)verdad y democracia, donde se propone examinar cuรกnto hay de verdad en las actuales discusiones acerca de la posverdad asรญ como sus intrincadas relaciones con el auge del iliberalismo y la degradaciรณn de las democracias liberales. Les adelanto que el resultado es un ensayo esplรฉndido, bien meditado y sรณlidamente argumentado, con la solvencia intelectual que es marca acreditada del autor. Encontrarรกn aquรญ las cualidades a las que nos tiene acostumbrados: el tratamiento riguroso y bien documentado, siempre templado, donde el uso de la literatura especializada no es รณbice para que la lectura sea agradable y accesible al lector curioso. Todo ello servido en un estilo รกgil y una prosa limpia, vigorosa y elegante. Nada de lo cual sorprenderรก a quienes hayan leรญdo sus libros anteriores o sigan las entradas que publica regularmente en Casa Rorty, el blog que mantiene en Letras Libres.
Con este libro Arias Maldonado vuelve ademรกs a Pรกgina Indรณmita, donde publicรณ en 2016 La democracia sentimental, un selloeditorial cuya labor merece todos los elogios, especialmente por parte de quienes nos dedicamos a la filosofรญa y la teorรญa polรญtica. No cito aquel libro por casualidad, pues sin duda marcรณ un hito en la trayectoria intelectual del autor, siendo el ensayo con el que llegรณ a un pรบblico mรกs amplio fuera de la academia. Del interรฉs que suscitรณ aquella obra da buena cuenta que el propio sintagma del tรญtulo haya circulado con รฉxito por la conversaciรณn pรบblica. Pues La democracia sentimental tenรญa el propรณsito de captar el espรญritu de los tiempos, ofreciendo un diagnรณstico ambicioso de los problemas por los que atraviesan las democracias actuales.
No me detengo en La democracia sentimental por casualidad, pues el nuevo ensayo recoge temas y preguntas que allรญ estaban apuntados o esbozados, profundizando en algunos aspectos relevantes del diagnรณstico de nuestras โdemocracias liberales tardรญasโ, como sugiere llamarlas. La definiciรณn de posverdad antes citada pone de relieve la lรญnea de continuidad entre ambas obras. De hecho, son dos libros que se complementan perfectamente, a modo de un dรญptico: si en el libro de 2016 el foco de atenciรณn estaba puesto en el papel de las emociones en la vida pรบblica, dando voz a lo que se ha denominado el โgiro afectivoโ en las ciencias sociales y la teorรญa polรญtica, en el nuevo libro la reflexiรณn se dirige al plano epistรฉmico y gira en torno a una cuestiรณn no menos urgente como la posverdad. Pues aquilatar dicho fenรณmeno, indagando con atenciรณn en sus manifestaciones, causas y efectos, supone preguntarse al fin y al cabo por las complicadas relaciones entre verdad y democracia, un asunto apasionante con muchas aristas, que exige adentrarse en aguas filosรณficamente procelosas, si se pretende ir mรกs allรก de los tรณpicos al uso, como es el caso.
Pensemos que la democracia es ante todo un rรฉgimen de opiniรณn pรบblica, pues es en el foro pรบblico donde los ciudadanos y sus representantes debaten acerca de los asuntos pรบblicos y las decisiones colectivas que a todos afectan; por lo mismo, es ante el conjunto de los ciudadanos, o sus representantes en sede parlamentaria, donde los gobernantes han de rendir cuentas pรบblicamente, dando razones de las decisiones adoptadas. Es el gobierno a travรฉs de la discusiรณn, que decรญa el clรกsico. Entendida como el intercambio de razones pro et contra, la discusiรณn carecerรญa por completo de sentido si no existiera la posibilidad de acertar o equivocarse, tanto en cuestiones fรกcticas como valorativas; entre las cuales, por cierto, existe un continuo y no un salto o frontera tajante. En realidad, la verdad objetiva (ยกperdรณn por la redundancia!) estรก presupuesta por la ignorancia y el error, que constituyen el mejor testimonio de por quรฉ la verdad resulta indispensable.
Pocas dudas, por tanto, caben acerca de la trascendencia del libro: ahรญ estรกn la desinformaciรณn, la circulaciรณn de bulos y noticias falsas, o el recurso masivo a las mentiras en polรญtica. A lo que sumarรญa por cierto el bullshit, del que se habla menos que de la mentira, pero que representa un peligro mayor para la verdad, si hacemos caso a Harry Frankfurt. Si agrupamos todo eso bajo el rรณtulo de la posverdad, podrรญamos preguntarnos si es verdad, como denuncian tantos, que representa una amenaza para la democracia. ยฟCรณmo se reconcilia, por ejemplo, con la afirmaciรณn mรกs o menos cรญnica de que โla mentira es consustancial a la polรญticaโ, como tantos afirman? Nihil novum sub sole entonces. Tampoco hay que descartar que para ciertos sectores de opiniรณn, o de la academia, la cuestiรณn no sea el quรฉ, sino el quiรฉn. No hace mucho circulaba por las redes el vรญdeo de un conocido politรณlogo y tertuliano exhortando a los jรณvenes a mentir (y jugar sucio) por el bien de la democracia. En quรฉ quedamos entonces: ยฟes la mentira un peligro para la democracia o un medio necesario para salvarla de los malos? Los menciono simplemente para ilustrar la confusiรณn reinante sobre la verdad y la mentira en polรญtica.
En lugar de ceder ante el alarmismo o el barullo tan habituales en estos temas, Arias Maldonado aborda el asunto con distancia y ecuanimidad: con las herramientas del teรณrico polรญtico que se mueve con soltura entre la filosofรญa y las ciencias sociales. Disecciona para el lector un fenรณmeno tan elusivo y embrollado, planteando las preguntas pertinentes: ยฟrealmente vivimos en un tiempo inรฉdito, en el que la verdad ya no importa y, en consecuencia, los ciudadanos se muestras indiferentes o incapaces a la hora de discriminar lo verdadero de lo falso? ยฟQuรฉ papel juega la posverdad en la erosiรณn de las instituciones democrรกticas y en el auge de los movimientos iliberales? ยฟQuรฉ relaciรณn guarda con la degeneraciรณn de la conversaciรณn pรบblica y la transformaciรณn digital de esfera pรบblica? ยฟPuede la democracia, en definitiva, prescindir de la verdad y seguir llamรกndose democracia?
El autor traza un hilo argumental en el que va enhebrando รฉstas y otras preguntas para guiar y orientar al lector por un laberinto de cuestiones y discusiones en el que resulta fรกcil perderse. Este es el propรณsito principal del libro: poner orden y perspectiva en esas discusiones, introduciendo en ellas claridad y complejidad, rigor y prudencia, que buena falta nos hacen. En este sentido es recomendable el capรญtulo que dedica a la verdad y la mentira en Hannah Arendt, dado que esta autora se ha convertido en suerte de fetiche en estos asuntos, que se invoca habitualmente para despacharla luego con un par de citas archiconocidas. Lo mismo sucede con otras cuestiones de claro interรฉs: el lenguaje y Orwell, el papel de los expertos en el proceso democrรกtico, el impacto de la digitalizaciรณn en la esfera pรบblica o las tensiones entre verdad y pluralismo en el interior del liberalismo polรญtico, siendo este รบltimo seguramente el de mรกs enjundia teรณrica. Son capรญtulos que se insertan en el desarrollo argumental del libro, pero que tambiรฉn tienen valor por sรญ mismos.
Al final, por decirlo de otro modo, Arias Maldonado utiliza el debate sobre la posverdad como una plataforma o punto de vista privilegiado desde el que otear los riesgos y amenazas que pesan sobre las democracias liberales tardรญas, analizando sus fortalezas y debilidades epistรฉmicas, y reflexionando sobre patologรญas y posibles remedios, pues bien pudiera ser que en algunos casos el remedio fuera peor que la enfermedad. De ahรญ la ambiciรณn teรณrica del planteamiento: sin dejar de prestar atenciรณn a la actualidad, el ensayo no queda preso o pegado a ella, sino que la utiliza como trampolรญn para plantear cuestiones de gran calado como el papel de la verdad en la vida pรบblica de una democracia. Como explica al principio:
โDe poco sirve escudriรฑar el foro pรบblico en busca de mentiras y bulos si no tenemos claro cuรกl es la funciรณn que la verdad puede cumplir en la polรญtica democrรกtica. Solo una vez que hayamos fijado un estรกndar realista, lo que quiere decir que vaya mรกs allรก de la expresiรณn de buenos deseos, podremos empezar a hablar de desviaciones de la norma y anomalรญas democrรกticas. Solo entonces podrรก plantearse la posibilidad de ajustes institucionales destinados a reducir el impacto negativo de la desinformaciรณn y la mentiraโ (p. 22).
Como se ve, no faltan quienes quisieran empezar la casa por el tejado. Este ensayo, por el contrario, nos invita al anรกlisis y la discusiรณn de problemas de fondo. Que no son tampoco de ahora, pues la pregunta por el estado epistรฉmico de la polis se remonta hasta Platรณn y la reflexiรณn sobre la verdad y la mentira en polรญtica ha acompaรฑado el desarrollo del pensamiento polรญtico, de Hobbes a Rawls.
Por ello convendrรญa no incurrir en cierto adanismo frecuente en este tema, un provincianismo temporal para el que nuestro presente carece de parangรณn o precedentes.
Ahรญ tenemos, por referirnos a un caso mรกs reciente, el libro de Jean-Franรงois Revel, El conocimiento inรบtil (tambiรฉn editado por Pรกgina Indรณmita), que se abrรญa con una frase rotunda: โLa primera de las fuerzas que dirigen el mundo es la mentiraโ. Todavรญa no habรญa internet ni redes sociales, pero allรญ el pensador francรฉs decรญa dos cosas que siguen siendo validas hoy. Primero, en un mundo como el nuestro, caracterizado no por la escasez, sino por la abundancia de informaciรณn, el problema ya no es la ignorancia o la falta de conocimiento, sino la ocultaciรณn y la tergiversaciรณn de la verdad por motivos ideolรณgicos. Hoy hablarรญamos de posverdad. La segunda no es menos importante: solo en una sociedad liberal democrรกtica podemos discutir sin trabas sobre el papel de la verdad y la mentira en polรญtica. Pues solo en ella se pueden denunciar las falsedades o las manipulaciones del poder sin cortapisas ni coacciones en una discusiรณn libre y abierta. Al menos en teorรญa, pues lo que seguramente hemos perdido, cabrรญa aรฑadir, es la vieja seguridad o la confianza en que la verdad (las verdades en realidad) se abrirรกn paso por sรญ solas en el mercado de las ideas. Cito a Revel porque su planteamiento conecta directamente con la lรญnea argumental central de Posverdad y democracia:
โSolo en las sociedades abiertas es posible observar y medir el autรฉntico celo de los hombres en decir la verdad y aceptarla, ya que el gobierno de dicha verdad no se ve obstaculizado mรกs que por ellos mismosโ.
Por eso la discusiรณn sobre la posverdad nos pone un espejo por delante a los ciudadanos y la imagen que aparece no es precisamente favorecedora. Arias Maldonado lo deja bien claro: lรญderes y gobiernos no son los รบnicos responsables de la deriva iliberal y la erosiรณn democrรกtica que presenciamos: โel tango de la regresiรณn siempre lo bailan dosโ (p. 38). Sencillamente, โmuchos ciudadanos actรบan mรกs como partisanos antes que como demรณcratasโ, incluso cuando nos jugamos el Estado de derecho, la separaciรณn de poderes o el respeto por la verdad. A lo que se aรฑade la hipocresรญa de quienes justifican las prรกcticas iliberales de los suyos, aรบn a riesgo de socavar las instituciones democrรกticas, con el pretexto de que son los rivales quienes representan una amenaza para la democracia, acusรกndoles de que pretenden lo que su partido ya estรก haciendo.
El diagnรณstico estรก ampliamente tratado en el libro, que resume lo que nos han enseรฑado las ciencias sociales al respecto: que los ciudadanos no saben en realidad gran cosa acerca de los asuntos pรบblicos y sus convicciones son las mรกs de las veces superficiales e inconsistentes; de modo que las etiquetas ideolรณgicas funcionan como banderรญas o seรฑas de identidad y muchos votantes se asemejan mรกs a hinchas deportivos que al ciudadano racional que nos pintaban. De ahรญ la enorme responsabilidad de lรญderes y partidos en un mercado como el polรญtico donde la oferta dirige a la demanda; o la importancia de las instituciones que limitan y controlan el poder, incluso de las mayorรญas democrรกticas. Son preocupaciones del autor que reconocerรกn quienes siguen sus columnas de opiniรณn en torno a la actualidad.
Sin duda, esta nota de desencanto o de sano escepticismo entronca con lo mejor de la tradiciรณn liberal, en la que se encuadra Manuel Arias Maldonado. No es casualidad por eso, sino intencionado, que este libro concluya con un guiรฑo premeditado al lector entendido y a La democracia sentimental. Pues Arias Maldonado cierra (Pos)verdad y democracia con una menciรณn expresa en sus รบltimas lรญneas al ironista melancรณlico, el modesto hรฉroe que nos presentรณ en su obra de 2016 y que encandilรณ a no pocos de sus lectores. Al ironista melancรณlico lo vemos con mรกs claridad si cabe en este nuevo libro, o cargado con mรกs tareas, como lidiar con la compleja tensiรณn entre verdad y pluralismo de valores. Me perdonarรกn el รบnico spoiler de esta reseรฑa:
โAl ironista melancรณlico, hijo natural de la democracia liberal tardรญa que ha aprendido a tomar distancias sin por ello abandonar la escena, solo le queda seguir intentรกndolo. Y es su deber hacerloโ
Igual que la conciencia de la falibilidad no es un impedimento para la bรบsqueda de la verdad, sino un acicate para ello, tampoco el desprenderse de falsas ilusiones acerca del funcionamiento efectivo de las democracias liberales puede ser una excusa para abandonar nuestras responsabilidades cรญvicas. La primera de las cuales seguramente es tratar de contemplar la realidad polรญtica con sobriedad y juzgarla de forma ecuรกnime, por difรญcil que sea el empeรฑo. No es una lecciรณn desdeรฑable de este libro.
Es doctor en filosofรญa y profesor de filosofรญa moral en la Universidad de Mรกlaga.